❪DUELLUM: FINAL ALTERNATIVO❫

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WICKED
duellum!

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𝐄 𝐋   𝐃 𝐔 𝐄 𝐋 𝐎



WICKED
final alternativo!



          MARKUS BELOVA SABÍA QUE EL SACRIFICIO DE SU MUJER NO HABÍA SIDO EN VANO. El chasquido funcionó y ellos habían pagado el precio enfureciendo al titán loco.

          (Qué conveniente.)

          La mitad del universo volvía a balancearse con su parte faltante. El gran asedio que hicieron en el tiempo había funcionado a la perfección, cumpliendo el objetivo y sueño de los Vengadores originales. Un ejército gigante de aliados se puso a su favor, cambiando drásticamente el juego frente al de Thanos. Todos ellos se formaron, esperando a la señal del Capitán, quien no dudó en darla y finalmente el campo de batalla estaba repleto de sangre y cenizas. Tierra se esparcía entre los escombros, mientras que el sol se filtraba hacia el campo con pequeños destellos, creando sombras duras frente a los cuerpos que cayeron ante la fiebre de la batalla. Markus se encargó de esparcir fuego alrededor, incinerando al enemigo en su camino.

          Steve nunca había sido tan preciso con él—Quémalo todo, Markus.

          Oh, él se encargaría de quemarlo todo.

          El campo de batalla ardía, no al punto en el que ardía como el infierno, pero él se encargó de llegar a algo tan cercano al infierno.

          Sus llamaradas fueron la única luz que alumbraba a los cuerpos de los caídos en batalla, calentando sus cuerpos hasta el punto de carbonizarlos por sus llamaradas. Sus ojos centellaban, azul y anaranjado creando un agujero negro que era consumido por su pupila. Markus observaba cómo sus propios compañeros gritaban, atacaban, asesinaban a todo quien que se interpusiese en el camino — mostrando tanta pasión dentro de su propio arte: el cual ya no solo era asesinar, no se sumía simplemente en quitar vidas. En ese instante, ellos estaban salvando vidas, algo más allá de lo que era su misión y ver que sus vidas habían cambiado drásticamente frente a eso fue la cosa más gratificante que Markus podía discernir en todos sus años de vida.

          Los asesinos finalmente peleaban en el bando correcto.

          (Si es que alguna vez hubo bandos dentro de aquella guerra.)

          El castaño, en su vuelo, miró en dirección a Clint, quien corría por su vida para poder escapar de los monstruos provenientes del ejército de Thanos. El guantelete con las Gemas del Infinito estaba debajo de su brazo, asegurado con su propia fuerza al momento de correr. Sam Wilson logró abatir a otro monstruo que iba a atacarlo, incrustando sus alas contra la carne del enemigo y Markus se preguntó qué diablos haría el arquero con una cosa tan valiosa en medio del campo de batalla.

          —¡Chicos!¿Qué mierda quieren que haga con esta cosa?—bramó Barton por los comunicadores.

          —¡Puedes destruirla!—gritó Eva Black.

          —¡Lleva las gemas lo más lejos posible!—exclamó Steve.

          —¡No!—interrumpió Banner—. Las necesitamos para regresarlas.

          —Oh, bueno, lamento ser aguafiestas—dijo Markus sobrevolando la zona para mantener un ojo en Clint—. Pero tenemos un gran problema.

          —Estoy con el mensajero de la muerte aquí—señaló Tony pasando a su lado—. No podemos regresarlas. Thanos destruyó el túnel cuántico.

          —¡Esperen!—dijo Scott, su gran figura sobrepasaba la escala humana—. No era nuestra única máquina del tiempo.

          Markus se detuvo, levitando en el aire, cuando escuchó el ruido de una alarma que sonaba a la melodía de "La Cucaracha" y frunció su ceño ante la estúpida alarma. Finalmente, intentó buscar el lugar de origen del sonido, asumiendo de que se trataba de un vehículo en medio del caos.

          —¿Alguien ve una camioneta horrible por ahí?—preguntó Steve.

          Una mujer alzada en un Pegaso pasó con velocidad al lado de Markus, sobrevolando la zona rápidamente antes de esquivar un proyectil dirigido hacia su dirección—¡Sí!¡Pero no te va a gustar dónde está estacionada!

          —La veo—dijo Markus.

          Tony decidió intervenir—Scott, ¿cuánto tiempo necesitas para hacerla funcionar?

