༺ Capítulo LXXXII ༻
Sentado en una silla, frente a la puerta entreabierta de su habitación, Min Yoongi se mantenía en silencio con su espada sobre su regazo, sacándole filo a la hoja para que pudiera atravesar fácilmente todo lo que se interpusiera en su camino.
Siendo altas horas de la noche, el silencio en la casa era sepulcral al estar durmiendo todo el mundo, ni siquiera el sonido del chispeante fuego que brindaba calor invadía su habitación, ya que Yoongi había dejado la última que quedaba con chimenea en el interior para su amado doncel.
Pero el guerrero estaba bien con ello, el frío en el cuarto no se sentía, y a comparación de todo lo que paso cuando estuvo allá afuera, esperando día y noche al borde del bosque, con la nieve cayendo en su ropa hasta humedecerla y el frío viento corriendo, golpeando en el hasta calar sus huesos, aquella habitación definitivamente era mucho mejor.
El único ruido que interrumpía dicho lugar era el sonido de su espada al pasarla una y otra vez por la piedra que le sacaba filo, y de vez en cuando, una fuerte corriente de viento helado que hacía temblar las ventanas, provocando que las llamas del par de velas que se encontraban en la mesa al lado del guerrero, temblaran iluminando escasamente.
Se suponía que el guerrero debería de estar descansando, durmiendo en la cama como todos los demás hacían a esa hora, especialmente él, ya que sus heridas se habían vuelto a abrir tras empujar todo el camino desde su casa hasta la de su abuelo el mueble de su esposo, pero ¿cómo se suponía que iba a dormir cuando su amado doncel se encontraba a tan solo unos pasos de distancia?
No porque ahora lo tuviera cerca, significaba que iba a bajar la guardia. Ya lo había hecho antes, y muchas cosas horribles sucedieron por ello, especialmente para su esposo.
Cuando una fuerte ventisca de viento chocó con la casa, evocando un potente silbido mientras la estremecía con furia, aquellos oscuros ojos del guerrero viajaron hacia el frente, hasta la puerta entreabierta. Yoongi no sabía si Jimin estaba acostumbrado a la clase de invierno que atacaba las tierras del clan Min, y sus músculos dolían por querer ir y comprobar que su doncel se encontraba bien, pero obviamente sabía que no podía hacer eso.
En cierta forma, al guerrero le seguía sorprendiendo que Jimin le hubiera revisado sus heridas dos veces, una el día anterior cuando apareció con el mueble, y otra esa noche antes de ir a dormir.
Sabía que su doncel estaba teniendo problemas con el contacto de otras personas, lo había mirado con la suficiente atención desde el mismo día que dejó por primera vez el bosque cómo para darse cuenta. Y que a pesar de ello, Jimin se hubiera esforzado en revisar y sanar sus heridas, le daba una pequeña esperanza a Yoongi sobre su relación.
Tal vez el contarle su versión de lo que ocurrió esa noche había hecho un pequeño cambio en su esposo, y el aclarar el tema de esa víbora con el niño, hizo que Jimin volviera a mirarle, logrando con ello pasar del absoluto rechazo, a mostrar una ligera pizca de atención.
Y aunque agradecía con el alma ese ligero cambio que le daba una pequeña esperanza para su relación, a la vez, Yoongi sabía que unas palabras no podrían reparar fácilmente lo que se había dañado.
El verdadero asunto del problema, lo que más le importaba a Jimin y a él, era que le falló a su doncel cuando este más le había necesitado. Al igual que otros, le defraudó y no estuvo ahí para él para ayudarle y salvarle cuando más le necesitó, a pesar de que se lo prometió.
No importaba que tan fuerte parecía ser Jimin, o qué tan habilidoso fuera con un arco, como todos, también necesitaba protección, una que él no pudo proporcionársela. Y por ello, le había fallado de la manera más horrible en la que un esposo podría haberlo hecho.
Aunque explicar la verdadera situación de esa noche lograra juntar las piezas que se rompieron esa noche, Yoongi sabía que aún tenían un largo camino por recorrer arreglando cada una de las grietas que habían quedado. Lo cual, no sería fácil, o algo que podrían arreglar en unos pocos días justos, su confianza se rompió tanto como esos trozos, recuperarla y mostrar que era alguien digno de su confianza sería difícil.
Pero, como le había dicho a su doncel, Yoongi solo necesitaba que le diera una oportunidad para poder intentarlo, para volver a ganarse su confianza y todo de él.
Por supuesto, por más que deseara que su esposo le diera otra oportunidad, Yoongi no le iba a presionar para que lo hiciera, sabía que sería algo difícil para Jimin, por lo que presionarlo para una respuesta no era lo correcto, lo único que podía hacer en ese instante era esperar por él.
