C H A P T E R   F O U R T E E N
Lo que había estado esperando.

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        Esa misma tarde, Alyssa se tomó la libertad de escribir una carta. Una carta que sabía que no iba a ser respondida, que tal vez sería leída pero que no recibiría respuesta alguna.

Necesitaba intentarlo, ésta vez, necesitaba hacerlo. Necesitaba una respuesta, un consejo de una amiga, algo.

—¿Estás escribiendo una carta? —le preguntó Draco mientras se sentaba a su lado en el suelo. Estaba comiendo algo, por lo visto había pasado por el Gran Comedor antes de volver a regresar a El Escondite.

Alyssa asintió y dobló el pergamino por la mitad antes de que él pudiera leer algo de lo que estaba escrito en él.

—Algo así. —respondió, y guardó la carta dentro del libro en el que se había estado apoyando para escribir.

—¿Ya estás mejor? —le preguntó él, dejando de comer lo que sea que hubiera estado comiendo. Alyssa se percató de que era un pequeño trozo de tarta—. Tarta de manzana. —dijo Draco con una sonrisa—. Traje algo de comida también. Para los dos.

—Gracias. —dijo Alyssa, pero no sonrió. No le devolvió la sonrisa. La sonrisa de él titubeó, y después se desvaneció por completo.

—Sabes que puedes contar conmigo, Lyssa. —Su expresión era sería, como raras veces lo era. Alyssa sabía que lo decía en serio, él nunca le había mentido. Nunca podría hacerlo. Cuando algo le preocupaba se lo contaba y no dudaba en decirle la verdad, aunque a veces doliera—. ¿Qué es lo que te preocupa tanto?

Ella suspiró. Sabía que podía confiar en él, pero lo que le resultaba complicado era decirlo.

—Se supone que cuando encuentras a esa persona que has estado esperando por toda la vida, te sientes feliz por haberla encontrado... Pero... —Ahí estaba esa palabra. Alyssa dejó que sus ojos se cerraran y permitió que las palabras fluyeran libremente de su corazón, que sentía que se había convertido en todo un desastre. Un completo y horroroso desastre—. Resulta que no era lo que había estado esperando.

Eso era verdad. Alyssa había estado pensando en ello toda la mañana. Y cuando finalmente lo descubrió, se había quedado completamente en shock. Aquello no podía ser verdad, pero de alguna manera lo era. Había tratado de encerrar sus sentimientos en una jaula, y cuando finalmente escaparon de esa prisión, trató de negarlos rotundamente, pero nunca, nunca trató de comprenderlos.

Nunca trató de pensar en ellos, por que si algún día lo hacía, se asustaría de confirmar lo que siempre había sabido. Lo que siempre había temido. Su más profundo secreto.

—¿No estarás hablando de mi? ¿Verdad? —bromeó Draco, pero se detuvo cuando vio las lágrimas en las mejillas de su amiga, su Alyssa, su todo.

—Ella me odia, Draco —por fin, Alyssa abrió los ojos y vio sólo la figura borrosa de él—. Ella siempre me ha odiado.

Draco no dijo ninguna palabra, la atrajo hacía él y la abrazó, buscando alguna forma de consolarla. Nunca le había gustado verla llorar.

—No sé como pude enamorarme de la persona que más me odia en el mundo. —sollozó Alyssa.

Eso también era verdad. Aunque no lo admitiera, Hermione la seguía odiando. Y Alyssa siempre había estado enamorada de ella, pero había sido una cobarde en no aceptarlo. Ahora recordaba porqué se había sentido tan envidiosa de Hermione el año pasado cuando la vio bajar por las escaleras la noche del Baile de Navidad, recordó cómo había estado tan molesta con Vicktor Krum por fijarse en Hermione Granger habiendo otras chicas más hermosas que ella.

Alyssa había estado celosa, pero lo había confundido con la envidia. Y después, ella había puesto sus ojos en Rose Gray. Una chica que ni siquiera conocía pero que era hermosa, y que la ayudó a olvidar lo que sentía por Hermione, pero Alyssa no fue amada de vuelta. De la misma forma en que nunca sería amada por Hermione.

Hermione siempre la había detestado, y Alyssa siempre se había burlado de ella al ver aquel odio reflejado en sus ojos. Ese odio que nunca cambiaría, pero que por desgracia había cambiado y había puesto al corazón de Alyssa alerta.

—¿Ella te odia? —dijo Draco finalmente—. ¿Es una chica? Pensé que... —se detuvo y Alyssa sintió cómo respiraba profundamente. La tomó suavemente por los hombros y la apartó de él, lo suficiente como para que sus ojos miraran los suyos—. Alyssa... —comenzó, y en sus ojos sólo había algo que Alyssa reconoció. Algo que conocía perfectamente—. Por favor, dime que no es lo que estoy pensando...

Ella apartó la mirada y sintió cómo él apartaba sus manos de sus hombros. En un segundo, ya no estaba cerca de ella. Cuando Alyssa volvió a levantar la mirada se encontraba alejado de ella y las manos que tenía sobre la cabeza temblaban.

—Draco... —dijo ella, pero se quedó en el lugar en el que estaba. No trató de acercarse a él—. Yo no...

—De todas las malditas chicas que hay en Hogwarts... —comenzó él, y a Alyssa le asustó el tono que había en su voz—. ¿Porqué ella? ¿Porqué esa Sangre Sucia resultó ser especial para ti?. Es escoria, Alyssa, ella jamás te va a amar como yo lo hago o como Mark lo hace. Va a hacer pedazos tu corazón y se va a reír en tu cara. ¿Eso es lo que realmente quieres?

Se levantó del lugar en el que había estado y miró a Alyssa una vez. Ella volvió a apartar la mirada y odió las lágrimas que se deslizaron por sus mejillas.

—Ella nos odia, nada va a cambiar eso.

Después se fue, dejándola sola por primera vez en la vida. Nunca lo había hecho, nunca la había abandonado, pero finalmente había ocurrido.

La había dejado sola.

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No odien a Draco, él tiene sus razones :c