xxviii. vidas que no se cambian


CRISTALINO,
capitulo veintiocho: vidas que no se cambian!



          EL ESTRUENDO LLEGÓ A SACUDIR LA TIERRA DE MANERA VIOLENTA, como si un terremoto azotase el terreno y este estuviese a punto de sucumbir por debajo de los pies de Markus en ese preciso instante. El castaño observó como el mítico Dios del Trueno aniquilaba a todo un epicentro de monstruos a pocos metros de él, rayos azules y blancos centellando a su alrededor como si fuera la única luz que uno podría ver al final del túnel. Próxima Midnight parecía estar atónita ante la situación, juzgando por la poca defensa que montó cuando Markus la empujó con fuerza y ella salió disparada hacia un lado soltando un gruñido. Markus sonrió de manera casi cínica antes de volar hacia ella para propinarle otro golpe, dispuesto a herirla hasta el punto de que ella pidiese que él mismo la matase — él tendría que trabajar duro por ello.

          Oh, y él lo haría con gusto.

          Mientras tanto, el campo de batalla era una mezcla de furia.

          Sangre por ambos lados, violencia de uno hacia otro, garras afiladas contra lanzas y balas. El fuego parecía consumirlo todo, como la sangre hirviente que había en los dos bandos, tan dulce y suave que parecía ser el único combustible que podía mantener el conflicto activo — en constante pelea, en constante agonía y pura rabia. Los traidores luchaban para poder conseguir la gema, ¿pero los héroes? Verán, los héroes buscaban destruirla a toda costa, sin remordimientos.

          Sin esa gema en el camino, ellos vencían.

          (Markus decidió enfocarse en ese pensamiento positivo.)

          Próxima disparó hacia él y Markus logró esquivarlo a tiempo, concentrando su energía para poder devolvérsela a la mujer de manera estridente, soltando un grito de guerra. Midnight lo esquivó al lanzar su cetro hacia el castaño, quien lo agarró a medio movimiento y recibió una golpiza por parte de la alienígena por su error al bajar la guardia para salvarse. Ambos pelearon, entre garrotazos y golpes, Markus estaba a punto de volver a quemarla, pero Midnight mejoró su agarre en la lanza y empezó a ejercer fuerza contra el castaño para mantenerlo contra el suelo. Su mirada era feroz.

          —¿Crees que voy a caer por esta estúpida demostración?—gruñó ella.

          Markus sonrió, mostrando sus dientes, y parecía un maniático por ello—No es una demostración, es una declaración de tu inutilidad como comandante en esta guerra estúpida.

          —La gema será nuestra.

          Markus ya empezaba a cansarse de escuchar la misma frase.

          (Como un disco rayado.)

          —¡Mira a tu alrededor, Midnight!—bramó el castaño alzando su voz por encima de los gruñidos y los gritos de los que agonizaban—. ¡Todos aquí peleamos por lo mismo!

          Midnight levantó su mirada, tan enferma y cegada por toda la sed de poder, de sangre y avaricia por completar una misión para alguien que posiblemente eliminase hasta su propio ejército. El campo de batalla no se había detenido en absoluto, ni siquiera ante la muerte más insignificante se detendría. Todo lo que había a su alrededor era agonía, eran golpes, era sangre derramada, era la muerte que no se contenía en salir y tomar prisioneros para llevarlos al agujero negro y al infierno. La pelea no cesaba y parecía que no cesaría hasta que alguno de los dos bandos empujase lo suficiente para poder desbalancear al otro — no había un ganador. Y esa misma cosa era lo que provocaba la furia de la mujer de cabellos azules.

          —La única diferencia es que nosotros mataremos con tal de obtenerla—masculló la mujer golpeándole la mandíbula para aturdirlo, había una sonrisa en sus labios—. Y tú serás el siguiente.

          En cuanto ella levantó su lanza, gruñendo en el proceso, algo la apartó rápidamente.

          Markus estaba perplejo.

          Al sentarse, metido entre el fuego cruzado, observó que el hombre que parecía un árbol había atravesado a varios monstruos a la vez para lanzarlos lejos como un látigo. El castaño concluyó que él había sido el responsable de quitarle a la mujer alienígena de encima. Sintió que alguien le tocaba el hombro, poniéndose en guardia por instinto, antes de toparse con el rostro de Rogers. Él le tendía una mano, para ayudarlo a ponerse de pie, y Markus la aceptó con pesadez. Los dedos callosos de Steve lo apretaron, tironeando de su brazo y el castaño se levantó en segundos, ambos dirigiendo sus miradas hacia el gran hombre-árbol.

