༺ Capítulo XXXVI ༻


Sentado en la cama, Jimin alisó con sus manos las mantas sobre su regazo y luego alzó su mirada. Observando hacia la ventana, los labios del doncel se torcieron en una ligera mueca antes de levantarse.

Quitándole el seguro, Jimin empujó un poco la pequeña puerta y contempló nada más que oscuridad en una noche sin estrellas en un pueblo totalmente dormido.

—Maldición, Yoongi... ¿Cuánto tiempo estarás afuera? —pronunció bajo, observando en dirección hacia el bosque.

Sintiendo unas ligeras gotas caer sobre su rostro repetidas veces, Jimin retrocedió y volvió a cerrar la puerta de la ventana, colocándole el seguro para que esta no se abriera.

Observando el fuego de la chimenea quedando en sus últimos rastros, se acercó y tomó un tronco de la pequeña montaña que Yoongi le había dejado antes de irse y la echo al fuego.

Acercando su rostro, sopló suavemente y retrocedió cuándo logró animarlo otra vez.

Sentándose en la pila de pieles, observó el chispeante fuego crecer lentamente.

No tenía mucho sentido volver a la cama cuándo sabía perfectamente, que no iba a poder dormir nada. Lo había intentado en un principio, luego de que Yoongi se fuera y solo dio vueltas y vueltas en la cama sin poder hacerlo.

Aunque no quisiera admitirlo, la preocupación no le permitía pegar ni siquiera una pequeña dormida.

¿Cuánto se suponía que tardarían en sacar al estúpido padre de Yoongi?

¿A caso se habían encontrado con más hombres de lo esperado?

¿Por qué nadie aparecía para contarle al respecto?

Gruñendo por lo bajo, Jimin cruzó sus brazos, y siguió refunfuñando.

A pesar de lo que la mayoría de la gente creía, especialmente en su antiguo clan, él no era un idiota desalmado. Al igual que todos, por supuesto que se podía preocupar por otros, lo que incluía a su tonto esposo.

Un hombre que lentamente demostraba con acciones que... Realmente estaba cambiando como prometió.

Cosa que no le agradaba mucho a Jimin, no estaba muy acostumbrado a que alguien se preocupara y estuviera atento a él, que intentara cuidarle y ayudarle. Se sentía tan extraño, que lentamente, cada acción de su tonto esposo despertaba una extraña cosa hormigueante en su estómago que por más quisiera ignorarlo y suprimirlo, aparecía de nuevo silenciosamente.

Y eso no era una buena señal.

—Agh, no es necesario que lo compliques todo —murmuró observando el fuego—. Si me mantengo firme, podré ser libre —se recordó a sí mismo.

Después de todo, un hombre no podía cambiar totalmente de la noche a la mañana, y por más que Yoongi lo estuviera intentando, estaba seguro de que si se presentaba una situación en la cual tuviera que escoger entre Taehyung y él, era bastante obvio a quién elegiría.

Y eso... Maldición, ¿en qué momento le comenzó a molestar el pensar en eso?

Alzando una mano, el doncel sobó su pecho y observó hacia la puerta tras escuchar ruido.

—¿Yoongi? —pronunció, levantándose.

—Lo siento, soy yo —pronunció Hoseok, apareciendo con un vaso entre sus manos.

—¿Qué haces despierto a estas horas? —preguntó Jimin, observándole con el ceño fruncido.

—Bueno, me levanté por algo de agua y te escuché despierto —explicó acercándose—. Pensé que algo de leche caliente ayudaría con la preocupación —expresó, entregándole el vaso.

—No estoy preocupado por ese idiota —pronunció, aceptando el vaso.

—Está bien si no es así, pero no puedes dormir y eso ayudará —prometió.

—Creo que algo de cerveza ayudaría mejor —resopló, pero bebió un sorbo de leche y soltó un pequeño suspiro cuándo calentó su cuerpo—. Gracias.

—Está bien —respondió Hoseok—. Puedo quedarme aquí contigo mientras esperas que vuelva —ofreció.

—No, está bien así, no sabemos si volverá incluso esta noche —le recordó—. Solo ve a dormir, esto es suficiente —prometió alzando el vaso.

—De acuerdo, pero cualquier cosa solo despiértame, tengo el sueño ligero, por lo que saldré rápidamente —prometió.

Asintiendo, el doncel contempló al joven esclavo retirarse nuevamente de la habitación.

