༺ Capítulo XLVI ༻
Comiendo uno de los deliciosos chocolates que su tonto esposo le había regalado, Jimin emitía unos dulces ruiditos que prácticamente sonaban como pequeños gemidos de placer puro ante el dulce sabor que se derretía lentamente en su lengua.
Cerrando sus ojos, el pelinegro doncel se deleitaba comiendo felizmente, pasando su lengua por sus gruesos labios para quitar cualquier rastro dulce que se le podría haber escapado, dejando un atractivo camino brillante en ellos.
—Estás siendo malvado —expresó una divertida voz a su costado.
Abriendo sus ojos, Jimin contempló a su joven amigo observarle con cierta diversión.
—¿Por qué dices eso, Hobi? —preguntó lo más inocente que pudo.
Hoseok resopló divertido y llevó su mirada hacia el frente, justo donde Yoongi se encontraba partiendo troncos para el fuego. Aunque claro, con lo que estaba haciendo el pelinegro doncel, tal parecía que era difícil para el guerrero concentrarse en su tarea, a juzgar por la cantidad de madera que había reunida en el suelo.
Observando en la misma dirección, una sonrisa divertida y un tanto traviesa se estiró entre sus gruesos labios al encontrarse con la mirada de su pareja.
Yoongi entrecerró sus ojos en él y luego siguió haciendo lo suyo, trabajando incómodamente con cierto bulto en sus pantalones que el guerrero ni siquiera se esforzaba en ocultar, lo cual motivaba aún más a Jimin a seguir con lo suyo.
Era... Un sentimiento atractivo, el ser capaz de hacer reaccionar de tal forma a alguien como Min Yoongi y que este, en vez de ocultarlo, mostraba orgullosamente lo que provocaba en su cuerpo.
—Desde que me levanté de la cama que me di cuenta de que estás coqueteando con el señor Yoongi, dejando al pobrecito con una erección cada vez que están juntos —comentó divertido—. Incluso ahora, a pesar de que está cortando leña luego de que se ofreciera a hacerlo tras escucharte decir que quedaba poca, lo estás provocando de esta forma —indicó.
Sonriendo, Jimin comió otro trozo de chocolate sin negar nada.
Desde aquel beso que ambos compartieron en la mesa, el doncel se había estado entreteniendo, tentando a Yoongi, logrando desesperarlo lo suficiente como para que suplicara por una probada de sus labios.
A veces, Jimin se la negaba besando simplemente la comisura de sus labios, otras, permitía que el guerrero devorara completamente de su boca, dejando su sabor y esencia en él.
Y cuando estaba realmente de buenas, incluso le permitía al guerrero a tener una caricia de su cintura directamente en su piel o un leve contacto de su entrepierna.
Por supuesto, siempre cortaba todo antes de que fuera demasiado lejos, dejando a ambos con sus cuerpos ardiendo, especialmente a su tonto esposo. Y Yoongi en vez de quejarse o mostrar disgusto, aceptaba todo como un guerrero.
Aunque claro, el idiota se desquitaba en la noche, apresándolo con su cuerpo, abrazándole firmemente y apoyando su duro eje en su trasero, pero sin hacer o decir nada al respecto, solo tentando a Jimin de esa forma.
Y por supuesto, que durante el día tomaba otras oportunidades para tentarlo con su cuerpo, mostrándole el atractivo de tener un firme cuerpo musculoso.
Sip, Jimin estaba siendo malvado, pero era obvio que su tonto esposo le respondía a su manera. Y ese excitante juego de tira y afloja le encantaba al doncel, ya que siempre terminaba con Yoongi revelándole cuánto le deseaba a él y no a nadie más.
—¿Qué ocurrió ese día que me quedé en cama? —preguntó el joven esclavo, curioso.
Una pequeña sonrisa se estiró entre los labios del pelinegro doncel y solo le cerró un ojo en respuesta a su joven amigo.
—Digamos que... Un beso puede lograr muchas cosas —reveló sin darle más detalles.
El joven esclavo sonrió con emoción y ambos compartieron una sonrisa antes de guardar silencio al percibir que Yoongi había dejado de cortar leña.
Observando hacia su tonto esposo, Jimin le observó hablar con alguien más. Tan pronto como terminó, Yoongi abandonó el hacha con el cual estaba cortando leña y se acercó a la ventana de su casa, que es donde ambos estuvieron espiando.
—¿Qué sucede? —preguntó.
Y como si supiera que no debía de interrumpir, Hoseok inmediatamente se apartó, dejando a la pareja a solas.
—Namjoon me está buscando —anunció—. Creo que es por el barco, ya está lo suficientemente cerca —dijo y ambos dirigieron una mirada hacia el mar.
—¿Tienes que ir a recibirlo? —preguntó.
—Namjoon decidirá, pero creo que sí. A diferencia de nuestro padre, a él le gusta observar y estar presente en todas las situaciones, sin contar que no dejaría que extraños se adentraran tanto a nuestro pueblo sin haberles visto aunque sea una vez —indicó.
