06 | Like you don't feel anything?.

C H A P T E R   S I X
¿Como no sintieras nada?

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      La noche se convirtió en día y Alyssa se vio obligada a levantarse una vez más e ir a clases. Draco había intentado hablar con ella acerca de lo que estaba ocurriendo, pero Alyssa no hizo nada más que permanecer en silencio. Aún no estaba preparada para contarle lo que había sucedido con Umbridge. Todavía no. Quizá esperaría un poco más hasta que las cosas simplemente se salieran de control, pero tampoco podía esperar a aquello.

Aquella mañana, mientras estaba desayunando, Alyssa se sorprendió al ver a la conocida lechuza de su hermana volando en dirección a ella durante el correo. Pensó por un instante que pasaría de largo e iría hasta su hermana, que casi siempre se encontraba al final de la mesa con sus compañeras, pero la pequeña lechuza la sorprendió aún más cuando se poso frente a ella, aferrando un sobre rojo en el pico y esperó a que lo tomara.

Alyssa pudo sentir todas las miradas sobre ella, incluyendo algunas de las demás casas vecinas. Por un momento, se quedó mirando al ave y al inofensivo sobre escarlata que traía consigo, y después consiguió agarrar el sobre cautelosamente, quitándoselo del pico antes de que la lechuza emprendiera el vuelo nuevamente.

Alyssa parpadeó sin ser consiente y sus ojos se encontraron con la mirada plateada de Draco. Lo que vio en sus ojos la aterró.

—Alyssa... —comenzó a decir él, pero ella ya sabía lo que aquello significaba.

Cuando el sobre se abrió, hubo un momento de absoluto silencio que hizo a Alyssa contener la respiración. Segundos después, sin ningún previo aviso, la voz de su padre, amplificada tres veces mayor de lo que era en realidad, resonó por todo el Gran Salón, que había quedado en silencio.

—¿Cómo te atreves, Alyssa Markey? —la voz de su padre mantenía una sorprendente tranquilidad, pero era letal para cualquiera que lo escuchara, arrastrando las palabras y manteniendo un tono de voz firme y autoritario. Las manos de Alyssa inmediatamente se cerraron en un puño, luchando por esconder lo que estaba sintiendo en aquel preciso momento. Sin embargo, la voz de padre cargada de furia seguía resonando en sus oídos—. ¿Cómo te atreves a poner a la familia en semejante vergüenza? ¿Cómo te atreves tú, a faltarle al respeto a la profesora frente a todos los demás presentes y hablar de tus progenitores sin ningún respeto?

»Estoy comenzando a perder la paciencia con todos los problemas que atraes a esta honorable familia, Alyssa. Y no te librarás del castigo que he de imponerte. Regresarás a la Mansión Markey a como dé lugar. Por el momento, espero que seas el motivo de burla de todos los presentes. Realmente eres una verdadera desgracia para los Markey.

Alyssa se alegró de que su cabello castaño oscuro ocultara la mayor parte de su rostro de las miradas curiosas a su alrededor. Esa fue la primera vez que todos, excepto Draco, sabían que ya no era bienvenida en la Mansión Markey. Nadie prestó atención a las lágrimas que se deslizaban de sus ojos, o la forma en que sus labios temblaban de ira y tristeza.

Alyssa finalmente levantó la cabeza y miró a los espectadores con ojos feroces, incluyendo a los que se burlaban de ella y reían en voz alta. 

—¿¡No tienen algo mejor que hacer que estar mirando!? —siseó con voz firme, y su voz se quebró peligrosamente. Con un rápido movimiento, recogió sus cosas y se alejó apresuradamente del Gran Comedor, con el cabello moviéndose detrás de ella. 

Draco la siguió, siendo seguido inmediatamente por Mark, ambos tratando de alcanzarla, pero cuando salieron del Gran Salón, ella ya se había ido.


. . .

     Cuando los tres Slytherins abandonaron el Gran Salón, los susurros estallaron entre los estudiantes. Los rumores comenzaron a extenderse como la pólvora, contándose que Alyssa Markey había sido repudiada. Algunos incluso aseguraban que su arrebato en la clase de Umbridge no había sido la única razón por la que había sido repudiada por su familia, pues especulaban que ahí había algo más.

—No me gustaría ser ella en este momento —dijo Ron, entre bocados de comida.

Harry asintió, pero Hermione no estuvo de acuerdo.

—No te burles, Ronald —le riñó, con un tono de voz molesto—. A ti también te ha pasado. No deberías de estar burlándote, sabiendo lo que se siente.

—Sí. Pero ella también se burló de mí. —se defendió el pelirrojo, causando que Hermione pusiera los ojos en blanco.

—Creo que iré a la biblioteca. —se despidió, tomando su mochila y levantándose de la mesa.

Los dos chicos sólo asintieron y ella salió del Gran Comedor, comenzando a vagar por los pasillos de Hogwarts. Mientras caminaba por el habitual camino que tomaba cada vez que necesitaba ir a la Biblioteca, se descubrió buscando con sus ojos alguna señal de Alyssa Markey.

No sabría porque, pero verdaderamente sintió pena por ella. No solo cuando la vio salir apresuradamente del comedor, sino también cuando escuchó la voz que supuso que era la de su padre.

Sinceramente, no sabría a dónde se había dirigido después de salir del Gran Salón. Tal vez habría ido a su Sala Común y después a su dormitorio. Y sin embargo, tras ir divagando en las posibles opciones de dónde habría podido ir, se quedó completamente estática en su lugar cuando la reconoció en un balcón, que estaba en el tercer piso.

