12 | en mi naturaleza

Cuando Peter llegó a casa, encontró a Alina esperándolo en su habitación. Cuando entró, ella se puso de pie para saludarlo y le dijo—: Tengo que contarte algo —exactamente al mismo tiempo que Peter decía lo mismo. 

—Tú primero. 

—No, tú primero —dijo Alina.

—Bien, lamento lo de la fiesta —dijo Peter—. Pero hubo una explosión, así que la seguí y unos tipos estaban probando armas superpoderosas y encontré algo —sacó un dispositivo de la mochila de color púrpura que brillaba—. No sé qué es. Parece casi alienígena.

—Eso es genial —comentó Alina. 

—Está bien, te toca —dijo Peter. 

—Bueno, quiero decir, lo mío no es genial en comparación a eso —dijo Alina—. Estaba caminando a casa después de la y me encontré con Daredevil. Y aceptó enseñarme algunos movimientos.

Peter palideció—. ¿Daredevil? ¿El tipo que derribó a Wilson Fisk? 

—¿Wilson Fisk? —preguntó Alina. 

—Pensé que ya sabías sobre él —dijo Peter—. Eres monstruosamente buena en ese tipo de cosas.

—Estaba esperando que regresaras —dijo Alina antes de golpear el hombro de Peter—. ¿Cómo pudiste dejarme atrás? Yo también quiero luchar contra tecnología alienígena. Eso suena genial. En cambio, peleé con tres borrachos en un callejón. 

—Espera, ¿qué? —preguntó Peter—. ¿Te metiste en una pelea? ¿Estás bien?

—Estoy bien —respondió Alina—. Tuve ayuda. 

—¿De Daredevil? —preguntó Peter. 

—Sí —respondió ella—. Aunque lo tenía bajo control. 

—¿Estás segura de que no estás herida? —preguntó Peter, inclinando la barbilla de Alina para tratar de ver si estaba mintiendo.

Ella golpeó su mano lejos—. Estoy bien. Deja de preocuparte por mí. 

—Siempre me preocupo por ti —dijo Peter. 

Alina puso los ojos en blanco—. No necesito que se preocupen por mí.

Peter asintió—. Está bien. Eh... ¿llamaste a la policía?

—No, básicamente lo hicieron ellos mismos —respondió Alina—. Uno disparó un arma y los policías vinieron y se los llevaron... supongo. Me fui antes de eso. 

La mandíbula de Peter estaba floja mientras asimilaba lo que ella estaba diciendo—. ¿Qué? No tengo palabras. 

—Como sea —respondió Alina—. Ahora, muéstrame esa tecnología alienígena.




Al día siguiente en la escuela, Ned, Alina y Peter estaban tratando de averiguar qué hacer con la piedra púrpura que habían quitado del resto del dispositivo. Estaba claro que quienquiera que hubiera creado el arma estaba combinando tecnología alienígena con tecnología humana, creando un compuesto que era mortal cuando se usaba. Alina lo encontró fascinante y recibió miradas de confusión de Peter y Ned cuando dijo que quería probar las armas.

Ya las probaron —había dicho Peter—. Un tipo intentó vaporizarme.

Alina se preocupó cuando dijo eso, preguntándose qué más le había pasado a Peter la noche anterior. Peter no le contó mucho, solo que había logrado obtener uno de los dispositivos, y Alina no sabía mucho más sobre lo que había hecho, y no estaba segura de querer saberlo.

Caminó junto a Ned y Peter de camino al laboratorio para probar la piedra púrpura y ver qué propiedades poseía. Estaba en la mochila de Peter, lo que Alina no estaba completamente segura de que fuera una buena idea, pero parecía ser la única forma de transportarla sin sostenerla y llamar la atención.

—Primero pongamos esa cosa brillante en el espectrómetro de masas —dijo Ned. 

—Primero tenemos que pensar en un nombre mejor que "cosa brillante" —respondió Peter. 

—Tienes razón —dijo Ned. 

Cuando doblaron una esquina, Peter se congeló cuando vio a dos hombres caminando hacia ellos, susurrando—: ¡Mierda! —antes de perderse de vista, escondiéndose en la esquina. Extendió la mano hacia atrás y agarró la mano de Alina, tirando de ella detrás de la pared mientras le indicaba a Ned que los siguiera—. ¡Vamos!

Alina miró a los hombres—. ¿Qué está pasando? ¿Quiénes son? 

—Ese es uno de los que intentó matarme —susurró Peter. 

—¿Qué? —preguntó Ned. 

