༺ Capítulo LXXX ༻


Al recuperar la conciencia, lo primero de lo que se percató Jimin, fue del dolor en su tobillo, el cual era considerablemente más soportable a comparación de antes, y a pesar de que dolía al moverlo, no era tan malo.

Abriendo sus ojos, el pelinegro doncel contempló el techo de una desconocida habitación. No se trataba de su casa que compartió con Yoongi y definitivamente no era la cueva, por lo que no tenía ni idea de donde se encontraba. Extrañado, intentó pensar lo que había ocurrido, pero luego de que el guerrero acomodara su hueso, su mente se volvía en blanco.

Apoyando sus manos en la cama, Jimin se incorporó hasta que logró sentarse y sus ojos inmediatamente repararon en la figura de Min Yoongi, quien sentado en una silla al lado de la cama, dormitaba con sus brazos cruzados sobre su cuerpo y su espada descansando en su regazo.

En silencio, con solo el chispeante fuego que emitía un relajante sonido al consumir la leña que ocupaba la chimenea, el doncel se tomó su tiempo para observarlo. Sentado en aquella incómoda posición, su rostro se veía cansado y demacrado. A diferencia de la última vez que lo había visto, una descuidada barba estaba creciendo en su cara, bajo sus ojos había unas oscuras bolsas y a pesar de que estaba durmiendo, cierta pesadez parecía cubrirlo.

Y como si su apariencia ya no fuera suficientemente mala, incluso su ropa se veía descuidada, sucia y húmeda. Casi como, si llevara días con las mismas prendas puestas.

Se veía tan mal y descuidado, que el pecho de Jimin se apretó ligeramente, ya que no tenía la apariencia de aquel feroz guerrero valiente e indomable que había conocido en su primer encuentro, se veía... Derrotado y lamentable.

Agitando su cabeza de forma negativa, el pelinegro doncel tiró las mantas hacia atrás y movió sus piernas a la orilla de la cama. Tenía otras cosas de las cuales preocuparse, como por ejemplo, el estado de Hobi.

¿Había mejorado o empeorado? ¿Cuánto tiempo llevaba durmiendo? ¿Dónde estaba?

Decidido a buscar a su joven amigo, Jimin se impulsó para levantarse de la cama y un pequeño gemido de dolor brotó de sus rellenos labios tan pronto como colocó presión en su desnudo pie lastimado. Y tan solo ese pequeño ruidito lamentoso, fue necesario para sacar a Min Yoongi de sus sueños.

Tan pronto como el guerrero observó al doncel luchando por permanecer en pie, se levantó de la silla y se acercó a él, sus manos lucharon por tocarlo, pero se contuvo.

—Por favor, vuelve a la cama, cariño. Tu hueso acaba de ser acomodado, te debe de estar doliendo un infierno por colocar peso —expresó afligido y lleno de preocupación.

—No, tengo que ir a ver a Hoseok —anunció tercamente.

Tomando una profunda respiración, Jimin intentó avanzar un paso, y como si todas sus fuerzas desaparecieran repentinamente, sus rodillas cedieron ante el dolor y ahí estaba Min Yoongi otra vez, atrapando delicadamente al pelinegro doncel antes de que su cuerpo siquiera tuviera la oportunidad de tocar el suelo.

—Lo lamento.

El murmullo de su ex esposo hizo que Jimin juntara sus cejas, y antes de que pudiera preguntarle de qué estaba hablando, Yoongi ya le había tomado delicadamente entre sus brazos y le deposito con suavidad en la cama.

—Hoseok está bien, está descansando en otra habitación. Despertó un momento para preguntar por ti y luego siguió durmiendo, ese pequeño dragón blanco lo está acompañando, se da vuelta entre ustedes —explicó Yoongi, acomodando las mantas alrededor de su doncel—. Tú, por otro lado, será mejor que no te sobre esfuerces, el abuelo y Namjoon están trabajando en un aparato que te ayudará a mantener tu pie rígido para que el hueso no se desacomode otra vez.

Ante el silencio del contrario, Yoongi observó a su doncel y lo encontró observando fijamente una de sus manos ensangrentadas.

