༺ Capítulo L ༻
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༺ 2/2 ༻
Reunidos en la casa de Gook-Hwan, Min Yoongi y Min Namjoon no tenían las mejores expresiones del mundo en lo que esperaban parados alrededor del fuego.
—Es mi culpa, debí de haber reportado que Ahin se estaba volviendo cercana al guardia —gruñó Yoongi.
—No, esto es mi culpa —anunció Namjoon con molestia—. Me concentré tanto en mi felicidad y mis responsabilidades con el clan, que olvidé que Ahin podría ser un verdadero problema —expresó—. Debí de haber tenido una mejor vigilancia con ella, pero estúpidamente opté por olvidarla.
—Ninguno logra nada culpándose a sí mismo —indicó Gook-Hwan.
—Mi esposo salió lastimado por culpa de esa maldita perra malvada —espetó Yoongi.
—Mi pareja casi sale lastimado y podría hasta haber perdido a nuestro bebé de no ser por Jimin —se quejó Namjoon.
—Es por eso por lo que ahora estamos reunidos aquí luego de haber dejado a sus parejas en sus respectivas casas —les recordó el abuelo Min tranquilamente—. Para decidir finalmente el destino de esa malvada mujer.
—Tiene que morir. —sentenció Yoongi—. Tocó a Jimin e intentó dañar al próximo jefe de este clan que ni siquiera ha nacido aún, no puede permanecer vida.
—No puedes matarla solo porque lastimó a tu esposo —indicó Gook-Hwan un tanto divertido.
—¿Sí? Pues mírame hacerlo —gruñó colocando su mano sobre la empuñadura de su espalda.
—Aunque es agradable verte tan preocupado por la salud de tu doncel, no lo harás —negó—. Además, recuerda que Jimin dejó mucho peor a Ahin.
—Eso no quiere decir nada, de igual forma tocó a quien no debió haber tocado —expresó oscuramente.
Negando con un suspiro, Gook-Hwan observo al silencio jefe del clan.
—¿Qué es lo que piensas hacer? Y será mejor que pienses sabiamente —indicó.
Cruzando sus brazos, Namjoon observó con expresión severa el chispeante fuego ante ellos.
—Todos recibieran castigo —declaró—. Desde los esclavos que la ayudaron, el guerrero que cayó bajo sus artimañas y la misma Ahin —decidió.
—¿Qué castigo les darás? —preguntó Yoongi, interesado.
—Lo anunciaré tan pronto como Jungkook llegue con el guerrero —respondió.
—¿Puedo darle yo su castigo a Ahin? —pidió—. Le hare sufrir por tocar a nuestras parejas —le recordó.
—Realmente estás molesto —comentó su abuelo.
Aquellos oscuros ojos le observaron frustrado.
—Le prometí a Jimin que nadie más lo dañaría en este clan. Me juré a mí mismo que no permitiría que nadie lo dañara o tocara un solo pelo de su cabeza —espetó duramente—. ¿Qué clase de guerrero soy si no puedo mantener mis promesas?
—Lo mismo es con mi con SeokJin —expresó su hermano—. Ahin no saldrá de nuestras tierras sin pagar por lo que ha hecho e intentó hacer —aseguró.
Como si decidiera que ya era momento de aparecer, la puerta se abrió revelando a Jungkook con un par de hombres. Con una expresión molesta, Jeon lanzó al hombre que arrastraba frente a ellos.
—Lamento la demora, este idiota alcanzó a robar uno de nuestros barcos pequeños y tuve que salir a cazarlo —explicó molesto.
—Bueno, al menos parece que ya están todos los culpables —expresó el abuelo Min.
—Traigan a los otros —ordenó Namjoon.
Inmediatamente, los guerreros que acompañaban a Jungkook, asintieron y se movieron siguiendo la orden de su jefe.
