xxiii. la cercanía de los amantes


CRISTALINO,
capitulo veintitrés: la cercanía de los amantes!



Wakanda, África — Mayo del 2018, cinco meses después.

          NATASHA PARPADEÓ POR UN INSTANTE, percatándose del movimiento que ocurría a su alrededor, pero volvió a cerrar los ojos al notar la tranquilidad que había frente a ella. Su espalda estaba recostada contra un árbol, mientras que el sol de la tarde estaba más claro en el cielo. Sonrió de lado, escuchando como Damian y Markus jugaban animadamente, el primero soltando carcajadas al verse entretenido con su padre. El mayor de los Belova, siendo el mismísimo objeto de diversión de su hijo, sonreía de la manera más genuina posible — provocando calidez en el pecho de la rubia ante un momento de tanta paz. Era difícil caer en la cuenta de que ellos podrían tener todo esto: una vida tranquila en un lugar donde nadie les haría daño, donde nadie les cuestionaría sus decisiones y donde nadie podría entrometerse en sus vidas. Donde ellos eran libres. Era algo casi mágico.

          Donde Damian podría crecer y ellos envejecer con tranquilidad.

          (Sí, definitivamente eso era algo de otro mundo.)

          Romanoff volvió a abrir sus ojos, topándose de nuevo con la imagen soñada, tan cerca pero tan lejos al mismo tiempo; debido a la cruda realidad que ambos tenían que enfrentarse en ese mundo. Como bien Markus se lo había dicho, ella se preguntó cuando era realmente suficiente, suficiente de ser una vengadora, suficiente para estar al servicio del mundo. ¿Cuándo se borró aquella línea que delimitaba su deber y sus verdaderos deseos? Ella no lo recordaba, o al menos solía hacerlo cuando trabajaba para SHIELD. ¿Ahora? Ya no tanto. En ese momento se trataba de algo confuso, confuso y absolutamente aberrante, como si una niebla espesa estuviese aislando toda su periferia visual — evitando saber hacia dónde caminar.

          Y eso, damas y caballeros, resultaba ser un problema.

          Una risa particular llamó la atención de la mujer de cabellos rubios, volviendo esbozar aquella sonrisa que muchos considerarían atípica de ella. Sus problemas parecían esfumarse cuando ella sonreía de aquella manera y Markus se lo dijo: que Romanoff se veía más bella sonriendo, a pesar de su naturaleza estoica debido al duro régimen de entrenamiento al que tuvo que enfrentarse. Parecía como una coraza que se había agrietado con tan solo momentos robados, momentos que surgieron en el tiempo necesario y en las circunstancias necesarias. Natasha sabía que nada de lo que hacía era pura coincidencia, todo parecía haber sido trazado por cualquier persona que estuviese a cargo de mover los hilos. Markus llegó a darse cuenta, luego de tantos años, de que las coincidencias no existían — solo los hechos.

          Hechos sólidos.

          Buenos y malos, sin ser selectivos.

          Era como si una energía estuviese moviendo esos hilos.

          (Tal vez esa era la única fuerza que Markus no podía controlar totalmente.)

          Natasha soltó una carcajada entre dientes, observando como Damian intentaba atacar a Markus con un rugido de un monstruo y el castaño corría a una distancia prudente para así agotar la energía del muchacho. Parecía como una pintura hecha de otro mundo, dándole la esperanza que ella creyó perdida entre un charco tan grande de sangre que ni siquiera podría encontrarse a sí misma. Un retrato aterrador de una tormenta donde ella, eventualmente, se hundiría de una forma u otra — hasta no dejar rastro. Aquel momento que ella presenciaba, quería atesorarlo como un diamante que se fragmentaba, a tal punto de mostrar la felicidad que su corazón representaba en los reflejos que había en el cristal fragmentado. Era algo hermoso, algo que ella no cambiaría por nada en el mundo. Ni siquiera si estaban intentando amenazarla a punto de pistola.

          Ella no haría tal cosa, se lo juró a sí misma.

          (Así de egoísta era la mujer.)

          En ese momento, Markus fingió caerse en el césped, el cual era lo suficientemente corto para poder verlos a ambos. Damian rugió de manera triunfal, abalanzándose sobre Markus, quien empezó a reírse mientras se movía para quitarse al niño de encima. La figura de ambos iluminada por el brillo provocado por el sol que se escondía lentamente, sus sonrisas siendo la única cosa que parecía alumbrar el túnel oscuro y fogoso. Markus, quien pareció agotarse, tomó en brazos a Damian para sentarlo sobre sus hombros y miró en dirección a Romanoff. Su cabello rubio se mantenía intacto, cortado un poco por encima del hombro y enmarcando el rostro de la ex espía de manera natural.