—Es un hombre inteligente, me recuerda a mi hermano Taeyang, solo que más valiente y decidido —comentó observando el mar—. Quiero ir a ver el barco —anunció.
Las cejas de Yoongi se juntaron inmediatamente.
—No es necesario, si son personas desagradables, Namjoon ni siquiera los dejará moverse del muelle o quedarse más tiempo del necesario sin importar cuanto dure su viaje —expresó.
—¿Vas a ir? —le observó.
—Es lo más probable —asintió.
—Entonces, iré también —decidió—. Quiero encontrarme con mi hermano menor, Bae puede ser un mimado acostumbrado a las cosas buenas, pero no era realmente malo, solo que nunca le enseñaron más allá de lo que deseaban que aprendiera.
—¿Te molestaba?
—¿Por qué dices eso?
—Me he percatado, a base de lo que me has contado, que tu vida en el clan Park no fue la más agradable —indicó Yoongi—. Y si tu hermano menor fue una razón de ello, no quiero que esté cerca de ti, no hay razón para soportar aquello otra vez —expresó firmemente.
Observando el rostro de su tonto esposo, Jimin encontró preocupación genuina en él, lo que llevó que una cálida sensación agradable recorriera su pecho.
Alzando una mano, el pelinegro doncel movió su dedo pidiéndole que se acercara. Tan pronto como el guerrero se inclinó cerca, Jimin juntó sus labios presionándolos en un casto beso.
—¿Por qué? —preguntó su pareja, observándole con una pequeña sonrisa.
—Porque quise.
—¿No quieres besarme más? —preguntó, manteniéndose cerca.
—Quiero besar otras cosas.
—¿En serio? —gimió observándole con deseo.
—No —rió el doncel—. Al menos, no aún.
—Lo imaginaba —suspiró y apoyó su frente en su mejilla—. ¿Realmente quieres ir al muelle? —preguntó sin moverse.
—Sip —respondió sin dudar—. Me gustaría verlo, Bae me ayudaba a su manera cada vez que su madre le sacaba la mirada de encima, pero solo es un doncel, más que regalarme algunas cosas nunca iba a poder hacer algo más —expresó—. Y su mentalidad es algo... Infantil, Bae vive en un cuento de hadas que su madre creó para él, volviéndolo el doncel perfecto para que SiWon no tuviera queja al respecto y así le cuidara —explicó—. Fue un buen plan, aunque signifique que no sepa nada de lo cruel que puede ser el mundo.
Enderezándose, Yoongi observó fijamente su rostro como si buscara algo y luego asintió.
—De acuerdo —aceptó—. Pero irás conmigo —anunció.
Una sonrisa se estiró en los labios del doncel.
—Me parece perfecto.
—Hoseok —llamó Yoongi al joven esclavo.
—Mi señor —pronunció Hoseok, acercándose rápidamente.
—Estaré enviando a alguien para avisar cuando el barco ya esté en el muelle, acompañarás a mi esposo para que me encuentre en los establos y no le dejaras solo —advirtió.
—Por supuesto.
—Puedo ir solo —protestó Jimin.
—Pero yo no quiero que estés solo —indicó su tonto esposo—. Ni quiero que camines hasta el muelle con el frío que hace —declaro y besó su nariz—. Nos vemos dentro de poco —se despidió.
Enderezándose, Yoongi cogió la capa que había dejado olvidada y luego volvió a colocar su espada al costado izquierdo de su cadera.
Observando todos los troncos que había cortado, cambió su mirada hacia su doncel.
—No los muevas, tan pronto como llegue a casa los guardaré en su lugar —anunció.
—Tengo tiempo para moverlo —comentó Jimin.
—Sí, pero es algo innecesario cuando puedo hacerlo —argumentó.
—No me quedaré en casa sin ayudar en nada cuando puedo hacerlo.
—Y yo no tengo problemas con que hagas lo que quieras, pero si es algo que te lastimará de alguna forma, es mi problema —anunció.
—¿Guardar leña me lastimará? —preguntó el pelinegro doncel un tanto divertido.
—Tus manos tienden a helarse rápidamente cuando estamos afuera y luego tus nudillos te duelen —argumentó—. Yo entraré la leña, y si insistes en hacerlo, que Hoseok te ayude —indicó.
—¿Cómo supiste lo de mis manos?
—Porque te observo y escucho más de lo que tú crees —sonrió—. Nos vemos en los establos, no vayas antes de que vengan a informarte —indicó.
Alejándose de su casa, Yoongi se dirigió hacia los establos en busca de su caballo. Algo le decía, que su doncel podría tomar a Storm e ir por su propia cuenta si pensaba que estaba tardando demasiado, y considerando lo encantado que estaba aquel feroz animal con su esposo, obviamente que lo llevaría sin problemas.
Llegando a los establos, Yoongi cruzó una mirada con SeHun, pero este, en vez de acercarse y hablar un momento, se alejó solo dirigiéndole un saludo de reconocimiento.