Pronto, los restantes tres culpables fueron apareciendo uno por uno, cada uno de ellos con sus manos amarradas y sus cuerpos temblando producto de haber estado expuestos al frío. Al igual que el traidor, los lanzaron al suelo junto a este.
—Arrodíllenlos para recibir su sentencia —ordenó Gook-Hwan.
—Yo no me arrodillaré ante ninguno de ustedes —escupió Ahin, y la perra realmente escupió a los pies de los tres.
Mucho antes de que Jungkook se moviera, Yoongi se deslizó al lado de ella y le dio un buen golpe en el estómago que la derribó en el suelo otra vez. Agarrando su cabello bruscamente, tiró de ella y la enderezó hasta arrodillarla al igual que los otros culpables.
—Como ustedes ya están en lo más bajo siendo dos esclavos, y aun así confabularon con Ahin para hacer el mal y tomaron parte de ello al dañar a mi doncel, he decidido que no hay realmente un castigo para ustedes que les haga entender lo mal que hicieron —expresó Namjoon—. Es por ello que perderán la vida.
Tan pronto escucharon su sentencia, ambos esclavos lloraron suplicando perdón, pero nadie dijo nada por ellos.
Ignorándolos, el jefe del clan se paró directamente frente a quien creía que era uno de sus hombres.
—Para ti, quien no sólo defraudó a todo su clan al dejarse seducir por una bruja, sino que te deshiciste de tu lealtad hacia nosotros al decidir ayudarla a escapar, he decidido que perderás todo tu honor como guerrero. Frente a todos informaremos de tus acciones y decisiones, serás dado de baja a un simple esclavo forzado a trabajar por una comida al día y grabaremos en tu piel que eres un traidor, para que no olvides tus actos —sentenció.
—¡Yo no sabía que ella intentaría ir contra su pareja! —exclamó—. Se supone que escaparíamos juntos.
—Debiste ser más inteligente y haber sabido que solo te estaba utilizando, muchacho —negó Gook-Hwan—. Sé agradecido con tu líder, quien no quiso matarte por tus actos, al igual que ese par de esclavos.
—¿Qué sucede conmigo? No me puedes matar ni tratar como un esclavo, soy la hija del jefe de su clan —exclamó Ahin, manteniendo su compostura arrogante.
—No, para ti tengo un castigo mucho peor —anunció Namjoon, observándola con furia silenciosa—. Pero a ti, te diré tu sentencia frente a todo mi clan, ya no tendré algo de respeto para manejar este asunto internamente, ya que sigues aprovechándote de la situación para engatusar y dañar a los demás —expresó—. Pero atormentaré tu mente diciendo que ya no tendrás el privilegio de usar como escudo el que nuestro matrimonio fuera parte de un acuerdo ni el que seas hija del clan Lee. Perdiste todo al decidir dañar a mi hijo en el vientre de mi doncel —declaró—. Enciérrenlos todos juntos en las celdas donde van los traidores. Quiero cinco guardias alrededor de ellos que se aseguraran de que no escapen, mueran o dañen entre ellos hasta su condena —ordenó.
—Me encargaré personalmente de ello —anunció Jungkook, levantando bruscamente a Ahin—. Es lo menos que puedo hacer por no haber hecho bien mi trabajo.
—Tendré a un esclavo y sirviente a disposición de tu prometido hasta que vuelvas con él —expresó Gook-Hwan.
Observando en silencio como retiraban a todos los culpables, Yoongi observó a su hermano.
—Déjame ser quien castigue a Ahin —pidió.
—Mientras sigas mi sentencia, no tengo problema —asintió Namjoon.
—Si puedo lastimarla y verla retorcerse de dolor, no me importa —expresó—. Esa víbora ni siquiera debe de tener algún privilegio por ser mujer.
—Bien, con todo esto solucionado por ahora, sugiero que todos vayamos a dormir —anunció el abuelo Min—. Mi cuerpo viejo está cansado. Tu doncel debe de estar preocupado y conmocionado aún con la noticia —señaló a Namjoon—. Y el tuyo debe de estar esperando información —observó a Yoongi.