Ahora que la veía, no sabría decir porque había estado tan preocupada por encontrarla. La chica se encontraba de espaldas a ella, con su cabello castaño ondeando en dirección del viento y parecía estar completamente bien, como si nada hubiese ocurrido.

Hermione se encontró voluntariamente caminando en dirección a ella, con determinada decisión. No sabía como reaccionaría Alyssa al verla, así que se acercó casi cautela, como si temiera asustarla de alguna manera. Cuando se acercó completamente, no esperaba encontrarla llorando, con sollozos que salían casi lastimosamente de sus labios. En ese momento, Hermione dudó, pero terminó acercándose hasta que finalmente estuvo a su lado en el balcón, con sus manos tocando el frío borde de piedra.

Pudo distinguir a el sol brillando en el cabello oscuro de Alyssa, que caía ligeramente sobre sus hombros temblorosos. Hermione se inclinó ligeramente sobre el borde, apartando la vista de ella y pudo ver a los estudiantes bajo ellas, corriendo o jugando en el patio que daba hacia el viaducto. Más allá, vio la frontera del Bosque Prohibido y las copas de los árboles agitándose a causa del viento.

—Nunca me he dado cuenta de lo grande que es realmente Hogwarts —dijo Hermione suavemente, rompiendo el melancólico silencio que rodeaba a las dos adolescentes. La cabeza de Alyssa se levantó abruptamente, y se percató de su presencia. Sus cejas se fruncieron en confusión en el instante en que la vio, mientras se limpiaba las lágrimas de su rostro.

—¿Qué estás haciendo, Granger? —cuestionó Alyssa, sin mostrar ninguna emoción en su voz.

—Haciendo conversación —respondió ella, como si fuera la cosa más obvia del mundo.

La confusión en el rostro de Alyssa no hizo más que aumentar.

—¿Para qué?

Hermione suspiró. Tal vez había sido una mala idea tratar de hablar con ella pacíficamente, considerando el momento de su situación. Ahora que se daba cuenta, Alyssa seguía siendo la misma persona que era antes.

«No como no lo puede ver antesHermione se reprendió mentalmente—. Fui ingenua al pensar que tal vez cambiaría.»

¿Pero porqué?

La pregunta resonó en su cabeza, pero no tuvo respuesta para aquello.

—¿Cómo lo haces? —preguntó en cambio, con la mirada perdida en el horizonte. Después apartó la mirada de allí y volteó en dirección a ella, tratando de encontrar su mirada, pero Alyssa mantuvo apartados sus ojos—. ¿Para actuar como si no te importara? —continuó—. ¿Como si no sintieras nada?

—¿Porqué te importa? —fue lo único que contestó Alyssa, sin mirarla por un segundo. Su mirada aún se encontraba perdida, sin ser consciente completamente de su presencia.

—Quiero ayudarte —contestó Hermione, y lo decía de verdad.

Por fin, Alyssa volvió su rostro y la miró. La confusión y la sorpresa estaban reflejados en su cara y en sus ojos, pero había algo más que Hermione no consiguió descifrar.

—¿Porqué quieres ayudarme? —preguntó Alyssa, sus cejas estaban fruncidas en confusión—. ¿Porqué estás interesada en ayudar repentinamente a tu enemiga?

—Tu no eres mi enemiga... —Hermione casi rió por aquello—. Solo eres... Una mala compañera.

—Tú me odias —sostuvo Alyssa y apartó su mirada—. Me has odiado desde el momento en que nos conocimos. Ni siquiera puedo creer que estés tratando de hablar conmigo... Después de todo lo que te he hecho...

Se quedó por un momento en silencio, tal vez sin saber que más decir, y luego, para la sorpresa de Hermione, soltó una breve carcajada y volvió a mirarla a los ojos, diciendo:

—¿De verdad crees que me voy a tragar el cuento de que no me odias? Lo haces, odias estar aquí, odias estar hablando conmigo. Mejor dime, ¿para qué has venido en realidad? ¿Sólo para burlarte en mi cara? —preguntó y en sus ojos sólo había rencor cuando Hermione la miró—. Adelante, burlate lo que quieras. No me importa lo que pienses. En realidad, nunca me has importado. Y mucho menos necesito tu simpatía, Granger.

Se apartó repentinamente de ella y tomó sus cosas rápidamente en el proceso, con sus facciones contraídas notablemente por la furia.

—¿Porqué sucedió? —preguntó Hermione abruptamente, haciendo que Alyssa se detuviera y se girara hacia ella una vez más.

—¿Qué?

—¿Porqué te repudiaron?

—¿Quién diablos...? —comenzó, y por un momento su rostro se suavizó, pero casi instantáneamente volvió a tener la expresión que tenía segundos antes, con sus facciones endurecidas—. ¡Eso no es asunto tuyo, Granger!

—No dejaré de insistir hasta que me lo digas —respondió Hermione firmemente desde su lugar.

Alyssa casi sonrió.

—Oh —contestó, y esta vez sonrió, con la sonrisa que siempre le dedicaba cada vez que se cruzaban casualmente por los pasillos de Hogwarts. La sonrisa que cada vez le ofrecía cuando se veían o se burlaba de ella—. Supongo que será divertido ver como terminas rindiéndote.

Y se fue, avanzando rápidamente por el largo pasillo. Hermione resopló y esta vez se dirigió a la biblioteca.

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Hermione Granger nunca se rinde uwu, por algo fue clasificada en la casa de Godric Gryffindor.

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