          —Diez minutos, quizá.

          —Ponla en marcha—dijo Steve—. Te llevaremos las gemas. ¡Markus!

          —Lo tengo—exclamó el castaño antes de dar la vuelta.

          Markus salió volando en sentido contrario, dispuesto a dar con la posición de Clint, hasta que encontró el guantelete en manos de T'Challa Udaku. Siguió de cerca al rey de Wakanda hasta que este fue abatido por la espada de Thanos y él no dudó en lanzar una llamarada en dirección al titán loco. La pantera observó que su compañero aterrizó de manera brusca, ayudándolo a levantarse. Thanos corrió hacia ellos, hasta que Wanda Maximoff se interpuso aterrizando con un temblor. T'Challa le entregó el guantelete a Markus y él miró en dirección a la pelirroja.

          —Idi, ya pozabochus' o nem! (¡Vete!¡Yo me ocuparé de él!)—bramó la bruja en ruso.

          El mayor de los Belova asintió, alzando vuelo para ir hacia la camioneta.

          Varias explosiones fueron dirigidas hacia él, se encargó de esquivar cada una de ellas, hasta que sintió que algo empezaba a agarrar su figura — como si un puño gigante estuviese dispuesto a apretarlo para hacerlo explotar. Markus ejerció fuerza para escapar, dándose cuenta de que uno de los hijos de Thanos, uno que también levitaba y poseía piel muy pálida, lo atraía hacia él.

          —¡Markus!—bramó alguien a su lado, a lo lejos—. ¡Lánzalo!

          El castaño ladeó su mirada hacia un lado, topándose con Spider-Man, el niño que conoció en Alemania en 2016 y no dudó en lanzarle el guantelete en su dirección; librándose de la posibilidad de perder el guantelete para lanzar una llamarada en dirección al alienígena. Markus cayó a un lado, su espalda golpeándose contra los escombros y le tomó un momento el ponerse de pie, topándose con la figura de Próxima Midnight. El castaño soltó un gruñido de exasperación al ver a la alienígena de cabello azul, quien no tardó en ponerse en guardia al ver que Markus tenía claras intenciones de atacarla.

          —Mi mujer te mató hace cinco años—dijo el castaño—. Hoy me toca a mí.

          —Veremos quién es el que queda de pie, humano.

          Ella soltó un gruñido al atacar con su lanza, Markus la esquivó con uno de sus bastones antes de lanzar una llamarada en su dirección, quemando el cabello de la mujer. Próxima gritó, previo a volver a intentar golpearlo con su lanza, disparándole un par de veces. Markus esquivó cada golpe, electrocutándola con sus bastones hasta que ella logró atestarle un golpe a su mandíbula. El castaño cayó de espaldas al suelo y utilizó el bastón que le restaba para poder cubrirse de un ataque que la alienígena haría contra él. El filo de sus cuchillas estaba cerca de sus ojos, queriendo herirlos, Markus ejerció más fuerza en contra.

          —¡QUE LLUEVA FUEGO!

          Repentinamente, los cañones de la gran nave se dispararon, estos convirtiendo el entorno en un campo minado. Markus apartó a Próxima de una patada, decidido a cubrirse con sus poderes cuando la lluvia de energía azul caía al suelo; temblores, explosiones, todo tipo de destrucción trajo a su paso y el castaño no tardó en apretar sus dientes ante el esfuerzo. Al salir de su campo, Próxima tomó su oportunidad de atacar al castaño con su lanza y Markus soltó un gruñido de dolor al ver que había rasgado parte de su traje. En sus comunicadores podía escuchar al muchacho de Queens que pedía ayuda, entre todo el caos que lo envolvía.

          —¡Markus, deshazte de esa nave!—exclamó Mikhail.

          Markus esquivó otro golpe—¡Estoy un POCO ocupado!

          Y cómo si fuese una llamada hacia el cielo, la defensa de la nave se dirigió a las nubes, donde un fulgor dorado y blanco surgió como un cometa; se convirtió en una supernova y atravesó la nave enemiga como un misil en llamas, abriéndose paso en el metal hasta destruirlo. La nave cayó luego de que esa estela pasase por otras partes de ella, provocando que varias explosiones iluminasen el cielo. Markus, bloqueando el ataque de Midnight, observó la silueta de una persona a través del fulgor dorado y no tardó en soltar una carcajada.

          Carol Danvers había hecho su acto de presencia.