          —Impresionante, ¿verdad?—les dijo Thor a un lado, antes de romperle la cabeza a uno de los monstruos con su hacha—. Veo que Rogers se copió de mi barba.

          —Y tú tienes un corte de pelo nuevo—declaró Markus.

          —Me gusta—añadió Steve.

          El hombre árbol volvió a lanzar varias ramas hacia el enemigo, incrustándolas entre sus cuerpos para golpearlos entre ellos y finalmente lanzarlos a un lado. El trío de vengadores observó de manera atónita toda la demostración, hasta que el Dios del Trueno les dirigió una mirada hacia los otros dos Vengadores.

          —A propósito, ese de ahí es mi amigo—lo presentó Thor al tiempo que lo señalaba—. Se llama Tronco.

          —¡Yo soy Groot!—exclamó el susodicho, mirándolos mientras cargaba con más enemigos.

          Steve se llevó una mano al pecho—Yo soy Steve Rogers.

          Markus no le dijo nada, hasta que Steve le palmeó el pecho con fuerza, diciéndole silenciosamente que se presentarse—Huh...me llamo Markus.

          Groot los saludó de la manera más amistosa posible, a pesar de estar rodeado entre sangre y magulladuras, los dos vengadores alzaron sus manos para devolverle el saludo. Un trueno volvió a resonar, mientras que el cielo se oscureció por un segundo ante las nubes que aparecieron por la fuerza del dios. Markus observó como Thor blandía lo que parecía ser su nuevo martillo, teniendo en cuenta de que ese era más grande que el anterior; mezclado con un hacha de un lado y un martillo del otro, juntados por lo que parecía ser un tronco que los mantenía agarrados fuertemente. En cuanto se aclaró el cielo, Steve le tocó el hombro al castaño, señalándole en dirección a la selva donde varios árboles se movían.

          Algunos de estos caían, derrumbándose contra el suelo.

          Como si algo estuviese por debajo de la tierra.

          —Esto no es algo bueno—murmuró Markus.

          —Dímelo a mi—masculló el rubio.

          Súbitamente, el suelo se levantó frente a ellos, rompiéndose al mismo tiempo en cuanto salieron unas ruedas afiladas gigantes. Markus tomó a Steve del brazo, mientras que el resto corría a diferentes direcciones debido a las órdenes que gritó el rey de Wakanda para retroceder y poner a parte de sus hombres a salvo. Steve jadeó al ver el desastre siendo multiplicado por dos veces más, destrozando el campo de batalla y fragmentándolo en segundos. Aquellas ruedas se separaron, con la sola misión de poder matar a quien se interpusiese en su camino.

          —¿Pero qué mierdas es eso?—bramó Mikhail.

          La voz de Dominica resonó en los comunicadores—Puedo verlo desde la torre y no me lo creo.

          —¿Cómo sigue Visión?—preguntó Natasha.

          —Aún con la gema.

          (Y Markus no tardó en apretar sus dientes, frustrado.)

          El tiempo seguía contándose, sin parar, sin ánimos de parar. Tic. Toc. Tic. Toc. La muerte seguía estando presente en ese campo, como un amigo más en la guerra y los cuerpos ya esparcidos por el suelo se demacraban debido a las ruedas con dientes afilados. Steve le pidió a Markus que lo dejase en terreno libre para poder continuar, tal vez enfrentarse a Midnight. El castaño, al dejar al capitán, alzó vuelo para dirigirse hacia uno de los pares de ruedas que aún no habían desacoplado nada — juntando fuerza y voluntad para poder atravesarlos justo en el medio, derritiendo la estructura central interna para desestabilizarlos y así poder derribarlos juntos al mismo tiempo.

          —Vaya, sí que eso es todo un espectáculo, Markus—dijo Bruce agitado.

          —¡Intentaré darles otra demostración pronto!

          —Ja, sí es que vives para darnos otra—bromeó Black.

