xxxvii. preparativos para la destrucción


FLOR MORIBUNDA,
capitulo treinta y siete: preparativos para la destrucción!



          A PESAR DE SER UN MAPACHE SUMAMENTE CURIOSO E INSOPORTABLE, Rocket parecía un leal compañero, además de comportarse como un imbécil condescendiente frente a las personas que nunca habían salido al espacio. El equipo no solo se encontró con la incógnita de que había una gema en la tierra, sino también que el resto estaban repartidas por los diferentes planetas y mundos dentro del universo; lo cual hacía la tarea más difícil que antes. Tony logró calmar un poco a Thor, concediéndole su codiciado Bloody Mary junto con un par de huevos para que no empezase a estar ebrio tan temprano. Markus recibió el café que le pidió (por no decir "ordenó") su mujer, junto con unas galletas de chocolate que el millonario pensó que le gustarían — el mayor de los Belova todavía no podía creer el nivel de domesticidad que poseía el millonario, como si fuese una persona completamente diferente. Tony se dio cuenta de ello y le lanzó una mirada inquisitiva, algo retadora.

          —¿Algo que tengas para decir, mensajero de la muerte?—preguntó Stark.

          —Nop, nada—respondió Markus llevándose la taza a los labios—. Solo me pregunto qué ocurrió con Tony Stark.

          —Pues aquí estoy, colega.

          Mikhail se inclinó hacia adelante—Se refiere a tu versión sarcástica, egocéntrica y vanidosa.

          —Púdrete, Orlov—le dijo Tony entrecerrando la mirada antes de girarse hacia Markus—. ¿No te lo esperabas?

          —¿Ver una versión tuya completamente domestica? Nah, para nada—replicó el castaño antes de darle otro sorbo más al café—. Esto está excelente.

          Tony sonrió mostrando los dientes—¿Mejor que los de tu mujer?

          Markus le levantó el dedo medio, quitándole una carcajada al otro castaño, previo a acomodarse mejor en la silla. Natasha le lanzó una sonrisa ladina a Tony, sacando su lengua a modo de burla y pura picardía, sabiendo perfectamente que había ganado la guerra. En ese instante, Thor soltó un eructo luego de haber tomado un par de sorbos, ganándose una mueca de disgusto de Dominica. Steve soltó un suspiro antes de caminar hacia el frente, observando los datos de Aether, los anotó en una pizarra y colocó un signo de interrogación en la fecha donde Thor podría haber tenido contacto con la gema. Rhodes alzó una ceja antes de mirar al Dios del Trueno, quien comía sus huevos de manera animada.

          —¿No recuerdas cuándo fue que viste esa gema?

          —¿No lo dije?—preguntó el asgardiano despreocupado.

          El resto de la sala negó con la cabeza.

          (Markus tuvo que resistir el impulso de rodar sus ojos.)

          —Ah, oh...bueno...—señaló el rubio de cabellos largos rascándose la cabeza—. Fue en...¿2014? No, no, esperen...—apretó sus ojos para poder recordar, haciendo que Tony negase con la cabeza lentamente antes de golpear la mesa, sobresaltando a todos—. ¡Fue un año antes!¡2013! En Asgard, allí podremos encontrar el Aether. ¡JA!

          —Bien, pues necesitamos un mapa del castillo—añadió Rocket.

          Thor se tronó los dedos—Yo les dibujaré uno.

          (Natasha intentó no ahogarse con el resto de su café al ver el intento del rubio en hacer planos.)

          Tony decidió que necesitarían un descanso después de que Thor terminase de hacer su plano, el cual salió mejor de lo que ellos esperaban y parte del equipo se sumió en investigar más sobre Asgard, teniendo en cuenta de que los pocos archivos que tenía SHIELD (o al menos los que pertenecieron a dicha organización) parecían estar bastante completos y verosímiles con lo que Thor contaba. Tony fue el único que logró escaparse de la lección de historia, siendo captado en vivo y en directo por el propio Markus Belova, quien (con mucho silencio) también se levantó para poder seguir a Tony en los pasillos pintados de naranjas por la cálida tarde. El sol ya se estaba poniendo, lo cual indicaba que pronto tendrían que cenar y proseguir con la investigación.

