35 | ni confianza

Durante las próximas tres semanas, Alina estuvo varada en el espacio en la nave de Quill con Tony y Nebula, quienes los había llevado fuera de Titán hacia la profunda y vasta negrura del espacio. La nave se quedó sin combustible y estaban a mil millones de años luz de cualquier tipo de civilización.

Alina apenas comió, lo que preocupó a Tony. Apenas había suficientes raciones de comida para todos, y racionarla estaba resultando ser una tarea difícil. Se estaban quedando sin comida desesperadamente, y el agua escaseaba.

Alina pasó las tres semanas sentada en la cabina mirando al espacio, preguntándose cómo sería morir. Al menos, si todo estaba en silencio, ella no sentiría nada y volvería a ver a Peter, un pensamiento que resultó ser su único consuelo mientras esperaba la muerte.

Nunca había experimentado un dolor como ese. La estaba desgarrando una y otra vez, su incapacidad para proteger o salvar a Peter convirtiéndose en el lugar predilecto de sus pesadillas. Cuando logró dormir, todo lo que veía era Peter convirtiéndose en polvo ante sus ojos. A veces hablaba, culpándola por no esforzarse lo suficiente o llamándola débil por llorar. Cada vez que se despertaba, había lágrimas en sus ojos de las que no podía deshacerse.

Justo cuando pensaba que iba a ser el final, se salvaron y Carol Danvers los encontró. Alina quedó cegada por la luz que emitía, y cuando vio a la mujer a través de la ventana, se preguntó si ya estaría muerta. Entonces sintió la mano de Tony en su brazo, débil pero firme, y supo que no era un sueño. De alguna manera, habían sobrevivido lo suficiente para ser rescatados.

Alina no estaba segura de si eso era algo bueno. Por un lado, significaba que sería capaz de encontrar a Thanos y tomar venganza por haberle quitado a Peter, pero por otro lado, tendría que vivir con el dolor que atormentaba su corazón.

Cuando la nave entró en la atmósfera de la Tierra, maniobrada por Carol hasta los terrenos fuera del recinto de los Vengadores, Alina se levantó rápidamente. Todo su cuerpo se había apagado y estaba tan delgada que podía sentir los huesos de la cadera debajo de la camisa. Nebula la ayudó, apoyándola mientras descendían por la rampa y dejaban la nave que había sido su tumba durante tres semanas.

Alina vio a la gente correr hacia ellos, Steve Rogers alcanzando a Tony mientras Natasha Romanoff alcanzaba a Alina. Cuando vio a la chica, la abrazó mientras sostenía su frágil cuerpo.

—Gracias a Dios —susurró Natasha, pasando su mano por el pelo de Alina—. Gracias a Dios.

—Perdí a Peter —dijo Alina, aferrándose a Natasha—. Lo perdí.

—Lo sé —respondió Natasha en voz baja—. Vamos.





Sentada en una silla de ruedas con una vía intravenosa en el brazo, Alina se quedó mirando el holograma mientras mostraba los rostros de todos los que fueron víctimas del chasquido de Thanos. Le habían presentado a los Vengadores restantes, incluida Carol, quien había sido quien los había salvado del espacio, pero apenas había hablado con ninguno de ellos.

—Pasaron 23 días desde que Thanos vino a la Tierra —dijo Rhodey.

—Los gobiernos están destruidos —dijo Natasha—. Las partes que funcionan están tratando de hacer un censo y parece que lo hizo —Alina se tapó la boca con la mano cuando vio aparecer la cara de Peter—. Hizo exactamente lo que dijo que iba a hacer. Thanos eliminó el 50% de todos los seres vivos.

Tony preguntó—: ¿Dónde está ahora? ¿Dónde?

—No lo sabemos —respondió Steve—. Simplemente abrió un portal y lo atravesó.

—¿Qué le pasa? —preguntó Tony, señalando a Thor, quien no había hablado mucho.

—Ah, está enojado —comentó Rocket—. Cree que fracasó. Que lo hizo, sin duda... pero hay mucho fracaso dando vueltas, ¿no?

Tony se quedó atónito—. Honestamente, hasta hace un segundo pensé que eras un osito de peluche.

—Quizá lo sea.

—Buscamos a Thanos por tres semanas —dijo Steve—. Con escáneres del espacio profundo y satélites, y no hallamos nada. Tony, peleaste con él.

—¿Quién te dijo eso? —preguntó Tony—. No peleé con él. No, me limpió la cara con un planeta mientras el mago de la calle Bleecker regaló la Gema. Eso fue lo que pasó. No hubo pelea porque no se lo puede vencer.

—¿Te dio alguna pista, coordenadas, algo? —preguntó Steve.

—Ah, sí, déjame recordar ese breve momento cuando nos estaba pateando el trasero y nos contó su gran plan —dijo Alina con amargura—. Esto no es una película. Nosotros no... nos ganó. Eso es todo lo que tenemos.

Tony miró a Steve—. Lo vi venir hace unos años. Tuve una visión. No quería creerla, pensé que estaba soñando.

—Tony, necesito que te concentres —dijo Steve.

—Y yo te necesitaba —espetó Tony—. En tiempo pasado. Eso supera lo que tú necesitabas. Es demasiado tarde, compañero. Lo siento.

Alina entendía el enojo de Tony. Sabía todo lo que sucedió entre él y Steve, cómo los Acuerdos y la lealtad de Steve hacia su amigo Bucky finalmente habían destrozado a los Vengadores. Tony le había contado al respecto, por lo que entendió por qué estaba molesto.

—¿Sabes lo que necesito? —preguntó Tony—. Afeitarme —se puso de pie y tiró de la vía intravenosa de su brazo—. Y creo que recuerdo haberles dicho a todos ustedes... vivos y muertos, que necesitábamos una armadura alrededor del mundo. ¿Lo recuerdan? Afectara o no nuestras preciadas libertades. Eso es lo que necesitábamos.

—Bueno, eso no funcionó, ¿verdad? —respondió Steve.

—Dije que perderíamos —dijo Tony—. Y tú djiste: "lo haremos juntos". Y adivina qué, Cap. Perdimos, y tú no estabas allí. Pero eso es lo que hacemos, ¿no? Trabajamos mejor después del hecho. Somos los "Vengadores". Somos los "Vengadores", no los "Evitadores", ¿verdad?

—Está bien —dijo Rhodey—. Ya diste tu opinión. Ahora siéntate, ¿de acuerdo?

—No, no, esta es mi opinión —dijo Tony, antes de señalar a Carol—. Ella es genial.

—Tony, estás mal —protestó Rhodey—. Siéntate.

—Te necesitamos —le dijo Tony a Carol—. Eres sangre nueva. Montón de mulas viejas y cansadas. No tengo nada para ti, Cap. No tengo coordenadas, ni pistas, ni estrategias, ni opciones. Cero. Ninguna. Nada. Ni confianza, mentiroso —Tony arrancó el reactor de arco de su pecho y lo golpeó en la mano de Steve—. Toma, toma esto. Tú lo encontraste, ponlo en... tu escondite.

Tony se arrodilló y todos convergieron a su alrededor. Steve se abalanzó sobre él—. ¡Tony!

—Estoy bien —dijo Tony—. Déjame...

Se desmayó, y Alina observó desde su silla de ruedas, demasiado débil para moverse, mientras Tony Stark perdía la poca esperanza que le quedaba.

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