          Markus se encargó de destruir otra rueda más, desestabilizándola más para verla caer luego y giró en el aire justo a tiempo para ver al grupo de chicas peleando por su cuenta hasta que vio otra fila de ruedas afiladas dirigiéndose a su dirección. No llegó a reaccionar, cuando Wanda Maximoff apareció de la nada y abrió sus manos al tiempo que presionaba sus palmas; englobando toda la superficie de las cuchillas y haciéndolas levitar para lanzarlas hacia atrás soltando un gruñido, matando a todo monstruo que había detrás de ellas. El mayor de los Belova soltó una carcajada, volando hacia ellas quienes miraban atónitas a la mujer que vestía de color escarlata.

          —¿Por qué ella estaba arriba y no aquí?—preguntó Okoye.

          —Porque debería estar cuidando a Visión—le respondió Markus aterrizando a su lado.

          —Veía esas cosas desde allí, ya sentía que las cosas no iban a ir bien y por eso intervine—se excusó la bruja—. Lo sien...

          —Wanda, deja de disculparte—interrumpió Romanoff negando con su cabeza—. Es bueno verte aquí.

          Wanda le sonrió.

          La voz de Dominica fue urgente—¡Chicos, tenemos un problema aquí!

          El equipo se giró para mirar hacia la torre, a lo lejos, cubierta por un manto de árboles tropicales. Juzgando por el tono que tomó la rubia, no podría tratarse de algo bueno, más cuando Próxima Midnight se estaba comunicado con alguien de manera exterior; confirmando las sospechas de Romanoff y Belova. En ese momento, todo les golpeó: la estrategia, el concentrar el fuego allí, eso servía para ambos lados, era conveniente para todos. Pero con una Vengadora menos en la defensa de Visión, eso significaba que el blanco volvía a ser vulnerable.

          Era una emboscada.

          —Dominica, háblame.

          —¡Es el otro sujeto!¡El que vimos en Edimburgo!—respondió ella agitada.

          Natasha jadeó, mirando a su marido con urgencia—Nos mintió.

          Con tu vida, pagarás la de él.

          Próxima Midnight había ejecutado su engaño a la perfección y eso ya provocaba problemas. Markus miró a la mujer, quien le dirigió una mirada ensanchada llena de malicia y con intenciones nada buenas. Markus fue el siguiente en salir disparado hacia ella, propinándole un golpe para borrársela de su rostro, dejándoselo herido y ensangrentado. Al dar la vuelta, o al menos intentarlo, sintió como algo le agarraba el pie y terminaba por bajarlo a la tierra; hasta que empezó a dar vueltas, vueltas y más vueltas, tragando tierra al mismo tiempo. El dolor que sentía en su talón y parte de su pierna era suficiente para hacerlo enojar, pero al ver que su cara estaba recibiendo un tratamiento facial lleno de tierra mezclada con sangre parecía ser algo no tan bueno.

          Markus estaba enfadadísimo.

          Soltando un gruñido, el castaño se giró, lanzando una llamarada hacia el monstruo, quien lo soltó inmediatamente al recibir el calor abrasador de los poderes de Markus. Al ser liberado, el castaño se levantó rápidamente, tomando al gran monstruo con sus manos y levantó vuelo para llevárselo con él. Tomó fuerza, junto con la ira y las ganas de destruir a ese monstruo, él ejerció presión. El monstruo agonizaba, su martillo gigante olvidado en el suelo, y él podía observar cómo su rostro se contraía ante la pura agonía. El monstruo sufría, todo ardía a su alrededor y Markus disfrutaba de cada momento, como si estuviese frente a la mejor obra de arte. El compañero de Próxima gritó, intentando alejarse, pero...¿a dónde podría ir?

          No había escape.

          No había lugar a dónde ir.

          Y él nunca dejó de presionar su cabeza.

          Había fragmentos, trazos de color naranja en el cuerpo del enemigo, destruyéndose lentamente y Markus continuaba presionando hasta el punto que sus gritos ya no se escuchaban. Hasta que, finalmente, el cuerpo explotó entre una mezcla de fuego y sangre; manchando el uniforme del castaño a modo de delatar su pecado. Se iluminó el cielo por un segundo, mientras que las cenizas caían hacia la tierra, marcando una muerte más. Markus aterrizó con fuerza, dejando un rastro de fuego a su camino que consumió todo. Sam Wilson pasó por encima de él, mirando en dirección a la torre donde la princesa de Wakanda se encontraba trabajando.