          —Oni uzhe ustali? (¿Ya se cansaron?)—espetó la mujer en ruso.

          —Eto byla vina mal'chika (Fue culpa del niño)—declaró Markus rodando los ojos—. Po krayney mere, ya znayu, chto segodnya on budet spat' spokoyno (Al menos sé que hoy dormirá tranquilo).

          La rubia palmeó a su lado el espacio—Nu, ya khorosho vyspalsya. davay sadis' (Pues yo tuve una buena siesta. Vamos, siéntense).

          —Tvoya mama ochen' vlastnaya, kogda khochet (Tu madre es bien mandona cuando quiere)—susurró el castaño al niño que tenía sentado en sus hombros—. eto ochen' strashno (Es extremadamente aterradora).

          —Muy gracioso—sentenció Natasha negando con la cabeza, divertida—. Ya pon tu trasero y el del niño aquí.

          Markus bajó a Damian, quien fue derecho a lanzarse a los brazos de su madre y ella lo acunó en un abrazo que casi podía ser un capullo. Un capullo lo suficientemente fuerte como para evitar que hasta las balas entrasen para lastimar a Damian Belova. Markus podía sentir orgullo de eso: del saber que ambos podrían ser capaces de protegerlo, incluso si la amenaza iba más allá de lo que ellos reconocían como amenaza. Incluso si el mundo se terminaba frente a sus ojos. Damian sería protegido de igual manera, hasta el punto de que las respiraciones de ambos padres cesasen — ese era el verdadero trabajo ahora. No se trataba de ser un héroe, sino que se trataba de un simple ser humano que les robó sus corazones de manera descarada. Ver a Damian relajarse en los brazos de su mujer siempre era todo un espectáculo.

          —¿Cansado?—le preguntó Romanoff.

          —No—respondió Damian.

          —Se le agotará la energía pronto—canturreó Belova y fue el turno de Natasha para rodar sus ojos—. Al menos tía Yelena podrá agotarte hasta el punto que te duermas parado.

          Nat alzó una ceja a su marido—¿La llamaste?

          —Ajá, estaba preparando una misión con un par de viudas que encontró—señaló el castaño mientras que asentía—. Verá a Damian en un par de días. Wanda querrá despedirse de él.

          —Lo hará—añadió la rubia—. Al menos cuando termine su gran escapada con Visión.

          —Déjalos, Wanda necesita estar a solas con alguien que la entienda—dijo Markus acomodándose mejor en su asiento contra el árbol—. Además, ambos podemos tener esto. Esta quietud...—hizo una mueca—. Hay veces que me da mucho miedo este tipo de tranquilidad.

          Romanoff se inclinó hacia adelante—Porque no sabes cuando algo va a interrumpir lo que tienes delante en este momento.

          —Tener esta paz en estos últimos dos años no fue nada fácil, Nat.

          —Ni siquiera sabemos cuánto durará.

          Markus tomó su mano, dándole un ligero apretón a modo de confortarla. Su mirada azulada concentrada en los orbes claros de ella. Natasha le sonrió, devolviéndole el apretón, hasta que su mirada se fue hacia un costado — frunciéndose antes de soltar la mano de Markus. El castaño se giró, llevándose una mano por encima de sus ojos, creando así una sombra para ver que un vehículo se acercaba a toda velocidad. Natasha fue la primera en ponerse de pie, Damian en sus brazos y Markus permaneció en su lugar. El vehículo, el cual no pensaba detenerse, irrumpió en la tarde de oro hasta detenerse frente a la familia de tres — generando así una sombra. Mikhail Orlov los miró desde su lugar en el asiento del piloto, su expresión algo lúgubre, casi urgente.

          Eso no traía buenas noticias.

          (Markus se preguntó cuando ese tipo de miradas alguna vez le trajo buenas noticias.)

          —¿Qué pasó?—preguntó Romanoff.

          —Steve nos quiere en el laboratorio de Shuri, ahora—ordenó el pelinegro.

          —Hablando de paz en tiempos de guerra—murmuró Markus antes de señalar a Mikhail con la cabeza—. Vamos.

