24 | Secrets and Lies.

CHAPTER TWENTY FOUR
  Secretos y Mentiras.

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        Durante todo ese tiempo, Alyssa había estado constantemente tratando de evitar aquel momento para evitar aceptar aquella horrorosa realidad. Una realidad en dónde estaba furiosa con Draco, dónde desconfiaba de él y dudaría a partir de aquel instante de cualquiera de sus palabras. Alyssa jamás en su vida había imaginado que pasaría algún día algo como aquello, pero lo que no esperó fue que mirarlo a los ojos doliera tanto.

Mirarlo le recordaba su traición. Mirarlo hacía que su corazón doliera. ¿Desde cuándo le había estado mintiendo? ¿Desde cuándo se había convertido en un enemigo para ella?. Alyssa no lo sabía con exactitud, pero estaba dispuesta a enfrentarse a él para resolver sus dudas, aunque aquello significase buscar una aguja en un pajar.

Observó a Draco en silencio durante un momento. Alyssa no se sentía capaz de razonar con cordura, los pensamientos se agolpaban en su cabeza como un centenar de abejas furiosas. Aún no creía que fuera posible que él quisiera hablar formalmente con ella; no después de todo lo que le había causado a Alyssa.

Simplemente no era posible, pero ahí estaba él, tratando de hablar con ella y todo dependía de la decisión que fuera a tomar Alyssa.

No había más que pensar, ella ya lo había decidido.

Miró sombríamente a su antiguo amigo antes de cruzarse de brazos y acabar con ello de una vez por todas. Trató de no darle importancia al latido de su corazón, que latía frenéticamente. Alyssa no iba a negar que no estaba asustada, sin embargo, no pensaba mostrar su miedo estando frente a él. Aquella era la única cosa que no se iba permitir hacer.

—¿Qué es lo qué quieres, Malfoy? —preguntó secamente.

—¿Malfoy? —repitió Draco, antes de reírse sin gracia alguna—. ¿Es así como me llamas ahora? ¿Acaso, Granger ha...?

—No menciones a ella en esto. —dijo Alyssa fríamente, dando un paso hacia él. Draco no retrocedió, pero pareció divertirle de algún modo la reacción de ella—. Esto no tiene nada que ver con Hermione. Esto es sobre ti.

—¿Sobre mí? —replicó él, y de repente su expresión se tornó seria—. Alyssa, te aseguro que...

—¿Asegurar qué? —ella lo interrumpió, enfadada. Lo miró a sus ojos grises, aquellos que definitivamente no podían igualar a la mirada tan reconfortante de Mark, pero que la habían hecho sentirse cálida, segura, cómo si hubiese encontrado su lugar en el mundo, su hogar. Más ahora no sabía con exactitud que sentir, estaba confundida, desesperada, aterrada de confirmar que él verdaderamente había traicionado su confianza, a su corazón—. No voy a escucharte, Draco. ¿De verdad piensas que voy a volver a confiar en ti? ¿Después de todo lo que has hecho? ¿Después de...?

—Alyssa —Draco frunció el entrecejo, observándola con evidente confusión. Era cómo si no pudiera comprender cuál era el problema, a lo que ella se refería—. Esto es porque te abandoné aquella noche... ¿Verdad? Lo siento, yo... No quise decir nada de eso, hablarte de esa manera. No supe como reaccionar. Yo...—suspiró pesadamente y cerró lo ojos, apartándose el cabello rubio platino de la frente con su mano derecha. Se había quedado sin palabras, Alyssa se dio cuenta de eso. La forma en la que apartó la mirada, cómo si tuviera miedo de que ella pudiera ver lo vulnerable que se sentía en ese momento—. Perdón, Lyssa. En realidad, quiero hablarte sobre algo. Y necesito que me escuches, es realmente...

Sus ojos finalmente se abrieron, pero Alyssa no lo estaba mirando a él, tenía la mirada perdida en su mano derecha y en el estado en el qué se encontraba.

Tan pronto cómo lo comprendió se apartó de él con incredulidad, negando con la cabeza y retrocediendo unos cuántos pasos. Draco instantáneamente siguió su mirada y ocultó su mano derecha demasiado tarde. Alyssa había visto los nudillos ligeramente morados e hinchados, como sí el chico hubiera estado golpeando una pared repetidas veces seguidas.

... —dijo Alyssa con perplejidad, aún sin salir de su ensímismamiento. Recordó a Mark diciéndole que se había caído de la escoba mientras estaba entrenando. El chico había parecido nervioso, cuando en realidad había estado asustado—. Tú fuiste quién agredió a Mark. ¿Porqué? —demandó, casi gritando las palabras.