          Sin embargo, Markus apoyaba aquellos momentos de soledad.

          Al menos hasta que Natasha venga a buscarlo.

          Te lo mereces, idiota, se dijo a sí mismo.

          —¿Me buscabas?

          El mayor de los Belova se detuvo en seco, encontrándose con Tony asomado desde la entrada de una sala. Sus ojos se habían abierto tanto que eso hizo reír al millonario, logrando que Markus soltase un bufido en voz baja, completamente molesto.

          —Ven—le dijo el millonario.

          Markus sabía a dónde se dirigían, lo cual hacía las cosas algo melancólicas, pero no dijo nada al respecto. Volvió a entrar a esa sala donde estaban las estatuas, pero todas ellas estaban ordenadas, siendo la única diferencia que él pudo captar. La sala estaba iluminada por luces blancas, generando un contraste de colores con otras que estaban posadas por debajo de las estatuas: cada una marcando su color. Varios bancos estaban dispuestos a sus lados, haciéndolo un lugar más agradable para estar. Markus se sentó al lado de Stark, quien había palpado el lado de su asiento para que se uniese a él, ambos sumiéndose al silencio del lugar.

          Un silencio que no era tenso para nada.

          Ni siquiera el rencor podía romperlo.

          —Provocaste bastantes problemas, colega—señaló Tony luego de un minuto—. Natasha procuró mover cielo y tierra para encontrarte.

          —No esperaba menos, más viniendo de ella.

          Tony asintió, con contemplación en su mirada—Fui a verte, el día después que volvieron de "El Jardín", o como sea que el mapache lo llamó. Estabas en una camilla, había sangre en tu rostro, como también pequeños fragmentos de piel—se relamió los labios—. Creía...pensé por un momento que habías muerto, pero Steve me contó lo que sucedió. Diablos, Markus, él...estaba...

          —Aterrorizado—concluyó Markus de manera seca—. He estado en esos lugares antes, Tony, aunque no lo creas. Nat también estuvo allí.

          —Tu mujer volvió con quemaduras que lograron cicatrizar bien con el tiempo—añadió el millonario—. Perdiste el control, ¿verdad?

          Markus tuvo que apretar los labios para no volver a caer.

          No otra vez, no con ese simple paso.

          Tanta furia...me sorprende que eso sea lo único que te mantuvo con vida hasta ahora.

          (El eco de su voz, de la voz del titán, fue ensordecedora en su propia mente.)

          —¿Steve te contó que Thanos destruyó las gemas?—preguntó el castaño mirándolo, observando que Stark le sostenía la mirada, esta cargada con tristeza, no con miedo—. ¿Qué no podíamos revertir la única cosa que quisimos revertir?—se relamió los labios, queriendo no llorar en ese mismo instante—. Perdí el control, Tony. Fui una bomba que explotó en ese momento. La primera vez que lo hice, no herí a nadie. ¿Pero esta vez...?

          Heriste a todos juntos, se reprendió a sí mismo.

          Él era un hombre muy peligroso, cosa que no había que tomar como algo bueno o íntegramente como un hecho positivo el haber herido a sus compañeros de equipo. Tony ya comprendía perfectamente el estar al lado de un asesino como Markus o como Natasha, incluso como el resto de los Gorriones y Viudas Negras que vio en su vida — pero no se quitaba el factor de que todos ellos eran humanos, incluso el propio Markus. Todos ellos tenían permitido el perder el control, porque nadie en aquel planeta puede controlarlo todo. ¿Prevenirse? Sí, algo de la situación se pudo haber prevenido, pero Tony no intentaba llorar por eso.