          En cuanto se subieron al auto, Mikhail apretó el acelerador y se alejaron rápidamente del pacífico lugar donde se encontraban. El viento empezó a levantarse debido a la velocidad que tomaba Mikhail Orlov al conducir, a pesar de estar en un terreno seguro, siendo más que específico con el objetivo a mano. Natasha mantuvo un fuerte agarre en Damian, queriendo darle seguridad a pesar de la urgencia que tenían en ese momento. El cielo empezó a mostrar colores más anaranjados, mezclados con rosas y violetas, así anunciando el comienzo de la noche. Mikhail decidió tomar una ruta antes de la entrada de la ciudad para poder dirigirse directamente hacia el laboratorio de investigación que tenía la princesa de Wakanda.

          —Naskol'ko eto srochno? (¿Qué tan urgente es esto?)—preguntó Markus alzando su voz por encima del ruido del motor.

          —Dostatochno srochno, ya by skazal, chto eto pochti na urovne ugrozy Mstiteley (Lo suficientemente urgente, diría que es casi a un nivel de amenaza de los Vengadores)—declaró el ex asesino ruso con la mirada al frente—. Toni pozvonil Stivu (Tony llamó a Steve).

         La atención de Markus y Natasha se enfocó únicamente en el hombre de cabellos negros, quien les dio una mirada de lado antes de asentir, comprendiendo su absoluta sorpresa. Aquel comentario fue suficiente para empezar a encender esa llama de pura curiosidad, empezando a extenderse como un incendio al ver qué tantas opciones tenían a partir del accionar que tuvo Stark — teniendo en cuenta que el millonario no se había contactado con ellos por un largo tiempo. Mikhail mantuvo su curso hasta llegar a la entrada, deteniendo el vehículo antes de poner el freno de mano y sacar la llave para salir trotando hacia la entrada que daba a un ascensor. Markus y Natasha no escatimaron en su tiempo para seguirlo, abandonando el vehículo también para meterse dentro junto a Orlov. Al ascender, la pareja de agentes se miraron entre ellos, buscando alguna explicación, pero el toque constante que tenía el pie de Mikhail era suficiente para poder hacer la situación más tensa.

          Las puertas se abrieron y ellos no tardaron en salir.

          —Espero que esta sea una buena razón para que Tony se contacte con nosotros—sentenció Romanoff.

          —No lo habría hecho si quería hacer estupideces, Nat—dijo Mikhail al frente.

          Entraron al laboratorio, topándose con Steve junto al resto de los miembros del equipo, quienes miraban hacia una pantalla que daba las noticias que ocurrían en el resto del mundo. Markus se detuvo junto a Natasha, observando como las noticias se concentraban en un solo lugar: Nueva York. Las imágenes mostraban a Iron-Man luchando junto a un hombre que llevaba una capa roja, junto con otro que parecía estar formando runas como si se tratase de un truco de magia y luego estaba el muchacho arácnido que lo ayudaba. Sin embargo, lo que llamó la atención de Markus fueron las imágenes de una nave que parecía una gran rueda del tiempo y que esta era aparentemente comandada por un hombre extremadamente flaco, con aspecto casi alienígena, junto con un monstruo que destruía todo a su paso.

          —¿Cuándo ocurrió esto?—espetó Dominica luego de un largo silencio.

          —Esta mañana—sentenció Steve de manera seria.

          Markus lo miró—¿Algún control de daños?¿Algo que sepamos de estas...cosas?

          —No lo sé, Markus.

          —Vinieron de la nada—bramó Darren.

          —Tony te llamó, Steve—anunció Natasha dando un paso hacia él—. Debió pedirte ayuda. ¿Cómo...?

          —Yo le di un teléfono descartable, se lo envié con mi número días después de habernos separado—señaló el rubio con barba, girándose para mirar al resto del equipo—. Si él llegaba a necesitarme, a necesitar al equipo...estaríamos allí para él.

          Mikhail se cruzó de brazos, su semblante estoico—YA udivlen, chto my uznali ob etom seychas, priyatel' (Me sorprende que nosotros nos estemos enterando de esto ahora, colega).

          —Skazhem tak, ya zabyl paru detaley (Digamos que se me olvidaron un par de detalles)—respondió Rogers fulminándolo con la mirada.

          —¿Y?¿Qué fue lo que te dijo?—presionó Markus con urgencia.

          La habitación se quedó en silencio, el resto de los miembros del equipo miraban expectantes al capitán, quien apretó sus labios en una fina línea. Markus sentía que estaba apretando su puño de manera muy tensa y que Damian miraba preocupado a los adultos que miraban tan fijamente a Rogers que parecían estar matándolo con tan solo una vista.