Soltando un profundo suspiro, el guerrero dejó de sacarle filo a su espada y la alzó. Observando su claro reflejo en la hoja, Yoongi se miró directamente a los ojos, prometiéndose a sí mismo proteger y cuidar correctamente a su doncel esta vez. Guardando su espada en su funda tras terminar con ella, observó hacia la puerta otra vez, luchando con el deseo de ir junto a su esposo.
Se suponía que el tenerlo en la misma casa debería de sentirse más reconfortante, ya que no había un extenso bosque entre ellos separándolos, pero Yoongi nunca estaría completamente seguro de que su Jimin estaba bien, hasta que pudiera tenerlo entre sus brazos nuevamente.
Cuando el viento azotó otra vez la casa, amenazando con apagar las velas debido a la suave corriente de aire que pasó a través de la ventana, Yoongi la observó pensando en si debería de colocar aquella manta que le dejaron para tapar aquel pequeño orificio. Con la corriente haciendo oscilar la pequeña llama otra vez, el guerrero se levantó de su asiento, y se acercó a esta.
Colocando la manta alrededor de la ventana, todo el cuerpo del guerrero se congeló tras percibir un ligero ruido. Y no, no se trataba de la casa quejándose debido a la tormenta, era un sonido diferente, más suave y... Humano.
Cuando su oído finalmente pudo captar lo que era un grito lleno de lamento, Yoongi no dudó ni un solo segundo en salir de su habitación y cruzar el oscuro pasillo, siguiendo aquel llamado de auxilio.
Tras distinguir que el sonido provenía de la habitación de su doncel, el guerrero no dudó ni un solo segundo en abrir la puerta y buscar el peligro, pero lo único que encontró en el interior, fue a Jimin removiéndose en la cama con sus ojos cerrados, siendo iluminado precariamente por una vela sobre una pequeña mesa a su costado.
Confuso, Yoongi guardó su espada en su funda y se internó en la habitación. Sus oscuros ojos recorrieron el interior otra vez, solo para estar seguro de que no había nadie escondiéndose, y al escuchar un suave quejido, su mirada fue atraída hacia su hermoso doncel.
—Sabía que era él... —pronunció una voz preocupada.
Observando hacia la puerta, Yoongi encontró al joven esclavo fuera de la cama, con sus hombros cubiertos por una simple manta, como si hubiera tomado lo que sea que estuviera a mano antes de salir corriendo como él. Pasando por al lado del guerrero, Hoseok se acercó rápidamente al pelinegro doncel en la cama.
—¿Qué es lo que tiene? ¿Está enfermo? —preguntó lleno de preocupación.
Acercándose hasta quedar al lado de la cama, Yoongi miro al joven esclavo esperando una respuesta, pero este solo negó en silencio, con una triste expresión.
—Son las pesadillas —pronunció en voz baja—. Cada noche es atacado por ellas y no hay nada que lo calme —explicó triste.
Aquellos oscuros ojos inmediatamente observaron hacia su esposo.
—Pero... Es la primera vez que lo oigo gritar así.
—Probablemente porque es la primera vez que viene a la habitación a dormir y no está a mi lado cuidando de mí —le recordó con tristeza el joven esclavo.
—¿No hay algo que podamos hacer? ¿Y si lo despertamos? —cuestionó observando con angustia el pálido rostro de Jimin a la luz de la vela.
Hoseok negó despacio—. Es peor, cada vez que lo he intentado, termino golpeado o se lastima así mismo, y es difícil calmarlo luego de ello —contó deprimido.
Alzando una mano, Yoongi frunció el ceño y maldijo tras tocar la húmeda piel tan helada como un hielo.
—¿Por qué está tan frío? —gruñó y observó a su alrededor—. Ni siquiera tiene la fogata encendida —exclamó enojado.
Observando hacia esta, los labios del joven esclavo se torcieron al percibir incluso la tina aún en la habitación, ya que solo le indicaba una cosa.
—Probablemente no quiso encenderla después de tomar su baño de agua helada. Debí de haberles dicho que estuvieran más atentos a él por la noche en cuanto me mejoré —se lamentó.
Maldiciendo por lo bajo, Yoongi observó a su esposo con dolor y una pizca de molestia porque no estuviera cuidado de sí mismo, a pesar del regaño que le había dado por descuidar de sus heridas.
Cuando Jimin se volvió a agitar en la cama, quejándose desesperadamente mientras suplicaba pequeños "no", Yoongi odio esa impotencia de no poder hacer nada para ayudarle con esa horrible pesadilla, por lo que tomó una decisión apresurada.
