8.

Advertencias: fluff y poco drama. AU de híbridos y omegaverse

—¡Mira que linda foto, hyung!

—Taehyung, quítala de mis ojos, por favor.

—Yo igual encuentro que te ves muy bonito.

Hoseok se hundió en su asiento, observando la foto que Taehyung sostenía, sin borrar la sonrisa de su rostro. En la imagen, Hoseok estaba abrazando el aguacate que Yoongi le llevó, en su forma ardilla, mientras el alfa le observaba. Jungkook le sacó la foto, desprevenido al estar atragantándose con la comida.

Santo dios, qué humillación.

—Salgo horrible —gimoteó Hoseok, agarrando sus cosas para salir de clases. El timbre que anunciaba la finalización de la jornada escolar tocó segundos atrás—, mira esas mejillas hinchadas, qué vergüenza...

—¡Te ves muy cuchi! —dijo Tae, feliz—. La próxima vez, ¿puedo comerte?

—Cómete a Jungkook —replicó Hoseok, y Taehyung se volteó hacia Jungkook, cuyas orejitas cayeron contra su cabello.

—¡No! ¡No! —saltó Jungkook, comenzando a correr por los pasillos atiborrados de gente, y a Taehyung no se le ocurrió nada mejor que seguirlo, sonriendo por la emoción.

Hoseok los observó desaparecer, sabiendo que se los encontraría en la salida del colegio, así que siguió caminando, agarrando su mochila con fuerza. A veces, algunos de sus compañeros le quitaban la mochila sorpresivamente, y él no podía hacer nada.

Sin embargo, no dio ni dos pasos, cuando alguien lo agarró del cuello de su suéter. Soltó un chillido asustado, volteándose y palideciendo al ver el rostro burlón de Youngdo.

—¿Para dónde vas, gordo? —preguntó Youngdo, y Hoseok notó que estaba con un amigo, otro matón llamado Sikyung.

—Pa-para... mi... mi casa... —barboteó, temblando por el miedo, y quiso retroceder, pero Youngdo lo agarró ahora del brazo.

—Hoy estoy muy estresado, bola de grasa —suspiró Youngdo—, así que tengo muchas ganas de golpearte.

—Por favor, Youngdo... —gimoteó Hoseok, a punto de llorar.

—No te preocupes, no debería dolerte —Youngdo, con su mano libre, le agarró de pronto el estómago, arrancándole otro chillido—. Con toda esta grasa, no te haré mucho daño.

Escuchó la risa de los dos matones y jadeó por el dolor al sentir el apretón fuerte que le dio Youngdo. Su colita se crispó, pero antes de convertirse en una ardillita para salir corriendo, alguien más habló.

—Mira, idiota, o sueltas ahora a Hoseok —dijo Yoongi, su voz era un gruñido furioso—, o te arrancaré las bolas.

Youngdo y Sikyung saltaron ante la amenaza, girándose para ver al alfa de pie detrás de ellos, con sus ojos oscurecidos. Youngdo lo soltó, retrocediendo.

—Sólo jugábamos —dijo el híbrido de hiena con tono inocente.

—Y una mierda —Yoongi dio otro paso—, si le vuelves a hacer daño, te mataré con mis propias manos.

Con esa amenaza, los dos chicos salieron corriendo lejos de allí, dejándolos solos. Hoseok sorbió por su nariz, todavía asustado, y Yoongi se le acercó, buscando un pañuelo en su bolsillo.

—Ya, está bien, Seokie —le dijo el alfa, apretándole la naricita para limpiársela—, ellos no te harán nunca más daño.

—Siempre me molestan —lloriqueó Hoseok, un poco sorprendido de que su omega no estuviera temblando ante la presencia del alfa.

—Deberías defenderte —aconsejó Yoongi—, ellos lo hacen porque...

—¡No puedo! —gritó Hoseok, volviendo a llorar—. ¡No... no puedo! ¡E-ellos son a-alfas carnívoros que... que me pueden co-comer! A-aunque quisiera enfrentarlos, mi la-lado ardilla les ti-tiene mucho miedo...

—Está bien, está bien, bebé —se apresuró en decir Yoongi, apenado por ver a Hoseok tan desconsolado. Su alfa quería abrazarlo y protegerlo para siempre—. ¿Quieres ir a comer un helado? Yo te invito.

Pero contrario a lo que esperaba, Hoseok volvió a llorar con más fuerza. Ahora Yoongi le contempló con total desconcierto, sin saber qué hizo mal. Repasó su frase tres veces, tratando de encontrarle el error, pero sin llegar a ninguna conclusión.

—Hobi —le dijo, su voz tímida—, ¿dije algo malo?

