xxix. no más juegos
CRISTALINO,
capitulo veintinueve: no más juegos!
MARKUS DESEÓ MORIR ALLÍ MISMO, en ese preciso momento, ante el bosque que tenía negro y estaba iluminado con tonos rojos que lo hacían más tenebroso que antes. Súbitamente sintió nostalgia, porque aparentemente este era el único lugar donde las sombras podían apabullarlo de la manera más macabra posible. Este era el lugar de sus pesadillas, las cuales eran más dulces que algún sueño vívido tenido por su mente antes. El frío le calaba los huesos, impregnándose lentamente como un veneno que corría por sus venas, alojándose en él como un maldito parásito que se extendería por todo su cuerpo — hasta, eventualmente, quitarle la vida con un grito de agonía. Markus sabía que ese era su propio infierno, purgatorio y paraíso a la vez; de eso no tenía duda, pero llegó a una tardía conclusión: él odiaba ese lugar.
Lo detestaba, lo aborrecía.
(Junto a un montón de insultos y maldiciones que dijo en su cabeza.)
La primera vez que lo visitó fue cuando Loki había tomado su mente, hacía años, Markus lograba recordarlo con tal claridad que le provocó un escalofrío. La luna sangrante, las montañas oscuras, la nieve debajo de las palmas de sus manos — debajo de sus propios pies. Ese era el tipo de infierno que nadie podía otorgarle, solo él (y la ayuda de Loki) podían tenerlo, era tan fácil decirlo que hacerlo. La atormentada mente de Markus en ese momento fue el líquido que incitó al Dios del Engaño a modo de combustible para generar el terror que invadiría su mente. Ni siquiera Markus llegaría a concluir que parte de su subconsciente estuviese tan podrido cuando uno ve su interior; Wanda le dijo una vez que él fue un hombre que se marchitaba, que simplemente perecía. Y Markus, para su propia fortuna, le dio la razón.
—Da, on opredelenno byl slomlennym chelovekom (Sí, definitivamente era un hombre roto)—le dijo él esa vez.
Wanda parpadeó, sin esperarse la respuesta.
No la culpo, pensó él en voz alta.
—La primera vez que vi tu mente, había rastros de hojas marchitas, de lugares que morían en tu mente—prosiguió la bruja, moviendo su cabeza a un lado, dejando que un par de mechones se interpusiesen en su rostro—. YA nikogda ne videl nichego podobnogo (Nunca había visto algo igual).
—Todas las mentes son diferentes, Wan—añadió Markus apoyando su mejilla contra su puño—. La mía es una de tantas y eso lo sabes.
—La de tu mujer es similar y diferente a la tuya al mismo tiempo—mencionó la muchacha relamiéndose los labios—. Es aterrador y fascinante a la misma vez. Ambos tienen miedo de todo.
—El miedo fue lo que nos mantuvo con vida por años.
Wanda tarareó a un lado—El miedo también es diferente para todos.
—El miedo es igual para todos.
Ella sonrió de lado, entretenida por toda la discusión y eso picó su interés; como también picó el interés de Markus. Ambos se perdieron ante el sentimiento y el pensamiento sobre el miedo, una emoción tan común en la mente humana, algo que parecía no detenerse, aunque uno quisiera. El miedo era igual para cada persona, se generaba por diferentes disparadores que generaban desesperación, agitación y por último el miedo a algo en particular. La menor de los Maximoff, al mirarlo con sus orbes verdes, chasqueó su lengua antes de negar.
—El miedo es diferente para el resto, Markus—respondió ella finamente, cruzando sus piernas para estar más cómoda—. Cada uno de nosotros tiene un miedo único, algo que nos atormenta de la peor manera. No hay peor arma que pueda usar el miedo que nuestra mente, nuestros sueños y esperanzas. Nosotros mismos y el exterior provocamos ese miedo a diferentes escalas.
Markus lo consideró como un punto válido.
Después de todo, se trataba de una mujer que podía leer la mente.
(La maldijo por eso ese día, recibiendo un puñetazo en su brazo.)