          —Chicos, lamento dar las malas noticias—dijo este—. Pero tenemos un problema con Visión.

          —Oh, mierda—masculló él.

          Steve sonaba bastante alarmado por los comunicadores—¡Que alguien vaya con Visión!

          —Iré yo—dijo Markus antes de salir volando hacia la selva.




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          La primera vez que conoció a Visión fue cuando él apareció en Sokovia, justo cuando Natasha y él estaban siendo prisioneros de Ultrón. En cuanto Nicholai Orlov le explicó toda la ciencia cuántica de cómo un hijo de Ultrón parecía estar con vida junto con la matriz informática de Jarvis más una gema, Markus se dio cuenta de que todo podía suceder en esa tierra donde vivían. Sin embargo, al ver la sola misión del androide, él se dio cuenta de que podría llegar a confiar en él a pesar de que Wanda advirtió que en un principio él había sido fabricado para provocar aniquilación. Visión probó que no sería así, Visión probó que su misión iba más allá de él y de lo que Ultrón quería hacer con él. Entonces, a partir de ese momento, Visión se convirtió en un aliado para todos.

          La primera vez que hablaron, él se podía dar cuenta de que las circunstancias eran distintas: eran tiempos de paz.

          (Paz que él no sabía cuánto duraría.)

          —He visto muchas cosas sobre ti, Markus—le dijo esa noche al castaño, levitando a su lado—. Pero esto...es diferente de lo que dicen los reportes.

          Markus le lanzó una mirada que parecía ingenua, pero mezclada con un poco de curiosidad al ver que el androide parecía conocerlo a la perfección y al mismo tiempo lo miraba como si fuese el más grande enigma de todos los tiempos. Tal vez era algo bueno ser alguien a quien uno no conoce del todo, porque se puede seguir escarbando más y ver qué hay más allá de la cáscara de una persona – o como una persona podía tener diferentes personas, cómo una mamushka. El castaño le lanzó una mirada inquisitiva al androide, fijándose en sus facciones para interiorizar el rostro de una nueva persona a su memoria fotográfica.

          Rojo, verde, dorado.

          Si, definitivamente el hijo de Ultrón (y por ende, hijo de Tony Stark) era algo único.

          Pero eso no quitaba que él no fuese algo más.

          —Pues dime, Visión—se encargó de decirlo con cautela, ladeando su cabeza hacia él para poder enfrentarlo pero manteniendo una postura algo tersa y desconfiada ante su presencia—. ¿Qué es lo que ves diferente de mi?

          —Pues, primero que nada, tu código genético fue mejorado—declaró el androide antes se detenerse—. Huh, corrección, creo que la mejor palabra sería alterado de manera involuntaria. Forzada incluso. Por un dios asgardiano.

          Markus se hizo una nota mental: el definitivamente NO estaba a gusto con esa declaración. Sin embargo, no hizo ningún comentario, ninguno que siguiese con un puñetazo dejando sangre en sus manos, como él lo resolvería.

          Se quedó en silencio y el androide prosiguió—Lo que veo de diferente en ti es el camino que hiciste, de ser un asesino a sangre fría a ser un vengador.

          El castaño asintió, volviendo su mirada hacia el frente, el silencio que se formó entre ellos súbitamente no era tenso; si no que era un silencio cómodo, familiar. A Markus le dio impresión el saber que ya el androide era una presencia agradable por su monotonía y su quieta cercanía, acompañándolo en ese momento donde el mundo parecía detenerse de la manera más lenta posible. Todo era lento, hasta el latido de su corazón, no como el de Visión: porque él no lo necesitaba. La gema se encontraba posada de manera delicada en su frente, como si se tratase de una corona perteneciente a un rey que viviría durante siglos y más siglos.

          Markus esperaba no ser esa persona.

          (Si lo era, detestaría cada día por el resto de su vida.)

          —Esta gema te otorgó algo que no se te puede quitar—alegó finalmente Visión, rompiendo ese silencio con su timbre de voz bajo, pacífico, Markus sería capaz de escuchar ese tipo de voces todo el día—. Tú lo abrazaste.

          —Aborrecí estos poderes por un tiempo—acotó Markus volviendo a mirar al frente.

          El mundo seguía quieto.

          —Pero no hiciste nada para quitártelos, ¿o me equivoco?

