07 | Last punishment.

C H A P T E R   S E V E N
Último castigo.

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     Aún le seguía pareciendo completamente irreal, el hecho de que Hermione Granger hubiera tratado de entablar una conversación con ella. Alyssa sabía que no era su persona favorita, pero realmente se había sorprendido cuando la vio en el balcón, parada con decisión a lado de ella.

Por un momento pensó que tal vez aquello era producto de su imaginación. Pero en cuando parpadeó y sus ojos la enfocaron muy rápidamente, se había percatado de que realmente se encontraba allí.

Realmente estaba ahí.

Alyssa se asustó por un breve instante y perdió la voz en el momento, secándose las lágrimas mientras intentaba fallidamente encontrar su voz. Estaba confundida, y haber perdido el habla frente a ella no le ayudaba en nada. Afortunadamente encontró su voz y le dio las gracias a Merlín, preguntándole a la chica Granger que estaba haciendo allí.

Aún seguía pensando en aquel momento después de varios días. Recordarlo le causaba una extraña sensación. Se sentía aún más extraña cuando Hermione rondaba cerca de ella, como si estuviera buscando alguna manera de acercarse y poder hablar con ella, ya que Alyssa siempre se encontraba en compañía y nunca estaba sola.

Aveces, Alyssa solo se limitaba a sonreírle burlonamente, otras veces la ignoraba por completo y pasaba de largo, esperando por el momento en el que Granger se rindiera y pudiera sonreírle triunfalmente, pero Hermione no parecía tener esa idea en mente. La seguía constantemente la mayoría de las veces. A veces, como si no se percatara de lo que hacía.

Alyssa seguía estando confusa, ¿porqué motivo Hermione Granger estaba interesada en saber el motivo de su repudiación? Nunca habían sido amigas realmente, pero eran algo parecido a ser enemigas, o al menos, eso era lo que Alyssa siempre había pensado.

Nunca le había deseado la muerte a Granger, mucho menos la había odiado, sólo le había encantado molestarla desde que el día en que se conocieron. Aún recordaba estar en aquél compartimento, esperando que en algún momento Draco apareciera, pero en su lugar, una niña de su misma edad y con espeso cabello castaño apareció frente a la puerta del compartimento, vistiendo una túnica que le quedaba algo grande y una sonrisa en su rostro. Hermione le había preguntado felizmente si podía ocupar el asiento restante frente a ella, Alyssa había dudado por un momento, pero había acabado aceptando.

Cuando Alyssa la escuchó hablar de sus padres muggles, las palabras de su padre vinieron a su mente. No puedes ser amiga de gentuza como aquella, Alyssa”, le había dicho, pero ella en ese entonces sabía que le había dado una advertencia. No quería ser repudiada, por lo que le dijo a Hermione —de una manera no muy educada, que se marchara.

La niña se fue al instante, y Alyssa se quedó sola en el compartimento, con el remordimiento en su conciencia, pensando que no debería haberle hablado así.

«Hice lo correctopensó Alyssa, volviendo al presente—, Hice lo que tenía que hacer».

Pero... ¿Qué hubiera pasado sí no hubiera corrido a Hermione aquel día? ¿Hubieran sido amigas? ¿Aún lo seguirían siendo? ¿Serían lo que nunca fueron, pero tuvieron oportunidad de ser?.

No valía la pena pensar en aquello. Alyssa lo sabía muy bien, por muy raro que fuera lo que Hermione trajera en manos, sabía que no acabaría bien...

La pausa en el rasgueo de la afilada pluma hizo que la profesora Umbridge levantara la cabeza.

—¡Ah! dijo en voz baja, y pasó junto a la mesa y fue a examinarle la mano. Sus dedos tocaron la oración grabada en el dorso de su mano y Alyssa se estremeció del dolor, pero no lo mostró—. Muy bien. Esto debería servirle de recordatorio, ¿no cree, señorita Markey?. Ya pueden marcharse —añadió, dirigiéndose a ambos chicos.

—¿Tengo que volver mañana? —preguntó Harry Potter mientras cogía su mochila con la mano izquierda para no usar la derecha, que tenía dolorida, seguramente al igual que Alyssa.

—Sí, claro —contestó la profesora Umbridge con una amplia sonrisa—. Sí, creo que podemos grabar el mensaje un poco más con otro día de trabajo —se giró hacia a Alyssa, aún con aquella sonrisa—. Usted también, Markey. Nos vemos mañana.

En cuanto Alyssa salió del despacho, se apresuró a desaparecer por el pasillo, dirigiéndose directamente a las Mazmorras. La mano derecha le dolía demasiado cuando por fin llegó a la Sala Común y subió a su dormitorio, sin ningún Draco esperándola en la sala y acostándose en su cama después de haber cerrado las cortinas; para que las demás chicas con quienes compartía la habitación no la vieran, aunque ya todas se encontraban profundamente dormidas.

