༺ Capítulo XXX ༻
Cuando Jimin despertó, lo hizo soltando un miserable sonido y con sus manos haciendo presión en su cabeza, como si eso realmente pudiera ayudarle con el horrible dolor que sentía en ese momento.
Con la cama hundiéndose ligeramente a su lado por otro peso, el doncel se quejó.
—Por eso te dije que no bebieras tanto anoche —indicó la profunda voz de su tonto esposo.
—Pero si no bebí tanto —se quejó—. Me quitaste todo y solo me dejaste comer —refunfuñó.
—Y si así sientes que tu cabeza te quiere matar, significa que tienes poco aguante para la cerveza y bebiste lo que más pudiste —suspiró Yoongi, observándolo.
—No necesito un sermón en este momento —refunfuñó—. Yo no te di ninguno cuando te desmayaste de tanto beber —le recordó.
—Vamos, siéntate —indicó el guerrero.
—No, déjame morir aquí tranquilamente —se quejó.
—No sabía que además eras un dramático —resopló Yoongi, solo un poco divertido—. Ven aquí —anunció, y ayudó al doncel a sentarse cuando fue obvio que este no se movería.
Tirando del cuerpo delgado y pequeño contra él, Yoongi lo apoyó en su costado y volvió a tomar el vaso que había llevado.
—Aquí, bebe esto —indicó, acercándoselo a esos labios rellenos.
—¿Qué es eso? —se quejó Jimin, sin abrir sus ojos.
—Es un brebaje mágico para el dolor de cabeza —indicó, empujándolo directamente contra esos rellenos labios.
Observándolo beber un trago, sonrió levemente cuando todo el rostro de su esposo se arrugó en disgusto tras probarlo.
—Ugh, esto es peor que malo —se quejó.
—Lo sé, pero ayuda —aseguró, volviendo a empujar el vaso, pero Jimin solo corrió su rostro presionando sus labios con fuerza—. Vamos, no eres un niño de cuatro años —indicó.
—No me gustan las cosas amargas —se quejó, entreabriendo ligeramente sus ojos.
—Tienes que beberlo si no quieres que tu dolor de cabeza solo empeore —indicó, observando ese hermoso color plateado.
—Solo déjame dormir más, pasará con ello, como todos los dolores —aseguró volviendo a cerrar sus ojos.
Solo que, sus palabras volvieron a pinchar en Yoongi y no de la forma correcta.
¿Por qué parecía que Jimin había estado cuidado de sí mismo durante toda la vida cuando era el hijo de un jefe?
Esa duda tenía un poco molesto al guerrero, y no le gustaba para nada la sensación de que realmente fuera así.
—Lo siento, no te dejaré —anunció y apoyó bien a Jimin contra su cuerpo antes de presionar su pulgar sobre ese relleno labio inferior.
Obligándolo a bajar, Yoongi aprovechó y empujó el vaso para que Jimin se bebiera todo de un solo viaje, lo que por supuesto que molestó al doncel, quien se incorporó molesto.
Antes de que este se comenzara a quejar, Yoongi calló esa boca presionando sus labios juntos, solo una leve presión, dulce y sin ninguna intención más. Cuando se alejó, se encontró con la confundida expresión del doncel, con esos destellantes ojos plateados mirándole con sospecha.
—¿Por qué hiciste eso? —preguntó Jimin, entrecerrando su mirada en él.
—Para que no te quejaras —respondió y le volvió a acomodar en la cama—. Duerme más, cuando despiertes deberías de estar mejor —indicó, observándolo.
—Estás siendo extraño... —murmuró el doncel, cerrando sus ojos nuevamente.
Si sintió una ligera caricia en su cabello, Jimin solo asumió que se trataba de un sueño y cayó dormido otra vez, escuchando la promesa de que se sentiría mejor cuando despertara.
Para cuando el doncel volvió a despertar un par de horas después, su cabeza no parecía sentirse tan mal, aunque tenía un sabor amargo en su paladar.
Lo que sea que su esposo le había obligado a beber, sirvió al menos.
Pasando sus manos por su rostro para ahuyentar el resto de su sueño, Jimin se levantó y salió de su habitación.
—Preparen agua, quiero bañarme —anunció a las dos mujeres que estaban del otro lado.
Volviendo a entrar en su habitación, el doncel buscó un cambio de ropa y luego su mirada quedó sobre la mesa en la esquina, donde había algunas hierbas secas esperando.