A sintiendo de acuerdo, Yoongi fue por su capa y tomó una antorcha para iluminar su camino antes de salir. Como Namjoon decidió pasar la noche en la casa de su abuelo, fue el único que camino por el silencioso pueblo. Siendo tan tarde, incluso el fuego en la parte superior de los pilares de madera y piedra ya había sido apagado.
Dirigiéndose a su casa, el guerrero apresuró su paso al saber que Jimin probablemente debería de estar despierto aún, esperando por noticias.
Tan pronto como vislumbró la figura de su casa, se sorprendió de qué hubiera una pequeña antorcha en el exterior, ubicada al lado de la puerta, como si estuviera avisando que le esperaba.
Apagando la que tenía en mano, el guerrero tomó la que dejaron para él y entró en su casa. No dejando que el frío exterior se internara, cerro rápidamente la puerta y observó a su alrededor.
La fogata ya estaba en las últimas brazas, el joven esclavo de su esposo dormía plácidamente en un juego de pieles frente a esta. La puerta de su habitación estaba cerrada.
Al final, parecía que su doncel sí logró convencer a su hermano de dormir en su casa.
Dirigiéndose a su habitación, se detuvo un momento frente a la puerta semi abierta. La mirada del guerrero inmediatamente reparó en la hermosa figura de su doncel sentado frente al fuego, dándole la espalda. La luz roja de este besaba la pálida piel desnuda de su pareja, dejando cautivado a Yoongi ante la imagen del perfecto dios sensual que era Jimin.
Aunque todo deseo y apreciación, quedó en segundo plano tan pronto fue consiente de los hematomas que su esposo intentaba tratar por su cuenta.
—¿Lo hizo esa perra? —cuestionó, entrando en la habitación.
Sobresaltándose ante la repentina voz de su esposo, Jimin observó sobre su hombro y contempló a Yoongi apagar su antorcha antes de quitarse su capa.
—Pensé que podrías tardar más, considerando lo que hizo Ahin —comentó e intentó cubrir su cuerpo con su camisa de lino.
Acercándose, el guerrero cayó sobre sus rodillas justo detrás de su doncel. Alzando sus manos, detuvo las de Jimin.
—Quiero ver —pidió.
—Solo son manchas en mi piel, no es necesario que las veas —pronunció manteniendo su mirada al frente.
—Son golpes sobre tu piel, no manchas —aclaró—. Quiero verlos, por favor —insistió.
Dejando ir un suspiro, el pelinegro doncel dudó unos segundos. Lentamente, bajó sus manos y permitió que Yoongi le quitara nuevamente la camisa, sabiendo que con ello volvería apreciar las pequeñas cicatrices en su piel que lo volvían imperfecto.
—Intentaba... Uhm, como no se las mostré al sanador, intentaba colocar un ungüento yo mismo —comentó ante el silencio que se presentó.
—¿Te ayudará con el dolor? —preguntó Yoongi, observando la hermosa figura de su doncel.
—No me duele tanto en realidad, pero evitará que me duela más —explicó.
Cuando solo hubo silencio otra vez, el pelinegro doncel observó con curiosidad la mano de su pareja aparecer por un costado de su cuerpo.
—¿Qué?
—Dámela, yo la colocaré.
—No es necesario, puedo tratarme a mí mismo.
—Quiero hacerlo, Jimin, y necesito disculparme por haber permitido que Ahin tocara tu cuerpo —expresó y su mano acarició tiernamente un hematoma en su cintura.
—¿Cómo puede ser tu culpa exactamente? Tú no le dijiste que me golpeara.
—Pero es mi culpa —insistió—. Vi como Ahin se estaba volviendo cercana al guerrero que se encargaba de mantenerla atrapada en su casa, y en vez de tratar rápidamente con ello, me concentré en otros asuntos —explicó.