—¿Alguien intentó matarte? —preguntó Alina—. Y dijiste que no necesitabas ayuda. 

—Tenemos que salir de aquí —dijo Ned. 

—No, tengo que seguirlos —respondió Peter—. Quizá me lleven al tipo que me tiró al lago. 

—¿Alguien te tiró a un lago? —preguntó Ned. 

—Sí, no fue divertido —respondió Peter. 

—Peter —dijo Alina, mientras Peter salía de detrás de la pared—. Peter, ¿qué estás...? 

—Quédate aquí —dijo Peter. 

Alina se burló—. Sí, claro.

Empezó a seguir a Peter hasta el taller, y después de dar unos pasos, Ned la agarró del brazo y le preguntó adónde iba. Se olvidó momentáneamente de que Ned no sabía que ella era capaz de cuidar de sí misma, y después de decirle que se iba a casa, le quitó la mano de la muñeca y siguió a Peter.

Mientras bajaba los escalones del taller, vio a los dos hombres hurgando y se aclaró la garganta—. ¿Puedo ayudarlos, caballeros? 

No podía ver a Peter por ninguna parte, asumiendo que se había escondido para escuchar su conversación. Los dos hombres se volvieron hacia ella y Alina permaneció en las escaleras, cruzando los brazos mientras miraba a los hombres.

—Uh, no —dijo el hombre más alto—. Somos... 

—¿Son inspectores o algo así? —preguntó Alina. 

—Uh, sí —dijo el segundo hombre—. Somos inspectores. Estamos inspeccionando la calidad de las... encimeras —golpeó sus nudillos en la superficie de la mesa de trabajo—. Muy buena calidad. Creo que hemos terminado. 

—Bueno, ¿quieren que los acompañe a la salida? —preguntó Alina—. ¿O a la oficina?

—No, está bien —respondió el primer hombre—. Gracias.

Pasaron junto a ella y Alina se abstuvo de iniciar una pelea mientras los observaba irse. Cuando se fueron, escuchó que alguien caía de debajo de la mesa y se giró para ver a Peter salir de su escondite.

—¿En qué diablos estabas pensando? —le preguntó Peter. 

Alian enarcó las cejas—. ¿Disculpa? 

—Deberías haberte quedado con Ned —dijo Peter—. Esos tipos son peligrosos. 

—Yo también —respondió Alina. 

—¡Ese no es el punto! —siseó Peter—. ¡Podrían haberte lastimado! 

Alina resopló—. Ah, sí, estaba aterrorizada. 

—Esos tipos son peligrosos, Alina —dijo Peter, con énfasis en la palabra "peligrosos"—. Intentaron matarme.

—A mi también intentaron matarme, tres tipos —respondió Alina—. ¿Y dónde están ahora? Ah, probablemente en prisión. O un hospital. 

—Dios, Alina, tienes que tener más cuidado —dijo Peter.

—Y tu tienes que dejar de tratarme como si fuera frágil —respondió Alina—. Sí, no tengo súper fuerza ni la capacidad de escalar paredes o columpiarme con telarañas, pero no soy impotente. La Habitación Roja me enseñó muchas cosas, incluso cómo protegerme. 

—Pero aún así, debes tener cuidado —dijo Peter.

Alina se burló—. Tú fuiste al que casi vaporizan y el que cayó en un lago, no yo —negó con la cabeza—. ¿Por qué crees que soy tan incapaz?

—No lo creo —dijo Peter bruscamente—. Yo solo... no quiero que te lastimes. 

—¿Por qué? —preguntó Alina.

—Porque yo... nada —respondió Peter—. Eres mi amiga, y no quiero que te lastimen.

—¿Y crees que yo quiero que te lastimen? —preguntó Alina—. Sé que actúo como si no me importara, Parker, pero eres uno de mis únicos amigos. Si vas a luchar contra tipos que pueden vaporizarte con sus armas alienígenas, quiero ayudarte.

—Y lo aprecio —dijo Peter—. Pero no puedo ponerte en peligro. 

—Tú no puedes tomar mis decisiones por mí —le recordó Alina—. Yo tomo mis propias decisiones. 

Peter sabía que no iba a ganar el argumento, así que dejó de intentarlo—. Bien, lo entiendo.  Sólo... prométeme que tendrás cuidado. 

—No puedo hacer promesas que no sé si puedo cumplir —respondió Alina—. Hazme prometer que no volveré a comer brócoli y lo haré, porque sé que puedo hacerlo. Sin embargo, ser cuidadosa no está en mi naturaleza.

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