Acercándose, las revisó y chasqueó su lengua al no encontrar ninguna que ayudara con los cortes y las infecciones, ya las había ocupado en su mayoría por esos pequeños niños que jugaban tan descuidadamente, lastimándose en el proceso.
—Supongo que puedo buscar más por ti —murmuró al recordar que Yoongi le había ayudado esa mañana.
Cuando la puerta de su habitación se abrió sin aviso, contempló a ambas mujeres entrar la tina y luego salir para buscar los baldes con agua.
Como ni siquiera se preocuparon en limpiar la tina, el agua que echaron inmediatamente se volvió algo turbia.
—Así que... ¿Qué es lo que quieren decirme ahora? —preguntó, observando a ambas mujeres.
—Eres una zorra —anunció la pelinegra—. Anoche bailaste con esa clase de ropa sabiendo que todos te estaban observando —gruñó.
—Así que es mi culpa que nadie les prestara atención a ustedes —suspiró—. Si tan desesperadas están, deberían de cambiar su trabajo y convertirse en un esclavo de placer, creo que será la única forma en que conseguirán a alguien que quiera follar con ustedes —indicó.
—¿¡Cómo te atreves!? —exclamaron ambas mujeres, indignadas.
—Uhg, realmente no estoy para escuchar sus estupideces —indicó señalando la puerta—. Sigan su camino —ordenó.
Ignorando las dos esclavas que salían furiosas de su habitación, Jimin se acercó a unos de los cubos que tenía agua y se aseguró de que estuviera limpia antes de lavar su rostro.
—Perras, ni siquiera se preocuparon en calentar el agua —espetó irritado.
Secando su rostro, Jimin se vistió y cogió una bolsa de cuero antes de salir de su habitación.
Su mirada recayó en la mesa y en el patético intento de desayuno frío que parecía haber visto mejores días.
Ignorándolo, el doncel amarró su cabello en una coleta alta y salió de la casa sin siquiera molestarse en dirigirle una palabra a ambas mujeres molestas.
Saludando a un par de personas en su camino, Jimin llegó a su habitual lugar de encuentro y ni se sorprendió al ver que Hoseok ya estaba ahí, esperándole con su arco y flechas.
—¿Cómo sabías que saldría hoy? —preguntó y el joven esclavo sonrió.
—Siempre que las esclavas que trabajan en tu casa se quejan, sales al bosque a cazar —respondió.
Tomando sus cosas, Jimin observó hacia el bosque y por un momento, recordó la advertencia del abuelo Min, pero como esa vez no iba por los dragones y era un viaje rápido, siguió con su camino junto al joven esclavo.
—Son tan infantiles que protestan con comida en mal estado o un baño sucio —resopló Jimin—. Por favor, como si no pudiera hacer esas cosas por mí mismo.
—¿Por qué no las echas? —preguntó, observándole curioso.
—Porque de todas formas Namjoon o el abuelo Min mandarán a otro par pensando que si me ayudarán —respondió, observando a su alrededor cuando se sintió observado.
—Pero... ¿Y si les dices que tú quieres escoger a alguien? —preguntó el menor.
—No había pensado en ello —aceptó Jimin, volviendo su vista al frente—. Lo tendré en mente.
—¿Qué vas a cazar hoy? —preguntó ansioso Hoseok.
—No lo sé —respondió, observando a su alrededor—. ¿Qué te parece un jabalí? —preguntó, deteniéndose.
—Oh, no he probado esa carne aún, con suerte conseguí probar el conejo y el pollo gracias a ti —comentó, observándole.
—Entonces, estás de suerte hoy —anunció colocándose en posición.
—¿En serio? —exclamó, alegre.
—Shh... —cayó Jimin, tomando una flecha.
Tirando de la cuerda, el doncel cerró uno de sus ojos mientras observaba fijamente al animal comer tranquilamente.
Concentrándose, tan pronto como el animal alzó su cabeza, Jimin soltó la cuerda de su arco. La ligera sensación de ardor en su rostro al sentir la flecha pasar le sacó una sonrisa al doncel, la cual creció al contemplar su flecha impactar directamente en la frente del jabalí, atravesándolo.
Acercándose, se agachó frente al animal para confirmar que ya estaba muerto y agradeció antes de retirar su flecha.
—Vaya, saldrá mucho —exclamó con sorpresa Hoseok.
