13 | His salvation.
C H A P T E R T H I R T E E N.
Su Salvación.
━━━━━━━ೋ✿ೋ━━━━━━━
Cuando despertó y miró al techo, sabía que no se encontraba en su habitación. Esa no era su cama, y la persona que la miraba desde arriba no era nadie que conociera técnicamente. Alyssa sintió el impulso de levantarse y cuando lo hizo, un dolor en la cabeza la hizo detenerse. Se mareó, y cerró los ojos, tratando inútilmente de estabilizarse.
—Debes quedarte en la cama, ¿de acuerdo? —le pidió la chica que estaba junto a la cama cuando volvió a abrir los ojos. Alyssa intentó levantarse de nuevo y la chica la tomó por la muñecas, reteniéndola en su lugar—. ¿Está bien?
—¿Quién eres tú? —Alyssa la fulminó con la mirada, y después miró las manos que seguían reteniéndola. La chica instantáneamente apartó sus manos con suavidad y dejó que ella se volviera a acostar por su propia voluntad, pero Alyssa no lo hizo.
—Tu hermana me pidió cuidar de ti por un momento... —respondió la chica y pareció dudar por un instante. Después le ofreció una sonrisa tranquilizadora, cómo siempre lo hacía Mark—. Soy una amiga suya, Natalie Bellmort.
Por supuesto que la recordaba, la chica que le sonreía era la misma chica rubia que había visto muchas veces antes. Sus ojos eran verdes, y su cabello rubio ligeramente lacio se ondulaba en las puntas, su tez era pálida, pero a pesar de aquello contrastaba perfectamente con su rostro.
—No necesito que me cuiden —respondió Alyssa de mala manera. Ella siempre había sido así con los extraños, no estaba dispuesta a confiar quién era, aún con las personas que se mostraban o no amables con ella. La chica pareció perder su ánimo y se encogió en su lugar.
—Puedo irme... Sí lo deseas. —fue lo único que respondió, sonando un poco decepcionada—. Anna no tardará en regresar.
Alyssa apartó su mirada y miró hacia otra parte, no había ninguna persona en la enfermería a excepción de ellas dos. Suspiró y se acomodó mejor en la cama, mientras jugaba nerviosamente con sus manos debajo de las sábanas blancas. Los desconocidos siempre la habían hecho sentirse así.
—Puedes quedarte —accedió, sin pasar por alto la expresión que cruzó por el rostro de Natalie. Parecía... Algo animada nuevamente—. Sólo dime cómo terminé aquí.
—Te desmayaste —contestó Natalie, y luego frunció una fina ceja con preocupación—. No... ¿No recuerdas nada?
Alyssa no llegó a responder. En ese momento Annabel entró por las puertas de la enfermería, acompañada por otro grupo de chicas más. Alyssa puso los ojos en blanco inconscientemente y miró a Natalie frente a ella, dándose cuenta de que aún no había respondido a su pregunta.
—Bueno... Yo...
—¿Te encuentras mejor? —la interrumpió su hermana, sentándose en una silla que había al lado de su cama. Le entregó en sus manos una taza de cristal que contenía un té extraño en el interior—. Tómatelo, te hará sentir mejor.
—¿Y la señora Promfey? —preguntó Alyssa, mirando el líquido en la taza de té con recelo.
—Le pedí que me dejara cuidar de ti personalmente y estuvo encantada.
Alyssa resopló.
—Cierto, me olvidé por un segundo que para todo el mundo siempre eres su favorita. —bebió el té lentamente, sintiendo el sabor amargo en su garganta y trató de no hacer muecas frente a las chicas que la miraban expectantes.
—No para todos... —comentó Anna con una sonrisa de complicidad, mientras intercambiaba miradas con las demás chicas—. Parece que a alguien aquí presente le gustas muchísimo. Más de lo normal, si puedo decirlo.