Entonces, en ese instante, Markus sintió miedo al estar solo en aquel bosque otra vez. La nieve que estaba debajo de sus pies estaba completamente helada y no se derretía por su calor corporal, o por sus poderes. Él estaba indefenso allí, concluyó finalmente, y estaba aterrado de su propia existencia. Su respiración empezó agitarse, mientras miraba hacia todos lados para poder encontrar una salida, buscar algo que lo lleve de vuelta a la realidad. Entonces, al ver solo árboles y más árboles a su alrededor, él empezó a caminar. El viento no soplaba, lo cual él agradecía gratamente, porque el frío que ya estaba debajo de sus pies era sumamente atroz. Sus ojos terminaron por acostumbrarse a la oscuridad y a la poca luz que habitaba entre los árboles, la nieve siendo la única cosa que lo mantenía en un camino firme. No encontró nada más allí que pudiese captar su atención.
Se detuvo.
Seguía estando solo.
(Diablos, era tan insoportable.)
—Quien sea que esté haciendo este tipo de mierdas, ya puedes detenerte—exclamó el castaño mirando a todos lados—. ¡No es gracioso!
El silencio fue su única respuesta.
—Vamos, por el amor de Dios, ¡aparece de una puta vez!—gruñó él exasperado.
Markus no recibió respuesta alguna, su respiración ya sacaba humo de su boca, vapor ante el calor que emanaba de su cuerpo. Él detestó cada momento de su aparición en ese lugar, esperando alguna contestación a porqué estaba allí, qué ganaba estando en un territorio que se encargaba de atormentarlo hasta el punto de volverlo loco. En un principio, él estaba en una guerra contra traidores, contra enemigos que buscaban lo mismo que él para un diferente propósito. En ese preciso instante, Markus estaba en una guerra contra sí mismo, contra algo que podía controlar y que al mismo tiempo era terreno desconocido para él — a pesar de una gran convivencia durante años.
Él ya estaba cansado de ello.
—¡Oye!—gritó al viento, como un desquiciado—. ¡Muéstrate!
Una risa proveniente de una voz grave inundó su cabeza, plagándola como si fuese una peste y su mente empezaba a dar vueltas. Luego de eso, la oscuridad se hizo, la luna sangrienta ya no estaba, pero la nieve sí que estaba debajo de sus pies como siempre. Markus parpadeó repetidas veces, buscando algún lugar donde la luz pudiese guiar su camino, pero la oscuridad penetraba sus sentidos como una vil arma que estaba apuntada a su cabeza. Con silenciador, sin, daba lo mismo, Markus estaba al otro lado de la pistola y si continuaba a oscuras podía llegar a tener la bala entre sus ojos.
Todo terminaba allí.
Él finalmente se rompería como el cristal.
Markus no quería romperse.
Juntó fuerzas, queriendo sentir el calor de sus poderes otra vez en sus manos. Surgió de manera tan violenta, tan primitiva, tan de él: blanca y abrasadora por sus venas, viajando rápidamente a través de ellas para poder juntarse en las puntas de sus dedos. Fue ahí, en ese momento, que él sentía como sus poderes hacían caso a sus pensamientos y abrió la palma de su mano para iluminar su entorno. La llamarada que emergió fue suficiente para darle alivio, alivio que él deseaba tener con muchas ganas y alzó la mirada, sus orbes centellando un color anaranjado imperturbable.
Volvía a tener el control, el poder y eso lo hizo sentir más valiente.
—Dilatas algo que es inevitable, Belova—sentenció entonces esa voz, profunda, grave, pero clara a sus oídos—. No puedes detenerlo.
—Lo haré si incluso eso me mata—añadió el castaño mirando hacia la oscuridad de los árboles.
—Tú solo quieres ser olvidado. Yo puedo hacer eso.
—Y yo puedo quemarlo todo, maldita escoria—sentenció Markus girándose para mirar hacia otro lado, buscando el lugar de origen de donde provenía esa voz—. No dudaré en quemarte hasta finalmente acabar con tu vida. No lo repetiré otra vez. ¡MUÉSTRATE!
Cuando enunció esas palabras, un circulo de fuego surgió a su alrededor, iluminando más su entorno y su posible campo de batalla. Los árboles se notaban con más claridad, algunos empezando a quemarse por la cercanía del fuego. Markus resopló por la nariz, su mirada escéptica queriendo estar en todos lados para poder ver si el enemigo estaba cerca, sin tener resultados. El castaño soltó un grito lo suficientemente alto, como si fuese un maniático, como si hubiese perdido la cabeza por completo y gritó su nombre.