—¿Estás lastimado? ¿Dónde? —cuestionó con horror.

—No, no es mía... —negó Jimin y le observo—. Es tuya.

—Lo lamento, te traeré algo de agua para que puedas lavarte.

Sin pensarlo, el pelinegro doncel estiró su mano y atrapó al guerrero por la ropa. Observando más a detalle a Yoongi, Jimin contuvo la respiración. No lo había notado con las prendas siendo tonos oscuros, pero sí se observaba con atención, se podía apreciar la sangre manchándola en varios lugares.

—¿Dónde? —cuestionó.

—No es nada.

—Eso no fue lo que pregunté. —espetó observándole con esos resplandecientes ojos plateados—. ¿En dónde?

—Tú eres el que está lastimado, cariño —expresó observándole con pura preocupación.

Negando, Jimin le soltó e hizo el intento de volver a levantarse de la cama. Rápidamente, Yoongi se interpuso en su camino sin tocarle del todo.

—Por favor, espera hasta que el aparato esté listo o al menos utiliza un bastón —pidió.

—O me muestras, o me voy. —sentenció.

Ambos se observaron en silencio por un largo momento. Y como Yoongi sabía que la amenaza de su doncel era cierta, finalmente dejó escapar un profundo suspiro y asintió.

Quedándose quieto en la cama, Jimin observó en silencio como Yoongi lentamente se quitaba su ropa, comenzando por la capa que dejó en la silla en la cual había estado sentado, y seguido por el resto de las prendas que cubrían la parte superior de su cuerpo.

Sus movimientos eran algo rígidos, como si le doliera el tan solo moverse, pero aun así siguió hasta que se quitó todo, revelando así un torso rodeado de vendas ensangrentadas y sucias, anunciando que no habían sido cuidadas desde su buen rato. Y las partes en las cuales no estaba esa tela cubriéndola, hematomas a punto de desaparecer estaban pintados en su piel junto a nuevas cicatrices que antes, no habían estado ahí.

—Estás... Herido... —pronunció bajito, sin aliento, sin poder apartar la mirada.

¿Cómo era posible que las heridas de su cuerpo ya hubieran desaparecido mientras que las de Yoongi no?

—¿Alguien te revisó eso? —cuestionó sintiendo una especie de ardor en sus ojos.

—En algún momento —respondió sin mucha importancia.

—Realmente estás loco —gruñó bajo ante esa vaga respuesta.

Sin pensarlo, el pelinegro doncel se sentó en la orilla de la cama frente a Yoongi y apartó esas descuidadas vendas.

—¿Por qué no cuidaste tus heridas? ¿A caso eres estúpido? ¿Quieres morir? ¿Si sabes que puedes morir si no cuidas bien de tus heridas, cierto? —gruñó con molestia.

Y mientras más quitaba de esos sucios trozos de tela, más se molestaba al contemplar el estado de aquellas heridas.

—Tenía que estar ahí para ti —anunció, observándolo tranquilamente.

—¿Ahí para mí? —repitió con un resoplido—. ¿De qué te sirve pararte bajo la nieve en el borde del bosque? —se burló—. Aunque lo intentes, no podrías ni escucharme.

—Lo haría —anunció Yoongi, con seguridad.

—No, estaba a una buena distancia, no habrías podido escucharme.

—Lo habría hecho —juró atrapando sus manos, provocando que esos plateados ojos le observaran—. Habría ido hacia ti si me necesitabas, no te habría fallado otra vez.

La sinceridad y seguridad que reflejaron aquellos oscuros ojos, dejaron a Jimin sin palabras por un momento.

—Eso... No... —musitó y su expresión se tornó con dolor.

—Lo siento tanto, mi amor —pronunció Yoongi con un tono tan suave, cargado de culpa y dolor, que los ojos del doncel inevitablemente se llenaron de lágrimas.

—No... —pidió Jimin, e intentó retroceder, no queriendo escuchar.

Pero Yoongi se arrodilló ante él y siguió atrapando sus manos entre las suyas con una delicadeza acogedora.