          —Ya era hora—dijo Dominica por los comunicadores.

          —¡Eso es!—bramó Rocket.

          —Imposible—gruñó Midnight.

          Markus se giró, esbozando una sonrisa casi diabólica, antes de mover su momentum a un lado y quitarle la lanza a Próxima. Puso ambas manos contra su rostro, tomando vuelo para despegarlos a ambos del suelo y los dos volaban hacia arriba. Próxima soltó un grito de pura agonía, su piel estaba siendo incinerada por los poderes de Markus, quien no quitó algún rastro de fuerza al agarrarla. Sus ojos centellaban, anaranjados, peligrosos, dispuestos a la simple tarea de matar. La piel de Próxima empezó a fragmentarse, mientras que los gritos se elevaron en volumen y finalmente ella explotó en cenizas y chispas, manchando a Markus con algo de su sangre azul. Debajo de él, Danvers pasó volando junto con el guantelete, mientras que el resto de las mujeres luchaban para darle el paso. Pero Markus se alarmó cuando vio que Thanos, quien intentó detenerla una vez, lanzó su espada rota en dirección a la camioneta ya activada.

          Una explosión lo sacudió.

          Y para cuando él pudo aclarar su vista, el guante estaba tirado a un lado.

          Danvers al otro lado.

          —Mierda—masculló Markus antes de salir disparado a recuperarlo.

          Thanos lanzó un golpe hacia él, derribándolo. Thor se unió para matarlo de una vez con su hacha, Steve se colgó a su espalda para poder ayudar al dios asgardiano. Mikhail ejerció fuerza contra el martillo, clavando un cuchillo en el brazo de Thanos; quitándole un alarido de dolor. Dominica corrió para tomar el guantelete, al tiempo que Markus se ponía de pie para estirar su mano hacia la rubia. Viktor, atemorizada, estiró la suya en un intento de agarrarlo para escapar. Ninguno de los dos llegó, el titán logró liberarse de su prisión y lanzó el cuerpo de Steve a Dominica, desestabilizándola para que esta soltase el guante. Markus gritó enfurecido para abalanzarse contra Thanos al mismo tiempo que él tomaba el guantelete. Carol se unió al castaño, ambos golpeando con toda su fuerza al gigante de piel morada.

          Carol intentó tomar el guantelete, pero Thanos la lanzó hacia un lado.

          Se puso el guante.

          Markus supo que ya no debía respirar para detenerlo.

          Rápidamente, el castaño tomó la mano derecha del titán y la abrió, evitando que este chasquease los dedos una segunda vez. Markus gruñó, sin desistir en su misión, recibiendo dos golpes secos que él resistió incluso si sus heridas sangraban. Thanos, sin más opción para apartarlo, sacó una de las gemas y la utilizó para apartar al ex asesino de un puñetazo. ¿El resto de ello? Fue un bello desastre, un maravilloso desastre para todos. Tony Stark logró enfrentar al titán una última vez, sosteniendo el guantelete con su propia vida en la mano. Markus volvió a intentarlo, negándose a perder a otro compañero más. Tony le miró con urgencia, lanzándole un pequeño disco hacia su brazalete y el castaño tiró del guantelete del titán para arrancarle las gemas. La jugada se definiría allí.

          Thanos los apartó con la misma fuerza, lanzándolos a un lado. Su mirada condescendiente fue suficiente para decirles otra vez que ellos verdaderamente habían perdido.

          Markus Belova creyó en esa posibilidad.

          —Soy inevitable—bramó el titán.

          Thanos volvió a chasquear los dedos.

          No pasó nada.

          El castaño soltó un respingo.

          Poco a poco, Markus pudo sentir cómo las Gemas del Infinito se movían cuidadosamente por la nanotecnología creada por Tony Stark, creando su propio guante en la mano del castaño. Toda la energía de las seis gemas fluyó por las venas del ex asesino de la KGB, quien, completamente herido y enfurecido, tenía en sus manos la llave para crear muertes en masa. La energía que corría por las venas lo hizo sentir eufórico, poderoso y deseoso de borrar a aquella escoria de la faz del universo. Markus sonrió con aire victorioso, sabiendo que a pesar de ser uno de los Vengadores más fuertes del equipo, eso no le aseguraba la supervivencia.

          —Te lo dije—bramó el mayor de los Belova—. ya vyigryvayu (Yo gano).

