veintinueve || parte II

{3/4}

 ••

A la mañana siguiente, me desperté, olí la comida, me di la vuelta y vomité en el bote de basura que habían colocado en el lugar idóneo. Incluso había una toalla debajo del bote. Después de haberlo tirado todo, alcé la mirada y me encontré con Harry, sentado en una silla con las piernas cruzadas en medio de la habitación. Esperó durante un segundo y después se marchó.

Me sentí decepcionada. Recordaba todo lo ocurrido anoche. Y todo lo que había dicho Jo. Y la absoluta tristeza de Harry cuando estábamos en el coche. Eso había sido lo peor. Odiaba decepcionar a la gente.

—¿Estás bien? —dijo Harry, al regresar, ofreciéndome una toalla húmeda y otra para poder secarme.

Sacudí la cabeza. Sentía un dolor punzante en las sienes y tenía la visión borrosa. Harry suspiró y aguardó en silencio hasta que acabé de limpiarlo todo. Coloqué ambas manos sobre mi frente.

Entonces me di cuenta de que no llevaba la escayola. Ambas. Y ni me dolía la mano ni la pierna. Miré a Harry, frunciendo el ceño y frotándome el brazo.

Harry se encogió de hombros tímidamente.

—Te las he cortado, y te he curado. No es para tanto. Además, te sentías desgraciada con ellas —musitó.

—¿Por qué? —desvié la mirada.

—Me preocupo por ti. Tú eres muy irritante y yo soy un idiota, pero todavía se me permite cuidarte —suspiró.

Fruncí el ceño y coloqué ambas piernas debajo de mi cuerpo.

—Lo siento —dije.

Él se había quedado despierto toda la noche, cuidándome, porque fui una estúpida. Me había estado comportando como una completa estúpida todo este tiempo y luego era Harry quien venía y se ocupaba de limpiar toda la mierda que yo dejaba. Por eso no me cuestionaba por qué pensaba que yo era irritante. Yo también lo pensaba. Tampoco me sorprendería si todos mis amigos se acaban hartando de mí.

—Para —exigió en voz baja—, por favor. No puedes pensar de esa forma, amor —murmuró estirándose del pelo.

¿Por qué no? Así es como tú piensas. ¿Acaso no sabes que a mí tampoco me gusta eso?

Harry me miró fijamente. No abrió su boca, pero a pesar de todo lo escuché.

No te atrevas a utilizarme como ejemplo acerca de cómo deberías estar viviendo. Ya es suficientemente horroroso que ahora tengas que oírlo. No puedes dejar que mis mierdas influyan en ti.

Pero tú no eres malo, prácticamente susurré. Él no lo era, y mucho menos lo aparentaba.

Harry rompió nuestro contacto visual. Tenía una sensación en mi interior que me aseguraba que no había nada más que yo pudiera decir, y eso me hacía sentir aún peor. Quería arreglar cualquier cosa que veía. Si estaba roto, quería hacerlo. Y Harry estaba más que roto.

Sentía que ahora él era mi responsabilidad. Claro que me preocupaba por él, pero también tenía que cuidarlo. Conmigo él ya era todo un experto. ¿Pero y qué? ¿Qué hacía yo? ¿Qué me permitiría él hacer?

Me cepillé los dientes con un cepillo nuevo que me había prestado Harry. De hecho tenía tres más de repuesto en una caja. Y justo al terminar de hacerlo, volví a vomitar. En el váter. Hasta el punto en el que no había nada más en mi organismo, tan sólo la sensación de arcadas y nauseas.

Una vez recompuesta, lo limpié todo y volví a cepillarme los dientes.

Harry asintió con simpatía.

—Las resacas son lo peor para los Erktanae —me dijo, ya que nuestros cuerpos querían liberarse cuanto antes de las peligrosas sustancias. Al parecer éramos criaturas muy complejas.

—¿Por qué haces eso? —pregunté, cruzándome de brazos. Y ahora que no tenía la escayola podía hacerlo con total comodidad. Caminar era un sueño. Harry había hecho una cosa estupenda, y eso me hacía muy feliz.

—¿Hacer el qué, Fall? —cuestionó.

—Eres muy malo contigo mismo —respondí.

Los labios de Harry formaron la sonrisa más pequeña de todas que ni siquiera influyó en su mirada; ni un parpadeo, ni un destello de felicidad.

—Eso ha sido una adorable forma de expresar mi eterno odio por mí mismo, mi Autumn —dijo, rascándose la parte trasera del cuello. Me gustaba que me llamara de esa forma, como algo suyo. No sabía por qué. Pero quería ser suya. No de esa espeluznante manera en la que el tío se obsesionaba con la tía... no, más bien el hecho de preocuparse. No me gustaban la mayoría de las parejas. Pero Harry y yo éramos bastante monos, cuando no nos estábamos gritando.