Quedando a solas, Jimin tomó asiento en las pieles. Observando el fuego, se bebió su leche con sorbos lentos hasta que esta se acabó y la fogata volvió a disminuir.

Tomando otro tronco, lo echo al fuego y se levantó del suelo estirando un poco sus piernas.

Dejando el vaso sobre la mesa, dudó antes de volver hacia la ventana. Abriéndola, observó como la ligera llovizna se había intensificado un poco a medida que avanzaba la noche.

Y el cielo que antes se consumía en oscuridad, ahora no se encontraba tan oscuro. Eso hizo chasquear su lengua Jimin, porque le advertía que lentamente, le estaba dando paso al amanecer.

Pasando una mano por su rostro para quitar la humedad de la lluvia, el doncel tomó nuevamente la puerta para cerrarla, cuando una pequeña mancha en movimiento llamó su atención.

Entrecerrando sus ojos, Jimin intentó concentrarse en la figura hasta que distinguió dos caballos corriendo a toda velocidad hacia ellos.

—Storm... —susurró, reconociendo al gran semental.

Y cuándo contempló que este venía aparentemente solo, inmediatamente cerró la ventana y salió de su habitación deprisa.

Abriendo la puerta de la entrada, observó a Sehun bajar a un inconsciente Yoongi de su propio caballo.

—¿Qué mierda paso? —exclamó, saliendo para ayudar a SeHun.

—¡No lo sé! Estaba bien mientras volvíamos, él solo se desplomó de la nada —respondió, llevándolo al interior de la casa.

—¿Jimin? —pronunció Hoseok.

—Enciende fuego, necesito luz —ordenó, dirigiendo a SeHun y su esposo hacia la habitación.

—¿Dónde...?

—En la cama —gruñó, luchando por resistir el peso de su pareja.

Cuando finalmente lograron subirlo a la cama, Jimin inmediatamente comenzó a tirar de su ropa al ver un rastro de sangre.

—¿Tiene un corte del demonio a su costado y decías que estaba bien? —exclamó, observando enojado a SeHun.

—Sabía que fue herido mientras peleábamos, pero aseguró que estaba bien y que no era nada —se excusó observando a Jimin presionar sobre la herida.

—Estúpido Yoongi —gruñó—. ¡Hoseok! —gritó.

—Aquí estoy —respondió el joven esclavo.

Entrando rápidamente en la habitación con una vela que dejó en manos de SeHun, se alejó y comenzó a encender las antorchas de las paredes, logrando que todo el cuarto se iluminara completamente.

—Acércate —pidió Jimin al otro guerrero.

Alejando sus manos, el doncel observó con una mueca como el corte parecía ser un poco más profundo de lo que esperaba a lo largo de sus costillas, y esa extraña cosa verde por la orilla no le estaba gustando para nada.

—Necesita un sanador —anunció SeHun al observar lo mismo que él.

—Creo que estaba aquí el que viene a comerciar hierbas —recordó Jimin, tomando una de las mantas de la cama para limpiar esa cosa verde.

—Iré a buscarlo, solo intenta que no pierda más sangre —expresó el otro guerrero antes de salir de ahí corriendo.

—Hoseok, consigue una fuente con agua y cualquier cosa para limpiar la sangre —ordenó sin verlo, sabiendo que este rápidamente seguiría sus órdenes.

Quedando a solas, apretó ligeramente alrededor de la herida, logrando que esa cosa verde saliera entre la sangre.

Frunciendo el ceño, la limpió con sus dedos y la acercó a su rostro, detectando cierto aroma amargoso que le hizo maldecir.

—Como es posible que no te dieras cuenta de que el arma tenía veneno, se supone que eres un guerrero experimentado —se quejó y apretó más alrededor de la herida, logrando que Yoongi se quejara de dolor.

Tenía que sacar ese veneno antes de que consumiera completamente a Yoongi.

—Aquí está lo que me pediste —anunció Hoseok, dejando el balde con agua en el suelo al lado de la cama y los trozos de tela sobre esta.

—Ayúdame, moja uno de esos trozos y estrújalo hasta quitarle el agua, luego limpia la sangre que salga —indicó concentrado en apretar sobre la herida.

—¿N-no deberíamos de esperar al otro guerrero? —preguntó, saltando de un pie al otro—. Dijo que buscaría a un sanador.

—Para cuando llegue mi tonto esposo estará muerto —le observó—. Si no vas a ayudar, entonces no molestes —espetó, tomando un trozo de tela para meterla en el balde de agua y estrujarla hasta quitar el exceso de agua.

