༺ Capítulo LXXXI ༻
Con el tiempo, Jimin ya se había acostumbrado al sonido que emitía la chispeante leña que era consumida por el fuego invadiendo la habitación, en un conjunto con el feroz viento golpeando contra la casa, haciendo temblar las ventanas cerradas. En una silenciosa casa en donde cuatro personas con unos pocos esclavos estaban atrapados debido a la tormenta de la luna fría, era un sonido que se llegaba a apreciar.
Y considerando la fuerza con la cual el viento lleno de nieve azotaba la casa, Jimin estaba agradecido por haber tomado la decisión correcta al dejar la cueva, ya que su joven amigo descansaba plácidamente en una cómoda cama, con las suficientes mantas manteniendo su cuerpo calentito y con una mejor expresión a con la que había llegado.
Su rostro ya no se encontraba pálido y con sus mejillas sonrojadas furiosamente, su cuerpo no transpiraba mojando su ropa y su temperatura había vuelto a la normalidad otra vez, dejando de vez en cuando una silenciosa tos que rápidamente iba mejorando con los cuidados correspondientes.
Si Jimin no hubiera decidido irse de la cueva aquel día con Hobi, lo más probable es que en ese instante se encontrarían atrapados ambos en aquel lugar húmedo y frío, lo que solo habría provocado que la situación de su joven amigo empeorase hasta el punto en que el doncel ni siquiera sabría si resistiría hasta que la luna fría terminase.
Por lo que sí, dentro de todo, a pesar de que su mundo había sido sacudido otra vez con la revelación de su tonto ex esposo y sus palabras, estaba bien con haber vuelto. Y a diferencia del pasado, Jimin ya no sentía tanta motivación por volver a aislarse en el bosque como antes.
Aunque no quisiera admitirlo, haber visto las heridas de Yoongi, las nuevas cicatrices que se añadirían a su cuerpo y escuchar su versión de aquella noche, sí hizo algo en él, provocando que ciertos sentimientos que creía haber extinguido se agitasen en su interior.
Había una pequeña chispita de esperanza, aquella que comenzó a encenderse en el instante en que se percató de que ese tonto guerrero le esperaba terco y fielmente a la orilla del bosque en todo momento, que aumentó considerablemente luego de escuchar el relato de Namjoon sobre esa noche.
Él saber cómo Yoongi le buscó desesperadamente hasta el cansancio y más allá, hizo más que solo aliviar la lastimada alma del doncel, también le dio esperanzas a aquellos sentimientos que tenía por el guerrero, esos que pensó haber enterrado al malinterpretar toda la situación.
Pero, a pesar de que ese dulce capullo comenzaba a mostrar los primeros indicios de sus pétalos, aquella fría tormenta que le rodeaba le hacía temblar y dudar.
Aunque deseaba ir con Yoongi y verse rodeado por sus brazos para llenarse de su intenso amor otra vez, la verdad era que temía hacer eso precisamente.
Esa noche había sido lastimado en más de una forma, y el recuerdo de esa basura seguía persiguiéndole cada vez que le daba un descanso a su mente. Min-Hyuk le arrebató más de una cosa a la fuerza esa noche y lo arruinó por completo. Y a pesar de que todas las heridas físicas del pelinegro doncel sanaron, Jimin ya no se sentía como él mismo otra vez.
Se sentía sucio, inseguro y horriblemente débil.
En ese momento, dudaba que quedara algo de aquel valiente doncel del cual Yoongi se enamoró y el intentar averiguar la respuesta le daba temor.
Después de todo, saber la verdad no haría que mágicamente todo volviera a la normalidad como era antes. Eso no iba a suceder pronto, y hasta donde Jimin sabía, tal vez nunca podría suceder luego de lo que le hizo esa basura.
Ya... Ni siquiera se sentía alguien digno.
Soltando un profundo suspiro, el pelinegro doncel agitó su cabeza para quitar aquellos pensamientos deprimentes que no le llevaban a ninguna parte.