Alyssa casi se ahogó con el té, pero fingió no haber escuchado. Seguramente todas allí le estaban jugando una especie de broma, o peor aún, burlándose de ella. Procuró mantener su rostro inexpresivo cuando terminó de beber el té y alejó la taza de su rostro.
—¿Puedo irme ya? —preguntó, sin mirar a nadie en particular. Tenía la sensación de que en cualquier momento empezarían a reírse de ella si las miraba a los ojos.
—Bueno, esto... La señora Promfey dijo que necesitarías un día más de reposo. —Alyssa negó inmediatamente con la cabeza, estando en desacuerdo con su hermana, como siempre lo había estado.
—Estoy perfectamente bien. Me voy ahora mismo. —se levantó, apartó las sábanas y se calzó los zapatos. Sentía todas las miradas sobre ella así que se apresuró, sintiéndose realmente incómoda por primera vez en su vida.
—Pero, Alyssa. No puedes... —protestó Annabel, levantándose de la silla.
—Estoy bien —interrumpió a su hermana, recordando lo enfadada que había estado con ella la noche anterior—. No pueden retenerme aquí por más tiempo. Necesito salir...
Dejó la taza sobre la mesa que había a un lado y esquivó a Annabel con facilidad, marchándose inmediatamente de allí. Caminó lo más rápido que se lo permitieron sus piernas y cuando salió de la enfermería, se dirigió hacia el patio, sintiendo la necesidad de salir al exterior y respirar aire fresco. Tan pronto como estuvo afuera y el sol le iluminó poco a poco el rostro, volvió en sí misma. Cerró los ojos, y se permitió disfrutar de aquel pequeño momento de infinita soledad. Disfrutó sentir la sensación del viento en sus mejillas y oyó el canto de los pájaros, el crujir de los árboles y el sonido de un débil suspiro.
Abrió los ojos instintivamente y se percató de la figura que estaba sentada en los escalones del vestíbulo. Antes no había estado allí, de eso estaba segura Alyssa, o había estado tan ciega que no le había prestado atención.
—Granger. —fue lo único que se atrevió a decir, pero la chica no se volvió, no respondió. Alyssa frunció el ceño y bajó las escaleras, una por una hasta situarse frente a ella, de manera que pudiera observarla y prestarle atención—. ¡Granger!
—¿Qué?
—¿Qué estás haciendo aquí? —Alyssa se inclinó ligeramente hacia ella, apartándose un mechón de cabello castaño del rostro.
—Lo mismo que tú. —Alyssa sonrió sin pensarlo.
—¿Tomando un poco de aire fresco? —Hermione ésta vez la miró, apartando por un momento la vista del pergamino que tenía en el regazo.
—Pensando. —A Alyssa le resultó difícil leer sus ojos, pero sonrió de nuevo. Hermione apartó la mirada y volvió a mirar el pergamino.
—¿Y qué estás pensando exactamente? —Alyssa se movió de su lugar y decidió sentarse junto a ella, manteniendo una distancia considerable.
—No puedo decirte.
Permanecieron en silencio por un largo tiempo, Alyssa se limitó a observar un mechón de su cabello oscuro, pero eso no impidió que mirara a Hermione con curiosidad, que ahora escribía en el pergamino con una linda letra cursiva y que Alyssa no pudo ser capaz de leer debido a la distancia a la que se encontraba. Volvió a fruncir el ceño y dejó caer el mechón de cabello con el que había estado jugando desde hacía un rato completamente aburrida.
—¿Porqué no me lo cuentas? —se animó a preguntar. Hermione levantó la cabeza y miró en su dirección, luciendo notablemente confusa.
—¿Qué?
—¿Porqué no me quieres decir, lo que sea que estés pensando?
—Es complicado —respondió la chica. Alyssa no apartó sus ojos y continuó mirándola con cautela. El viento hizo volar los rizos color miel de Hermione, sí, color miel. Esa era la primera vez que verdaderamente Alyssa la miraba con atención. Su cabello era una combinación entre rizos color castaños claros y dorados, algo entre el trigo y la miel. Si Alyssa alguna vez decidía pintar a Hermione, sabía que no le iba a hacer justicia a su cabello. No podría—. Y... Además, no confió en ti. —continuó Hermione, llevando de vuelta a Alyssa a la realidad—. No después de lo que sucedió el otro día.