—¿Por qué te odias a ti mismo, Harry? Dios, si eres tan bueno conmigo. Además tienes ese maravilloso instinto de protección que ojalá pudiera tener yo, y piensas rápido, y eres absolutamente hermoso. Harry, tú me haces sonreír, eres una maravillosa persona —le confesé. A este punto tenía la cara ardiendo, pero porque todo era verdad.

—También te he hecho llorar, pequeña. No puedo vivir con eso —murmuró.

Le sonreí dulcemente, acercándome a él y colocando mis manos alrededor de su cintura.

Harry me miró ceñudo cuando planté un beso en su pecho.

—Otra vez volvemos a eso, ¿mm? —dije, elevando la mirada. Era tan alto. Y eso que pensaba que yo era alta.

—Sí. Me gusta bastante. Todavía sigues siendo mi amor. Pienso que encaja contigo a la perfección, pero tú eres muchísimo más, Autumn.

Sonreí y aparté algunos mechones de su largo cabello.

—Harry, no puedes vivir cargando tal cosa, ¿lo entiendes? Tienes que dejarlo ir, tío, o vas a hacer que me sienta culpable por hacerte sentir culpable a ti —dije.

—No —habló rápidamente, mientras su cuerpo entero se ponía en tensión—. No, escúchame, no puedes empezar a sentirte culpable. No puedes empezar a vivir en el pasado y abrumarte y sentirte mal contigo misma. ¿Me has escuchado?

—¿Por qué no?

—Porque es malo para ti —espetó.

—Tú lo haces —repliqué.

—Sí. Se supone que tengo que ser malo —resopló, con el rostro todavía más rojo.

—No te pelees conmigo por esto —susurré, sacudiendo la cabeza lentamente.

Entonces fue cuando se le destensó la mandíbula y su rostro empalideció.

—Lo siento, l-lo siento, Autumn —dijo—. No quería decir eso, te lo juro,  sólo que... ese es el porqué. Se supone que tengo que ser malvado, Autumn, malvado. No sólo malo. Algo se ha estado apoderando de mí desde bien joven, haciéndome una persona amargada, que quiere herir a la gente y hacer cosas malas. Y lo odio tantísimo. No quiero ser malo.

Juraría que Harry rompería a llorar en cualquier momento.

No aparté mis manos. No lo haría, no en estos momentos, no durante todo esto. Me gustaba bastante abrazarle de esta forma.

—Pero tú no lo eres —susurré, acariciando cuidadosamente su rostro—. No lo eres. No te disculpes. No tienes por qué ser lo que se supone que debes ser. Se supone que yo tengo que ser buena y he sido una cabrona estos últimos días.

—Se supone que tú tienes que ser todo lo que involucra la palabra bueno, mientras que yo todo lo que involucra la palabra malo. Esto se supone que no debería estar pasando. Louis no es tan malo. No creo que lo sea. Jo sí que es mala. Al igual que Zayn —dijo Harry—. Yo soy...

—Una persona perfectamente decente —lo interrumpí, aumentado mi agarre—. Escucha, tío, de verdad, nunca he conocido a nadie que se preocupe por mí de la misma forma que tú haces. Gracias por eso, Harry. Eres maravilloso.

—¿Acabas de llamarme tío durante este intenso, emocional e íntimo momento, Autumn Renee? —Harry sonrió a malas penas, con ambos brazos colgando a ambos lados de su cuerpo.

Lo miré ceñuda, sintiendo cómo la sangre se concentraba en mi rostro. Casi lo había llamado amor. Casi. Intenté no pensar en eso. No quería que él supiera acerca de eso.

Harry suspiró y asintió, tocando mi cara con ambas manos. Y, justo cuando pensaba que faltaba poco para que me besara, se marchó.

••

Shay me llamó durante la comida.

—HOY ERA EL ÚLTIMO DÍA QUE PODÍA VERTE ANTES DE IR A CASA DE MO. ¿ENTIENDES MI FRUSTRACIÓN? —exclamó al segundo de descolgar.

Me encogí.

Shay se iba a pasar una semana en casa de Mo, como siempre hacía en enero. Mo era su abuela. Ésta vivía en Kansas. Y su vuelo era hoy a las 2:30. En cualquier minuto saldría su avión.

Me sentía una amiga horrible.

—Shay, Shay, lo siento —resoplé.

—¿Cuál es tu escusa?