—¿Porqué? —volvió a exigir Alyssa y se le quebró la voz. Se sentía tan confusa que quería echarse a llorar y hacerse un ovillo en el suelo. No quería ser capaz de creer que Draco había hecho daño a Mark mientras ella había estado bebiendo café y riendo con su nueva mejor amiga en Hogsmeade.

—Él... —comenzó Draco, aparentemente igual de confuso que ella. Tenía la mirada perdida en alguna parte de la habitación. Y cuándo volvió a mirar a los ojos a Alyssa, estaba sonriendo con una extraña diversión que hizo que la confusión de ella aumentara—. Mark es un maldito cobarde. ¿No te lo mencionó? ¿No te contó sobre la divertida charla que tuvimos él y yo? Debería haberlo sabido, él siempre está sorprendiéndome.

—¿De qué estás hablando? —inquirió Alyssa, al borde de la desesperación.

—Creo que él es la causa detrás de tu repudiación. O al menos tengo la sospecha —aclaró él, y frunció el entrecejo, casi como si estuviera recordando algo—. Esto es de lo que quería hablarte, pero no estaba tan seguro de contarte. Sólo es intuición y es confuso, lo sé, pero me tomó días darme cuenta de que está tratando de ocultar algo. Algo realmente importante y pensé...

No. —murmuró ella para sí, negando frenéticamente con la cabeza—. Eso no es posible. Él nunca... Mark nunca me traicionaría...

No quería creerlo. No quería reconocer que una persona de su confianza la había traicionado, mucho menos Mark. Él no, simplemente no podía ser verdad. Mark era una buena persona. Él nunca podría hacer algo como eso. Jamás podría plantearse hacerle daño a Alyssa. Recordó la cantidad de veces que Mark la había tranquilizado con una sonrisa suya cuándo estaba nerviosa o asustada. Él siempre había estado ahí para ella, incluso cuando Alyssa no tenía tiempo para estar con él. Recordó a Draco, hablando con Blaise en aquella aula abandonada.

«Deseo vengarme lo más antes posible», había dicho él. ¿Pero de quién había estado hablando? ¿De quién se iba a vengar?

Poco a poco, los pensamientos dentro de la cabeza de Alyssa fueron tomando forma. «Él está mintiendo» pensó. «Te está haciendo creer lo que él quiere qué creas».

—Quizá estoy equivocado, pero ¿entonces porqué no te contó que yo fui la persona que lo golpeó?—continuó Draco, caminado con lentitud hacia ella—. Tenía miedo de que yo te contara la verdad. Él me dijo que...

—Mientes —comenzó Alyssa, pero la inseguridad había invadido cada parte de su ser. No sabía en qué creer, en las palabras de Pansy, o... en las palabras de Draco, la única persona que había permanecido junto a ella desde que tenía memoria, la única persona que la había apoyado, incluso en sus momentos más difíciles—. Mark es... Mark es diferente. Él es demasiado amable conmigo, con cualquier persona. No puede ser nada más, ¿y tú? ¿acaso no estás ocultando nada? ¿cómo te atreves a hablar de Mark cuando la única persona que me ha traicionado aquí eres tú?

Los ojos del chico se abrieron de golpe y dejó de caminar. Por su expresión, era evidente que no había estado esperando una acusación como aquella.

—¿De qué estás...? —farfulló. Sus ojos buscaron frenéticamente los de ella, confusos—. No... No lo entiendo. ¿A qué te refieres? Yo nunca te he traicionado.

Se veía realmente confundido, que hizo a Alyssa titubear por un momento. Quería creerle, pero no era capaz de hacerlo.

Se odiaba a sí misma por ser demasiado insegura al respecto.

—Lo siento —dijo, con un gran pesar en su corazón. Apartó la mirada, porque no quería ver la expresión en el rostro de Draco ante lo que estaba a punto de decir—, pero no voy a confiar otra vez en ti. Además, no toleraré que hayas lastimado a Mark. Realmente ya has hecho suficiente.

—Alyssa, escúchame —le pidió él, hablando en tono desenfadado y buscando sus ojos desesperadamente—. Yo nunca sería capaz de traicionarte, eres más que una amiga para mí. Mark no es quién tú crees que es. Déjame demostrártelo. Déjame demostrar que estoy en lo correcto.

Alyssa negó con la cabeza.