          Steve respiró hondo, intentando de encontrar algún tipo de control en la situación, y miró a Markus—El tema es que Tony no fue quien me llamó.

          —¿Entonces quién?

          —El doctor Banner.




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Edimburgo, Escocia — cinco horas después.

          Markus no sabía si estaba a punto de darle un ataque de ansiedad o si simplemente estaba nervioso. O si simplemente se estaba muriendo y ni siquiera él se estaba dando cuenta. El equipo se movió a toda velocidad por los cielos, en un solo quinjet y Steve fue más que claro en dar sus propias órdenes: un equipo reducido iría a Edimburgo a buscar a Wanda y a Visión. El resto permaneció en profundo silencio cuando Steve contó los hechos, la sangre de Markus helándose al ver una repetición de las noticias y de la llamada grabada de Bruce. La forma en que tembló su voz, la clara incertidumbre de toda la situación, fueron claves para empezar a poner aun más gravedad en el problema y eso empezó a repetirse en cadena — en cada miembro del equipo ante la urgencia de una posible amenaza que ellos desconocían. Steve, siendo el líder que es, parecía estar intentando de mantener un cierto control en su situación.

         (Belova no lo culpaba, ya que él también estuvo en esa situación.)

          —¿Intentaste contactarte con Pepper?—preguntó Romanoff desde su lugar, manteniendo su mirada fija en Steve.

          —Agoté todas las opciones, Nat—respondió el capitán con cansancio—. Ella habló con Tony antes de que perdiese la señal. Pedí las coordenadas de su rastreador y Viernes dijo que él ya...ya no estaba en el planeta.

          —Si es algo de otro planeta, debemos contactarnos con Thor—señaló Wilson cruzándose de brazos—. Él podría darnos una mano.

          —La cosa es que...Thor está muerto.

          El silencio que se formó en ese momento fue suficiente para ponerlos a todos en un mísero e inigualable estado de pánico. Markus miró en dirección a Natasha, quien le envió una mirada cargada de lo que parecía ser un vacío ante las noticias ya que ninguno de los dos tenía que hablar. Alguien allí afuera estaba desmembrando a los Vengadores, uno por uno. Dominica chasqueó su lengua, buscando las palabras necesarias para poder expresarse sin querer aumentar el pánico y tensión que había en la habitación en ese momento.

          —¿Ahora qué hacemos?

          —Bruce dijo que necesitaba reunirse con Visión, pero cómo no sabe donde está...no sabe cómo rastrearlo—sentenció el capitán—. Tony le dijo que desactivó su localizador hace una semana.

          —Justo al mismo tiempo cuando Wanda decidió irse a tener su tiempo a solas—señaló Darren a modo de conclusión—. Tal vez estén juntos.

          —Es la teoría más probable—declaró Mikhail desde su asiento—. Desde la muerte de Pietro y Nicholai, ellos fueron más unidos.

          —Lo importante aquí es que esas dos cosas que enfrentaron Bruce y Tony estaban buscando algo—sentenció Rogers de manera objetiva—. Una piedra, una...gema. Y lograron llevarse una de un brujo. Thor dijo que Visión también tenía una gema también.

          Oh, a Markus le golpeó todo a la vez.

          Como si se tratase de una ola violenta que azotó su cuerpo con tal fuerza para derribarlo.

          —La Gema de la Mente—respondió Markus convencido.

          Todos se giraron para mirarlo.

          —La Gema de la Mente fue lo que generó mis poderes, los de Wanda, Pietro y...terminó por darle la energía suficiente para crear a Visión—concluyó el castaño a modo de convencerse—. ¿Dónde está Wanda en este momento?

          Darren se movió a la computadora, tecleando rápido en el proceso—Su última ubicación según su rastreador la ubica en...Edimburgo.

          Y, entonces, a Edimburgo irían.

          Steve, Sam, Natasha, Dominica, Mikhail y Markus se encargarían de poner a salvo a Visión, si es que la amenaza aún no lo había encontrado primero. La lluvia mojaba los vidrios del piloto, mientras que Mikhail simplemente se limitaba a conducir el quinjet hacia el destino que tenían en mente. Natasha, acomodándose el chaleco que le dio Yelena, chasqueó su lengua antes de tomar los bastones y colocarlos en su espalda. Le entregó otro par de bastones a Dominica, mientras que Markus acomodaba sus pistolas (siendo sus poderes el último recurso) para poder detener a quien sea que se atreva a lastimar a Visión o a Wanda.