          Markus apretó sus labios en una fina línea.

          Buen punto, pensó él.

          —Lo que intento decir aquí, Markus—concluyó el androide ladeando su cabeza hacia él un poco más, solo un poco—. Es que tu decidiste, por tu propia cuenta, el continuar teniendo tus poderes. Si no, esta conversación ni siquiera estaría en mi algoritmo y tú estarías mirándome como un inútil parado en el suelo—Markus se permitió emitir una carcajada llena de humor, negando la cabeza lentamente—. Eres diferente, Markus Belova, y eso es lo que te hace especial.

          Markus se relamió los labios, mirándolo fijamente—Nunca quise ser especial.

          —Nadie aquí elige o desea ser especial. Hay algo más afuera, dudo que sea un algoritmo porque un algoritmo podría hacer cosas catastróficas—respondió Visión enarcando una ceja—. Ya sabemos esa experiencia de antemano con lo que pasó hace unas semanas. Ese algo va más allá de mi conocimiento como hijo de Ultrón y como Jarvis, va más allá de ti.

          El mayor de los Belova asintió, lentamente, captando la idea finalmente en su cerebro. Hasta que volvió a mirar al androide de color rojo, verde y dorado. Su mirada se concentraba al frente, buscándose en su propio reflejo.

           —Va más allá de todos—dijo este finalmente.

           —¿Y tú qué eres de diferente?—declaró Markus a modo de pregunta—. Si tu misión era detener a Ultrón, de terminar con su sufrimiento, ¿qué tipo de misión tienes ahora?

          Visión ensanchó una sonrisa, la oscuridad de la noche y el contraste que había entre las luces que estaban dentro y por fuera no lo hicieron ver más sombrío — sino como algo más cálido, más amigable. Visión no le respondió de manera verbal en ese momento, pero lo hizo con sus acciones en los siguientes meses y Markus entendía que el androide solamente existía, que hacía su trabajo sin muchas casualidades, sin miramientos. Hasta incluso llegó a agradarle, a pesar de su falta de decoro en utilizar las puertas para entrar — con los meses, Markus llegó a considerarlo como algo más.

          Un compañero, quizá.

          Un compañero que estaba al borde de la muerte en una guerra injusta.

          Markus ahora podía entender el verdadero peligro de toda la operación si le quitaban la gema al androide, y su estómago se revolvía con tan solo pensarlo. En el momento que Sam Wilson dijo que Visión podría estar en peligro, ese momento fue la única cosa que empezaba a cambiar el juego de manera abismal, radical y, posiblemente, una premonición para el posible final de toda esta guerra. El castaño salió volando en dirección a la torre, con una velocidad que nadie se imaginaría tener, dejando un rastro de fuego a su paso, creando un nuevo infierno.

          —¡Dominica!—bramó Romanoff por los comunicadores—. ¡Necesito una actualización en Damian!

          —Estamos bien—respondió ella, su tono era agitado—. Estamos bien, Damian logró esconderse y estoy con él ahora mismo. Shuri y Ayo están inconscientes, pero respirando.

          Markus suspiró.

          Al menos, un momento de alivio, pensó este.

          Así que, Visión era la nueva prioridad. El castaño entró rápidamente a la zona selvática, viendo más verde de lo que habría visto en algún bosque perteneciente a Siberia o a Bielorrusia. Todo eso pronto perecería por su poder, por su fuego, por sus inquebrantables ganas de querer terminar el conflicto y retirarse en paz. No tardó en encontrar a Visión, al mismo tiempo que Steve Rogers corría a toda velocidad hacia el compañero de Midnight, quien ya tenía agarrado al androide y su daga estaba metida en su cuerpo, esta vez de manera más profunda.

          —¡Necesito refuerzos!—bramó Markus enfadado.

          Steve fue el primero en dar el golpe y Markus intentó quemarlo.

          Visión, ya perdiendo un poco su color, los miraba sin aliento desde su lugar en el suelo — completamente atónito.

          —¡Sal de aquí!—bramó Steve al androide—. Markus, llévatelo. ¡Ahora!