—Enciende el fuego —ordenó, tomando asiento en la orilla de la cama.
—No creo que...
—No lo repetiré, Hoseok —le espetó sin mirarle—. No me quedaré simplemente parado observando en silencio cómo sufre, no dejaré que siga sufriendo incluso en sus sueños ni que se enferme por su terquedad. Tenemos que hacerle entrar en calor otra vez.
Tirando las mantas hacia atrás, Yoongi tomó el cuerpo de su doncel y chasqueó su lengua al ver la delgada ropa de pijama que estaba utilizando, por supuesto que esa cosa no le iba a calentar nada.
Acomodando con cuidado el cuerpo en su regazo, de lado para que pudiera apoyarse correctamente contra su pecho, Yoongi tomó las mantas y lo abrigó bien con ellas, asegurándose de que ninguna parte de su cuerpo estuviera descubierta.
Sin saber si el cuerpo de su pareja temblaba de frío o miedo, ambas probablemente, Yoongi le rodeó protectoramente entre sus brazos y observó con preocupación su rostro pálido.
—Shh... Todo está bien, cariño, estoy contigo —murmuró presionando sus labios en su frente.
—Ya he encendido el fuego —informó Hoseok, observándole.
—Necesitaré más mantas —anunció Yoongi antes de levantarse de la cama con cuidado.
Cuando Jimin se quejó entre sus brazos, Yoongi se detuvo y le abrazó con un poco más de fuerza.
—Soy yo, mi corazón, solo es Yoongi... —murmuró tan pronto como su doncel comenzó a agitarse entre sus brazos con miedo.
Luego de un par de murmullos más donde le aseguraba que era él, Yoongi finalmente pudo avanzar hasta la fogata y tomó asiento en el suelo frente a esta, esperando que el calor que este proporcionaba sirviera para calentar el cuerpo de su amado.
—Aquí, tengo más mantas —anunció el joven esclavo, entrando en la habitación con un montón de ellas y un pequeño dragón blanco siguiéndole de cerca.
Tomando un par más para envolver bien el cuerpo de su esposo entre ellas, el guerrero se aseguró siempre de ver su rostro para verificar que estaba cómodo con ello.
—También hay que colocar una en sus pies —murmuró Hoseok y se acercó envolviendo cuidadosamente los pies del doncel.
—Puedes utilizar el resto —pronunció el guerrero una vez estuvo satisfecho, observando con atención a su doncel.
Cuando una manta fue colocada sobre sus hombros, Yoongi le observó.
—Sé lo horrible que puede ser el frío —se excusó el joven esclavo.
Y en vez de volver a su habitación, Hoseok tomó asiento frente al fuego también, dejando una pequeña distancia entre ellos, y se tapó con el resto de las mantas. El pequeño dragón blanco se colocó entre ellos, observando directamente al doncel.
—Puedes volver a tu cama, yo cuidaré de él —prometió Yoongi—. Jimin se enojará si se entera de que te levantaste estando enfermo.
—Estoy bien, ya me he recuperado completamente —aseguró el menor acariciando la cabeza del pequeño dragón—. ¿Ya está entrando en calor? —preguntó, observando a Jimin descansar entre los brazos del guerrero.
—Sigue estando malditamente helado —respondió Yoongi, atrayéndolo más a su cuerpo.
—Sé que las duchas con agua helada no le hacen bien, pero no puedo obligarle a no hacerlo, en especial cuando dice que estas le ayudan a sentirse mejor consigo mismo —pronunció deprimido.
—Mejor consigo mismo... —murmuró Yoongi, y observó con dolor a su doncel—. Sus pesadillas son sobre esa noche, ¿cierto?
—Eso creo —respondió, alzando sus piernas para rodearlas—. No habla de ello, pero según lo que grita, es claro que debe de ser de aquel día, justo sobre ese momento —expresó culpable—. Cuando despierta, siempre lo hace llorando y se acurruca con los dragones por un largo momento antes de finalmente levantarse —explicó.
Cuando Jimin se removió entre sus brazos, como si estuviera luchando por escapar, Yoongi inmediatamente le observó.
—¡N-no!... Por f-favor no... —suplicó el doncel con dolorosa voz baja llena de angustia que atacó a Yoongi.
—Shh... Todo está bien, cariño, estoy contigo —expresó.
Pero Jimin siguió llorando y luchando por escapar de su pesadilla, y a pesar de los feos golpes que recibió, el guerrero siguió abrazándole, susurrándole su nombre, recordándole que no estaba solo, asegurándole que estaba ahí con él.