          Markus soltó un suspiro, bajando la mirada—Soy peligroso, Tony. Esa fue la razón por la que me fui.

          —Pero eso no te daba la razón de no llevarte a tu mujer contigo—señaló Stark de manera honesta—. Ambos llevaban una carga muy grande encima, Markus. Ambos perdieron a su hijo y ambos cargan con esa culpa, con esa...—buscó la palabra más sincera y menos dolorosa para no entristecerlo—. Tú me entiendes. Sé que hiciste lo que hiciste para no lastimarla. Colega, debo decirte que fracasaste totalmente en el intento. Steve estaba preparado para ir a buscarte y patearte el trasero antes de volver contigo—asintió mientras que Markus sonreía de lado—. Tu aterradora mujer logró convencerlo de quedarse, ya que ella te conoce de pies a cabeza.

          —Como ya dije antes: no esperaba menos de Natasha Romanoff.

          —Lo que quiero decir aquí, Markus, es que ella nunca se detuvo—replicó Tony enfrentándolo otra vez—. Nunca dejó de buscarte, incluso si tú no querías ser encontrado. Ella me contó la cantidad de años que estuvieron separados luego de Budapest y eso...fue insoportable—su rostro podía reflejar el dolor de la pelirroja—. Eso le dolió demasiado la primera vez, justo como a ti. Pero...esta vez, esta separación...—se mordió el labio—. Casi termina por matarla, de matarlos a ambos.

          —Y eso que lo intenté—murmuró el castaño.

          Stark lo fulminó con la mirada—Pues no lo intentes, maldito idiota. No lo hagas.

          —¿Y qué más querías?

          —Markus, hemos sido compañeros durante años—sentenció entonces el millonario girando su torso hacia él—. En un punto, todos tenemos que elegir: cómo el mundo quiere que seas o cómo eres tú. ¿Héroe o villano? No me importa. Pero tú eres tú y nadie puede cambiar eso, ni siquiera tu pasado puede marcarlo—señaló las estatuas—. Lo haces por ti y lo haces por ellos, por los que ya no están aquí, por los que quedan aquí.

          El mayor de los Belova esbozó una sonrisa de lado, mientras que Tony se la devolvía antes de poner una mano en su hombro, dándole un fuerte apretón.

          —La paternidad te ablandó el ego—bromeó el castaño.

          Tony rodó los ojos—Sigues siendo un idiota, Markus.

          Markus soltó una carcajada por primera vez en semanas. Un carraspeo femenino se escuchó a su lado, justo en la entrada al salón y ambos vengadores se toparon con Romanoff, quien estaba recostada de costado contra la puerta, sus brazos estaban cruzados. Tony fue el primero en lanzarle una mirada inquisitiva, mientras que su marido simplemente se encogió de hombros.

          —Steve ordenó la cena y ya está aquí—dijo la espía con diversión—. Vengan al comedor, seguiremos con la próxima gema allí.

          Y ella no mentía.

          Rocket, siendo el único animal de la base, caminó entre los platos de la mesa mientras ellos comían. Bruce ya estaba comiendo el postre, teniendo en cuenta de que había ordenado poca comida y estaba en silencio comiendo su helado. Morada y pequeña, una imagen perfecta de la Gema del Poder estaba en la pantalla holográfica, captando la atención del equipo y dejando que el mapache tomase la palabra mientras sus piernas peludas llenasen de pequeños cabellos la superficie de la mesa — logrando que Steve rodase los ojos cuando Rocket empezó a hablar.

          —Bien, pues...Quill dijo que robó la Gema del Poder de Morag.

          Bruce alzó una ceja—¿Morag?¿Es una persona?

          —No, Morag es un planeta—se excusó el mapache mirándolo—. Quill era una persona.

          —¿Un planeta?—preguntó Scott animado mientras comía—. ¿En el espacio exterior?