—Límpialo, y corta unos cuatro trozos para comer ahora y el resto más grande para poder llevarlo entre los dos, así entero no nos lo podremos —explicó—. Deja la cabeza aquí y entierra sus entrañas y todo lo de adentro.
—Uh... En el pueblo hay algunos que les gusta comerlas —pronunció el joven esclavo, observándole.
—Solo hace lo que te dije, si cargamos mucho atraeremos a un animal más grande con el olor a sangre —indicó.
—De acuerdo, los dejaré en otro lugar para que no vengan aquí —explicó.
—Hazlo, iré a conseguir algunas hierbas, espérame aquí —ordenó.
Alejándose, Jimin buscó por los alrededores la planta que necesitaba para los cortes, acercándose cada vez más al límite que lo llevaba al bosque prohibido.
Cuando finalmente la encontró, el doncel se aseguró de guardar una buena cantidad.
Percibiendo algo de ruido, inmediatamente se alzó tomando una flecha, apuntando.
—Oh, solo eres tú —pronunció al contemplar al joven dragón que había ayudado antes.
Bajando su arco, Jimin guardó su flecha y observó al joven dragón de escamas color rojo fuego, tan brillante y bonitas.
—Hey, parece que tus heridas sanaron —expresó fijándose como unas escamas nuevas comenzaban a salir donde antes habían tenido heridas, siendo estas de un rosa fuerte.
Cuando el dragón dejó algo sobre una de las rocas más grandes que formaban la línea, Jimin se acercó y observó un par de flores plateadas.
—Estas... Son hermosas —murmuró, tomando ambas flores que de alguna forma, se le hacían conocidas.
El joven dragón soltó una especie de ronroneo feliz antes de alejarse tranquilamente.
Observando al animal desaparecer, el doncel miró hacia el bosque, encontrando una figura más grande ocultándose en la oscuridad.
—Gracias —pronunció, agitando su mano a quien creía era el padre o madre de la pequeña bestia.
Guardando con cuidado ambas flores, Jimin volvió con Hoseok, sintiendo su estómago rugir por comida.
Volviendo a su casa luego de haberse asegurado de que nadie le robaría a Hoseok su carne, Jimin se sentía muy satisfecho y feliz de que su dolor de cabeza hubiera desaparecido completamente con el paso de las horas.
Entrando en su casa, se sorprendió un poco de no encontrar a ninguna de las esclavas perdiendo el tiempo.
—¿Desde cuándo? —preguntó Yoongi, saliendo de su habitación.
—¿Desde cuándo qué? —preguntó Jimin, dirigiéndose a su cocina para preparar su almuerzo con los trozos de carne que se había dejado para él.
—¿Desde cuándo unos simples esclavos te tratan de esta forma? —cuestionó con tal tono frustrado y enojado, que confundió al doncel por un momento.
Dejando lo que estaba haciendo, se dio vuelta y contempló al guerrero señalar la mesa, donde seguía el supuesto desayuno que habían preparado para él.
Ambas esclavas ni siquiera se habían molestado en limpiar la mesa antes de irse a perder el tiempo por ahí.
—¿Por qué te molesta ahora? —preguntó, observándolo—. Sabías desde antes que no me trataban bien —indicó.
—No, yo hablé con ellas para que ese comportamiento no se repitiera —indicó, frustrado.
Jimin sintió aún más curiosidad, porque su tonto esposo realmente se veía enfadado por ello.
—Bueno, parece que no fuiste lo suficientemente claro o a ella no les importó tus palabras —se encogió de hombros con desinterés.
—Mierda —gruñó Yoongi, pasando una mano por su cabello rubio miel con frustración—. Conseguiré a alguien mejor —prometió.
—Solo déjalo así —pidió acercándose—. A quien traigas se comportará igual —indicó, tomando su mano para retirar el vendaje improvisado que había hecho durante la noche anterior.
El cual, se sorprendía que siguiera en el mismo lugar.
—Es que no deberían por qué comportarse así cuando la mayoría del pueblo ya te ha aceptado. Eres un Min ahora, deben de respetarte aun si no lo fueras, eres superior a ellos —gruñó, observándole revisar el corte en su mano.
Jimin le lanzó una mirada corta, sorprendido de que la cabeza de su tonto esposo finalmente estuviera comenzando su trabajar.
—Da igual que algunos me hayan aceptado —expresó—. La cosa es que dejaste claro el día de nuestra boda, que no me querías ni me aceptabas y algunas cosas no se olvidan, en especial cuando es obvio que no nos llevábamos especialmente bien y ellas lo ven —explicó, colocando una de las hierbas que había recolectado sobre su mano.