—Tanta furia...me sorprende que eso sea lo único que te mantuvo con vida hasta ahora—anunció la voz del titán, ya tan cerca de él.
—Tú no sabes nada sobre mi—gruñó el castaño.
—Aparentemente, piensas que tú sabes más de mí.
—Lo único que sé es que eres un genocida—escupió el castaño volviéndose a girar, buscándolo de manera desesperada con la mirada—. Que la mitad del mundo perecerá si no te detengo.
—La mitad del universo merece eso, de todos modos.
—¿Por qué?¿Quién te crees que eres?
Markus esperó una respuesta que no llegó de manera verbal a su mente, si no que se giró otra vez y se topó con un hombre de piel morada — más grande que él, sus músculos eran protuberantes, al punto de explotar y llevaba un casco puesto, una armadura de metal brillante y un guante en su mano izquierda, de color dorado con cinco gemas resplandeciendo de manera brillante en su guantelete. Su expresión era estoica, su postura absolutamente imponente, y su resolución era más que suficiente para quitarle el aliento a Markus; él tembló ante los pasos que daba el gran titán sobre la nieve y eso llegó a enfurecerlo al llegar a una cruda conclusión por su cuenta.
Thanos había logrado plagar su mente.
Él se preguntó cómo llegó a hacerlo.
Y Thanos se acercaba más y más a él.
—Al fin, el diablo aparece—masculló el castaño.
Con todas sus fuerzas, el mayor de los Belova arremetió contra él, soltó un gruñido y lo mezcló con un grito de guerra antes de soltar una gran llamarada hacia el hombre de piel morada. Este con la fuerza de su propio guante, hizo que una de las gemas se iluminase de manera violenta – la gema de color violeta resplandeció, formando un hueco en aquel fuego para expandirlo hacia otros lados. Markus observó que más árboles estaban prendidos en llamas, consumiéndose lentamente por el fuego. El castaño levantó vuelo, sus manos ardiendo, sus venas brillando ante el calor y la euforia energética que sentía.
—Soy la única persona que puede detener esto, Markus—sentenció entonces el titán alzando la mirada, enfrentándose a un demonio que tenía como misión acabarlo—. Soy la persona que puede acabar con el hambre, con la pobreza y recibir un universo agradecido por su sacrificio.
—Matas a inocentes—dijo el castaño con los dientes apretados, enfadado con él y consigo mismo por no tener la fuerza para destruirlo, pero oh, sí que lo deseaba—. ¿Y esperas gratitud?
—Soy un salvador.
—Eres un asesino, porque quieres salvarte a ti mismo. ¡Estás loco!
Thanos soltó una carcajada, sin miedo, sin remordimientos, con pura alegría que Markus deseaba tanto quemar con sus propias manos; pero se dio cuenta de que el titán loco tenía un discurso preparado para él, un discurso que no prometía ninguna salvación para nadie. Aún así, el castaño no dijo nada, dejando que el diablo prosiguiera con su declaración:
—Sé lo que es perder, Markus—comenzó él, dando otro paso más hacia él—. Sentirse tan desesperado que aun teniendo razón...igual fracasas. Es aterrador. Hace que te tiemblen las piernas. Pero te pregunto, ¿para qué?—Markus mantuvo su misma expresión, impávido, enfadado, completamente enloquecido—. Aunque le temas y escapes de él, el destino llega de todas formas. Y ahora...—soltó una carcajada—. Está aquí. Para ti, para tus compañeros.
Habla demasiado, pensó el castaño en ese momento.
—Suficiente—bramó el castaño.
—No puedes detenerme.
Las palmas de Markus se volvieron a calentar, las puntas de sus dedos se iluminaron de un color anaranjado, fragmentándose ante el calor y él fue quien tomó la decisión de salir disparado hacia él; dispuesto a vaporizarlo y Thanos no estuvo lejos en responderle, tomando su cabeza para poder incrustar parte de las gemas en su cabeza, justo en su sien, para empezar a romper su tejido. Markus gritó, apretando su agarre en la cabeza del titan, este también sucumbiendo ante su poder.
Había dolor de por medio.
Pero Markus únicamente podía gritar.
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Todo era un espiral, un espiral que no terminaba en ningún lado.
