50 | en la próxima vida, cariño

Cuando terminó, lo primero de lo que Olivia fue consciente fue del zumbido en sus oídos. No podía escuchar nada, pero podía ver con bastante claridad. Había visto cómo las balas atravesaban a su esposo; Lo vio caer al suelo y observó a Michael seguirlo brevemente. Cuando cesaron los disparos, Olivia salió volando por la puerta y se arrodilló junto a John.

Incluso antes de tocarle la cara supo que se había ido, y juró que sintió que su corazón dejaba de latir cuando se encontró mirando a los ojos vacíos de John, el ligero hilo de sangre arrastrándose por su mejilla.

—¡John! —gritó Olivia, sacudiéndolo con una futilidad desesperada—. ¡Dios, no, por favor! ¡Por favor no me dejes! ¡Prometiste no dejarme nunca! ¡JOHN!

—¿Mami? —dijo una voz, y la cabeza de Olivia se giró para ver a Sophia en la puerta.

—Sophia, mierda —jadeó Olivia, levantándose y corriendo hacia su hija—. Sophia, vuelve adentro, ¿de acuerdo? Mantén a tus hermanos en la sala de estar hasta que yo vaya.

—¿Dónde papá? —preguntó Sophia.

—Papá está bien, cariño —mintió Olivia, sintiendo que las lágrimas le picaban los ojos—. Papá está bien. Sophia, ve y dile a Katie que llame al tío Arthur. Dile que necesitamos una ambulancia de inmediato.

—¿Papá está bien? —preguntó Sophia.

—Estará bien, cariño —mintió Olivia nuevamente—. ¡Pero solo si vas a buscar una ambulancia, ahora!

—Muy bien —dijo Sophia, corriendo hacia la casa.

Y entonces su hija se había ido, y Olivia volvió a la escena que tenía delante. Michael, yaciendo herido sobre los adoquines. John, la sangre acumulándose a su alrededor mientras su cuerpo yacía inmóvil. Olivia sintió que sus rodillas cedieron debajo de ella y se dejó caer al suelo mientras se arrastraba hacia el cuerpo de John y colocaba su cabeza en su regazo, susurrándole una y otra vez.

Cuando llegó la ambulancia, la arrastraron lejos de John mientras una camilla se llevaba a Michael, y luego Arthur estaba allí, con Linda siguiéndolos de cerca. Tomó a Olivia de los doctores, y ella se derrumbó ciegamente en sus brazos, gritando y llorando por el esposo que perdió esa mañana.

Linda se quedó con los niños mientras Arthur y Olivia llevaban el auto al hospital, donde llevaron el cuerpo de John. Olivia tenía el abrigo de John envuelto alrededor de su cuerpo, e incluso el olor familiar de él provocó más lágrimas mientras se sentaba en el asiento delantero del auto de Arthur y sollozaba.

Todo era demasiado para procesar. Justo la noche anterior habían estado hablando de irse, de alejarse de todo. Ahora todo había terminado, John se había ido y Olivia estaba sola. Perdió a la única persona en la que confiaba más que nada; el hombre que trabajó tan duro para sacar algo bueno de ese matrimonio. El hombre del que se enamoró.

¿Qué tan tonto es darle a alguien la mejor parte de ti mismo? ¿Qué tan tonto era amar a alguien con tanta fuerza que se convertía en parte de ti? ¿Qué tan tonto era hacer promesas para toda la vida, cuando era tan fácil apagar la luz en los ojos de alguien en cuestión de segundos? Que tonta fue Olivia al amar con todo lo que tenía.

Excepto que no lo era, y mientras paseaba por la sala de espera del hospital en busca de noticias sobre el estado de Michael, supo que amar a John Shelby no era una tontería en absoluto. Después de todo, él le había dado todo; dedicó lo poco de su vida para compartirla con ella, y Olivia nunca sintió que John no la quería. Él le dio la mejor vida que pudo haber tenido, y aunque nunca fueron realmente compatibles, hicieron todo lo posible para demostrar que podían hacer algo con lo que tenían.

Cuando escuchó a una de las enfermeras menciona el nombre de Tommy Shelby, eso fue todo. La tristeza de Olivia fue reemplazada por una ira momentánea, y voló hacia la morgue más rápido de lo que nunca pensó que podría ir. Se estrelló a través de esas puertas, vio al hombre responsable de todo esto, y corrió hacia él sin ningún otro pensamiento en mente que hacerle daño.

—¡Esto es tu culpa! —gritó Olivia, corriendo hacia Tommy Shelby—. ¡Estás maldito, y te maldigo una y otra y otra vez!

Se estrelló contra su pecho, los puños volando a ciegas mientras buscaba hacerle sentir algo parecido al dolor que sus acciones le habían causado. Si no fuera por Tommy, esto no habría sucedido. Podría haberlo dejado en paz, dejar que el padre de Changretta navegara a Estados Unidos. Pero ahora aquí estaban, con Olivia tratando de golpearlo mientras el cuerpo de su esposo yacía a su lado.

—¡Es tu culpa! —gritó Olivia, arremetiendo contra él—. ¡Esta familia está maldita!

Y luego sintió que todo se rompía, y lloró cuando Tommy logró tomarla entre sus brazos y la sostuvo contra su pecho. Sus ojos encontraron el cuerpo de John, la sangre cubriendo cada centímetro de su pecho, y se dio cuenta de que estaba aceptando la simpatía del hombre con el que no quería tener nada más que ver.

Ella lo alejó—. ¡Esto es tu culpa!

—Olivia, aquí no —murmuró Tommy.

—¿Aquí no? —espetó Olivia, golpeando el pecho de Tommy—. ¡¿Aquí no?! ¿Cuándo más voy a hacer esto, Tommy? Sabía que esto iba a pasar. No te atrevas a pararte ahí y mirarme así, como si sintieras simpatía por mí. Esto es tu culpa, y el hecho de que estes aquí, mirándome como si fuera la única en duelo es repugnante. Lo amaba, Tommy. Lo amaba y está muerto por tu culpa. Es tu maldita culpa. Váyanse y déjenme con él. Ustedes ya le hablaron, ahora es mi turno.

Tommy y Arthur no discutieron y se dirigieron a la salida. Olivia los miró por encima del hombro.

—No habrá paz para ninguno de los dos, nunca. Que llueva el infierno sobre ambos.

Cuando estuvo sola, se acercó a John.

—Cariño... desearía que esto no fuera el final —comenzó a quitarle los anillos a John, metiéndolos en su bolsillo para mantenerlos seguros—. Ojalá nunca nos hubiera pasado esto. Todavía había tanto que quería decirte. Pero no puedo. Mierda, esto es difícil —Olivia se aclaró la garganta—. Nuestras cosas se quedarán conmigo. Guardaré la casa para cuando los inviernos se pongan duros. Me llevaré a los niños para que estén con gente decente, como lo planeamos. Nunca conocerán el lado maldito de esta familia. Hemos terminado con ellos, John.

Pasó los dedos por su pelo por última vez, inclinándose para besar su frente.

—En esta vida y en la próxima, siempre encontraremos la manera de estar juntos, porque ahora somos familia. Ahora y siempre. Te veré pronto, John, en la próxima vida, cariño.

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