          —Aww, ¡miren! Parece un cachorrito—se burló Rocket acercándose a Lang—. Todo contento y todo eso—le acarició la cabeza—. ¿Quieres ir al espacio?¿Quieres ir, cachorrito? Te llevaré al espacio.

          —Púdrete.

          Rocket se encogió de hombros—Solo espero que no vomites en mi nave como lo hicieron estos asesinos cuando volvimos.

          Mikhail disparó una arveja a modo de proyectil, el cual terminó contra la cabeza del animal y este se quejó en voz alta. Rocket se giró, enfadado, mientras que Markus y Dominica intentaban ocultar sus carcajadas ante la broma. Steve observó de manera reprobatoria, pero incluso Natasha se empezó a reír. Nébula decidió imitar el mismo proyectil, pegándole a su espalda, ganándose una maldición por parte del mapache y ella levantó ambas manos con absoluta seriedad.

          —¿De qué diablos se ríen?

          —Ya nikogda ne dumal, chto draznit' yenota budet tak veselo (Nunca pensé que sería tan divertido molestar a un mapache)—murmuró Mikhail a Markus.

          Dominica le robó otra arveja y apuntó hacia la nariz—Moy khod (Mi turno).

          Steve detuvo el movimiento rápidamente, enviándoles una mirada poco divertida al resto de sus compañeros. Markus y Dominica soltaron un gruñido de exasperación, fulminando al rubio con la mirada, mientras que este simplemente negó con la cabeza.

          —Dominica, no sabía que tu marido era un completo aguafiestas—señaló Tony antes de soltar una risita.

          —Ni siquiera debería sorprenderte—respondió la rubia con diversión.

          Steve se limitó a rodar los ojos.




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          La mañana siguiente fue soleada, con una ligera brisa que hacía mover los árboles, pero suficiente para poder despertar a Markus temprano. Natasha dormía plácidamente a su lado, dándole la espalda, él podía ver como parte de su cuerpo subía y bajaba conforme a las respiraciones lentas que soltaba la pelirroja-rubia. De manera pausada, él se giró para mirar el reloj que estaba en su mesa de luz, dándose cuenta de que ya dentro de poco marcarían las siete de la mañana y con sumo cuidado se levantó para poder vestirse — decidido a ir a correr por un rato. Se movió de manera silenciosa, agarrando sus zapatillas para correr y salió de la habitación. La base se encontraba en sumo silencio, así que él se colocó el calzado para tomar la primera salida hacia el exterior.

          Respiró hondo y cerró los ojos por un segundo.

          —¿Ya te vas a escapar?

          Markus soltó una carcajada entre dientes, girándose para mirar en dirección a Romanoff, quien estaba vestida de igual manera que él. Su cabello estaba atado en un rodete descuidado, dejando algunos mechones al viento y su cuerpo lucía unas calzas negras junto a un sostén deportivo que combinaba a su código de colores. El castaño le esbozó una sonrisa que bordeaba pura inocencia y gran buen humor al ver que ella no desistía en seguirlo de manera silenciosa.

          —¿Ves que estoy vestido como para escapar a algún lado?—preguntó este a forma de respuesta.

          Natasha chasqueó su lengua—Te has ido con ropa de hospital, es posible. Pero dudo que puedas llegar muy lejos.

          —Entonces eres bienvenida a unirte a mi en un entrenamiento matutino.

          La Viuda Negra sonrió de lado, al menos un poco, cosa que maravilló a Markus.

          Ambos empezaron con un trote suave, manteniendo la misma distancia entre ellos, ni tan juntos, ni tan separados. La presencia de la ex espía trajo buen augurio para el propio Markus, así levantando sus espíritus conforme avanzaban los minutos. Trotaron alternando velocidades por unos buenos cuarenta minutos, antes de detenerse para volver caminando hacia la base. Sudorosos y agitados, ambos se sentaron en el banco que estaba un poco alejado, en el bosque, en profundo silencio. Algunos pájaros lograban escucharse entre las ramas de los árboles, muy lejos de ellos, como una harmonía muy aguda pero no molesta. El sol ya se estaba filtrando por las hojas, reflejando sombras suaves y duras.