Infinito.
Inconcluso.
(Junto un cierto peso de incertidumbre que mataba a Markus, lentamente.)
Un agujero negro, desolador, sin nada que pudiese centrarlo o simplemente engancharlo. Todo parecía ser atraído hacia un punto que él no encontraba, más estando flotando en el medio de la nada misma; aprisionado por su propia mente. Sus ojos y oídos sangraban, hasta el sabor metálico en su boca lo hacía recordar al olvido y su cuerpo le pedía con todas sus fuerzas un gran descanso. Pero él no se detendría, no hasta acabar con su cometido, no hasta ver al enemigo caer frente a sus pies. El mayor de los Belova se movió, de manera violenta, sin importar qué era lo que hacía — lo importante era salir de la trampa que formó su mente.
Su sien aún dolía.
El poder de todas las gemas juntas era adictivo.
Markus se preguntó qué se sentiría al ponerse el guante, con las mejores intenciones, pero el dolor que conllevaba eso parecía ir más allá de su capacidad.
Repentinamente sintió calor, un calor abrasador que empezó a calentar su cuerpo poco a poco, de manera casi instintiva su cuerpo ya volvía a retomar el control. Esa oscuridad, en cuestión de segundos, parecía ser engullida por llamaradas anaranjadas y varias partículas ataban al cuerpo de Markus a través de fragmentos de energía. Sus orbes azules danzaban con las llamaradas a su alrededor, un sentimiento de euforia que no podía contener. El dolor eventualmente se fue, dejándolo aliviado antes de caer de nuevo en una superficie fría. El castaño respiró con pesadez, buscando el aliento que el titán le quitó al agarrarlo y Markus se levantó pesadamente — levantando la mirada para toparse con el hombre gigante desorientado.
Ese era el momento.
—ya vyigryvayu (Yo gano)—murmuró el ex asesino en ruso.
Al juntar todas sus fuerzas, el castaño salió disparado hacia el titán y lo levantó en vuelo, este sin poder defenderse en ningún momento. Markus tomó velocidad, abandonando el bosque que ya estaba incendiado por su poder, sucumbiendo ante el fuego y la desesperación, los árboles cayéndose para generar más fuego. El mayor de los Belova no se detuvo, voló en dirección a la luna sangrienta a tal velocidad que parecía un cometa. Entonces, Thanos se dio cuenta de lo que ocurría allí.
Markus lo estaba echando de su cabeza.
Ya no más.
Él ya no dejaría que nadie más entrase a su mente para atormentarlo.
Lo que vino después de eso, para su fortuna, fue una explosión.
¡Boom!
Fue cómo la primera vez que obtuvo sus poderes, una luz mezclada entre colores anaranjados, rojos, blancos — justo como el fuego que se alojaba bien dentro de él. Se vio cegado por ello, sintiendo que su juicio y sus propios sentidos se nublaban ante tanto poder. Era abrasador, le quitó el aliento y esperó con tantas ansias a que se detuviera. El titán ya no estaba frente a él, Markus estaba solo. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que volvía a la realidad, cruzando y poniendo un pie fuera de su propia prisión — enfrentándose a la nueva amenaza. La selva inundó sus sentidos y al mirar en dirección donde el viento se acumulaba en un remolino, un agujero negro se abrió.
Dios santo, pensó él a punto de temblar.
Thanos salió de ese agujero, haciendo su acto de presencia como el perpetrador del siguiente crimen.
Wanda sintió que se le iba el aliento, sus nervios estaban a punto de dispararse.
Natasha empujó a Markus hacia atrás, lanzándole una mirada que él estaba dispuesto a refutarle; pero con el tiempo contado, él decidió no entablar una pelea acerca de prioridades. Con las cinco gemas que tenía en su guantelete, no había nada en el medio para detenerlo y sacar a Visión allí seguiría dilatando algo que no se podía hacer.
—¡Markus!—gritó Visión y él se giró, dándose cuenta de que no era un llamado de atención.
Era una súplica.
Visión le miró a modo de hacerle saber que estaba listo para morir.
Solo eliminándola podemos asegurarnos que Thanos no la consiga.
Wanda miró con urgencia a Markus, negando con la cabeza de manera desesperada.
Markus, no, le ordenó ella en su cabeza.