—Lamento no haber estado ahí para ti cuando más me necesitabas, me castigo cada día por no haber logrado llegar contigo. Me odio a mí mismo por no haberte protegido y cuidado como tanto deseaba hacer, por romper mi promesa y defraudarte —expresó con silenciosas lágrimas recorriendo sus mejillas.

—Y-yoongi...

—Mi corazón sangra con cada día que estás lejos de mí, pero entiendo que no me quieras ver, no estuve ahí para ti cuando más me necesitabas y nunca me perdonaré aquello —expresó y Jimin sollozó.

Sollozó, porque Yoongi en ningún momento, intentó excusarse y decirle que si le buscó, no intentó usar sus heridas para demostrarle la verdad ante sus ojos, solo se disculpó por no haber estado ahí para él cuando más le necesitó.

—No cariño, no llores —pidió Yoongi con angustia.

Moviendo una de sus manos, la llevó al rostro de su doncel y retiro las lágrimas con el dorso de su dedo.

—Ya nada importa —pronunció Jimin, conteniendo su llanto a pesar de que las lágrimas solo caían—. Todo estuvo mal desde el principio, nosotros solo... No estábamos...

—No, no sigas —interrumpió negando—. Nosotros somos el destino del otro, solo tenemos que volver a intentarlo, mi corazón.

El corazón de Jimin se agitó violentamente en esperanza, en añoranza, pero aun así, cuando separó sus labios nada salió de ellos.

—No puedo —negó y tomó una profunda respiración antes de apartar sus manos—. Ni siquiera creo que pueda confiar en ti otra vez, Yoongi. O en cualquier otra persona. Te diste cuenta, tiemblo cada vez que alguien se me acerca demasiado. Lo que me hizo Min-Hyuk me dejó marcado, su recuerdo aún me persigue, estoy podrido por dentro —expresó.

—No, cariño, no estás podrido por dentro. Ese bastardo te hizo algo horrible e imperdonable. Sé que necesitas tu espacio, entiendo que requieres de tiempo para mejorar y superar todo, pero, cariño, por favor, no me dejes fuera —suplicó—. Dame la oportunidad de demostrarte que puedes confiar en mí otra vez. Déjame ganar toda tu confianza desde el principio —pidió y tocó con temor su mano—. Solo necesito una oportunidad, mi hermoso doncel.

Luchando contra su tembloroso labio inferior, Jimin lo mordió.

—Nuestro matrimonio ya fue disuelto, no hay razón para seguir... —murmuró.

Min Yoongi negó con firmeza.

—Tal vez para ti haya terminado, pero no para mí —declaró—. Para mi eres y siempre serás mi único y amado esposo, mi hermoso doncel, mi perfecto chico indomable. Eres mi razón de respirar, mi anhelo para vivir, mi felicidad —juró, besando sus nudillos—. Eres el único doncel al cual amaré en esta vida, Jimin, sin importar lo que suceda, sin importar lo que digas, eres mi único amor.

—No puedo con todo esto, Yoongi, no ahora —expresó con sus cejas fruncidas, evitando con todo su ser el volver a llorar.

Observando con cariño el rostro de su doncel, el guerrero se detuvo e inclinó su cuerpo para besar sus manos.

—Puedes tomarte todo el tiempo que necesites para pensarlo, cariño, solo quiero que sepas que estaré esperándote sin importar cuánto tardes —prometió en un bajo tono dulce.

Cuando Yoongi finalmente se apartó y se levantó, Jimin se abrazó a sí mismo, sintiéndose vacío nuevamente, con una sensación fría rodeándole. Al observarlo, el guerrero tomó su capa y la colocó alrededor de su cuerpo.

—Dejaste algo de ropa en nuestra casa, iré a buscarla —anunció.

Observándole alejarse, Jimin apretó los bordes de la capa que le rodeaba y le llamó, logrando que el guerrero se detuviera y le observara.

—Deja que alguien revise tus heridas... —pidió bajando la mirada.

—Lo haré —prometió Yoongi y finalmente salió de la habitación.

Quedando a solas en la habitación, Jimin se recostó en la cama y se arropó solamente con la capa de Yoongi. Cerrando sus ojos, dejó que las lágrimas fluyeran silenciosamente mientras ponía en orden sus sentimientos, sus emociones y sus pensamientos.