          Markus ladeó su cabeza hacia Natasha, quien estaba con los ojos cerrados.

          Nunca había visto tanta paz en ella.

          Era como entrar en un trance.

          —Sdelay foto, tak budet dol'she (Saca una foto, durará más tiempo)—dijo ella en ruso.

          Markus rodó los ojos—U menya dostatochno tvoikh myslennykh obrazov, Romanova. Eto privilegiya, kotoraya u menya yest' (Tengo suficientes fotos mentales tuyas, Romanoff. Es un privilegio que tengo).

          —Privilegiya, kotoruyu ya yeshche ne otozval (Un privilegio que no te he revocado aún)—señaló la pelirroja-rubia abriendo los ojos, soltándose el cabello largo—. Dolzhen priznat'sya, ya nikogda ne videl tebya s takoy dlinnoy borodoy (Debo admitir que nunca te vi con la barba tan crecida).

          —Delayet li eto menya privlekatel'nym? (¿Me hace atractivo?).

          —delayet vas privlekatel'nym i starym (Te hace atractivo y viejo)—acotó Nat antes de soltar una carcajada al rostro poco expresivo de su marido—. No nichego nepriyatnogo dlya menya (Pero nada desagradable para mi).

          El mayor de los Belova asintió—Toni byl prav (Tony tenía razón).

          —O chem? (¿Sobre qué?).

          —YA dolzhen byl vzyat' tebya s soboy (Debía haberte llevado conmigo)—respondió él, sintiendo la mirada instantánea de su esposa—. Uyti ot vsego etogo, ponimayesh'? Kak my govorili mnogo let nazad (Alejarnos de todo esto, ¿sabes? Justo como lo hablamos años atrás).

          Natasha miró al castaño de manera contemplativa, como si estuviese considerando siquiera la opción de finalmente retirarse, de hacer su vida (o al menos lo que quedaba de esta) en otro lugar y finalmente descansar luego de la guerra interminable que luchó durante la mayoría de su vida. Tal vez, solo tal vez, se trataba de esto: de vencer y de encontrar finalmente un hogar para vivir lo que queda. A pesar del enojo que todavía sentía frente a las acciones y decisiones que tomó Markus, ella no podía negar que el amor había desaparecido, como también el amor que él tenía por ella había perecido.

          Tal vez, solo tal vez, ella podría tener un final feliz.

          (Solo tal vez.)

          —Una vez que traigamos a todos de vuelta, incluso a nuestro hijo, lo consideraré—respondió la ex espía poniéndose de pie—. Vamos, deben estar esperándonos.

          Esa simple respuesta trajo nuevas esperanzas para Markus.

          Su corazón se hinchó un poco más.

          El regreso a la base fue rápido, con un silencio cómodo entre ellos. Entraron por la misma puerta donde salieron, dispuestos a tomar un baño por separado para quitarse el sudor del pequeño entrenamiento. Ambos se unieron al resto del equipo en la sala de estar, ganándose un par de miradas socarronas por parte de Tony y Dominica, quienes se estrecharon las manos luego de un intercambio silencioso. Steve simplemente se limitó a sonreírles a modo de bienvenida antes de tomar asiento, mientras que la siguiente gema, una gema color amarilla anaranjada, estaba en la pantalla holográfica. La Gema del Alma, catalogada por los archivos, estaba presente frente a ellos y Nébula, al mirarla, portó una expresión lúgubre.

          —De acuerdo, Nébula, ¿tú viste esta gema?—le preguntó Rhodey.

          —Sé de esta gema y lo peligroso que es conseguirla—señaló la extraterrestre con seriedad al mirar al equipo con sus ojos negros—. Thanos halló la Gema del Alma en Vormir.