¿No, qué?
¿No matarlo?
¿No destruir la única cosa que podría detener esta guerra?
¿O no pagar el precio por matar a alguien que ya no quería ser un estorbo para ser utilizado por el enemigo?
El precio a pagar era alto, pero lo único que caían eran las cenizas. Markus y Wanda tenían el poder necesario para pagarlo, pero, ¿acaso las consecuencias no importaban?¿Acaso las vidas que intentaron salvar y que no pudieron no importaban? Era un enigma que se transformaba en un camino ramificado, separándose en más y más caminos, algunos ya marchitos por el tiempo; otros destruidos desde sus cimientos. Las consecuencias eran consecuencias, y él debían admitir que siempre fueron costosas. Él ya estaba cansado de ellas, de todas ellas. Markus ya estaba cansado, cansado de ver gente caer ante un bien común, cansado de ver cenizas volando a su alrededor como almas perdidas que se alejan para solo ser vestigios del pasado. Ya no lo toleraría más, así que Markus decidió ser egoísta en ese momento. Un egoísta poco perturbado de sus decisiones y sus orbes azules empezaron a centellar de color naranja.
—Cap—dijo Bruce desde su traje—. Es él.
Nadie pudo decirlo de la mejor manera como Bruce, su tono siendo la única cosa que oscilaba entre el terror y la seriedad.
Sí, no hay que hacerlo evidente, pensó el castaño.
—Manténganse atentos—ordenó el capitán antes de asegurar mejor su escudo—. Markus, mantén a Visión a salvo junto con Wanda. A mi señal, lo sacan de aquí.
Súbitamente, el tiempo se detuvo, el viento ya no soplaba. Todo parecía acabar allí, presenciando las consecuencias y las decisiones que cada vengador tomó. Thanos, sin pavor alguno, dio pasos lentos — su complejo de dios salvador siendo la única cosa que lo hacia mantener su frente en alto. Todo iba dirigido hacia el androide que ya estaba firmando su sentencia de muerte en su cabeza, buscando algo de compasión entre sus dos compañeros. Markus tragó saliva, su mirada estaba entre el titán y su mujer, quien estaba en guardia con sus bastones y mirada feroz. Thanos, luciendo una armadura sencilla, de un color azul que hacía gran contraste con sus marcas en los hombros que bajaban a sus brazos, caminaba de manera recta hacia ellos.
Poco a poco, fueron cayendo.
(Justo como él quería.)
Bruce fue el primero, lanzando su puñetazo cuando el titán alzó su puño para poder ejercer presión con la gema azul. Hulk-Buster terminó siendo incrustado en una piedra, manipulando su materia para atraparlo allí. Steve fue el siguiente, corriendo con toda su fuerza para ser apartado por un fulgor violeta, cayendo en seco al suelo. T'Challa juntó fuerzas para saltar y utilizar sus garras afiladas para poder atacarlo. Thanos lo agarró del cuello, manteniendo un apriete fuerte, antes de soltar un gruñido y golpearlo con la mano derecha. Sam voló hacia él para dispararle, soltando un grito de guerra antes de que el titán utilizase su guante para deshabilitar las alas de Wilson y dejar que él cayese a un lado.
Uno a uno.
Todos caían.
(Markus consideraba que todas sus opciones se reducían como el polvo, como la ceniza.)
—Wanda—dijo Visión.
Wanda, Wanda.
La súplica de un buen amante que estaba dispuesto a perder su vida para salvar la de millones, un mártir que estaba preparado para sufrir las consecuencias.
¿El resto? No tanto.
La menor de los Maximoff se giró para mirarlo, sus orbes siendo la representación humana del miedo y la desesperación. Visión la miró con cariño, cosa que conmovió y entristeció a Markus, pero al mismo tiempo su semblante reflejaba tristeza — junto a una desolación impresionante que creó un nudo en su garganta. Sumamente insoportable, él lo detestó.
—Llegó la hora—dijo él con suavidad.
Wanda no dejó lugar a miramientos—No.
Markus se preguntó a qué respondía esa expresión, sin embargo, él ya podía hacerse una idea a pesar de la negación que ocurría en su cabeza.
—Ellos no pueden detenerlo, ustedes dos sí—insistió el androide.
