09 | The darkness behind his eyes.
C H A P T E R N I N E
La oscuridad detrás de sus ojos.
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Hermione siempre había sentido el deseo de ayudar a las personas que lo necesitaban. Su madre siempre había dicho que era igual que su padre, completamente gentil y con el deseo de hacer justicia. A Hermione nunca le había avergonzado aquella idea, y mucho menos se avergonzaba de tener a unos padres como los que tenía. Ellos siempre la escuchaban y eran atentos con ella, y Hermione siempre había sentido el deber de agradecerles.
Siempre que podía, ofrecía su ayuda a alguien que necesitara de ella. Esta vez, estaba ayudando a que los elfos domésticos que trabajaban en Hogwarts pudieran ser libres, dejando gorros de lana que ella misma tejía escondidos por la sala común de Gryffindor. Las prendas habían desaparecido con una sorprendente rapidez la primera noche que había dejado algunos, y siempre que tenía algún tiempo libre hacía más.
Aunque algunas veces se cansara de tejer, estaba orgullosa por poder ayudar a aquellos elfos. Y ahora también sentía el incontrolable deseo de ayudar a Alyssa Markey. El Sombrero Seleccionador había dicho en el inicio del año que tenían que permanecer unidos, y eso es lo que Hermione iba a hacer. Encontraría alguna forma de ayudar a Alyssa Markey y después pensaría lo que haría. Por ahora, todo aquello lo dejaba en las manos del destino.
Mientras se dirigía hacia la biblioteca por la mañana, se topó con Pansy y su grupito de chicas afuera de la Enfermería. En el pasillo solo estaban ellas, y se estaban riendo de algo que no tenía mucha importancia para Hermione. Pasó de largo, pero el grupo pareció verla y dos chicas se interpusieron en su camino, impidiéndole el paso.
—¿Porqué tan sola, Granger? —Pansy se abrió camino y se detuvo frente a ella, mirándola con una burlona sonrisa en los labios—. ¿Y tus amigos? ¿Dónde están? ¿Te han dejado sola?
Hermione frunció el ceño, pero la chica la interrumpió y en un segundo le arrebató los libros de las manos a Hermione y se los entregó a una chica pelirroja, que los tomó sonriendo y comenzó a hojearlos, dejando caer algunos pergaminos en los que Hermione había estado escribiendo el día anterior por la noche.
—Ah, ¡ahí estás! —Pansy miró algo más allá detrás de su hombro y sonrió—. ¡Alyssa, creo que te va a encantar ver a quien tenemos aquí!
—¿Qué estás haciendo? —la voz de Alyssa se escuchó detrás de ella. Hermione se volvió y ahí estaba Alyssa, con una expresión indescifrable en su rostro y caminando hacia ellas—. ¿Qué estás haciendo, Pansy? —volvió a preguntar cuando se acercó, mirando a la chica de cabello negro por una respuesta.
—Yo... Pensé que...
—No —la interrumpió Alyssa con dureza. Alzó una mano en el aire para pedir silencio y Pansy se calló—. Tú nunca piensas nada, ¿no se te ocurrió que podría bajarte puntos siendo una Prefecta? Dale sus libros de vuelta.
—¿Qué?
—¡Qué le devuelvas sus libros, Pansy! —Alyssa pareció estar a punto de perder la paciencia. Pansy a regañadientes hizo un gesto con la mano y la chica pelirroja le devolvió los libros a Hermione, junto con los pergaminos que se habían caído en el suelo—. Seguramente, Snape al final del curso estará orgulloso de ti por hacerle perder puntos a nuestra casa.
Alyssa en ningún momento miró a Hermione. Avanzó por el pasillo y comenzó a irse. Hermione se apresuró a seguirla, no queriendo quedarse con aquel grupo de chicas que la miraban extrañamente y la alcanzó, echándole una rápida pero agradecida mirada.
—Gracias —le agradeció, mientras sostenía sus libros contra su pecho.
—¿Porqué? —Alyssa no pareció sorprendida porque estuviera a su lado. Tal vez había supuesto que Hermione de algún modo iría tras ella.