Suspirando, Jimin giró y enfrentó a su tonto esposo.
—Sé que te debes de sentir culpable por lo que intentó hacerle a SeokJin. Pero deberías de verle el lado bueno al asunto y agradecer que estaba ahí para evitar que lograra su propósito —indicó—. Además, no eres el único que ve por este clan y tiene responsabilidades. Sé que Jungkook está recuperando el tiempo perdido con Taehyung, pero no por ello debe de estar preocupado solamente por su prometido e ir con este tan pronto como termine sus deberes. Si se hubiera dado una vuelta como tú, se habría percatado lo de ese guardia —argumento.
Pero la atención de Yoongi, estaba completamente en los hematomas que decoraban el frente de su doncel.
—¿No lo entiendes? No me siento culpable por lo que intentaron hacerle a SeokJin, me siento horrible por haber permitido que tú salieras herido —se quejó.
—¿Yo? —parpadeo con cierta sorpresa.
Y otra vez, ese divertido cosquilleo surgió en el estómago del doncel ante las palabras del contrario.
—Tú eres mi esposo, Jimin, a quien prometí cuidar, proteger y respetar —le recordó.
—Pero no necesito que nadie me cuide o proteja, puedo hacerlo por mí mismo, debiste de haber apreciado como dejé a Ahin —indicó.
Soltando un profundo suspiro, Yoongi tomó su rostro entre sus manos y lo acercó.
—Que sepa que puedes cuidar de ti mismo no significa que te dejaré solo a tu suerte, así como que no moriré de preocupación se veo alguna herida en ti —expresó—. Sé que aún te cuesta creerlo, pero te volviste alguien muy importante para mí, Jimin, y no me quedaré de brazos cruzados solo observando cuando puedo hacer algo por ti, para que tengas una vida mejor y más tranquila, algo que te merezcas.
Observándolo fijamente, el doncel no pudo contemplar más que sinceridad pura en su mirada. Era un tanto extraño la forma agradable que se sentía su cuerpo, como el dolor parecía incluso disminuir, ante la preocupación de otro.
—De acuerdo —aceptó—. Solo debes de colocarla encima de las manchas de colores —indicó empujándole el cuenco con el ungüento.
Una deslumbrante sonrisa agradecida apareció en el rostro del guerrero. Tomando el ungüento, untó tres dedos en ella y luego acarició suavemente cerca de las costillas de su doncel.
Jimin tembló suavemente ante el delicado toque y contempló el rostro de su esposo, pero más allá de intentar aprovechar la situación y la aproximación entre ellos, Yoongi realmente se preocupó por cubrir con extrema delicadeza cada hematoma que cubría su piel, completamente concentrado en su tarea.
—Ahora, tu espalda —indicó una vez terminó con el frente.
Asintiendo, el pelinegro doncel volvió a girar y le mostró su espalda. Reuniendo todo su cabello por un costado de su cuello, lo trenzó para que no molestara.
Otra vez, el toque de Yoongi fue delicado y suave al colocar el ungüento en su espalda.
—¿Tienes alguno más? —preguntó en un tono bajo una vez terminó.
—No, esos fueron todos los que encontré.
—¿Qué hay que hacer ahora?
—Nada, el ungüento se secará rápidamente, por lo que pronto podré ir a la cama —explicó—. Puedes ir antes si quieres —indicó dándole una mirada sobre su hombro.
—No, te esperaré.
Asintiendo, Jimin intentó girar otra vez, pero al observar que su pareja se comenzaba a quitar la ropa, se quedó donde mismo y observó directamente hacia el fuego, sin atreverse a mirar ese gran cuerpo desnudo.
—¿Qué decidieron hacer con Ahin? —preguntó, llenando el silencio cómodo.
—Los dos esclavos morirán, el guerrero cambió a un esclavo traidor y Namjoon no quiso decir sobre Ahin hasta mañana, pero dijo que ya había perdido su consideración al ser la hija del clan Lee, por lo que supongo que finalmente recibirá un castigo que se merece —anunció.