          —Markus, irás de reconocimiento—señaló Steve mirándolo fijamente—. Los localizarás y nos encargaremos de buscarlos.

          Belova alzó una ceja—¿Intentas que esto sea sigiloso?

          —Teniendo en cuenta de que seguimos siendo criminales, sí—añadió Dominica—. Esto es solo una precaución.

          —Bien, de acuerdo—afirmó el castaño antes de sacarse el cinturón y ponerse de pie, caminando hacia la compuerta para poder abrirla—. Mis comunicadores funcionan bien, estaré atento a instrucciones.

          —Solo...no hagas un alboroto—le dijo Romanoff.

          Markus le lanzó una sonrisa socarrona—YA nichego ne obeshchayu, detka (No prometo nada, cariño).

          Después de eso, se lanzó al vacío de la noche.

          Pudo ver las luces que iluminaban las calles de Edimburgo, algunas más tenues que otras, como si fuese un retrato desde el cielo. Markus voló siguiendo las coordenadas que daban el rastreador de Maximoff, quien estaba cerca de su posición y decidió descender un poco para buscar a la pareja de Vengadores. Al estar las calles vacías, la tarea era sencilla y complicada a la vez, teniendo en cuenta de que Wanda podría estar expuesta al peligro como no. Lo que fue suficiente para sacarle un respingo a Markus fue un grito femenino a dos cuadras de él.

          —Der'mo (Mierda)—masculló él antes de cambiar su rumbo.

          —Markus, ¿alguna noticia?—preguntó Mikhail.

          Markus se escondió en un edificio, inclinándose hacia adelante para poder espiar y se topó con una escena horrible frente a sus ojos. Dos alienígenas, que parecían ser al menos cuatro cabezas más alto que él, estaban agarrando a Visión a la fuerza y uno de ellos decidió enterrar su cetro justo en el lugar donde la gema resplandecía. Visión soltó un grito de desesperación, mezclado con el profundo dolor. Markus envió todo tipo de sigilo al garete, tomando vuelo para arremeter contra los alienígenas. El del cetro salió disparado a un lado, mientras que el otro, aparentemente una mujer, decidió atacar a Markus con enterrar su propio cetro.

          El castaño esperó el golpe, pero este nunca llegó.

          —¡Markus, necesitamos una actualización de la situación!—bramó Dominica.

          Markus abrió los ojos, un fulgor rojo cubriendo parte del arma de la mujer alienígena. El castaño jadeó ruidosamente, antes de girarse hacia atrás: Wanda Maximoff mantenía un fuerte agarre en sus manos, estas iluminadas por energía roja y sus orbes azules centellaban de un color escarlata.

          —¡Aleja tus manos de ellos!—gruñó la mujer de cabellos colorados.

          Lanzó una bola de energía que la separó de ellos y fue rápida en hacerlos levitar con sus poderes para poder alejarse algunas cuadras, Markus aterrizando primero antes de agarrar a Visión. Los dos vengadores sanos arrastraron su cuerpo hacia una pared, escondidos para mantener un cierto control de la situación. Wanda miró con urgencia a Markus, casi de manera demandante:

          —¿Qué diablos haces aquí, Markus?

          —De nada—señaló el castaño fulminándola con la mirada—. La próxima vez responde el maldito teléfono.

          —ya khotel pobyt' odin (Quería estar sola)—masculló la bruja en ruso.

          Markus la reprendió—My dogovorilis' (Teníamos un trato).

          —Gracias a Dios que estás aquí—gruñó Visión acomodándose mejor en la pared—. Tony está...

          —Desaparecido, lo sé—replicó Markus asintiendo, al mismo tiempo que inspeccionaba su herida—. Bruce nos llamó desde el teléfono de Tony. Espero que estén al tanto de la situación. ¿Qué fue lo que te atravesó?

          —La espada que tiene—añadió el androide—. No me permite traspasar sólidos.

          —¿Es posible?—preguntó Wanda empezando a curarlo.

          —Se supone que no—sentenció Visión antes de hacer una mueca de dolor—. Mis sistemas me están fallando.

          Wanda movió sus dedos rápidamente, cerrando la brecha donde la herida de Visión se notaba en su abdomen bajo y él soltó una carcajada, sacándole el aliento. Como si el mero acto de agonizar estuviese sobrevalorado en ese momento, el androide buscó mezclarlo con humor.

          —Creo que deberíamos habernos quedado en la cama—declaró el androide.