—Por ayudarme.
Alyssa se detuvo y volteó a mirarla. Su mirada se encontró con los ojos de Hermione y la miró por un largo y pensativo momento.
—No lo hice —contestó finalmente y volvió a reanudar sus pasos. Hermione se quedó ahí por un segundo y escuchó la voz de Alyssa que la llamó en la distancia—. ¿Vas a venir o no?
—¿Qué? —preguntó Hermione, sin prestar mucha atención. Su mente estaba en alguna otra parte.
—Mira, Granger —escuchó a Alyssa suspirar de cansancio—. Sí no te apresuras en este momento, voy a cambiar de opinión.
Hermione no dijo palabra alguna. Se apresuró a caminar a su lado y siguió a la chica por los extensos pasillos, doblando esquinas y algunas veces hasta subiendo por escaleras. Todo aquel tiempo se mantuvo en silencio, siendo totalmente consciente de que tal vez Alyssa la estaría conduciendo a una trampa o una peligrosa broma, porque las bromas que Alyssa alguna vez le había jugado eran eso.
Pero a la vez habían estado muy lejos de ser peligrosas, como la vez en la que Alyssa había encantado sus zapatos y se había quedado estática en su lugar, sin ser capaz de mover los pies para caminar, o cuando había hecho que su cabello se esponjara más de lo normal, haciendo que fuera imposible de peinar, o cuando...
La mención de un hechizo hizo que los sentidos de Hermione se pusieran alerta. Alyssa se había detenido frente a una puerta abierta y estaba guardando su varita en el bolsillo de su falda escolar. Le hizo un gesto a Hermione para que entrara y ella dudó.
¿Y sí Alyssa la encerraba ahí y luego se iba, riéndose mientras pensaba que había logrado engañar a Granger una vez más? ¿Y si jamás había tenido intención de contarle nada y la empujaba allí dentro, en contra de su propia voluntad?.
Como si hubiera leído sus pensamientos, Alyssa comenzó a reír, con una risa que le iluminó el alma y cambió el rostro. Esa era la primera vez que Hermione la escuchaba reír de verdad.
—No voy a encerrarte ahí, si es lo que piensas —le dijo, con las mejillas sonrosadas por la risa—. Bueno, tal vez si me haces enfadar. Sólo intentaba ser educada, Granger.
—Oh —alcanzó a decir Hermione.
—Oh —se burló Alyssa. Hermione entró, aún dudando de sus intenciones.
—¿Porqué me trajiste aquí? —preguntó, mientras miraba a su alrededor. Estaba dentro de lo que parecía ser un aula, con pupitres y sillas desperdigados por toda la habitación. Había un escritorio en la parte de en frente, con una silla de respaldo alto que estaba terriblemente a punto de caerse en pedazos. Cortinas de una oscura tela verde cubrían las ventanas y mucho más allá, en un rincón, había otra puerta. Alyssa se dirigió hacía allí—. ¿Alyssa?
Hermione la siguió, atravesando la puerta abierta. Al otro lado había una pequeña habitación y había otra dos puertas más, que llevaban a un balcón dónde Alyssa estaba sentada con las piernas cruzadas. El balcón tenía un barandal que parecía ser de hierro y dejaba ver el paisaje del Lago Negro.
—¿De dónde sacaste todo esto? —preguntó Hermione.
—¿Importa? —dijo Alyssa. Hermione suspiró.
—Tan solo tengo curiosidad. —se sentó al lado de ella, bajo la suave manta que había en el suelo y los cojines que había alrededor. Todo allí parecía muy cómodo y ciertamente lo era. Hermione se tomó un momento para observar el paisaje que había frente a ellas. De alguna manera, todo le resultó hermoso. Desde las suaves olas del lago negro, hasta el suave susurro del viento y el canto las aves—. ¿Vienes aquí muy seguido?
Alyssa se encogió de hombros.
—No cuando a veces quiero.