          Sin embargo, siendo un soldado del calibre de Steve Rogers, él no podría pelear solo y Visión no podía tener su gema extraída sin Shuri o sin la máquina. Le sorprendió que, en cuestión de minutos, solo minutos, la solución que tenían en esta guerra ya no era un camino viable. Shuri Udaku ya no podía quitarle la Gema del Infinito al androide, entonces la conclusión fue más dolorosa que la realidad: ellos tendrían que destruir a la gema y a Visión. Pesadamente, el androide se levantó, tomando el cetro del alienígena y caminando pesadamente hacia el enemigo. Markus lo detuvo, pero la mirada que Visión le dio le causó más dolor a Markus que las heridas que tenía en su rostro.

          —Déjame hacerlo. Ya no hay más tiempo.

          No era una declaración.

          Era una maldita súplica.

          (El tiempo ya se estaba acabando, justo como un reloj de arena.)

          Markus asintió, tomando el cetro junto a él—A la cuenta de tres.

          Rogers estaba a punto de perder la consciencia cuando ambos incrustaron la daga en el pecho del alienígena, justo en el corazón y ambos lo alzaron. El compañero de Midnight murió en segundos, su agarre en Steve se aflojó hasta el punto de que sus propias extremidades ya no funcionaban. Markus nunca había sentido tanto alivio de ver a un enemigo morir con su propia medicina, o, él siendo más conciso, arma. Luego de ello, ambos soltaron el arma, tirando el cuerpo a un lado y Visión perdía fuerzas para mantener de pie — la secuela del corte ya siendo más extensa. Él cayó en los brazos de Markus, quien intentó atraparlo como pudo junto a Rogers.

          —Te dije que te lo llevaras, idiota—masculló Steve enfadado.

          —¿A dónde?—le preguntó el castaño de vuelta, con el mismo tono de voz—. Es posible que la máquina esté destruida, ¿qué quieres que haga al respecto?

          —¡Ya basta!—bramó Visión con todas sus fuerzas antes de mirar a Rogers—. No intercambiamos vidas, capitán.

          —Próxima Midnight está muerta—dijo Natasha por los comunicadores—. El ejército extraterrestre está de retirada, Thor y Mikhail están destruyendo las naves para evitar su escape.

          —Esas sí que son buenas noticias—dijo Markus sonriente, al mismo tiempo que se escuchaba una explosión detrás.

          Los dos hombres sentaron a Visión contra un tronco, al mismo tiempo que Wanda y Eva aparecieron en la selva, ambas aterrizando gracias a los poderes de Wanda. Markus le tiró la lanza a Black, quien la tomó en sus manos antes de lanzarle una mirada socarrona al castaño. La menor de los Maximoff se acercó rápidamente al androide, tocando su mejilla con su guante lleno de sangre.

          —¿Estás bien?—le preguntó.

          La única respuesta que consiguió fue que la gema empezase a brillar.

          Visión soltó un grito de agonía.

          —¿Qué?¿Qué pasa?—insistió Wanda con preocupación.

          El equipo que estaba allí se quedó en extremo silencio cuando el androide dijo las siguientes palabras, palabras que helaron la sangre de todos.

          —Él está aquí.

          Allí fue cuando la Tierra parecía detenerse, el tiempo parecía hacerse más lento, más agonizante, más peligroso. Hasta el viento parecía cambiar de dirección, silenciosamente, generando que los pelos de todos se pusiesen de punta. Steve se concentró en sentir por dónde podría venir el enemigo, pero estaba tan ciego como Markus, o como el resto de sus compañeros. El rubio se llevó una mano al oído, mirando en dirección a la ciudad.

          —Todos, vengan donde estoy. Llegan enemigos—ordenó Rogers.

          —Iré con ustedes—dijo Viktor.

          —Tu prioridad ahora es Damian—acotó el capitán—. Protégelo, te alcanzaremos en cuanto terminemos.

          Dominica gruñó, pero desistió—De acuerdo.

          El resto del equipo llegó a su posición poco a poco, la tensión se sentía en el aire y todos buscaban el lugar por donde el aclamado titán aparecería. La brisa se hacía más violenta y un sentimiento estupefacto se incrustó en el estómago de Natasha al estar junto a Markus. Él, a modo de calmarla, le agarró la mano para darle un firme apretón. Ambos respiraron hondo para poder prepararse, arremeter a lo que podían. Y en cuanto escucharon la advertencia de Bruce, Markus se giró.

          Pero todo volvía a cambiarse.

          Él ya no estaba en Wakanda, sino que estaba solo.




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