          Markus Belova chasqueó los dedos.

          Repentinamente, él se vio cegado. ¿Y a su alrededor? Todo caía.

          (Todo se desmoronaba.)

          Todo se convertía en cenizas.

          Thanos se sentó a un lado, abatido, hasta que simplemente se transformó en polvo. Markus cayó debilitado al suelo, sintiendo las pisadas lejanas de sus compañeros y amigos acercándose de manera apresurada a él. Intentó parpadear, pero no podía debido al cansancio. Las voces preocupadas de Dominica y Tony eran las que más se escuchaban, intentando de moverlo hacia un lugar seguro. Recordó haber visto a su mujer en una laguna, con un muchacho a su lado — Damian, pensó él, con un gran parecido a su padre. Tan cerca y tan lejos al mismo tiempo.

          Un legado en donde él no formaría parte.

          Y, poco a poco, las voces se esfumaron. Markus decidió que ya era hora de sumirse a la oscuridad eterna.




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Maryina Horka, Bielorrusia — quince años después.

          Un pozo en el camino lo despertó de un cálido sueño, tan cálido que ni siquiera Damian Belova sintió frío. El muchacho de cabellos castaños sabía muy bien que el camino hacia el gran edificio que perteneció a la KGB alguna vez estaba marcado por un tramo sinuoso y traicionero. Dominica, tutora y figura materna, estaba en un estado bastante conflictivo al momento de decidir si era buena opción llevarlo allí — pero Yelena Belova nunca desistió de una pelea, así logrando convencerla para tomar al muchacho y conducirlo a ese lugar para al menos saber de dónde vinieron sus padres: lo que él perdió en una guerra donde no pudo pelear. Damian se acomodó mejor en su asiento, mientras que dirigía su mirada azulada a Yelena, quien mantenía sus orbes verdes en el camino.

          —YA razbudil tebya? (¿Te desperté?)—le preguntó su tía en ruso.

          —Net net. ya ne spal (No, no. No estaba durmiendo)—respondió el castaño.

          —Ty uluchshil svoye proiznosheniye, malysh (Has mejorado tu pronunciación, pequeño)—añadió la menor de los Belova—. ya gorzhus' (Estoy orgullosa).

          —Spasibo dedushke Alekseyu i Dominike, Mikhail nauchil menya maternym slovam (Dale las gracias al abuelo Alexei y a Dominica, Mikhail me enseñó las groserías).

          Yelena soltó una carcajada entre dientes.

          A Damian le gustaba hacerla reír, era una melodía que él no escuchaba con tanta frecuencia y eso llegaba a ser algo triste para él. Dominica le dijo que su tía siempre fue una persona divertida, a pesar de las experiencias que tuvo que pasar con su padre o por su cuenta. Damian se preguntó qué fue lo que le sucedió para borrar esa diversión de su mente. No obstante, no le preguntó más. Yelena bajó por la colina, ambos mirando en dirección a los restos de un edificio gigante en el medio de la nada, con el bosque a un lado y con la colina que iba en bajada por la montaña cubierta con nieve. La menor de los Belova no tardó en sentir un escalofrío al volver allí.

          —Dom, milyy dom (Hogar, dulce hogar)—soltó ella.

          Estacionó a pocos metros de la puerta.

          Damian nunca se quejó del frío que hacía al bajar del vehículo. Su campera lo protegió suficiente, sus guantes calentaron sus dedos y salía humo de su boca por el frío. Yelena se detuvo a su lado, tomándole la mano — Damian no se apartó de ella.

          —Aquí fue dónde nos formaron como asesinos—le dijo Yelena sin mirarlo—. Tu padre tenía casi tu edad cuando entró al programa, un poco menos incluso.

          —¿Y tú?¿Cuántos años tenías?

          —Tenía once. Y nunca estuve tan aterrada en mi vida cuando crucé esas puertas para entrar.

          Ambos subieron las escaleras, adentrándose a los restos del edificio. El muchacho de cabellos castaños observó cada detalle, escuchó cada dato que su tía le contó y su curiosidad se vio saciada por la cantidad de sangre que había en aquellos pasillos. El programa de la Habitación Roja había cumplido su ciclo, siendo destruida en 2016 por sus propios subordinados, liberando a niños, adolescentes y adultos desplegados por el mundo — negándose a perder la libertad de decisiones, a perder su integridad, y a no convertirse en marionetas para nadie. Damian sabía perfectamente que sus padres eran héroes, héroes rotos, pero después de todo: héroes.