          Natasha, haciendo sus anotaciones en una libreta, no levantó la mirada—¿Qué es Vormir?

          Nébula tragó saliva antes de proseguir—El reino de la muerte...en el mismísimo centro de la existencia celestial.

         Todos alzaron una ceja a la mujer hecha con partes. Esa descripción parecía casi poética frente a oídos de muchos, como si fuese una tierra prometida donde mucha tragedia terminaba engullendo a todo ser que se acercase. La hija de Thanos mostró tristeza en su semblante, a pesar de que esta fuese difícil de discernir a primera vista, el equipo pudo percibir tal sensación en ella — forzándolos a un silencio sepulcral.

          —Es donde Thanos asesinó a mi hermana: Gamora.

          Ninguno de ellos habló, todos concentrándose en sus notas, incluso la propia Romanoff. Clint bajó la mirada hacia sus rodillas y Bruce se quitó los anteojos. Scott, quien se enderezó, miró hacia un lado, dispuesto a romper el silencio:

          —Yo no la buscaré ahí.

          (Scott soltó un respingo al recibir miradas asesinas dirigidas hacia su persona.)

          El día transcurrió rápidamente, mientras que Rocket se encargaba de darle un par de toques finales a la maquina mientras que Nébula le daba un paseo a Clint y a Scott en la nave espacial por fuera de la órbita terrestre hacia el espacio para acostumbrarlos al vehículo. Luego del almuerzo y de una merecida siesta por parte de Bruce gracias a la meditación que quiso intentar con sus compañeros; Tony, Markus, Natasha, Dominica, Mikhail y Bruce se encontraban tirados en la sala de conferencias mientras que la gema verde estaba en la pantalla como un trofeo. Tony y Markus se encargaban de mantener a Natasha en el medio, recostados con almohadas que robaron de los sillones. Bruce estaba tirado en el suelo, recostado junto a muchos papeles mientras que Dominica se sentaba en una silla poniendo ambos pies encima de la mesa.

          Mikhail estaba colgado de una de las vigas del techo, cabeza abajo.

          —Bien, ya podemos decir que el Tesseracto y la Gema de la Mente son dos gemas que están en Nueva York—dijo Tony.

          —Falta la gema que vemos en la pantalla, idiota—se quejó Markus—. Es el de la Gema del Tiempo.

          —El doctor Strange—dijo Bruce convencido.

          Dominica enarcó una ceja—¿El doctor qué?

          —Strange—replicó Stark mirándola—. ¿Quieres que te lo deletree?

          Viktor le levantó el dedo medio, Stark le sacó la lengua. Mikhail le lanzó una bola de papel, logrando que el hombre le lanzase una de sus almohadas, terminando por recostarse contra una de las piernas de Natasha.

          —Sí, sí—dijo la pelirroja-rubia mirando hacia el techo—. ¿Qué clase de doctor era?

          —Huh, una mezcla de otorrinolaringólogo y mago.

          Markus se levantó un poco—No me jodas, Tony.

          —Estoy hablando enserio, baboso—se defendió Stark frotándose los ojos con cansancio.

          —¿Y dónde diablos está?—preguntó Mikhail.

          —Tiene una casa en Greenwich Village—añadió Bruce desde el suelo.

          —Sí, ¿en la calle Sullivan?

          Banner negó—No, no, en la calle Bleecker.

          Natasha detuvo el movimiento de su lapicera—Esperen, ¿él vivía en Nueva York?

          —No, Romanoff, vivía en Toronto. ¿Escuchaste algo?—bromeó Stark con sorna, recibiendo un codazo en sus costillas—. ¡OW!¡Eso duele!

          —Eso es por hacerte el gracioso conmigo, baboso.

          Dominica mostró su tableta, donde los datos de dicho doctor se leían con grandes letras—Nat, este doctor vivía en Bleecker y Sullivan, aquí en Nueva York.