Alyssa trató de mantener sus sentimientos ocultos, pero sintió que algo se rompía en su interior.
—¿Sabes? —le dijo a Hermione mientras se ponía en pie, sintiéndose realmente enfadada e indignada consigo misma por pensar lo que había pensado mucho más antes—. No esperaba que confiaras en mí. Pero recuerda que yo sí que lo hice. Sí confíe en ti, aunque no lo hiciera.
Se dio la vuelta y subió los escalones restantes frente a ella. Lo hizo lo más rápido que pudo y después se dirigió a paso a apresurado por el pasillo, esperando llegar a tiempo. No sabía porqué razón había pensado lo que había pensado allá atrás. No sabía por qué razón había descrito el cabello de Hermione, y peor aún, pensado por un momento en pintarlo.
Pintar era la cosa que más le había encantado hacer en el pasado, y lo había dejado de hacer cuando su padre se había burlado de sus pinturas, cuando le había dicho que parecía una Muggle con su rostro y ropas manchados de pintura.
Alyssa aún podía escuchar su risa, burlándose de ella. Aún podía escucharlo reír cuando le había arrebatado el pincel que tenía en la mano y lo había roto por la mitad. Cuando la había obligado a mirar mientras le prendía fuego a todo lo que alguna vez había pintado y la había dejado marcharse hasta cuando todo había quedado reducido a cenizas. Hasta cuando no había quedado nada.
Alyssa por fin llegó a el cuarto de baño de chicas y se encerró en una cabina, dejándose caer de rodillas e inclinándose frente a la taza de baño para dejar salir todo lo que había comido la noche anterior.
No quedó nada en su estómago, y cuando salió para mirarse en el espejo, descubrió que tenía un aspecto horrible. Su rostro estaba pálido, y tenía ojeras bajo los ojos. No consiguió mirarse en el espejo por un segundo más. Se enjuagó la boca y se lavó la cara con el agua fría que salía del grifo y después salió de allí, sin saber a dónde dirigirse por primera vez.
Parpadeó, sintiéndose completamente estúpida. No podía haber pensado en pintar realmente a Granger. No podía haber pensado eso. Simplemente no podía.
Eres tú la que se impide ser feliz, Alyssa. Las palabras volvieron a su mente en el momento más inoportuno. Eres mi hermana, y eso siempre lo noté. Comenzó a caminar apresuradamente, deseando poder deshacerse de aquellas palabras. Si no fuera verdad, ya habrías buscado a alguien que te hiciera feliz y habrías olvidado todo lo demás.
Annabel no estaba en lo cierto. Alyssa siguió caminando, sintiéndose completamente desesperada. No sabía a dónde se dirigía, pero sentía que se estaba perdiendo. Se estaba perdiendo y tal vez estaba volviéndose loca. Tal vez después de todo lo estaba. Tal vez estaba completamente loca y no habría nadie quién la salvara... Nadie quién la ayudara...
Una mano la tomó del brazo, y ella volvió a salir a la superficie, lejos del mar en el que se estaba hundiendo. Se detuvo y miró a la persona que no sabía que había estado buscando, pero que ahí estaba, dispuesto para ayudarla y escucharla, y Alyssa sintió que no podía quererlo más.
Se le rompió el corazón cuando él envolvió sus brazos alrededor de ella y la sostuvo mientras lloraba, mientras le decía palabras reconfortantes y le prometía que siempre estaría allí para ella.
Él era su salvación. Draco siempre lo había sido.
━━━━━━━✿━━━━━━━
Sé que no hay mucha interacción Hessa, pero cuando lo haya, va a ser lo mejor que haya escrito en la vida. Pueden estar seguras de eso. Lo prometo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top