03 | Behind of that fool smile.
C H A P T E R T H R E E
Detrás de esa tonta sonrisa.
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Alyssa nunca se equivocó cuando presintió que algo andaba mal. Después de que hubieran terminado de cenar y el Director del colegio se hubiera parado una vez más de su asiento; esta vez para dar su discurso anual del inicio de curso, se vio inevitablemente interrumpido por una voz. Resultó pertenecer a la nueva profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras. La mujer se había parado de su asiento y después de haberse aclarado la garganta, para gran consternación de los estudiantes, había proseguido a pronunciar un discurso.
Alyssa levantó ambas cejas con sorpresa, era evidente que aquella mujer no tenía ni idea de cómo funcionaban las cosas en Hogwarts. Casi sonrió de diversión, pero a medida que la Profesora Umbridge hablaba, se percató de que tenía una voz muy chillona y entrecortada, de niña pequeña, y Alyssa sintió hacia ella una aversión que no consiguió explicarse; lo único que sabía era que todo en ella le resultaba repugnante, desde su estúpida voz hasta su esponjosa chaqueta de punto de color rosa.
Era claro que había algo diferente en esa nueva profesora, algo que aquella mujer escondía detrás de esa tonta sonrisa que tenía en el rostro al mirar a los estudiantes. Algo que a Alyssa no le agradó en absoluto. Miró inevitablemente hacia el Director. Dumbledore se mantenía impasible sentado en su asiento, obviamente escuchando con atención las palabras de la Profesora. Alyssa pareció entender que solo lo hacía por respeto, y sin embargo no estuvo segura de la respuesta. Los demás profesores no disimularon en esconder su sorpresa.
Cuando finalmente la mujer terminó su discurso y se había vuelto a sentar, los estudiantes que rodeaban a la chica comenzaron a aplaudir cortésmente, algunos dudosos, pero la incomodidad estaba presente en cada uno de sus rostros.
Ella no se molestó en aplaudir, casi automáticamente miró a Draco al otro lado de la mesa, pero él no le devolvió la mirada.
Aquella noche, Alyssa volvió a tener pesadillas.
. . .
A la mañana siguiente, los alumnos de Slytherin recibieron sus respectivos horarios de clases. Alyssa lo había observado un momento con interés antes de volver a dejarlo sobre la mesa y ponerse a desayunar.
Luego nuevamente lo había tomado y se había percatado de que tendrían clase doble de Defensa Contra las Artes Oscuras con los alumnos de Gryffindor. Alyssa había hecho una mueca distraídamente al saber que sería su primera clase con Umbridge y realmente no se lo había esperado tan pronto.
Cuando entraron al aula, aún no había llegado la maestra, lo que fue un alivio para ella. Cuando se volvió hacia Draco, descubrió que él no había perdido el tiempo y se había sentado en la parte de atrás de la clase en las mesas más cercanas a la puerta. Incluso cuando Alyssa hubiera pensado siquiera en sentarse con él, Pansy ya se había abierto paso y había reclamado el asiento al lado del chico de cabello rubio platino. Alyssa le dirigió una mirada fulminante y se volvió, buscando a alguien más con quien sentarse. Mark no había llegado aún, por lo que tuvo que descartar aquella opción.
Pasó la mirada por el aula una vez más y los bordes de su boca se levantaron en una sonrisa cuando divisó a una chica de cabello espeso sentada al lado de un escritorio vacío. Su sonrisa no era siquiera porque se alegrara de verla, era porque incluso sabiendo que la clase fuera aburrida, al menos tendría a alguien a quien molestar. No se detuvo en titubear, nunca había hecho esto antes y sin embargo caminó con decisión hacia ella y se sentó con elegancia en el asiento vacío a su lado.
Hermione Granger levantó la cabeza de sus apuntes al momento en el que se sentó y le dirigió una mirada a Alyssa, que ella no supo descifrar con exactitud. ¿Estaría sorprendida? ¿Enojada? o ¿se negaría a hablarle?.