Sintiendo un suave peso en su pierna, Jimin bajó la mirada y se encontró con el pequeño dragón blanco, quien había apoyado su cabeza en su rodilla para llamar su atención. Observando esos grandes ojos celeste hielo, el doncel esbozo una pequeña sonrisa y alzó su mano para acariciar esas blancas escamas.
—Estoy bien, solo pienso en cosas tontas como siempre —calmó.
El pequeño dragón blanco trinó suavemente y volvió a acomodarse sobre la cama, transformándose en una pequeña bolita que se acurrucó al costado de Hoseok.
Observando a ambos, en el instante en que Jimin percibió que su mente volvía a llenarse de pensamientos pesimistas, se levantó de la silla, necesitando hacer algo para mantener su cabeza ocupada.
—Volveré pronto, cuida de Hobi —pidió al pequeño dragón blanco.
Saliendo de la cómoda habitación que le dieron al joven esclavo para que mejorara, Jimin observó por el pasillo y sintió cierta presión en su pecho por no encontrar la usual figura de Yoongi esperando por él como siempre hacía.
—Es imposible que esté todo el tiempo detrás de ti, Jimin... —se dijo a sí mismo.
—No es imposible.
La conocida voz de Gook-Hwan sobresalto al pelinegro doncel, quien ni siquiera se había percatado del momento en que el hombre mayor salió al pasillo.
—Yoongi solo salió por un pequeño momento prometiendo volver pronto, pero me pidió que estuviera atento a ti, por si necesitabas algo —explicó.
Las cejas de Jimin se fruncieron automáticamente al escuchar dichas palabras. Su mirada inmediatamente reparó en una ventana al final del pasillo y su expresión solo se arrugó más.
—¿Cómo pudo haber salido con este tiempo? La tormenta de nieve sigue con fuerza ahí afuera y él seguía herido —expresó con preocupación—. ¿Cómo es que le dejaste salir en tales condiciones?
El abuelo Min le observó fijamente en silencio, y luego sus labios se estiraron en una suave sonrisa.
—Me alegra ver que te sigues preocupando por él tanto como antes, eso es una buena señal para ustedes —pronunció como si nada.
Lo cual, solo irritó al pelinegro doncel.
—No estoy hablando de eso.
—Lo sé, pero aunque hubiera intentado detener a ese terco guerrero, de igual forma habría encontrado una forma de salir —indicó y apoyó sus dos manos sobre su bastón—. Al menos, agradezco que saliera cuando la tormenta amainó un poco.
Aun molesto, esos plateados ojos observaron al abuelo Min.
—¿Y a dónde fue? Namjoon no lo habría llamado por trabajo sabiendo de sus heridas.
—Salió por su cuenta, dijo que necesitabas algo.
—¿Yo? —pronunció, confundido.
Asintiendo, Gook-Hwan señaló hacia la habitación.
—¿Quieres volver a entrar? Las habitaciones pueden estar agradables gracias a la chimenea, pero no el resto de la casa —indicó.
Observando la habitación de su joven amigo, Jimin negó despacio.
—No, no quiero volver a entrar. Necesito salir, tengo que mantener mi mente ocupada —anuncio.
El abuelo Min le observó brevemente y luego asintió.
—Bajemos entonces, algo de chocolate caliente te hará bien.
Observando al hombre mayor retirarse, Jimin dudó un segundo antes de seguirle con un cojeo más lento y menos doloroso gracias a la bota de madera que estaba utilizando en su pie lastimado. Aunque sabía el tipo de conversación que tendría con Gook-Hwan, en ese momento prefería aquello que seguir permitiendo que Min-Hyuk interrumpiera en sus pensamientos.
Bajando con cuidado las escaleras, el pelinegro doncel siguió al abuelo Min hasta la fogata y tomó asiento cerca del fuego.
—Tú, trae dos tazas del chocolate caliente que trajo Yoongi —ordenó Gook-Hwan a un esclavo que estaba limpiando.