Era bastante obvio que algo estaba molestando a su amigo, y si Yoongi no se equivocaba, su esposo podría ser la razón, por lo cual se mantendría atento alrededor de este.
No necesitaba que terceros interfirieran en su relación cuando estaba iba tan bien.
Dirigiéndose hacia la cuadra de su caballo, la mirada de Yoongi fue atraída al encargado del establo, quien estaba sentado en el suelo con un hermoso animal de pelaje gris tan brillante como los ojos de su esposo.
—¿Qué sucede? —cuestionó.
—Mi señor, esta yegua pronto tendrá a su potrillo —explicó el hombre mayor.
El interés surgió en el guerrero con esas palabras.
—¿Con quién se apareó? —cuestionó.
—Con el caballo del jefe Namjoon —respondió.
La mirada de Yoongi inmediatamente viajó hacia el blanco caballo que montaba su hermano, el gran semental era de sangre pura de guerrero, al igual que Storm.
—¿Cuándo nacerá el potrillo?
—No sabría decirle con exactitud, pero podría avisarle cuando suceda —prometió.
—Hazlo —anunció—. Y cuida muy bien de ese pequeño y la madre —ordenó.
—Por supuesto, mi señor.
Asintiendo satisfecho, Yoongi siguió con su camino y fue en busca de Storm. Ahora, solo tendría que negociar con su hermano aquel potrillo, aunque estaba seguro de que este se lo daría fácilmente una vez le dijera que sería un regalo para su cuñado.
Emocionado con la idea, Yoongi montó a su caballo y salió del establo, sintiendo una burbujeante emoción por como reaccionaria su esposo al darle un potrillo.
Al pasar cerca de la casa en la cual Ahin fue apartada, el guerrero observó con interés el acercamiento que hubo ahí entre esa malvada mujer egoísta y uno de los guardias.
Tal parecía que era momento de cambiar el personal que resguardaba aquella casa y de informarle al respecto a su hermano.
Con Ahin nunca se debía de bajar la guardia.
—No es necesario que me acompañes, solo iré a encontrarme con Yoongi en los establos —comentó Jimin al contemplar al joven esclavo seguirle tan pronto como salió de la casa.
—El señor Yoongi me dijo que lo acompañara y esperara con usted, así que eso haré —respondió Hoseok, caminando fielmente al lado del doncel.
—Por favor, ni que me fuera a perder o pasar algo —resopló, llevando un mechón de su cabello detrás de su oreja.
Estúpidamente, no se quiso atar su cabello al salir de casa, deseando utilizar una de las horquillas que Yoongi le había regalado, pero tal parecía que no se la colocó correctamente, ya que su pelo se le seguía cayendo hacia adelante.
—Eso no quiere decir que ignoraré la orden del señor Min, él solo te está cuidado —expresó sonriente.
Y si, Jimin escondió su sonrisa del joven esclavo observando hacia otro lado, o entonces este se emocionaría y haría más preguntas que no deseaba responder en ese instante.
Caminando en silencio, Jimin ni siquiera se sorprendió al encontrar tanto movimiento por el pueblo, con personas de otro clan visitándoles, era normal que todos estuvieran activos y atentos.
—¿Todos los caballos tienen su dueño? —preguntó Jimin una vez llegaron a los establos, deseando montar él mismo en uno de ellos.
En su antiguo clan, pocas veces tuvo la oportunidad de hacerlo. Solo cuando uno se escapaba o le visitaba Taeyang, que entonces aprovechaba.
—Según tengo entendido, solo los que son directamente un Min tienen su propio caballo, el resto es para el uso de los guerreros o cualquiera —respondió Hoseok, siguiendo al doncel por los establos.
—Entonces no habrá problemas si elijo a cualquiera que no sea uno con dueño, ¿cierto? —preguntó con una sonrisa.
—Uh, creí que tenías que esperar al señor Yoongi —comentó el joven esclavo.
—Así es, pero en ningún momento me dijo que no podía montar por mi mismo un caballo —expresó observándole con una gran sonrisa.
Una, que desapareció tan pronto como camino frente a una cuadra con nada en el interior más que costales de heno y observó a cierto doncel acurrucado en una esquina.
—¿SeokJin? —llamó, confuso.
El doncel alzó su cabeza rubia platinada y le observó con una sonrisa pequeña y avergonzada.
—Uh... Hola —saludó.
—¿Qué estás haciendo ahí? —cuestionó, abriendo la puerta para entrar también.
—Me... Uh, ¿me escondo? —respondió dudoso.
—¿Esconderte? ¿Por qué? ¿Ocurrió algo con Namjoon otra vez? —cuestionó tomando asiento a su lado.
—Oh, no, todo está bien con Namjoon —aseguró rápidamente—. Él es muy bueno conmigo como siempre.
—¿Entonces? —preguntó confundido.
El doncel dejó escapar un sonoro suspiro y observó sus manos en su regazo.
—¿Alguien te molesta? —indagó Jimin.
Y por la forma en que el cuerpo del doncel se tensó, Jimin supo inmediatamente que había acertado.
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