Acercándose a su cama, Yoongi corrió las mantas y pieles hacia atrás.
—Espero que así sea, esa mujer no tiene límites —suspiro Jimin.
—Ahora creo que los conocerá —aseguró Yoongi—. Namjoon se veía muy molesto.
—Atacó a SeokJin e intentó dañar a su bebé, aquel con el que tanto ha soñado tener, su primer hijo... Creo que cualquiera estaría molesto —indicó.
Observando el perfil de su doncel frente al fuego, por alguna razón, la idea de su vientre hinchado con su hijo provocó una inexplicable emoción y deseo en el guerrero. Definitivamente, Jimin sería el doncel más hermoso cuando aquello ocurriera.
—¿Por qué me miras con esa sonrisa tonta? —cuestionó su esposo, observándole y luego evitando mirarle.
Yoongi negó un tanto divertido. Ya podría pensar en ese tipo de cosas cuando su doncel pudiera observarle completamente desnudo y no evitar su mirada.
—¿Ya estás listo?
Tocando su piel para comprobar, el pelinegro doncel asintió. Estirándose para alcanzar su camisa de lino, la sorpresa bañó su rostro cuando su tonto esposo la agarró primero. Ayudándole a colocársela, tan pronto como estuvo listo, simplemente le tomó entre sus brazos con cuidado.
—¿Qué haces?
—Te llevó a la cama para dormir —respondió tranquilamente.
Dejándole suavemente en la cama, el guerrero volvió a tirar de las mantas y cubrió su cuerpo con ellas.
Rodeando la cama, Yoongi se acostó al lado de su esposo, se tapó y giró para observarle, encontrándose con esos ojos plateados mirándole confuso.
—¿No me...? Ya sabes...
—¿Qué cosa? —preguntó con una pequeña sonrisa.
—Siempre me atrapas con tu cuerpo antes de quedarnos dormidos —pronunció bajo.
—No puedo hacer eso —negó.
—¿Por qué? ¿Solo porque estoy un poco lastimado? —cuestionó y luego se irritó—. ¿Sabes qué? No me importa —bufó y giró dándole la espalda.
Sonriendo, Yoongi se acercó por detrás y cubrió todo el cuerpo de su doncel con el suyo. Abrazándole, empujó más esa pequeña espalda contra su pecho para que no hubiera espacio alguno entre ellos y su sonrisa creció al percibir el pequeño jadeo de Jimin al sentir su zona inferior encajando entre sus nalgas.
—No quería no sólo porque estás lastimado, sino porque no necesitas sentir lo que produces en mi cuerpo esta noche, solo debes descansar tranquilamente —explicó cerca de su oído.
Varios segundos pasaron en los que el doncel se mantuvo en silencio, y el guerrero se movió para retroceder, pensando que había cruzado la línea.
—No te muevas —ordenó Jimin, afirmando el brazo en su estómago—. Yo... Me gusta sentir lo que provoco en tu cuerpo —reveló.
Sonriente, Yoongi empujó su rostro en su cuello y cerró sus ojos.
—Duerme, cariño, esta noche no sucederá nada aunque me dieras permiso de ir más allá —pronunció abrazándole firme—. Tienes que estar en tus mejores condiciones para cuando me des el honor de probar tu cuerpo.
Jimin trago.
—¿Por qué?
—Porque una vez no será suficiente para mí, no con todo lo que me has hecho desearte, dejando mi cuerpo doliendo por ti —respondió bajo—. Cuando estés decidido a avanzar, te devoraré por completo y amaré tu cuerpo hasta que mi esencia quede grabada en ti —juro.
—¿Lo prometes?
—Creo que esto lo dice todo —gruñó bajo, empujando suavemente su cadera.
Jimin soltó una baja risa y cerró sus ojos, sonriente. Ahora, sentía mucha más curiosidad por las palabras de SeokJin.
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