treinta y ocho
Frío.
Autumn y yo cogimos mi coche, siguiendo a Hayley. No abrió la boca durante todo el trayecto, continuaba manteniendo el rostro contraído mientras se iba recuperando de su crisis nerviosa. Acercó las rodillas a su pecho y las abrazó, como siempre hacía cuando iba en mi coche, relajándose en el asiento.
Hayley se detuvo frente a un edificio abandonado en el centro. La confusión comenzó a apoderarse de mí mientras caminaba junto a Autumn, siguiendo a Hayley hasta el interior. Me estremecí ante el olor a moho y a suciedad que provenía del interior, como a humedad y animal muerto. Me concentré en cómo la dulce vainilla de Autumn se establecía en mi boca, en su intensa y pura secuoya. Ella me brindaba paz.
Sofoqué un grito y sentí el brazo de Autumn junto a mí, creyendo que me iría a coger de la mano, pero no lo hizo. Frente a nosotros se encontraba un chico negro, joven, bastante musculoso, atado a una silla. No parecía para nada feliz. Y atada con unas cuerdas elásticas de goma parecidas, junto a él, estaba Jo.
—Hey —saludó Max, asintiendo.
—¡Te he dicho que no los ataras! —vociferó Hayley.
Jo resopló.
—Gracias, zorra. Quítamelas. —Sus ojos se encontraron con los míos. La miré con desprecio, haciéndola sonreír ampliamente—. ¿Te gusta verme así, Haz? Sí, tenía el presentimiento de que eras uno de esos pervertidos sexuales —escupió. Le eché una rápida mirada a Autumn y ésta asintió, así que me alejé de ella y me acuclillé frente a la silla de Jo.
—No sé lo que te hice —dije, despacio—, pero necesito que lo superes de una puñetera vez.
—¿Y tú sigues cabreado porque te engañé? ¡Dios, Harry, no ibas a follar conmigo y alguien tuvo que hacerlo! A ver, sí, fui amable contigo pero tú sabías que lo único que yo quería era lo que tenías entre las piernas. Lo sabías —confesó con furia, con sus gélidos ojos azules. De repente, me di cuenta de que me estaba inclinando hacia delante. Siempre lo hacía cuando me tocaban las narices. Me inclinaba sobre el rostro de las personas cuando estaba furioso con éstas.
Y, por supuesto, Jo lo sabía. Y quería que lo hiciese. Porque estaba intentando electrocutarme. Hice contacto con sus ojos durante una milésima de segundo antes de que me golpeara en el pecho con su bota. El tacón de ésta me cortó un poco la camiseta y me caí hacia atrás, dándome un golpe fuerte en la cabeza con el hormigón.
Momentos más tarde, tenía la cabeza sobre el regazo de Autumn y continuaba estando en el suelo, aturdido, mientras le ataban los talones a Jo. El chico negro comenzó a gritar, se encontraba muy confundido. Autumn se puso a examinar el corte en mi pecho y mi cabeza.
Odiaba ver cómo ella tenía que cuidarme, pero yo no podía moverme, no por mí mismo. Me topé con sus ojos y fruncí las cejas. Me encontraba sumamente confundido. No tenía ni idea de qué estaba sucediendo pero sabía con exactitud lo que ocurría. Plantó un besó en mi frente y el fuego comenzó a fluir por mis venas.
Me sentía mejor. Por supuesto que sí, era ella. Siempre me lo hacía.
¿Estás bien?, pensó.
Asentí sutilmente.
Es una puta. ¿Tú estás bien?
¿Por qué no lo estaría? Autumn parecía confundida.
Porque ha sacado ese tema y la vez que ella me engañó. Eso no te lo he contado.
Me sentía avergonzado de mí mismo por billonésima vez consecutiva. Necesitaba contarle estas cosas, pero era un imbécil de primera.
Autumn me regaló una pequeña sonrisa y acunó mi cabeza con su mano, dejando que más aura fluyera a través de mí y curara las heridas.
No tienes que contármelo todo. No estoy celosa. Confío en ti.
Oh. Vale.
Venga, cariño, ahora tienes que levantarte. ¿Vale?
Preferiría quedarme aquí contigo. Cariño. Le sonreí, añadiendo esa última palabra sólo para fastidiarla. Con suavidad, me dio un empujón en el hombro y plantó un beso en mi pecho. Después se puso en pie y me ofreció una mano.
Le permití que me ayudara a ponerme en pie, para después lanzarle una mirada de agradecimiento. Hayley conectó su mirada con la mía y en silencio me preguntó si estaba bien. Rodé los ojos y le guiñé un ojo.
—Tranquilízate, Jo —le dijo su Repas.