Una vez estuvieron a solas, el hombre mayor observó directamente al doncel.
—Quiero disculparme.
Aquellas repentinas palabras hicieron que Jimin observara a Gook-Hwan con una expresión llena de confusión.
—¿Por qué?
—Por todo. Siento que si hubiera sido más fuerte, Jungkook no habría sido lastimado, Yoongi no se habría detenido, y ustedes se habrían encontrado —contó—. También por haberme entrometido en su relación al aceptar aquel trato contigo para anular su matrimonio y por intentar forzarte a venir tentándote con contarte la verdad, me sentía culpable y desesperado, actúe mal.
—Lo primero no fue tu culpa, no podrías haber adivinado que nos atacarían o que yo me alejaría tras malinterpretar la situación. Y lo segundo, solo estabas buscando calmarme luego de la forma a la que llegue a este clan, no podrías haber sabido que terminaría usando ese trato —argumentó observando el fuego—. Y aunque no lo hubiéramos hecho, igual habría encontrado la forma de separarme de Yoongi ese día. Y lo otro no importa, de todas formas no te escuché y no Hobi me dijo nada.
—Aun así, siento que debo de disculparme —insistió Gook-Hwan.
—Hazlo si quieres, pero una disculpa no borrará lo que ocurrió esa noche ni como me siento —suspiro.
—¿Realmente piensas mantener tu decisión de anular tu matrimonio? —indagó el abuelo.
—No quiero hablar de ello ahora. El que me enterara de la verdad de esa noche no volverá automáticamente todo a como era antes. Ese ataque sacudió la vida de todos.
—Y está solo en nosotros el recuperar el control o dejar las cosas como están —comentó Gook-Hwan.
—Es fácil decirlo cuando no se tiene una lucha consigo mismo todos los malditos días —espetó e inhaló profundamente—. Realmente no quiero hablar de ello ahora, no es momento aún.
Asintiendo, Gook-Hwan le dio su espacio al pelinegro doncel. Cuando el esclavo les entregó su chocolate caliente, el hombre mayor señaló su pie.
—¿Cómo está?
—Mucho mejor luego de que Yoongi acomodara mi hueso —aceptó y observó su pie con aquella extraña bota de madera que lo mantenía rígido—. Todavía duele, pero de forma diferente a antes.
—Tienes que seguir descansando para que este se recupere completamente, no es buena idea forzar tu pie al caminar sobre la nieve o con los desniveles del bosque —comentó.
Observando su taza humeante, Jimin la acercó a su rostro y sopló suavemente antes de beber un sorbo. El dulce sabor caliente recorrió todo el cuerpo del doncel, y por alguna extraña razón, colocaron sus ojos brillantes ante los recuerdos de su tonto guerrero consiguiéndolo para él.
—Si este es tu intento para decirme sutilmente que no vuelva a la cueva en el bosque, no te preocupes que no tengo intenciones de volver pronto —reconoció—. Hobi se enfermó por acompañarme en ese lugar, no tengo pensado que se vuelva a enfermar por mi culpa. Y sé que mantenerme aislado no me ayudará en nada —expresó en un suspiro.
—Es tu decisión, la respetaremos cualquiera que sea —anuncio Gook-Hwan—. Puedes seguir quedándote aquí, o volver a tu casa que compartías con Yoongi.
Un pequeño anhelo latió dentro de Jimin. Apretando con fuerza la taza, el doncel negó despacio.
—Yo... No... No puedo... No estoy...
—Está bien, solo era un pensamiento, nadie te está obligando. Puedes seguir quedándote aquí si quieres —calmó Gook-Hwan.
Observando ese tono verde, Jimin asintió en silencio y bebió otro sorbo de chocolate.
—¿Qué van a hacer con el pequeño que esa serpiente secuestró?