          Damian sabía, también, que su padre había vuelto a desaparecer.

          Y aquella vez, Markus se encargó de esconderse de todo.

          Trece días en coma, esos trece días fueron suficientes para que él supiese tres cosas:

          Uno. Su hijo había vuelto a la vida. El legado podría seguir con su curso, él podría criarlo como era debido, ambos podrían ser felices.

          Dos. Steve Rogers había regresado las Gemas del Infinito, pero no pudo traer a Natasha Romanoff de vuelta. El equipo logró hacerle un funeral pequeño, a pesar de la ausencia de Markus al estar en estado de coma, creando una estatua en oro con las facciones de la pelirroja-rubia — con el ánimo de no perderla en su memoria.

          Tres. Markus Belova había perdido sus poderes. Así, sin más preámbulos, sin advertencias. Él ya no controlaba el fuego, él ya no lo creaba, solo era un ex asesino que ya estaba cansado — así que, luego de trece días, él volvió a escapar y a esconderse como un cobarde.

          Pero dejó una grabación en un holograma que fue mostrado a Damian a los quince.

          —Huh, no soy nada bueno para estas cosas, pero creo que esto es necesario—dijo el castaño en la grabación, había un poco de incertidumbre en su voz, pero finalmente asintió—. He decidido que no continuaré con mi pelea aquí, con los Vengadores. Luego de esto...me dije que ya tiraría mis armas y me alejaría. Lo intenté en esos cinco años que me alejé de ustedes y sé perfectamente que los herí, sé que los estoy hiriendo ahora y eso es algo que no puedo evitar. Pero...yo ya un puedo más. Me rindo—soltó un sollozo—. Perder a Natasha fue uno de los peores castigos que tuve en la vida, como también el perder a Damian, porque sé que no seré un buen padre para él estando en esta condición física. Sigo siendo un peligro, como también un monstruo. Así que...lo mejor es que me vaya—asintió con dolor, mirando hacia la cámara—. Dominica, Steve, ustedes dos serán los tutores de Damian. Eso ya está estipulado en los papeles de adopción, Natasha y yo lo decidimos en el momento y la eventualidad de que ninguno de los dos seamos capaces de cuidar de Damian. Por favor, protéjanlo. Y...díganle que realmente lo lamento. Al resto de ustedes, a mis hermanos, gracias por pelear a mi lado.

          Luego de eso, ya no había más rastros de Markus Belova.

          Era un fantasma.

          Damian comprendía el tipo de dolor que su padre sentía.

          —tvoy otets byl trusom (Tu padre era un cobarde)—le dijo Yelena, sacándolo de un trance.

          Damian se la quedó mirando—Eto vozmozhno, no eto ne znachit, chto on ne byl slomlennym chelovekom, slomlennym chelovekom, kotoryy zasluzhival schastlivogo kontsa (Es posible, pero eso no quita que él no haya sido un hombre roto, un hombre roto que merecía un final feliz).

          Yelena le sostuvo la mirada, sintiendo melancolía y enojo que no sacaría frente a su sobrino, así que simplemente se sumió al silencio del pasillo. Damian se alejó de ella, caminando hacia el patio cubierto de cemento, había rastros de pisadas, de rupturas en el suelo, y el frío que calaba los huesos del muchacho. Dominica le contó que, en aquel patio, una noche fría, sus padres fueron azotados a forma de castigo.

          Los errores tienen su costo, le dijo ella.

          Los errores tienen repercusiones.

          Las repercusiones tienen consecuencias.

          Las consecuencias podrían ser letales, pero consecuencias, después de todo.

          (Damian tembló ante esa declaración.)

          Dominica le dijo tantas cosas sobre sus días siendo marionetas, que había algunas que ella no contaba para él porque Steve decía que terminaría dándole pesadillas. Damian le dijo que no tenía miedo, ni siquiera tenía miedo a la oscuridad. El muchacho castaño se arrodilló en la nieve, tocándola debajo de sus dedos, una flor que alguna vez fue moribunda volvió a florecer — sus colores vivos a pesar del blanco de la nieve. Yelena lo llamó a lo lejos, diciéndole que debían partir pronto.

          Damian Belova asintió, antes de mirar al cielo, respiró hondo.

          Abandonó el patio.

          La flor que estaba allí no se marchitó.




EL FIN!




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sin editar

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