—Sólo lo dices porque nunca te ha agradado. ¿Verdad? Tú siempre has odiado a Mark.

—No es así —desmintió Draco un momento después, la mirada perdida en el suelo de la habitación—. Él, yo...

—Esta conversación se ha terminado. —dijo Alyssa con voz monótona, no quería escuchar a Draco un segundo más si no le iba a dar una respuesta clara. Se dio la vuelta y comenzó a caminar en dirección a la salida, pero Draco le cerró el paso.

—Lyssa, por favor —le suplicó—. ¿Porqué no confías en mí? No te he mentido ni una sola vez. Escúchame, dame una oportunidad, es todo lo que pido.

—No. —se negó rotundamente, apartándose de él—. ¿Porqué insistes tanto?

El chico guardó silencio por un momento, parecía estar pensando en compartir o no sus pensamientos con ella. Finalmente la miró a los ojos, con una triste sonrisa en sus labios.

—No... No quiero perderte —sinceró—. Tú eres lo único que tengo. Y te extraño.

El corazón de Alyssa titubeó tras escuchar esas palabras. Sus ojos se abrieron con sorpresa, repentinamente se dio cuenta de que había estado tratando de contener las lágrimas todo ese tiempo.

—No.

—Alyssa...

—He dicho que no, Draco —dijo con voz apagada, rehuyendo la mirada de él—. Sólo déjame en paz.

Se apartó de Draco y la puerta que la dejaría salir de ese lugar y se dirigió al balcón dónde una vez había estado hablando con Hermione sobre su vida. Nada más llegar a allí, se dejó caer sobre la suave manta que estaba extendida a lo largo del suelo y se echó a llorar.

Su mundo se vino abajo.

Se había prometido a sí misma que no lo haría, pero sus sentimientos habían sido más grandes que ella misma.

Las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas eran producto de lo injusta que había sido su vida. Ya estaba suficientemente harta de aquello, quería que su suerte cambiara, pero no sabía como hacerlo.

—Alyssa. —Draco apartó el cabello de su rostro, lo suficiente para que ella lo mirase, con los ojos inundados en lágrimas—. Te prometo que vamos a resolver esto. Juntos, lo resolveremos.

No sabía porqué, pero ella le creyó. Miró al chico de cabello rubio platino que tenía a su lado y le sonrió débilmente.

—Lo siento —dijo a Draco, secándose las lágrimas del rostro—, realmente no quería decir ninguna de aquellas palabras. Y mucho menos a ti, pero estaba enfadada.

Draco negó con la cabeza, devolviéndole la sonrisa y tomando entre sus manos la mano izquierda de Alyssa.

—Eso ya no importa —dijo, observándola con diversión y algo parecido al afecto en sus ojos mientras dejaba un anillo de plata en la palma de la mano de ella—. No voy a volver a decepcionarte. Tienes mi palabra, Lyssa. 

—Pero es el anillo de tu familia —protestó Alyssa, mirando la joya en la palma de su mano—. Se supone que tienes que dárselo a tu pareja. No a mí.

—Sabes que esa idea siempre me ha parecido ridícula —le recordó Draco—. Pero quiero que lo tengas tú, por mi promesa. Y ahora... ¿Te apetece cenar a la luz de la luna, Alyssa Markey?

Ella sonrió mientras se colocaba el anillo en el dedo corazón de su mano izquierda y observaba a Draco. El chico se sentó en la suave manta, frente a Alyssa, después de sacar dos platos de comida de quién sabe dónde y le entregaba uno a ella. 

—¿De dónde sacaste esto? —preguntó Alyssa con curiosidad.

El chico se llevó el dedo índice a los labios y se encogió de hombros.

—No preguntes, sólo come.

Alyssa miró la comida en el plato, dos panes tostados con mermelada de fresa, un filete de carne, tocino y algo que se parecía a una ensalada. Se encogió de hombros y acto seguido empezó a comer después de que Draco le entregara los cubiertos.

Comieron en un agradable silencio mirando el paisaje del lago negro a través del balcón. Alyssa estaba feliz aunque siguiera estando un poco confusa de la situación.

No sabía qué pensar respecto a Mark. Después de todo, le había dado una oportunidad a Draco, pero si él estaba en lo cierto y Mark no era quién aparentaba ser, no podría perdonar jamás a aquel chico, a pesar de lo encantador que fuera.

—En realidad —dijo Draco en ese instante, mientras terminaba de comer su segunda rebanada de pan tostado—. Le pedí amablemente a un elfo doméstico que trajera la comida a este lugar.