Cuando las lágrimas cesaron, Jimin abrió sus ojos con una única cosa en mente, descubrir lo que había sucedido aquella noche, lo que había pasado con Yoongi durante esa batalla.

Limpiándose cualquier rastro de lágrimas de su rostro, el pelinegro doncel se sentó en la cama y amarró la capa de Yoongi en el frente para que no se le cayera. Tomando una profunda respiración, se levantó intentando no colocar demasiado peso en su pie lastimado y cojeó lentamente hacia la puerta.

Caminando por el solitario pasillo, llegó hasta las escaleras y dudó por un momento observando su pie.

—¿Qué estás haciendo fuera de la habitación?

Observando al final de las escaleras, Jimin contempló al jefe del clan mirándole fijamente. Antes de que pudiera pronunciar palabra alguna, Namjoon ya se encontraba subiendo y deteniéndose a un par de escalones frente a él.

—Deberías de estar en la habitación, Jimin, te desmayaste del puro dolor —indicó con preocupación.

—Lo sé, pero... Necesitaba hablar con alguien —expresó.

—¿Necesitas algo?

El doncel negó y suspiró suave.

—Quiero saber lo que ocurrió con Yoongi la noche del ataque —explicó—. Vi sus heridas y... —negó.

—Debí de suponer que tú eras la razón por la cual le pidió al abuelo que le viera sus heridas —dijo con una pequeña sonrisa.

—¿Lo están tratando?

—Sí, y de paso recibiendo un sermón por no dejar que lo revisaran antes —comentó con una pequeña sonrisa—. Ven, volvamos a tu habitación, yo te contaré.

Asintiendo, el pelinegro doncel se dio vuelta y cojeó con pasos lentos devuelta a su habitación. Tan pronto como estuvo cerca de la cama, dejó escapar un suspiro de alivio al sentarse.

—¿Te puedo colocar esto? Ayudará a que el hueso se mantenga en su lugar —explicó Namjoon.

Alzando la mirada, Jimin se encontró con una especie de bota de madera, que solo cubría la parte trasera y la planta de su pie, mientras que en el frente había cinturones de cuero para amarrarla.

—Me la colocaré yo —anunció.

Asintiendo, el jefe del clan le entregó el aparato y luego se alejó para echarle más leña al fuego.

—Antes de comenzar, me gustaría disculparme —expresó Namjoon.

Confundido, el pelinegro doncel le observó.

—¿Disculparte por qué?

—Porque si hubiera manejado correctamente la situación, no nos habrían invadido de aquella forma tan horrible y tú no habrías sufrido —explicó—. Pensé que mi padre exageraba al siempre estar a la defensiva por todo y nada, pero ya he aprendido de mi error y no volverá a ocurrir.

—Está bien, no es como si tú los hubieras mandado —murmuró.

—Aun así, como tu clan te hemos fallado, y como jefe yo también, al no proteger correctamente a todos —se disculpó—. Pero no volverá a ocurrir, nunca más.

Observándole en silencio, Jimin asintió al encontrar nada más que decisión en su mirada.

—Esa noche, nos apartamos un momento al percibir que había menos gente de lo esperado dando sus vueltas, y cuando quisimos investigar, un guardia se nos acercó y nos alertó de los miembros que encontró muertos en sus puestos de vigilancia —comenzó Namjoon—. Para el momento en que entramos a la fiesta para alertar, ya nos habían invadido.

Terminando de colocarse la especie de bota, Jimin observó directamente a Namjoon.

—Los vi llegar —anunció—. SeokJin estaba vomitando afuera, lo lleve adentro tan pronto como los vi y le oculte bajo una mesa.

—Nunca podré agradecerte lo suficiente por ello —le sonrió Namjoon—. Al volver, ambos comenzamos a luchar, buscándolos entre el caos, pero es difícil buscar a una persona cuando estás rodeado de hombres con armas que intentan matarte en cada segundo en el que te distraes. A Jungkook le ocurrió eso.

—¿Qué le pasó?