Permanecieron por un largo momento en silencio, mirando el silencioso paisaje. De repente, Alyssa rió de nuevo y Hermione la volteó a mirar. Alyssa estaba sonriendo, pero no la miraba a ella. Su vista estaba al frente y miraba algo que parecía estar más allá de su alcance.
—¿Puedes creerlo? —preguntó. Hermione la miró con curiosidad. Alyssa sacudió la cabeza ligeramente y volteó a mirar a Hermione—. Nosotras dos, aquí, y sin estar insultándonos o lanzándonos hechizos la una a la otra. ¿Alucinante, no?
Hermione se sorprendió riendo.
—Tu eres la que mayormente insulta y lanza hechizos. Yo nunca he hecho nada en tu contra.
—Odio admitir que tienes razón, Granger —Alyssa apartó su mirada y escondió su sonrisa. De repente, ya no había más humor en su rostro, su mirada estaba perdida en algún lugar del mundo, muy lejos de ella—. Siempre tienes la razón de todo. Siempre la has tenido...
—¿Qué fue lo que pasó realmente? —preguntó Hermione suavemente, sus ojos fijos en ella. Alyssa la miró y la oscuridad detrás de su ojos se disolvió.
—¿De verdad lo quieres saber, Granger? —Hermione asintió, alentándola a seguir hablando. No apartó sus ojos de ella. Finalmente Alyssa pareció rendirse y también asintió, tomando un gran respiro—. No puedo creer que vaya a contarte esto. Todo ocurrió antes de que comenzara el año. Seguramente te haces una idea de como son mis padres, a ellos solo les importa la pureza de la sangre. Nunca fueron de mentalidad abierta y me criaron con sus principios, pero yo siempre quise ver más allá de eso, más allá de sus reglas y cuando finalmente lo hice, me repudiaron. Me echaron de mi casa como si yo fuera un perro que nadie quisiese. Me marché esa misma noche, sabiendo que mis padres jamás me volverían a recibir. Me habían echado de mi propia familia y yo solo había intentando ser diferente, algo mejor que ellos, pero mis padres no lo vieron de esa manera. A sus ojos, yo era una abominación y siempre estaré destinada a serlo, pero siempre he estado conforme con lo que soy y nunca me he arrepentido de eso. Aunque haya perdido a mi familia aquel día, nunca perdí a la persona que verdaderamente me importaba. Aquella noche me acogió en sus brazos y me consoló como nadie más lo habría hecho nunca. Siempre le estaré eternamente agradecida, él es la única persona por la que sigo adelante y nunca me rindo, aunque lo haga, sé que él siempre estará para mí y yo para él.
Hermione no esperó que cuando Alyssa terminara de contar su historia estuviera llorando. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas y caían en el suelo. Alyssa hizo su mayor esfuerzo por limpiarlas, pero finalmente su barrera terminó cayendo y comenzó a llorar, como nunca antes lo había hecho estando frente a ella.
Ella no sabía que hacer, como consolar a un persona que conocía pero que a la vez no conocía por completo. Sintió pena por su historia y por Alyssa, pero verla llorar hizo que su corazón doliera. Eso fue lo que necesito Hermione para tomar su mano entre las suyas y cuando ella no la apartó, sostuvo su mano entre las de ellas, brindándole un poco de calor.
—Todo va a estar bien —le susurró Hermione, aún sosteniendo su mano. Alyssa la miró, y había lágrimas en sus ojos cuando sonrió.
—Ya me han prometido eso —bajó la vista hacia sus manos y liberó su mano izquierda del agarre de Hermione, sus dedos rozando suavemente la piel de su muñeca cuando la apartó—. Nada volverá a estar bien, de hecho, nada nunca está bien cuando se trata de mí.
Hermione sabía que había algo más que aún no le contaba, pero no la presionó.
—Sé que duele... —comenzó con cautela, sus aún estaban fijos en Alyssa—. Y estoy segura de que dolerá por mucho tiempo, pero no dejes que eso te detenga de ser quién eres en realidad.
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ASDLFKDPFKFLV, ¿QUIÉN MÁS ESTÁ GRITANDO?
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