Cerró los ojos y esperó a que el sueño llegara y aliviara su noche, y cuando finalmente lo hizo, no llegó a saber cuando se quedó dormida, si después de las lágrimas o después del sentimiento de sentirse completamente sola.

. . .

      El viernes amaneció sombrío y húmedo, como todos los días de la semana. Cuando entró en el Gran Comedor, Alyssa automáticamente se dirigió a la mesa de su casa, saludando en el camino a un grupo de chicas que la vieron de la misma forma en que Alyssa miraba a algunas chicas, de la misma forma en la que miró alguna vez a Rose Gray.

Las chicas rieron y una chica de cabello rubio que estaba entre ellas se sonrojó intensamente, causando que Alyssa sonriera satisfactoriamente por su causa. Se alegraba de que el asunto de su repudiación hubiera sido olvidado tan rápidamente, aunque seguía habiendo algunos estudiantes que seguían cuchicheando entre ellos.

Y por supuesto, todos pertenecían a la casa de Gryffindor. Alyssa puso los ojos en blanco internamente y se sentó a desayunar, ante la perspectiva de otro castigo más con la profesora Umbridge y la montaña de deberes que tenía por hacer.

Las clases transcurrieron lentamente y cuando por fin el reloj marcó las cinco en punto, pareció que hubiera pasado una eternidad. Llamó a la puerta del despacho de la profesora Umbridge deseando que fuera la última vez, y recibió la orden de entrar. Entró percatándose de que Potter ya se encontraba allí, se notaba que había llegado al menos cinco minutos antes y levantó la vista cuando la observó llegar. A su lado, la misma silla de siempre la esperaba vacía, con la hoja de pergamino en blanco sobre la mesa cubierta con el tapete de encaje, así como la afilada pluma negra, que estaba a un lado.

—Ya sabe lo que tiene que hacer, Markey —le indicó la profesora Umbridge sonriendo con amabilidad.

Alyssa se sentó y tomó la pluma, comenzado a escribir y preparándose para el dolor que venía a continuación.

«No debo faltarle al respeto a mis mayores», escribió y el corte se abrió en el dorso de su mano derecha y empezó a sangrar. Alyssa se contuvo de apretar su mano fuertemente en un puño.

«No debo faltarle al respeto a mis mayores», el corte se hizo más profundo y le produjo dolor y escozor. Era como si estuvieran escarbando en su mano con algo afilado, remarcando las mismas palabras una y otra y otra vez.

La sangre empezó a resbalar por su muñeca a medida que fue escribiendo y le produjo la misma sensación. Alyssa deseó por que terminara pronto y se mordió el labio con fuerza, notando el sabor de su propia sangre en la boca, pero eso no ayudó a aliviar su dolor.

El cielo se oscureció y Alyssa se dio cuenta mirando por la ventana que ya debía ser muy tarde. Estaba por escribir otra oración más, cuando Umbridge finalmente habló, pidiendo ver sus manos. Alyssa se levantó después de Potter, que se soltó de un tirón cuando la mujer tocó su mano herida y salió rápidamente de la habitación, como si algo lo hubiera atormentado.

Alyssa lo observó irse y después hizo una mueca de dolor, percatándose de que Umbridge había tocado las palabras en el dorso de su mano con sus ensortijados dedos y le estaba clavando las uñas fuertemente, como si quisiera causarle más dolor.

Y lo hizo, Alyssa gritó de inmediato y dio un tirón para soltarse, causando que Umbridge la rasguñara con sus largas uñas cuando se soltó.

—Duele, ¿verdad? —comentó con su empalagosa voz. Alyssa no contestó y miró fijamente a la profesora Umbridge. Ella la miró también a los ojos, forzando aquella ancha y blanda sonrisa—. Espero que ya haya comprendido la lección, Markey. No toleraré otra falta más, y espero que recuerde el castigo que recibirá antes de actuar en mí contra. Puede marcharse.

Alyssa casi salió corriendo del despacho, sintiendo que iba dejando gotas de sangre por todo el camino mientras corría, pero no se molestó en observar. Llegó lo más rápido que pudo a la Sala Común y cuando abrió la puerta, chocó de lleno con una figura que venía en la misma dirección que ella.

—¡Alyssa! —exclamaron muy cerca de ella, sacudiéndola ligeramente por los hombros—. ¡Alyssa! ¿Estás bien?

En cuando reconoció la voz y salió de su trace, sacudió la cabeza sin ser capaz de hablar. La mano le dolía y le palpitaba dolorosamente. Unos brazos la rodearon cuando las lágrimas nublaron su vista y ella se aferró a él, sabiendo que era a Mark a quién estaba abrazando.

En la distancia, pudo observar a Draco subir nuevamente las escaleras que llevaba a los dormitorios de los chicos, sabiendo que nadie más lo necesitaba ahí.

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Quiero abrazar y darle todo mi amor a Draco, se lo merece tanto :c

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