10 | fiesta
Alina se sentó en el auto al lado de Peter, mirando por la ventana. Si se hubiera salido con la suya, no estaría de camino a la fiesta en la casa de Liz Toomes, y estaría perfectamente contenta de quedarse en el apartamento y no hacer nada con su velada. Podría haber ido al gimnasio si así lo hubiera preferido, pero Peter se las había arreglado para desmoronar su decisión de no ir al insistir en que sería divertido.
—No quiero ir a una fiesta —le dijo Alina a Peter, con los brazos cruzados mientras lo miraba desde el otro lado de su habitación.
—Vamos, será divertido —dijo Peter—. Y prefiero tenerte allí.
—Tendrás a Ned.
—Sí, pero quiero que vengas —respondió Peter—. Pensé que el objetivo de que te mudaras aquí era tener la experiencia adolescente completa, y las fiestas son un elemento básico en la vida de todos los adolescentes.
—Las fiestas suenan como una excusa para que la gente se emborrache —dijo Alina—. Y solo me quieres allí en caso de que todo salga mal cuando aparezcas como el Hombre Araña.
—¿Cómo sabes que...?
—No me trates con condescendencia —dijo Alina, sacudiendo la cabeza—. En el momento en que Liz dijo sobre su fiesta, estabas planeando aparecer. Un poco arriesgado para un chico que quiere mantener su identidad en secreto.
—Sí, sé que es arriesgado, pero...
—¿Pero quieres impresionarla? —preguntó Alina—. Veo la forma en que la miras. Te gusta, ¿no?
—¿Qué? No —respondió Peter a la defensiva—. No me gusta —se cruzó de brazos y luego los descruzó—. No me gusta Liz. Eso es absurdo.
—No veo por qué no te gusta —dijo Alina—. Ella es muy bonita.
—Tú también —espetó Peter.
Alina levantó las cejas, ligeramente sorprendida—. ¿Disculpa?
—Uh... prepárate para las siete —dijo Peter, saliendo de la habitación de Alina y cerrando la puerta detrás de él.
Peter aún no había abordado el tema y parecía decidido a evitar la conversación a toda costa. Apenas había hablado con Alina en el viaje a la casa de Liz, e incluso cuando el auto se detuvo afuera, parecía empeñado en evitar el contacto visual. Ella estaba sentada junto a Ned, con Peter en el asiento delantero, y había estado hablando con Ned mientras conducían.
—Fiesta en los suburbios —dijo May—. Recuerdo eso. Estoy un poco celosa.
—Será una noche para recordar —dijo Ned, sonriendo.
—Ah, Ned, que lindo gorro llevas —comentó May.
—Sí, me da confianza —respondió Ned.
—Esto fue un error —dijo Peter—. Oye, vamos a casa.
—Peter —dijo May, comprensivamente—. Lo sé. Sé que esto es muy difícil... tratar de encajar con todos los cambios por los que está pasando tu cuerpo. Está floreciendo...
Peter se rió.
—Últimamente está muy estresado, —dijo May, volviéndose hacia Alina y Ned.
—No me digas —respondió Alina.
—Lo que ayuda con el estrés es ir a una fiesta —dijo Ned—. Deberíamos ir a la fiesta.
—Sí. Vamos a hacerlo —dijo Peter—. Voy a ir.
—Peter —dijo May—. Diviértete, ¿de acuerdo?
Alina caminó hacía la casa de Liz con Ned y Peter a cada lado de ella cuando Ned preguntó—: Amigo, tienes el traje, ¿verdad? —en respuesta, Peter se subió la manga, revelando el traje debajo de su ropa. Ned sonrió—. Esto va a cambiar nuestras vidas.
—O arruinarlas —comentó Alina, haciendo una mueca al escuchar la música—. Ya me quiero ir.
—Está bien, vamos a hacer que el Hombre Araña entre, digamos que son muy unidos, y luego recibiré un golpe de puño o un abrazo —dijo Ned.
—No puedo creer que estén en esta fiesta aburrida —dijo MJ, atrayendo su atención hacia ella mientras untaba mantequilla en una tostada.
—Pero tú también estás aquí —dijo Ned.
—¿Lo estoy?
Alina sonrió mientras se acercaba a MJ, despidiéndose de Peter y Ned. Al pasar junto a Peter, lo agarró de la muñeca y susurró—: No hagas nada estúpido. Por favor —antes de dejarlos solos.
MJ le entregó una tostada—. ¿Qué te hizo decidir venir?
—Presión.
—Genial —respondió MJ—. Me alegra que estés aquí. Estas cosas apestan.
—Sí, lo sé —dijo Alina, mirando a la gente de la casa—. ¿Por qué estás aquí?