—Lo siento. Lo siento muchísimo. Tuve la peor resaca de todas y he estado vomitando durante toda la mañana —dije, sin mentirle.

—Oh, Dios. ¿Y eso? —suspiró.

Yo también suspiré. Un porro.

—No sé —musité.

—Tengo que irme —maldijo Shay.

Volví a suspirar, le deseé un buen viaje y recé porque no estuviese muy cabreada conmigo. Iba a extrañarla durante una semana entera. Y por eso enero era el mes que menos me gustaba. Niall me iba a cortar la cabeza por ser una mala amiga. Todos nos decepcionábamos con cada uno cuando ocurrían estas cosas.

Harry enrolló sus brazos alrededor de mi cintura, su cuerpo justo detrás del mío.

—¿Quién era? —preguntó con suavidad. Sentí cómo sus labios acariciaban la piel expuesta de mi cuello. En seguida pensé en la marca violácea que ahora había en esa zona, sólo porque él también estaba pensando acerca de ésta. Se sentía mal por habérmelo hecho. Y yo no sabía el porqué.

—Shay —contesté—. Su avión sale hoy en dirección Kansas. No la veré hasta dentro de una semana.

—Lo siento.

Suspiré y levanté una mano para poder despeinar su cabello.

—Para de disculparte, H —dije mientras sentía cómo sus labios besaban lentamente mi cuello.

—Lo siento —murmuró, sonriendo ampliamente.

Le di un codazo y comenzó a reírse contra mi piel, antes de que me diese la vuelta.

—No estoy enfadada —dije—. No porque me hicieses un chupetón, porque hace una semana, la idea de besar a un chico me aterrorizaba; no porque te estés disculpando todo el rato; o porque eres inseguro, aunque no tengo ni idea de por qué ya que, joder, eres precioso; o porque fuiste el primero en besarme; o por cualquier cosa de anoche. Porque, sinceramente, creo que lo necesitaba, demonios, seguro que fue hasta bueno para mí —hablé efusivamente.

Harry unió su nariz con la mía.

—Te juro que si vuelves a llamarme otra vez atractivo... —rió con alegría—. Y para de decir palabrotas, empiezas a sonar igual que yo.

—Pero si no he dicho nada fuerte —sonreí.

—Mm, que le den —Harry sonrió y conectó sus labios con los míos.

—Para de intentar distraerme.

—Estaba funcionando —murmuró, si ni siquiera abrir los ojos antes de volver a intentar besarme.

—No, no lo estaba —dije, mientras luchaba por no dejar escapar una sonrisa—. En serio. ¿Hay algo que pueda hacer para que empieces a quererte a ti mismo, H? —pregunté. Me gustaba llamarle de esa forma. Y a él también le gustaba. Nunca me lo había dicho, pero ambos estábamos chiflados, así que...

Harry suspiró.

—No, nena, no hay nada. Lo siento, no puedes cambiar la manera en la que me siento conmigo mismo.

—Maldit...

—Para de decir palabrotas, joder —suspiró—. Bien. Hay ocasiones en las que me siento como si te estuviese empujando, o como si tú no quisieras estar junto a mí, ¿sabes?

—No —dije, frunciendo el ceño, apartando su cabello—. No, no lo veo. ¿Por qué pensarías tal cosa? Soy lo suficientemente inteligente como para pensar por mí misma, ¿vale? Y pienso que eres asombroso, Harry, alucinante. De verdad, cariño, tranquilízate —añadí, antes de poder darme cuenta de que le había llamado “cariño”.

Sonrió.

—Debería decir algo sobre eso, o... —dijo Harry, colocando ambas manos sobre mi pelo, mi cuello y mi mandíbula. Al instante me sonrojé—. El problema está en que tú piensas que soy asombroso. Lo piensas.  Yo no, amor. Y no es sólo eso. Hay millones de cosas. No me gusto y vivo con eso. Estoy profundamente seguro que estoy hecho cien por cien de mierda. He hecho y he pensado cosas horribles. El pensamiento de ver que poco a poco te vas pareciendo a mí me repugna, ¿lo ves?

—Sigo sin verlo —musité—, pero está bien. Me gustas. Tú no te gustas. Eso no me gusta. Pero a ti sí. Perfecto —suspiré.

Ante eso, Harry frunció el ceño y besó mi frente, volviéndose a marchar. Desearía que dejara de hacer eso, de dejarme aquí. Lo quería, quería estar a su lado. No sabía por qué no se gustaba a sí mismo. No sabía adónde había ido. Y la cabeza me dolía horrores.

 {Todos los créditos para WhoaLarry, escritora de la novela. }

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top