—N-no lo hagas... Por favor... —sollozo Jimin, perdiendo algo de lucha en el proceso y el corazón de Yoongi se apretó dolorosamente.
—Todo está bien, cariño, ese monstruo ya no está —juró juntando sus frentes—. Min-Hyuk ya no está, solo somos tú y yo... —murmuró, abrazándolo con fuerza.
Jimin siguió murmurando por lo bajo, luchando de vez en cuando, sollozando desesperadamente, pero cada vez que Yoongi le hablaba, se calmaba por unos momentos, dando la ilusión de que podía escucharle aún a través de sus sueños.
Cuando Yoongi calmó otra pesadilla, observó su hermoso rostro lloroso con dolor. Limpiándole cada rastro de lágrima con ternura, acomodó empujando su cabeza en la curvatura de su cuello, acercándolo aún más con ello.
—¿Siempre es así? —preguntó con un tono bajo y ronco.
Toda su garganta se sentía apretada de forma dolorosa, con un grueso nudo atrapada en ella.
—Pocas veces tiene solo una pesadilla y casi ninguna que puede dormir de recorrido —pronunció Hoseok, echándole más leña al fuego y tosió un par de veces—. Cada vez que despierta solo, se queda mirando el cielo o a los dragones, sin poder volver a dormir.
—¿Y cuando no puede despertar solo? ¿Solo lo observas sin hacer nada? —cuestionó.
—La primera vez que lo intenté no pude despertarlo, y la segunda terminé con un feo golpe en el rostro que hizo sentir culpable a Jimin —contó—. Fue después de eso que me pidió que no le despertara, porque si él creía que yo era una amenaza, los dragones también reaccionaban de la misma forma —explicó y observó al doncel con pesar—. Me dolía en el alma no poder hacer nada para ayudarle, ¿pero qué se supone que puedo hacer?
"¿Qué más se supone que puedo hacer?" repitió Yoongi en su mente y una sombra oscura y culposa paso por su rostro.
—Nada —pronunció consiguiendo la atención del menor—. No podemos hacer nada más que estar ahí para él, por lo que tampoco debes culparte por ello. Hiciste todo lo que pudiste con Jimin estando a solas en esa cueva, pero ahora estoy yo también para poder ayudarle —expresó y abrazó con más fuerza el cuerpo de su doncel.
El joven esclavo presionó fuertemente sus labios y asintió abrazándose con fuerza, y en vez de volver a la habitación, se mantuvo ahí con ellos, observando con dolor como las pesadillas atacaban al pelinegro doncel y el guerrero las callaba soportando los golpes como si nada.
Y lamentablemente, así fue el resto de la noche, con el sonido del viento interrumpiendo a momentos al estrellarse con la ventana, con el suave crispar del fuego llenando la habitación, y los gritos llenos de lamentos que aparecían de vez en cuando por un lastimado doncel. Y Yoongi solo se concentró en sostener a Jimin en todo momento y calmarle, asegurándole estar ahí con él cada vez que lo necesitó, prometiendo que Min-Hyuk ni nadie más podría lastimarlo.
No importó que no pudo dormir nada por estar atento a las pesadillas de su doncel, Yoongi estaba satisfecho con poder ayudarle con algo, aunque fuera en el mundo de los sueños.
Solo una vez que el amanecer estuvo cerca, y las pesadillas parecieron haber terminado por esa noche finalmente, que Yoongi comenzó a moverse.
—¿Qué sucede? —preguntó Hoseok, despertando al instante.
—Jimin no será feliz si sabe que he entrado y le he tocado sin su permiso, aun si lo hice para ayudar —expresó, levantándose del suelo—. Lo dejaré en la cama e iré a mi habitación, no le digas que he venido.
—Pero... ¿Y si sospecha? —dudó levantándose y siguiéndole a la cama con el pequeño dragón.
—No ha despertado en ningún momento durante la noche, y lo más probable es que piense que fue un sueño también —indicó, arropándolo—. No dejes que su cuerpo se vuelva a enfriar y no te descuides o él se va a enojar —pidió, lanzándole una última mirada a su amado antes de salir de ahí.
Volviendo a su oscura habitación, tras cerrar la puerta, Yoongi lloró.
Lloró, por no haber salvado a su doncel y por no haberle podido evitar tal sufrimiento interminable.
Lloró, por haberle fallado tan desastrosamente.
Y lloró, rezándole a todos los dioses, no porque un día Jimin le perdonara y le diera otra oportunidad, sino que para que un día, pudiera superar todo esto y dejar atrás todo su sufrimiento, aun si eso significaba dejarle atrás.
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