—Ayudaré —exclamó el joven esclavo, imitando a Jimin.

—Solo preocúpate de limpiar todo y ve cambiando, no uses el mismo trozo de tela más de una vez —indicó limpiando alrededor de la herida antes de apretar nuevamente.

Quejándose, Yoongi se removió aún con sus ojos cerrados y su mano viajó para atrapar aquella que le producía tanto dolor.

—N-no... —rogó.

—Shh... Sé que duele, pero es por tu bien —expresó el doncel, tomando la mano que atrapaba su muñeca—. Todo estará bien, ¿de acuerdo? Solo confía en mí —pidió apretando su mano.

Aquellos ojos se entreabrieron para observarle, y tan pronto como se encontró con esos plateados, el guerrero se relajó y le soltó la mano, permitiéndole al doncel volver a trabajar.

—Limpia —indicó a su ayudante antes de apretar sobre la herida.

Para el momento en que Yoongi finalmente dejo de arrojar esa sustancia verdosa, Jimin estaba preocupado por toda la sangre que había perdido en el proceso.

—¿No hay señales de SeHun? —preguntó cuando Hoseok entró en la habitación con un balde con agua limpia.

—Aún no hay nada —respondió el joven esclavo.

—Tendremos que hacer algo, si sigue así será peligroso que pierda más sangre —expresó tomando un trozo de tela limpio para limpiar el sudor en la frente de Yoongi.

Observando su rostro pálido, Jimin sintió como ese peso en su pecho solo empeoraba al no contemplar aquellos intensos ojos oscuros observándole como siempre habían hecho.

—Hoseok —llamó—. Busca una aguja, lávala en cerveza y tráela con hilo —indicó—. No puede seguir perdiendo sangre de esta forma y no podemos esperar más —expresó.

Asintiendo, el joven esclavo desapareció un momento y luego volvió con todo lo pedido.

—¿Sabes cómo hacerlo? —preguntó Hoseok, observando al doncel preparar al guerrero.

—Lo he hecho un par de veces, pero nunca en una herida tan grande —confesó y colocó un paño en la boca de su tonto esposo—. Muerde eso, te dolerá como una perra si no quedas fuera de combate —indicó al semi consciente guerrero.

—¿En qué puedo ayudar? —preguntó el joven esclavo.

—Limpia la sangre —indicó Jimin antes de ponerse a trabajar.

Tan pronto como la aguja atravesó la piel del guerrero, este se quejó de dolor y mordió con fuerza el paño que el pelinegro doncel colocó en su boca. Y mientras el joven esclavo observaba nerviosamente a Yoongi, Jimin siguió con su trabajo hasta que terminó de unir la herida.

Observando el pálido rostro del guerrero, el doncel le quitó el paño de la boca y utilizó otro para limpiar el sudor de su rostro antes de levantarse.

—¿Qué vas a hacer? ¿Qué sucede? —pregunto Hoseok, observando al doncel.

Sin responder, Jimin se alejó y tomó su bolso para buscar entre las hierbas que había recogido. Cuando encontró las que buscaba, inmediatamente las lavó con agua y luego las sacudió.

Corriendo hacia la mesa, colocó ambas hojas sobre una gran piedra plana con una ligera curva en el centro y luego cogió otra piedra más pequeña, con forma circular plana en la punta y comenzó a empujarla sobre las hierbas, justo en la curvatura.

Pronto, obtuvo una ligera pasta de las hojas. Tomándola la colocó sobre otra más antes de volver con Yoongi. Con cuidado, colocó la hoja a lo largo de la herida, asegurándose de que la especie de pasta estuviera directa sobre los puntos.

—Esto debería de ayudar a que no agarre fiebre —anunció, pasando el dorso de su mano por su sien.

—No se ve muy bien —pronunció Hoseok, preocupado.

—Lo sé, debe de ser por el veneno —expresó, lavándose sus manos en el balde de agua.

—¿V-veneno? —exclamó con horror.

—Sí —asintió—. Necesito que me ayudes un poco más —pidió, tomando una manta limpia y delgada.

—¿Qué hago? —preguntó levantándose de la cama.

—Primero, lávate las manos y busca un cuchillo, necesitamos vendar su torso —explicó.

Asintiendo, el joven esclavo inmediatamente lavo sus manos en el balde y luego fue por un cuchillo a la cocina.

Ayudando a Jimin a cortar una larga tira, entre los dos levantaron levemente al guerrero y la envolvieron con cuidado, cubriendo su torso y asegurándose de que las hojas con el ungüento se quedasen sobre la herida.

