36 | no hay otra manera
—Hola —dijo Natasha en voz baja, entrando en la habitación de Alina.
Poco después de que llevaran a Tony al ala médica, Alina se fue a su habitación. Estaba como lo había dejado después de su visita el verano anterior, cuando decoró la habitación con la ayuda de Peter. Empujó la silla de ruedas hacia la cómoda y tomó la fotografía enmarcada que Peter había insistido en que mantuviera a la vista. En ella, Alina estaba sonriendo, Ned, Peter y MJ aparecían junto a ella.
—Estúpido —había murmurado Alian, golpeando el marco sobre el escritorio—. Idiotas ingenuos.
Natasha la encontró mirando por la ventana, con la cabeza apoyada en su mano—. ¿Estás bien?
—No.
—Me imaginé —dijo Natasha, sentándose al lado de la silla de ruedas de Alina—. Lamento que hayas tenido que pasar por eso. No tenía idea de que eras... que eras parte del equipo.
—¿Qué equipo? —preguntó Alina—. Esto no es un equipo. Este es un grupo de personas a las que les patearon los traseros porque no pueden trabajar juntos. Eso no es un equipo.
—No, tienes razón —dijo Natasha—. Es una familia.
—Yo tenía una familia —dijo Alina—. Peter era mi familia, y ahora se ha ido.
—Lamento que lo hayas perdido —dijo Natasha con tristeza—. No puedo imaginar cuánto duele.
—¿Yelena? —preguntó Alina—. ¿Has escuchado algo de Yelena?
Natasha negó con la cabeza—. No se ha registrado. Creo... creo que fue una de las que desapareció.
Alina cerró los ojos. La tía May se había ido, MJ se había ido, Ned se había ido, ¿y ahora Yelena? Todos los que conocía se habían ido, y ella estaba sola. Solo le quedaba Natasha y Tony, quien apenas podía mirarla porque cada vez que lo hacía recordaba lo que habían perdido.
Natasha entendió por lo que estaba pasando Alina porque ella había estado de la misma manera cuando escapó de la Habitación Roja. Había sido mayor, pero aún tuvo que superar emociones que nunca antes había sentido y permitirse abrirse a la idea de trabajar con otros.
—Vas a estar bien —dijo Natasha—. Vamos a superar esto.
Alina negó con la cabeza—. Lo vi morir. Él... murió justo en frente de mí. ¿Cómo te recuperas de ver algo así?
—Con el tiempo —respondió Natasha—. Todo va a estar bien. Creemos... creemos que lo encontramos.
Los ojos de Alina se agrandaron—. ¿Qué?
—Encontramos a Thanos —dijo Natasha—. Pero todos acordamos en que te quedes aquí.
—¿Qué? No —dijo Alina—. Yo no... quiero estar allí.
—No eres lo suficientemente fuerte —dijo Natasha—. Alina, no tienes ni un tercio de tu masa muscular. Apenas puedes ponerte de pie, no vendrás con nosotros. Lo encontraremos a él y a las Gemas, y traeremos a todos de vuelta. ¿Entendido?
—Necesito estar allí —dijo Alina—. Thanos debe pagar por lo que hizo.
—Y lo hará —le prometió Natasha.
Natasha tomó la mano de Alina y la chica parpadeó para contener las lágrimas—. Lo extraño.
—Lo sé —dijo Natasha en voz baja—. Lo sé.
—¿Alguna vez deja de doler? —preguntó Alina—. En la Habitación Roja era dolor físico. Pero esto... esto duele en lugares que ni siquiera pensé que podrían doler.
—Nunca deja de doler —respondió Natasha—. Solo aprender a vivir con ello. Y después de ver cómo estás ahora, en comparación con hace dos años, estoy bastante segura de que estarás bien.
—
Alina se sentó con Pepper Potts al lado de la cama de Tony. Habían tenido mucho tiempo en los últimos años para conocerse, y dado que Tony era técnicamente responsable de Alina hasta que cumpliera dieciocho años, Pepper se aseguró de tratar a la chica como a su propia hija. Casi podría haber sido suya, con la misma cabellera rubia que ella y los ojos marrones como los de Tony. En otra vida, ella podría haber sido la hija que podrían haber tenido.
—Siento mucho lo de Peter —dijo Pepper.
—Como todo el mundo —respondió Alina en voz baja, con los ojos fijos en Tony—. Pero eso no lo hace mejor.
—Y no lo hará —dijo Pepper—. Nada de lo que nadie diga va a mejorar esta situación, pero quiero que sepas que siempre tendrás un lugar con nosotros. Tony y yo hablábamos de pedirte que vivieras con nosotros antes... antes de todo esto.
—¿Qué? —preguntó Alina.
—Solo si quieres —dijo Pepper—. No tienes que hacerlo, pero estábamos pensando que podrías venir a vivir con nosotros. Ahora, supongo, más que nunca.
Alina levantó las cejas—. ¿Quieres que viva contigo?
No tenía adónde ir. Todos los que conocía se habían ido, y estaba sola, entonces, ¿realmente sería tan malo mudarse con Tony y Pepper? No habían sido más que amables con ella desde que la conocieron y le proporcionaron todo lo que necesitaba. Eran las únicas personas que le quedaban además de Natasha, por lo que tenía sentido que viviera con ellos. Todavía tenía diecisiete años, demasiado joven para vivir sola, así que asintió.
—Me gustaría eso —dijo Alina.
Escuchó un zumbido y sus ojos se abrieron con sorpresa. Pepper frunció el ceño.
—Regresaron —dijo Alina.
Pasó su silla de ruedas por el complejo, bajó la rampa y salió al vestíbulo. Vio al equipo acercándose, con los hombros encorvados mientras caminaban derrotados hacia el recinto, y sus ojos se abrieron cuando vio el rostro de Natasha.
No había funcionado.
Cuando llegaron a Pepper y Alina, Rhodey negó con la cabeza—. No funcionó.
—¿Qué? —preguntó Pepper—. ¿Qué quieres decir? ¿No lo encontraron?
—Lo encontramos —dijo Natasha—. Pero usó las Gemas para destruir las Gemas.
—¿Qué significa eso? —preguntó Alina.
—Significa que no hay forma de traerlos de regreso —dijo Steve—. Perdimos. Esto es todo.
Alina sintió que el corazón se le subía al estómago cuando dejó escapar un suspiro—. ¿Qué? No, Tiene que haber otra manera.
Steve negó con la cabeza—. Lo siento, Alina. No hay otra manera.
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