—Ten más confianza en tus compañeros—masculló Markus alzando sus manos, su mirada enfurecida.
—Créeme cuando te digo que la tengo, en todos ustedes—declaró Visión intentando que su voz no se quebrase ante el dolor—. Mírame, Wanda—la tomó del brazo y ella se forzó a mirarlo, su semblante era igual de doloroso que el de él—. Puedes destruir la gema.
—No voy a hacerlo—farfulló ella negada.
—Debes hacerlo. Por favor, Wanda—insistió una vez más, haciendo que la mano de la bruja tocase su mejilla de manera delicada—. Se nos acaba el tiempo.
Maximoff sacudió su cabeza—No puedo.
—Sí, puedes. Ambos pueden. Markus—dijo Visión al tomar la mano de Wanda, plantándola frente a ella. Markus se giró para mirarlo—. Tienes que hacerlo.
—Deja de decir idioteces, Visión, por el amor de Dios—bramó Markus, su voz quebrandose ante el mero pensamiento de quitarle la vida a un compañero.
—¡Y tú deja de ser tan obstinado! Si obtiene la gema, perece medio universo.
Wanda soltó un sollozo, le envió una última mirada a Markus.
Él no podía.
Le rompería el corazón a Wanda y mataría a Visión al mismo tiempo, los dos morirían de una manera u otra.
—No es justo, lo sé, no es justo ponerlos en esta situación—añadió el androide con desesperación—. No deberías hacerlo tú, Wanda, deja que un ejecutor como Markus lo haga si así lo deseas.
—No—insistió Markus.
Visión le sostuvo la mirada—Quitaste incontables vidas a través de los años, Markus, una vida más quitada no será nada para ti.
—¡Yo no soy ese monstruo!¡Ya no más!
El grito que soltó Mikhail Orlov al ser agarrado por enredaderas fue lo que hizo girarse, observando como sus compañeros corrían hacia el titán que cada vez estaba más cerca. Eva tiró su lanza con fuerza hacia la gran figura, su cuerpo salió disparado hacia un árbol, siendo retenida por sus ramas. Markus estaba empezando a desesperarse, preguntándose que otra cosa más podría salir mal en ese insipiente momento — la anticipación lo mataba. O lo hacía hasta que las siguientes palabras de Visión cortaron el silencio:
—Está bien...nunca podrías lastimarme, Wanda—su voz era suave, casi una melodía monótona—. Simplemente te siento.
En ese momento, Markus y Wanda llegaron a la misma conclusión.
Visión moriría de todos modos.
Justo como un mártir. Sin embargo, ninguno de ellos eran mártires, ni héroes, ni traidores.
(Humanos, eso es lo que eran.)
Wanda Maximoff miró una última vez a Markus, alzando su mano nuevamente para que un fulgor color escarlata surgiese de su palma y se disparase directamente a la gema de Visión. Markus fue el siguiente en formar un campo de fuerza que pusiese distancia entre el titán y ellos, haciendo un perímetro seguro para destruir la gema. Natasha fue la siguiente en atacar a Thanos, siendo atrapada por varias dagas hechas de tierra, impidiéndole la movilidad justo como a Okoye y Rhodey. Groot intentó atraparlo con sus enredaderas, fallando en el proceso al tener tanto poder sobre ellos. Markus apretó los dientes, mirando como uno a uno sus amigos y compañeros caían. Steve logró recomponerse y correr lo suficientemente rápido para atestarle un golpe a Thanos. Así se rompieron sus escudos.
El gran titán lanzó su golpe hacia él con el guantelete.
Steve lo agarró y ejerció fuerza para detenerlo.
Todo hasta el punto de gritar como un desquiciado.
Markus sentía que sus lágrimas empezaban a caer al ver cómo Thanos lo abatía, queriéndose abrir paso hacia él. Belova entrecerró su mirada, enfurecido y esperó el golpe. El titán empujó, empujó y empujó con todas sus fuerzas. Markus retrocedió, sin aliento alguno, sintiendo que su sangre hervía. Al mirar hacia atrás, el rostro de Visión reflejaba tanta paz, tanta resolución que terminó por partirse — su cuerpo se fragmentó, sus ojos se cerraron ante lo inevitable.
Parecía estar aceptando su destino.
Y con ello, la Gema de la Mente se destruyó.
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sin editar
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