—No preguntes por qué me senté aquí —dijo Alyssa, mientras dejaba su mochila en el pupitre y se volvía hacia ella. Nunca había estado tan cerca de Hermione, que de alguna manera le resultaba un poco extraño—. Está claro que no había más lugares disponibles.
Hermione murmuró algo que sonó como que no iba a preguntar y que ni siquiera le importaba. Y movió su asiento un poco lejos de Alyssa, causando que ella la mirara con una expresión divertida.
Sin embargo, aquello no la detuvo.
—Parece tan... —comenzó Alyssa, con una sonrisa juguetona en sus labios. Se detuvo por un momento y miró a la chica de cabello castaño al lado de ella. Hermione ni siquiera parecía prestarle atención.
Alyssa soltó una risita ligera. En verdad parecía que no le agradaba ni un poco a Granger.
«Bueno, pensó, eso era notorio a miles kilómetros de distancia».
Antes de que pudiera continuar hablando, un leve aclarado de garganta hizo que la clase se callara. Solo se escuchó el arrastrar de los pupitres y algunas sillas. Alyssa miró a su alrededor y observó que todos parecían muy incómodos o nerviosos, incluso Hermione. Umbridge caminaba con autoridad, con la cabeza bien alta mientras examinaba a la clase de jóvenes magos y brujas con sus ojos brillantes y fijos en Harry Potter. Una tensa sonrisa apareció en su rostro.
—¡Buenas tardes a todos! —empezó con una alegría evidente en su voz. Alyssa no sabría decir si estaba fingiendo o no. Sin embargo no saludó a pesar de que algunos alumnos lo hicieron—. ¡Ay, ay, ay! —exclamó—. ¿Así saludáis a vuestra profesora? Me gustaría oíros decir: «Buenas tardes, profesora Umbridge.» Volvamos a empezar, por favor. ¡Buenas tardes a todos!
—Buenas tardes, profesora Umbridge —gritó la clase. Alyssa frunció el ceño. Sus ojos no se perdían ningún movimiento de la mujer vestida con la misma chaqueta esponjosa de punto, color rosa que había lucido la noche anterior. Había algo desagradable en ella que hizo a Alyssa estremecerse.
—Eso está mucho mejor —los felicitó con dulzura—. ¿A que no ha sido tan difícil? Guardad las varitas y sacad las plumas, por favor.
En otra situación, Alyssa habría intercambiado una mirada con Draco si hubiera estado sentada al lado de él, pero resultó que en aquel momento era diferente. No intercambió ninguna mirada con Hermione y sacó de su mochila la pluma, la tinta y el pergamino. No fue necesario guardar su varita, ya que aún no la había sacado y dejó su mochila en el suelo después de que hubiera sacado lo que iba a necesitar. La profesora Umbridge se encontraba abriendo su bolso cuando volvió a mirar al frente y sacó su varita, que era inusitadamente corta. Dio unos golpecitos en la pizarra con ella y de inmediato aparecieron las siguientes palabras:
Defensa Contra las Artes Oscuras: regreso a los principios básicos.
Umbridge les explicó que ese año seguirían un curso sobre magia defensiva cuidadosamente estructurado, basado en la teoría y aprobado por el Ministerio. Luego les indicó amablemente que copiaran lo que estaba escrito en la pizarra. Volvió a golpearla con la varita y el primer mensaje desapareció y fue sustituido por los «Objetivos del curso».
Alyssa copió rápidamente los tres objetivos en el pergamino y dejó caer la pluma en el pupitre. Miró nuevamente a la profesora, esta todavía se encontraba observando a la clase con actitud soñadora. Después de que todos hubieran acabado les pidió que sacaran su ejemplar de Teoría de defensa mágica, de Wilbert Slinkhard y abrieran el libro por la página cinco.