—¡Es que...! ¡Es que el helado me engorda! —lloró Hoseok—. ¡Ya estoy gordo y me pone más gordo el helado, pero me gusta tanto, hyung!

—Oh...

Yoongi, sin pensarlo mucho, lo agarró de las mejillas con sus dos manos, y se las apretó con suavidad. El llanto de Hoseok se detuvo, un poco sorprendido por dicha acción.

—No me importa —le dijo Yoongi, sonriéndole—, seas delgado o gordo, me sigues pareciendo muy encantador y perfecto, Hobi.

Hoseok lo contempló, sintiendo su colita moverse por la felicidad que le provocaron esas palabras. Pudo ver que la piel pálida de Yoongi se tornó un poco colorada.

—¿De verdad, hyung? —preguntó Hoseok, temeroso.

—Sí —Yoongi quiso inclinarse y darle un beso, pero pensó que eso era demasiado apresurado—, te lo repetiré las veces que sea necesario, hasta que te lo creas.

Luego de esas palabras, el híbrido de ardillita no pudo decirle que no a ese helado. Así que les envió un mensaje a sus amigos, diciéndoles que no lo esperaran, y salió con Yoongi hacia el parque más cercano. El alfa lo llevó a una pequeña heladería, comentándole que podía escoger el sabor que quisiera para su helado, y Hoseok se pegó al vidrio, mirando el de almendras.

—Son dos sabores, Hobi —le dijo Yoongi, sonriendo al ver que ya dejó de llorar y ahora parecía más emocionado que antes.

—¿Puede ser dos veces almendra? —preguntó Hoseok, con tono inocente.

Yoongi se rió.

—¿Qué tal aguacate? —dijo Yoongi, apuntando al helado verde.

—¡No, qué asco! —dijo Hoseok—. El sabor del helado de aguacate no es como el del aguacate. Es como si... ¡como si hubiera un sabor carne, pero supiera a pasto!

Yoongi no le encontró lógica a sus palabras, pero si descubrió que el omega se vio muy adorable al decir eso.

—¡Nuez! —dijo Hoseok de pronto—. ¡Almendra y nuez!

Yoongi no podía dejar de sonreír, no al ver a la ardillita actuando tan cómoda frente a él. No pensó que eso fuera a ocurrir tan pronto, incluso iba preparado para algún caso de emergencia. Si llegaba a meter la pata, el alfa estaba listo para sacar un aguacate de su mochila y dárselo de regalo a Hoseok. Estaba pensando, incluso, en plantar un aguacatero en el patio de su casa, así no tendría que comprar más de la fruta para dársela a Hobi.

Salieron de la heladería, yendo al parque y sentándose en el césped. Yoongi escogió un helado de chocolate amargo y café.

—No entiendo cómo puedes comer eso —alegó Hoseok, cruzando sus pies—, ¡sabe muy mal!

—No me gustan mucho las cosas dulces —respondió Yoongi.

—¡A mí sí! —chilló Hoseok—. ¡Los pasteles, los caramelos, las paletas...!

—Puedo comenzar a comer cosas dulces —le interrumpió Yoongi, sonriendo juguetón—, si eso te incluye a ti.

Hoseok se calló y enrojeció de forma repentina, con tanta fuerza, que todo su cuerpo estaba caliente.

—¡No digas esas cosas! —medio le regañó, avergonzado, y comenzó a comerse el helado con más rapidez.

—¿Puedo seguir cortejándote? —preguntó Yoongi.

—¡Pero no como la otra vez! —aceptó Hoseok—. ¡Casi me matas de un infarto, Yoongi!

—Está bien —concedió Yoongi—, ¿y puedo darte más baños con mi lengua?

—¿Eso no es muy íntimo? —consultó Hoseok, antes de morder su labio inferior.

—Sí, y quiero hacerlo sólo contigo —le dijo Yoongi, acercándose un poco—. ¿Puedo besarte en la mejilla, Hobi?

Hoseok abrió su boca, incapaz de decir una respuesta enseguida, antes de comenzar a mover sus ojos nerviosamente por todos lados. Su primer impulso fue decir que no, pero luego recordó que Yoongi le defendió e invitó a comer helado. Un helado muy rico, además.

—Bueno —le dijo, su voz nerviosa—, ¡pero un beso pequeñito!

Yoongi se rió una vez más, arrodillándose e inclinándose. Hoseok sintió los suaves labios contra su piel, no una, sino dos veces. Chu, chu.

—¡No te aproveches! —se quejó Hoseok, sonriendo levemente.

—Te daré más besos —le dijo Yoongi, cerca todavía, pero no dando indicios de besarle más—. Cuando tú me lo pidas, lo haré.

Hoseok tuve el loco pensamiento de que quería más besitos de Yoongi.

¡gracias por leer!

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