—No estamos tan mal como en un principio —pronunció con sus labios torcidos por la culpa.
—¿Debo de recordarte que solo ayer preferiste llevar a otro doncel sobre tu regazo en vez de tu propio esposo? —indicó, alzando una ceja mientras volvía a vendarle mano—. Algunas pequeñas acciones dicen más de lo que crees.
Por un momento, el guerrero se quedó en silencio.
—Bien.
—¿Bien, qué? —preguntó Jimin, confuso.
—Tendré más cuidado con mis acciones —aceptó.
Juntando sus cejas, el doncel alzó una mano y la colocó en la frente de su esposo.
—No tienes la temperatura elevada, aparentemente —expresó—. ¿Estás enfermo?
—Muy gracioso —bufó—. Pero no dejaré de hablar con Taehyung o de encontrarme con él —advirtió.
Y ahí estaba el Yoongi que conocía.
—Nunca te pedí hacer nada de eso —respondió encogiéndose de hombros.
Soltando su mano una vez terminó de revisarla y vendarla, el pelinegro doncel volvió a la cocina.
—Daré un ejemplo a los esclavos castigando a esas dos mujeres frente al clan y traeré a alguien que realmente te ayude —prometió, sintiendo algo molesto en su pecho.
—Como te dije, preferiría si simplemente me dejaran solo, sé cómo cuidarme a mí mismo —expresó preparando su comida.
—No puedo hacer eso, no eres alguien cualquiera —rechazó—. Eres un doncel y mi esposo.
Frustrado, Jimin se dio vuelta para enfrentarle otra vez.
—Te dije...
—Lo sé —interrumpió—. Pero a pesar de que tengas la capacidad de hacer tales cosas por tu cuenta, no tendrías por qué hacerlas cuando alguien las puede y debe de hacerlo por ti —expresó firme.
Observando esa expresión terca, Jimin resopló.
—Bien, ¿quieres traer a alguien? Entonces, quiero que sea a Hoseok —anunció—. Es el único esclavo que no me mira por menos ni me hace esa estupidez —señaló la comida en mal estado—. Lo encontrarás en la casa de tu abuelo.
—Bien —aceptó Yoongi.
—¿Necesitas algo más? —preguntó Jimin, observándole cuando se quedó parado ahí, solo observándolo.
—No dejaré de hablar con Taehyung —anunció.
—Ya te dije-...
—Espera —interrumpió, alzando su mano—. Pero... Dije la verdad sobre cuidar mis acciones. Y... Podríamos mejorar un poco nuestra relación para que ya no piensen que eres alguien sin importancia —explicó—. No pareja ni amantes como tal, pero... Podríamos conocernos como amigos —explicó.
—¿Amigos? —repitió el doncel, alzando una ceja.
—Sí, amigos —asintió—. De esa forma nos iremos acercando más y más.
Algo extraño se removió en Jimin, enviándole una pequeña alerta con ello. No se suponía que ellos deberían de acercarse, no si quería seguir con sus planes de divorcio.
Además, era estúpido porque le pidiera ser amigos, cuando solo esa mañana le había besado.
—¿Y qué clase de amigos exactamente? —preguntó, cruzando sus brazos sobre su pecho.
—¿Cómo qué clase de amigos? —pronunció frunciendo el ceño.
—Bueno, está la amistad que tienes con SeHun, y luego la que supuestamente tienes con Taehyung —atacó—. Por eso pregunto qué clase de amistad quieres —sonrió dulce.
—No trato diferente a Taehyung, lo trato como a cualquier otro —espetó.
Y Jimin no pudo evitar resoplar.
—Permíteme dudar de ello —respondió—. No soy un idiota, Yoongi, antes de casarme contigo supe que estabas enamorado de otra persona y tú lo dejaste bien claro mientras dormías murmurando su nombre —contó—. ¿Quieres tener una relación de amigos? Perfecto, solo quería tener claro a cuál amistad te referías, porque no voy a permitir que me beses como si nada cuando quieras para que luego actúes como un idiota corriendo detrás de otra persona —explicó.
—Yo no... —callando al no poder negarlo, Min gruñó con molestia—. Eres imposible —declaró, dejando la casa con un fuerte portazo.
—Supongo entonces que seguiremos como siempre —pronunció Jimin, volviendo a preparar su comida.
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