—¿Amablemente? —inquirió Alyssa, mirando a Draco con los ojos entrecerrados—. Dudo de que hayas sido amable.

—Realmente fui amable —protestó el chico con sorprendente seriedad, haciendo reír a Alyssa—. Y no estoy mintiendo, Lyssa.

—Supongamos que te creo. —respondió ella. Bebió del vaso de cristal que Draco le había entregado después y terminó su jugo de manzana—. Pero tienes demasiadas cosas que explicarme, Draco Malfoy.

—¿No podría ser mañana? —preguntó, frotándose los ojos—. Estoy cansado. Quiero dormir.

Alyssa le arrebató el plato de la manos al ver que ya había terminado de cenar, luego tomó los dos vasos de cristal y se puso de pie, apilando un plato sobre otro y dirigiéndose a una pequeña mesa en la habitación. Dejó los trastos sobre la mesa y se dio la vuelta, dándose cuenta de que Draco se había acostado cuán largo era sobre la manta y había utilizado los cojines que había a su alrededor a modo de almohada.

—¿Realmente no piensas dormir ahí, cierto? —preguntó Alyssa.

—¿Tú qué crees?

—Eres un desastre —dijo ella. Sin embargo, se acercó y se acostó a su lado.

No le resultaba para nada extraño dormir junto a él, pues ya habían compartido cama durante innumerables ocasiones y alguna veces, Draco había ocasionado que ella se cayera de la cama a mitad de la noche, provocando que Alyssa lo pensara dos veces antes de dormir con él a su lado, pues Draco ocupaba mucho espacio.  

—Pensé que te marcharías y me dejarías aquí solo —murmuró Draco.

—Eso jamás —contestó Alyssa hablando en voz baja.

—No voy a volver a abandonarte —dijo Draco, buscó su mano y entrelazó sus dedos con los de ella—. Lo prometo.

—Duerme ya, Draco. —replicó Alyssa y el chico cerró sus ojos.

. . .

          —Esto es lo qué hay que hacer —dijo Draco la mañana siguiente, con la túnica de Slytherin ondeando tras él mientras caminaban por el corredor que los llevaría a el Gran Comedor—. Él no tiene porqué enterarse que hemos vuelto a dirigirnos la palabra. Tú actúas como sí aún estuvieras enfadada conmigo y yo contigo.

—Eso es pan comido —replicó Alyssa, dirigiéndole una mirada divertida—. Yo siempre estoy enfadada contigo, Malfoy.

Draco puso los ojos en blanco. Antes de que el chico pudiera decir algo, Alyssa reconoció a Natalie de pie a un lado de las grandes puertas del Comedor. Natalie la saludó alegremente con una mano al verla, pero su alegría no duró lo suficiente al observar quién era su acompañante.

La chica de cabello rubio se acercó a ellos con paso apresurado y expresión decidida. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de ellos y Alyssa ni siquiera se hubiera planteado la oportunidad de detenerla...

¡PLAF!  

Dio a Draco una cachetada que lo mandó dando tumbos hacia atrás. 

—¡Nunca más pienses en tratar de dirigirle la palabra a Alyssa! —le advirtió Natalie al chico, que la miraba con una mezcla de indignación y enfado—. ¡So, sucio traidor!

Maldi... —comenzó a formular Draco, evidentemente cabreado.

—Draco —advirtió Alyssa inmediatamente, que al fin se había recuperado de la sorpresa—. Cuida tu boca. Ella es mi amiga. Y Natalie —añadió rápidamente, dirigiéndose a su amiga, que ahora estaba de brazos cruzados observando a Draco con recelo—. No vuelvas a golpearlo. Todo aquel asunto, ya ha quedado resuelto. Lo prometo, podemos hablarlo más tarde.

La expresión de Natalie se relajó.

—Oh, lo siento —se disculpó, con las mejillas coloradas—. No lo sabía, pensé que te estaba molestando y... Vine a ayudarte.

Alyssa negó con la cabeza.

—No importa. Draco, ella es Natalie, Natalie, Draco.

—¿Tu nueva novia? —adivinó Draco. Alyssa no sabía sí estaba bromeando o lo decía de verdad. En todo caso, tanto ella como Natalie se ruborizaron.

—Esto... —comenzó Alyssa—. No...

—Tal vez, le golpeé demasiado fuerte. —dijo Natalie.

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¡Hola personitas¿Ustedes qué opinan, Draco está o no mintiendo respecto a Mark?. Pasando a otro tema, ¿Les agrada la idea de un AU de Wild?

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