          —Chicos—declaró la pelirroja rubia rodando los ojos—. Si eligen el año indicado, hay tres gemas de las seis en Nueva York.

          Bruce se levantó—Imposible. No puede ser.

          —Hmm...creo que en eso te equivocas—dijo Viktor antes de diagramar los años—. En 2012 este mago estaba en Nueva York, justo cuando ocurrió el ataque de Loki. Allí tenemos las dos gemas que nos faltan, solo uno de nosotros tendrá que ir a ese lugar para buscar la gema restante. En la torre está el cetro con la Gema de la Mente y el Tesseracto con la Gema del Espacio.

          —Este otorrinolaringólogo puede entregarnos la Gema del Tiempo—concluyó Markus.

          —¡Problema resuelto!—dijo el millonario.

          Cuando cayó la tarde, el equipo se dirigió a la sala de estar, donde recopilaron los últimos datos de las gemas; terminaron formándose tres grupos según la cercanía de las fechas y los lugares. Nueva York contaba con las tres gemas de colores amarilla, verde y azul, pertenecientes a la misma fecha: la batalla de Nueva York. Asgard contaba con la única gema color roja pertenecientes al tiempo donde Thor llevó a Jane Foster al palacio. Morag y Vormir, siendo planetas del espacio profundo dentro de la vasta galaxia, contaba con las últimas dos gemas, violeta y la amarilla anaranjada. Todos ellos estudiaron qué era lo que sucedía en cada fecha, en cada momento, así estructurando un esquema, una arquitectura maestra que resultaría en el robo, el atraco en el tiempo — mucho mejor que las películas hechas en Norteamérica.

          Lo habían conseguido.

          ¿Ahora? Ahora faltaba la ejecución de un buen plan.

          Markus confiaría completamente en ese plan.

          —De acuerdo—dijo Steve mirando el holograma—. Nos dividiremos de esta manera: Thor, Mikhail y Rocket irán hacia Asgard por la Gema de la Realidad; Clint, Natasha y Markus irán a Vormir por la Gema del Alma—la hija de Thanos lanzó una mirada fugaz hacia el trío que asintió—. Dominica, Nébula y Rhodes irán hacia Morag para buscar la Gema del Poder. Scott, Bruce, Tony y yo iremos a Nueva York a recobrar las tres gemas que faltan. Los años serán 2012 para nosotros, 2013 para Asgard y 2014 para Morag y Vormir.

          —¿Desde cuando tú eliges?—le recriminó el mapache.

          Markus le lanzó una mirada inexpresiva—¿Tienes una idea mejor?

          —La pasaremos bien juntos—dijo Thor agarrando a Rocket y a Mikhail para apretarlos en un abrazo.

          —ya uzhe nachinayu zhalet' ob etom (Ya estoy empezando a lamentar esto)—bramó el mayor de los Orlov en ruso—. Pomogi mne (Ayúdenme).

          Clint esbozó una sonrisa burlona—Udachi s nimi, priyatel' (Mucha suerte con ellos, colega).

          —Idi na khuy, Klint (Púdrete, Clint).

          Rogers suspiró con exasperación—Muy bien. Tenemos un plan. Seis gemas, tres equipos, una sola oportunidad. Sugiero que descansen, mañana será el gran día.

          Sin más preámbulos, el rubio fue el primero en retirarse, dispuesto a repasar el plan con las cámaras de seguridad con los datos de la misión. El resto del equipo también se retiró para estudiar cada escenario asignado, solamente dejando al matrimonio Romanoff-Belova en la sala. Ambos se miraron entre ellos, en silencio, antes de volver a sus lugares para repasar toda la información posible sobre el destino a dónde irían. El sol, a lo lejos, fue poniéndose, marcando el inicio de la noche — la última noche antes de devolver a la vida a los que alguna vez cayeron.




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