Todos siguieron la indicación. Alyssa también lo hizo y abrió su libro en la página correcta, empezando a leer, pero le resultó extremadamente aburrido y confuso. No logró concentrarse. Miró de soslayo a Hermione y se sorprendió al observar que ni siquiera había abierto su ejemplar. Tenía su mano derecha levantada en el aire y estaba observando intensamente a la profesora Umbridge.
—De verdad me sorprende, Granger —dijo Alyssa lentamente—, que no estés interesada en el lectura por primera vez en tu vida. Es asombroso. Casi magnífico.
Hermione la miró y le dirigió una mirada furtiva.
—Y a mi me sorprende que no estés insultándome, como es tu costumbre —murmuró.
—¿Quería hacer alguna pregunta sobre el capítulo, querida...? —finalmente Umbridge reparó en Hermione. Ella dejó caer su mano suavemente y volvió su mirada al frente.
—Granger, profesora. Y no, no es sobre el capítulo. Tengo una duda sobre los objetivos del curso —aclaró ella. Alyssa levantó sus cejas y luego las dejó caer.
—Mire, señorita Granger, creo que los objetivos del curso están muy claros si los lee atentamente —dijo la profesora Umbridge con decisión y un deje de dulzura.
—Pues yo creo que no —soltó Hermione sin miramientos, causando en Alyssa una leve impresión—. Ahí no dice nada sobre la práctica de los hechizos defensivos.
—¿La práctica de los hechizos defensivos? —repitió la profesora Umbridge con una risita—. Verá, señorita Granger, no me imagino que en mi aula pueda surgir ninguna situación que requiera la práctica de un hechizo defensivo por parte de los alumnos. Supongo que no espera usted ser atacada durante la clase, ¿verdad?
Alyssa se burló en voz alta de ese comentario. Umbridge la miró y ella borró su sonrisa de su rostro instantáneamente. Sabía claramente a dónde iba esto. Era un hecho que el Ministerio estaba negando rotundamente el regreso de Lord Voldemort, y ella no podía creer que llegaran tan lejos. Sabía con cierto terror que él había regresado y no comprendía porque el Ministerio de Magia estaba tratando de quitarles el único medio de protección que tenían, negándose a enseñarles a protegerse del peligro en el exterior.
—Es evidente que el único propósito de la asignatura de Defensa Contra las Artes Oscuras es practicar los hechizos defensivos, ¿no es así? — Hermione continuó, tratando de hacer entender su punto de vista.
—Me temo que no está cualificada para decidir cuál es el «único propósito» de la asignatura que imparto. —dijo la profesora con aquella voz falsamente dulce—. Magos mucho mayores y más inteligentes que usted han diseñado nuestro nuevo programa de estudio. Aprenderán los hechizos defensivos de forma segura y libre de riesgos…
Alyssa no estuvo de acuerdo con eso. Se encontró inesperadamente levantándose de su asiento y haciéndole frente a la profesora.
—¿Y cuál demonios es el punto de eso? —preguntó con voz aguda—. Todo el mundo sabe que Quien-usted-sabe está de vuelta, entonces, ¿por qué el Ministerio está tratando de quitar la única forma de protección que tenemos? ¿Por qué el Ministerio, incluso el Ministro de magia, trata tan duro de negar su regreso?
El rostro de la profesora Umbridge no denotaba expresión alguna. Durante un momento Alyssa creyó que iba a gritarle, pero ella, con la más suave y dulce voz infantil, dijo:
—Por favor, vuelva a sentarse, señorita Markey —pidió amablemente y sonrió como un sapo. La sorpresa de Alyssa fue evidente. Retrocedió como si la profesora la hubiera golpeado y se dejó caer en su asiento, tratando de recuperar el aliento. Era consciente de que todas las miradas estaban sobre ella y que Hermione la miraba de una forma que no pudo interpretar. Solo alcanzó a levantar la mirada y observar a la mujer frente a ella con desesperado temor.
La sonrisa que Umbridge le ofreció a cambio fue completamente aterradora.
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Estuve pensando y decidí preguntarles sí... ¿Les gustaría que narrara también desde la perspectiva de Hermione?.
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