—Por ahora está siendo cuidado junto a los niños que perdieron a sus padres o que están siendo tratados hasta que estén mejor. La idea es pasar la voz una vez que la luna fría se detenga para que la madre del niño venga por él. Pero no sabemos cuánto tiempo tomará eso, los siguientes días serán peores a los anteriores hasta que salga la nueva luna llena, y si esta tiene ese brillo azul otra vez, solo se mantendrán los días así —explicó.
—¿Y si para el momento en que llegue intenta quedarse? —indagó.
—No, ella no tenía intención de volver a este clan, quería vivir libremente con su pequeño y fue esa arpía quien estuvo en contra y secuestro al pequeño —explicó—. No sabemos si la madre está viva, pero llegaremos hasta ella.
Asintiendo, la atención de Jimin se desvió hacia la entrada en el instante en que la puerta se abrió repentinamente, provocando que una fuerte ventisca helada se adentrara con copos de nieves furiosos.
Curioso, observó a una persona tirar de unas cuerdas hasta que una gran estructura oculta con mantas entró en la casa por completo. Deteniéndose, el hombre soltó las cuerdas y cerró la puerta. Tan pronto como la capucha llena de nieve cayó revelando ese conocido rostro, todo el cuerpo de Jimin se tensó y automáticamente se levantó de su silla.
—¿Qué crees que estás haciendo, arrastrando esa cosa a través de esta tormenta de nieve? ¿Acaso olvidas las heridas qué están en tu cuerpo? —regañó con tono firme.
—Dijiste que deseabas tenerlo —se excusó Yoongi.
Las cejas del doncel se fruncieron con confusión. Moviéndose, el guerrero quitó las mantas que estuvieron cubriendo el mueble, revelando aquel que Yoongi le había regalado a Jimin en su cortejo para trabajar cómodamente en preparar medicinas.
Parpadeando, el pelinegro doncel admiró su mueble y luego al gran guerrero.
—¿Estás loco? Solo dije que me gustaría tenerlo para preparar mejor la medicina de Hobi, no que fueras a buscarlo en medio de esta tormenta —exclamó sin aliento.
Aquellos densos e imperturbables ojos oscuros observaron directamente a Jimin.
—Querías tenerlo —anuncio simplemente.
—Eres un... Idiota, terco y loco —pronunció sin aliento, con esos cálidos sentimientos revoloteando en su interior locamente.
—Eso no es por la nieve —comentó Gook-Hwan repentinamente, señalando el suelo.
Observando el lugar donde apuntaba ese bastón, el aliento quedó atrapado en el pelinegro doncel al observar la ropa de Yoongi con una oscura mancha húmeda.
—Maldición, sabía que tus heridas se volverían a abrir —se quejó.
Dejando la taza de chocolate caliente, Jimin se acercó rápidamente y se detuvo ante Yoongi. Alzando sus manos, estás se congelaron a medio camino, sin poder tocar al contrario.
—Yo...
Alzando la mirada, se encontró con una tierna expresión agradecida.
—Está bien, le diré al abuelo que las revise —calmó Yoongi.
Observándole pasar por su lado, Jimin contempló como Yoongi tomaba asiento en donde antes había estado sentado y se quitaba su ropa superior. Tan pronto como observó esas vendas ensangrentadas, su cuerpo se movió y apartó las manos de Gook-Hwan.
—Necesito una fuente con agua tibia, aguja, hilo y mi bolso con plantas medicinales —anunció.
Asintiendo, el abuelo Min se levantó sin problemas y se alejó para buscar lo pedido. Tomando asiento frente al guerrero, Jimin tomó una profunda respiración y prosiguió a quitar las vendas con cuidado.
—Cariño...
—Silencio.
—No tienes que hacerlo si...
—Dije cállate —ordenó lanzándole una mirada dura—. Lo estoy haciendo porque puedo y quiero, si no ya habría subido a la habitación y te hubiese dejado solo —aseguró y siguió con lo suyo.
—No traje tu mueble para que hicieras esto... —murmuro Yoongi, sin quitarle los ojos de encima.
—Lo sé. Pero porque haces cosas tontas, yo también las estoy haciendo —refunfuñó por lo bajo.
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