04 | the mistake with Umbridge.
C H A P T E R F O U R
El error con Umbridge.
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Nunca había visto aquella faceta de Alyssa Markey y fue por eso que le resultó tan sorprendente. Normalmente siempre tenía una sonrisa burlona en su rostro o a veces se limitaba a carecer de expresión, pero jamás en su vida había visto una expresión de terror en su rostro. Hermione no pudo evitar mirarla después de que se dejó caer en el asiento a su lado y se quedó tan inmóvil que parecía que ni siquiera respiraba. No podía sentir preocupación por ella, pero sabía que la estaba mirando casi con pena.
Y eso también estaba mal, pensó Hermione, frustrada. No estaba bien sentir pena hacia alguien como Alyssa Markey. Varias veces había escuchado sobre su familia y siempre le habían parecido tan malos como los Malfoy. Ron había dicho que incluso eran peores y había insinuado de alguna manera que podrían estar ligados al Bando Oscuro.
Hermione, por otra parte, sabía que no podía estar en lo cierto. Alyssa podría tener un rostro amable y ser una terrible persona, pero jamás sería aquello.
Nunca podría estar involucrada o interesada en la Magia Oscura. Al fin y al cabo; sólo era una simple chica al igual que ella.
Apartó su mirada de allí y se concentró en poner atención. Umbridge nuevamente había empezado a hablar mientras se paseaba por el aula, explicando y negando notablemente que dicho Mago Tenebroso no había vuelto, eso no fue después de que Harry Potter —su amigo— se levantara de su asiento y tuviera un enfrentamiento con Umbridge como minutos antes la chica que estaba a su lado lo había tenido, afirmando que Lord Voldemort había regresado e incluso que había luchado en un duelo contra él, causando que Cedric Diggory cayera muerto por su causa.
Hermione le creía, sabía que Harry no podía estar mintiendo en algo como aquello, pero trató de persuadirlo, sabiendo que había algo malo en aquella profesora. Él no la escuchó y terminó siendo castigado, llevándole una nota a la profesora Mcgonagall, que Umbridge había pedido que llevara y desapareció detrás de la puerta, cerrando con un portazo.
Cuando finalmente la clase dio por terminada, todos se apresuraron a salir. Hermione se tomó un momento para guardar sus cosas en su mochila con calma mientras los demás se empujaban en la entrada por salir. Markey, a su lado, estaba levantándose de su asiento para marcharse cuando la profesora Umbridge instantáneamente se aclaró la garganta y le pidió que se quedara.
Alyssa asintió, sin decir aún ninguna palabra y se volvió a sentar, apoyando su mochila en su regazo. Hermione sintió curiosidad por saber de qué iban a hablar pero ya había terminado de guardar sus pertenencias. Tampoco se podía quedar, era evidente que la profesora quería hablar con ella a solas. Se colgó su mochila al hombro y avanzó por el aula hacia la entrada, queriendo volver la cabeza para darle una última mirada a Alyssa Markey, pero en ningún momento lo hizo.
Llegó a las puertas y se apresuró a caminar por el largo pasillo, alejándose rápidamente de allí.
. . .
Verdaderamente no sabía porque Umbridge le había pedido que se quedara al final de la clase, tal vez sí, pero no estaba segura. Cuando todos se marcharon y el aula quedó completamente vacía, Umbridge cerró las puertas del salón con un movimiento de su varita y se situó frente al pupitre de Alyssa, sonriendo falsamente.
La mujer parecía estar irremediablemente feliz sin ningún motivo, causando que Alyssa dudara de sus intenciones. Cuando finalmente se acercó a ella, jugando con su varita mágica en sus manos regordetas, y todavía con aquella extraña sonrisa en su rostro, Alyssa frunció el ceño.
—Entenderás, querida —comenzó a hablar, con una voz falsamente dulce pero que al mismo tiempo mantenía un tono de advertencia y amenaza—, que no puedes volver a faltarme al respeto. ¡Éstas faltas deben de ser corregidas y quién mejor que yo para llevarlo a cabo!. Tus mismos padres me lo advirtieron. Muy pronto comprenderás de una buena manera a que no puedes seguir comportándote de ésta manera, Alyssa. —su nombre salió de su boca como un siseo. Su sonrisa se ensanchó y se inclinó lentamente hacia ella, por encima del pupitre, sin dejar de perder contacto con sus ojos—. Necesitas ser corregida, querida. Lamentablemente tus padres fueron incapaces hacerlo, pero yo sí lo haré.
—¿Qué está tratando de decir? —exigió Alyssa firmemente, sin apartar la mirada de ella. No quería darle esa satisfacción—. ¿Quién demonios es usted y porqué parece conocer a mi familia?
Umbridge rió amargamente, pero de algún modo consiguió seguir sonriendo.
—Eso te toca a ti averiguarlo, querida —Alyssa hizo una mueca de fastidio, pero no se movió—. No voy a mentirte, estoy aquí para vigilarte porque necesitas ser vigilada...
—¿Por quién? ¿Por mis padres? —preguntó, aunque eso no le sorprendía para nada.
—Cada movimiento que hagas en contra de ellos o de mí —continuó Umbridge, haciendo caso omiso de sus palabras—, será informado inmediatamente a ellos. No dejaré pasar nada por alto y serás castigada como debiste de serlo desde un principio. Pronto verás lo que soy capaz de hacer, Alyssa Markey y haré lo que esté a mi alcance para entregarte de vuelta a tu padre...
—¡Basta! —Alyssa se levantó del asiento de un salto y retrocedió ante aquella mujer. Estaba respirando con dificultad y los ojos le ardían de algún modo—. Sí cree que puede venir aquí y amenazarme, está muy equivocada.
Tomó su mochila y se encaminó hacia las puertas apresuradamente, deteniéndose un momento.
—Y por favor —dijo, volviéndose a la mujer que aún no había dejado de sonreír—, digale a mis padres que pierden su tiempo. Sí creen que estoy interesada en volver a aquella maldita mansión o en ser parte de su familia, primero salto desde la Torre de astronomía a estar viviendo bajo aquel terrible infierno.
Abrió las puertas, un poco sorprendida porque no estuvieran cerradas con llave y salió de allí, con el corazón martillandole desbocadamente en el pecho.
—No puedes escapar tan fácilmente, Alyssa —escuchó a Umbridge decir a sus espaldas—. Todo en esta vida tiene un precio, y tu estás destinada a pagarlo con tus padres.
Alyssa comenzó a correr, sin saber exactamente a dónde se dirigía. Todo lo que sabía es que necesitaba estar lo más lejos posible de aquella mujer. No podía estar cerca de ella, no podía arriesgarse a que la entregaran de vuelta a las manos de sus padres. No podía regresar, no podía pensar en estar allí de nuevo, atrapada en aquella mansión y siendo una persona completamente diferente a la que estaba empezando a ser.
Ni siquiera sabía quien era en realidad. Lo único que sabía es que nunca pensó en odiar a su padre como lo estaba haciendo en aquel instante. Tomó entre sus manos el colgante que alguna vez su madre le había regalado y se lo arrancó del cuello, lanzándolo lo más lejos posible que se lo permitieron sus brazos.
La odiaba también a ella, por hacerle creer que alguna vez la amó.
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Necesito abrazar a Alyssa, se merece todo lo bueno del mundo :c
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