MJ se encogió de hombros—. No tengo nada mejor que hacer.
Al otro lado de la habitación, Alina escuchó una voz fuerte anunciar—: Pene Parker, ¿qué pasa? —dándose la vuelta, vio a Flash en el puesto de DJ, haciendo sonar una bocina de aire—. Entonces, ¿dónde está tu amigo el Hombre Araña? Déjame adivinar: ¿en Canadá con tu novia imaginaria? —la gente se rió—. Ese no es el Hombre Araña. Es solo Ned con una camisa roja.
Alina observó cómo Peter salía de la casa, cerrando la puerta principal con enojo. Dejó a Ned solo, y cuando no regresó después de diez minutos, Alina salió a llamarlo. De pie en el jardín delantero de la casa de Liz, marcó el número de Peter, escuchando el timbre del teléfono por un momento antes de conectarse.
—Hola —dijo Peter, sonando un poco sin aliento.
—¿Dónde estás? —preguntó Alina—. Dejaste a Ned.
—Lo sé, lo sé, y estaba planeando volver como el Hombre Araña —dijo Peter, jadeando mientras hablaba—. Pero luego vi una explosión y voy a ir a ver qué está pasando.
Alina frunció el ceño—. ¿Explosión?
—Sí, era enorme —dijo Peter—. La vi desde kilómetros de distancia, y era azul.
—¿Azul?
—Sí, azul —respondió Peter—. Escucha, voy a ir. Volveré pronto.
—¿Estás corriendo? —preguntó Alina—. Suena como si estuvieras corriendo.
—Las telarañas no llegan tan lejos en los suburbios —respondió Peter sin aliento—. Lo cual apesta, pero estoy corriendo tan rápido como puedo.
—¿Necesitas respaldo? —preguntó Alina—. Puedo llegar a ti.
—No, no, estaré bien —respondió Peter—. Sólo quédate donde estás.
—Tu acto de superhéroe de un solo hombre se está volviendo un poco viejo —dijo Alina—. Puedo ayudarte, ¿sabes?
—Lo sé —dijo Peter—. Pero yo me encargo. La próxima, lo prometo.
—¿La próxima? —preguntó Alina—. Voy a acordarme de eso, Parker. Ten cuidado, ¿de acuerdo?
—Lo tendré.
Cuando Peter colgó el teléfono, Alina suspiró. Las explosiones azules no eran algo que escucharas todos los días, así que marcó uno de los otros cuatro números en su teléfono y lo escuchó sonar.
—Te has comunicado con el buzón de voz de la vida real de Tony Stark...
—No juegues —espetó Alina—. Tenemos un problema.
—Bueno, hola a ti también, adoptada —respondió Tony—. ¿A qué debo este placer?
—¿Recuerdas que me pediste que vigilara a Peter Parker? —preguntó Alina, escuchando a Tony tararear en confirmación—. Creo que va a hacer algo estúpido.
—Suena divertido.
—O suena como una explosión azul en los suburbios —respondió ALina—. Y no me deja ayudarlo, así que pensé en llamarte.
—Lo investigaré —dijo Tony.
—¿Dónde estás ahora mismo? —preguntó Alina.
—En algún país exótico —respondió Tony—. No estoy del todo seguro.
Alina puso los ojos en blanco—. Él necesita ayuda. Va tras algo grande, y tengo un mal presentimiento.
—¿Uno de tus malos presentimientos de súper asesina? —preguntó Tony.
—Sí —respondió Alina sin rodeos—. Creo que algo anda mal.
—¿Estás preocupada por él? —preguntó Tony—. ¿La chica sin emociones ahora tiene emociones?
—Todo lo que siento en este momento es un odio amargo hacia ti.
—Auch, está bien —dijo Tony—. Lo investigaré. Gracias por avisarme.
—Sería bueno si pudieras investigarlo ahora —respondió Alina.
—Sí, sí, está bien —suspiró Tony—. Haré mi mejor esfuerzo.
—Si muere, tu mejor esfuerzo no fue lo suficientemente bueno —dijo Alina.
Tony, al otro lado de la línea, puso los ojos en blanco—. Eres bastante cínica, ¿no? Deberías tener expectativas más altas para las personas.
—Si mantienes tus expectativas bajas, nunca te decepcionarás —respondió Alina—. Al menos, eso es lo que funciona para mí. Ayúdalo. Dios sabe que deberías.
—Está bien —dijo Tony—. Recibo órdenes de una adolescente. Cielos...
Colgó el teléfono y Alina se volvió para mirar hacia la casa. No estaba de humor para la fiesta, así que le envió un mensaje a Ned y le dijo que no se sentía bien y que disfrutara de la fiesta, antes de comenzar el camino de regreso al apartamento.
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