—Ahora necesito que calientes un poco de agua —pidió recostando con cuidado a Yoongi.

—Por supuesto —respondió, saliendo de la habitación luego de recoger todo el desorden que habían dejado.

—Tienes que resistir un poco más, ¿de acuerdo? Ahora te preparé algo que te ayudará a combatir ese veneno que quedó en tu cuerpo —expresó acariciando ese cabello rubio arena—. Solo resiste —pidió y acarició su mejilla antes de levantarse de la cama.

Tomando su bolso, Jimin buscó nuevamente, dejando sobre la mesa las hierbas que utilizaría.

—Me falta algo... —murmuró, observando la mesa.

Cerrando sus ojos, intentó hacer memoria de todo lo que le habían enseñado sobre los venenos y las plantas que lo ayudaban a combatirlo.

Tenía cada hierba que podía recordar, y flores no había visto muchas pero...

Abriendo de golpe sus ojos, Jimin fue hacia el baúl donde estaba su ropa y buscó entre ellas hasta que encontró las flores blancas que le había regalado el dragón.

—Gracias a Odín —exclamó, besando las flores antes de levantarse.

Dejando en la mesa la flor, salió de su habitación y entró en la cocina para tomar un cuenco.

Volviendo a la habitación, dejó en cuenco en la mesa y colocó una de las hierbas en el interior. Tomando la piedra alargada con una de las puntas circular y plana, Jimin la utilizó por el otro extremo, donde la punta era redondeada y comenzó a girarla en círculos en el cuenco, directamente sobre la hoja.

—Aquí está en agua —anunció Hoseok entrando.

—Dame —ordenó, deteniéndose.

Echándole unas gotas al cuenco, volvió a girar logrando lentamente que una pasta un poco acuosa se fuera formando.

Cuando esa estuvo lista, Jimin la echo en otro cuenco limpio y volvió a hacer lo mismo con el resto de las hojas hasta que llegó con la flor.

Repitiendo el proceso, el doncel vertió todo en el mismo cuenco y le echo un poco más de agua para que quedara más líquida.

Con el antídoto listo, volvió con Yoongi y le entregó el cuenco a Hoseok para acomodarse en la cama.

Sentándose detrás de su esposo, lo incorporó levemente, apoyándolo en su cuerpo y tomó el cuenco nuevamente.

—Necesito que te tomes todo esto, ¿bien? —pidió, acercándolo a sus labios—. Sé que puedes escucharme, si no lo quieres hacer por mí, al menos hazlo por ti y tu hermano, por todos los que quieres y te quieren —expresó cuando Yoongi no quiso beber.

—Jimin... —balbuceó, bajo.

—Sí, estoy aquí —respondió rápidamente—. Tienes que beber esto, ¿de acuerdo? —insistió empujando nuevamente el cuenco.

Cuando Yoongi lo bebió esta vez, tanto el doncel como el esclavo soltaron un suspiro de alivio.

—Eso es, buen guerrero —expresó Jimin una vez se terminó todo y lo volvió a recostar sobre la cama.

—¿Y ahora? —preguntó Hoseok.

—Ahora sólo hay que esperar —respondió, tomando una de las pieles frente a la chimenea para dejarla sobre el regazo de su esposo.

—Iré a ver quién es —pronunció Hoseok tan pronto como la puerta fue golpeada.

Pronto, se escucharon más pasos y la puerta de la habitación fue abierta.

—Ya estamos aquí —anunció SeHun, entrando con otro hombre—. Lamento la demora, estaban atendiendo a Jungkook —explicó, jadeante.

—¿Jungkook también estaba herido? ¿Qué tenía? —preguntó Jimin, observando al sanador.

—Bueno...

—Tenía unos cortes pequeños, pero Taehyung estaba vuelto loco porque lo trataran primero —respondió SeHun.

—¿No le dijeron que Yoongi también estaba herido? —espetó frunciendo el ceño con molestia.

—Lo hice —asintió el guerrero y sus labios se torcieron, diciendo todo con ello.

—Puede irse —anunció Jimin, observando al otro hombre—. Yo veré a Yoongi, nadie más —declaró y acercó una silla al lado de la cama para sentarse al lado de su tonto esposo—. Sigan revisando a Jungkook o a ese doncel —ordenó.

De alguna forma, el poco agrado que Jimin le tenía al otro doncel, cada día parecía disminuir más.

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