—Como el abuelo y su esposo estaban cerca en el ataque, intentó proteger a ambos mientras intentaba sacarlos, pero al ver aquello, esos imbéciles fueron en grupo a atacar a Jungkook y cuando uno lastimó al abuelo, se distrajo y le golpearon por la espalda. Taehyung intentó defenderlos, pero solo es un doncel débil. Yoongi al pasar cerca, simplemente eliminó a esa basura y fue ese momento en que Byung-chul se le acercó y se aferró a él como si fuera su salvador —contó.

—Vi esa parte, pensé que todo ese tiempo lo estuvo defendiendo a él en vez de buscarme, por eso me aparté —confesó observando el suelo.

—Yoongi nunca lo defendió a él —rechazó Namjoon—. Y tan pronto como quitó esos tipos que intentaban matar al abuelo y a Jungkook, tiró a cualquiera de nuestros guerreros para que los protegieran y siguió buscándote, dejando sólo a ese doncel. Ambos los buscamos por todos lados, y una vez me encontré con SeokJin, Yoongi se dio cuenta de que no estabas y salió a buscarte por el pueblo —explicó—. Tan pronto como puse a mi amado en un lugar seguro, le seguí. Mientras me tomaba un momento para ayudar a mi gente, observé en primera fila a mi hermano matar a todo enemigo que se le cruzara en su camino, buscándose desesperadamente, sin importar cuantas heridas recibiera en el proceso, él no se detuvo, nunca. Incluso en el instante en que los dragones aparecieron, él siguió buscándote toda la noche, y cuando el sol salió, siguió haciéndolo, sin detenerse, sin tomar un descanso, te llamó y buscó por todo el clan, hasta que finalmente apareciste en la casa del abuelo —contó.

En silencio, Jimin cerró sus ojos y se tomó su tiempo para asimilar las palabras de Namjoon.

—Él nunca dejó de buscarte Jimin, incluso cuando caía por una herida, se volvía a levantar tercamente para seguir —añadió Namjoon—. Y cuando apareciste y te vio... Luego de que nos contaste lo que te hicieron... Nunca lo había visto tan destrozado —reveló—. El ver cómo te ibas a refugiar en el bosque, prácticamente vi como una parte de mi hermano se iba contigo ese día.

—Una parte de mí también se perdió esa noche... —murmuró Jimin.

Observándolo, Namjoon suspiró y volvió su mirada al fuego.

—No tengo palabras que sirvan de consuelo para este momento, que puedan ayudarte luego de lo que pasó esa noche. Lo único que puedo decir, es que nada fue tu culpa y Yoongi realmente te buscó desesperadamente hasta el cansancio —expresó—. No sé cómo te sientes en este momento, no tengo idea de cómo ayudarte para calmar las heridas de tu corazón, pero sí sé, que mi hermano realmente te ama y no se va a rendir contigo, por lo que solo puedo rezar para que tú tampoco te rindas con ustedes.

Respirando profundo, Jimin admiró la capa que cubría su cuerpo.

—Es algo difícil de hacer cuando tienes una lucha contigo mismo —reveló en un murmullo.

—Solo recuerda que no estás solo, Jimin. No solamente tienes a ese esclavo amigo tuyo, también los tienes a nosotros, especialmente a Yoongi —le sonrió con tristeza—. Sin importar qué, Yoongi no te volverá a dejar solo.

—¿Es por eso que se quedó parado a la orilla del bosque?

—Sí —asintió—. Día o noche él está ahí parado, esperando que llames por él. El único momento en el que no ha estado allá, es cuando se desmaya del cansancio, que entonces logramos meterlo en la cama y alimentar su cuerpo cuando despierta antes de que vuelva a lo mismo —contó.

—Eso es estúpido —negó el doncel—. No tiene sentido que esté esperando ahí descuidándose a sí mismo. Ni siquiera podría llegar a mí o oírme si gritara.

—Yo creo que sí —anunció Namjoon—. Si hubieras llamado por él otra vez, él habría ido.

Negando, Jimin se acurrucó más en la capa de Yoongi, encontrando una extraña calidez gratificante en la tela, a pesar del estado en que se encontraba esta.

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