          Wanda le sonrió.

           (Markus hizo una mueca de disgusto.)

          Como si fuese repentino, el alienígena que tuvo su cetro en la frente de Visión apareció para empujar a los dos vengadores y tomar al androide para llevárselo pero Visión fue rápido para salir volando en dirección contraria y atacarlo. Wanda gritó su nombre, pero fue empujada por el mayor de los Belova para quitarla del medio del peligro cuando la mujer apareció para atacarlos a ellos. Ambos se movieron de manera coordinada, evadiendo los ataques de la mujer con su lanza.

          —¡Markus, di algo!—exclamó Romanoff por los comunicadores.

          —¡Estoy algo ocupado!

          Markus y Wanda corrieron a un lugar más descubierto, esquivando los golpes de la mujer hasta que un auto explotó a su lado. La menor de los Maximoff fue lanzada a un lado, mientras que varias chispas iluminaron su rostro, Markus creó un circulo de fuego para marcar una distancia entre la bruja y ellos. Un grito de Visión se escuchó a lo lejos, captando la atención de los dos vengadores.

          —¡Wanda, ve por él!—ordenó Markus.

          —Pero...

          —¡Vete!

          Wanda soltó un gruñido antes de salir volando en dirección hacia el origen de la pelea donde estaba el androide y Markus no tardó en derribar a la mujer, llevándola casi al extremo del círculo. Los ojos de Markus estaban anaranjados y sus puños estaban apretados, su expresión enfadada.

          —Me imaginaba que ustedes darían pelea—dijo la mujer con voz distorsionada, poniéndose de pie—. Si tu amigo es inteligente, se rendirá para que nosotros los dejemos vivir.

          —Entraste en terreno peligroso, atacaste a mis hermanos y ahora me amenazas—gruñó el castaño mirándola fijamente—. ¿Quién diablos eres tú?

          —El nombre es Próxima Midnight, terrícola—masculló la mujer alzando su lanza—. Y no tendré misericordia para ti.

          Markus soltó una carcajada casi cínica—Nunca la pedí.

          Midnight soltó un gruñido antes de atacar a Markus, lanzándole todos los ataques que ella podía calcular. Markus logró propinarle al menos dos golpes antes de lanzarla hacia otro lado, la alienígena disparando de su lanza hacia él para hacer explotar otro vehículo a sus espaldas hasta recibir uno que lo aturdió y salió disparado hacia los escombros. El castaño se levantó su mirada, recobrando el aliento para poder ver que Wanda se alejaba con Visión rápidamente del lugar y al fijar su mirada hacia el enemigo, se dio cuenta de que Midnight disparó contra ellos — desorientando su trayectoria. Markus agarró su arma y empezó a disparar contra Próxima.

          —Chicos, tengo vista en Visión y Wanda—dijo Sam por los comunicadores—. Se dirigen a la estación de tren.

          —Intercéptenlos y llévenselos de aquí—ordenó Markus antes de ponerse de pie—. Yo los alcanzaré cuando termine aquí.

          —Iré a darte una mano—añadió Natasha.

          —¡No!¡Saca a Visión y a Wanda de aquí, Nat!

          Próxima caminó con decisión hacia él y Markus alzó vuelo, dispuesto a arremeter contra ella y su lanza fue la única barrera que se interpuso entre ellos, sacándole un gruñido al castaño. Midnight era implacable, hecha una guerrera con sus cuernos adornando su rostro junto con sus cabellos azules. Markus no dejó de ejercer fuerza, sus ojos brillando ante la violencia que él estaba empeñado en hacer notar. Sus manos tenían calor, el cual no lograba destruir la lanza pero esta empezó a subir de temperatura, quemando las manos de Próxima. Ella gruñó y apartó a Markus de una patada, mientras que él volvió a aprisionarla en un círculo de fuego. Midnight se le quedó mirando al levantar vuelo, mientras que él le sonrió de lado.

          —No puedes evitar lo que viene, terrícola—advirtió la mujer.

          Markus abrió la boca para decir algo, pero fue suficiente para ver al otro alienígena saltando por los tejados para dirigirse a la estación donde estaban Visión y Wanda.

          Él volvió a mirar a Midnight.

          —Créeme, haré todo lo posible para detenerlo—masculló este antes de encerrarla en una bola de fuego que explotó a todos lados.

          Con ello, simplemente se dirigió a la estación, dejando a Próxima lidiando con su pequeña trampa que terminaría por matarla si se atrevía a salir.




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