—Cállate, Tyson —espetó ésta, con pequeñas chipas en sus dedos. El cabello azul de Jo se puso de punta.
Louis le tocó el hombro, por detrás.
—Cierra. La. Puta. Boca. Harry es un buen tío pero te aseguro que ninguno de nosotros dudaría ni dos segundos en partirte el cuello —dijo suave y cuidadosamente, pero a la vez dura y fríamente. Louis era bueno con ese tipo de cosas.
—¿Sí? Bueno, estoy marcada, y me necesitáis. Sabes que es verdad, no intentes decirme lo contrario o mentirme —Jo sonrió con malicia. Todos nos la quedamos mirando fijamente.
—No significa que no podamos hacerte daño —gruñó Autumn. Me sorprendí. Jo comenzó a reírse, pero podía ver el miedo reflejado en su rostro.
—Adelante, amor. El dolor es algo a lo que ya me he acostumbrado —sonrió ampliamente. Dios, la voz le temblaba. ¿Le tendría miedo a Autumn? En verdad eso me haría sentir más impotente, después de todo lo que había hecho, de intentar mantenerla a salvo y feliz. Y ahora estaba tan destrozada, perversa, enigmática y abatida que iba metiéndole miedo a la gente. Difícil de creer, pero sin duda difícil de contemplar. No sabía cuánto más podría soportar uno de nosotros dos.
Pronto, Hayley comenzaría a lanzar cuchillos. Max a gritar y a golpear cosas, Louis permanecería de pie y observaría y detendría las cosas cuando éstos hayan perdido el control. No sabía qué haría Autumn. Me daba la impresión de que no la conocía también como suponía. Y continuaba conociéndola mejor que nadie.
El aire se hallaba cargado de humedad, tensión y expectación.
—¿Por qué estoy aquí? —dije al fin. Casi todo el mundo se volvió para mirarme.
—Lo mismo digo —habló Tyson.
—Estás al mando, ¿no? —dijo Louis, conectando su mirada con la mía. Me lanzó una mirada de apoyo. En verdad era un buen tío.
Suspiré, sujetándome la cabeza.
—Ojalá no lo fuera.
—Pues vete —hizo una mueca Max. Rápidamente Hayley le dijo que relajara su lenguaje colorido y sus amenazas.
—Entonces, ¿por qué estoy aquí? —volvió a decir Tyson.
—¿Sabes lo qué eres? —pregunté solemnemente.
—Sí. Jo me lo dijo —respondió—. Sólo tardé una semana en captarlo. —Se rió secamente. Compartí una mirada con Hayley.
—Entonces, ¿por qué nos has mentido, Jo? ¿Por qué lo mantuviste con vida? —pregunté. Jo se veía aterrorizada. Ésta no sabía qué hacer porque sabía que yo podía interpretarle los pensamientos y que por eso no podía mentirme. Así que no sabía qué hacer. Finalmente, escogió la opción de rendirse.
—Liam me lo dijo —musitó. Todos nos quedamos anonadados. Autumn dio un paso hacia ella y me sorprendí al ver cómo le daba un guantazo a Jo. Con fuerza.
Autumn estalló.
—ERES TAN MALDITAMENTE ESTÚPIDA, ¿SABES? ¿EN SERIO? ¿ÉL ANDA POR AHÍ INTENTANDO ACABAR CONTIGO Y TÚ LO ESCUCHAS? ¿INTENTASTE MATARME? ¡DURANTE TODO ESTE TIEMPO NOS HAS HECHO PENSAR QUE TENÍAS LA MARCA PARA PODER SEGUIR CON VIDA! —gritó Autumn. La cara de Jo empalideció.
Todos permanecimos estáticos. ¿Qué?
—¿Autumn? Ven aquí —exigí. Autumn giró sobre sus tobillos y se acercó a mí, todavía furiosa. La agarré por el codo y la arrastré hasta el exterior. Me echó una mortífera mirada, pero se sorprendió cuando me incliné hacia delante hasta besar su mejilla, y su frente.
—¿Qué, Harry? —suspiró, ahora más calmada, como bien había esperado yo. Su aura brilló un poco a medida que iba recuperando su temperatura corporal.
—Tienes que tranquilizarte. Así es cómo ella quiere que tú reacciones. Y no quiero volverte a ver nunca más pegar a nadie, a menos que sea en defensa propia. O si me pegas a mí, puedes desquitarte conmigo. Pero por favor no hagas daño a nadie más o acabarás haciéndote daño a ti misma —le supliqué.
Autumn parecía ahora estar más triste.
—No voy a pegarte.
—Puedo soportarlo —le ofrecí una patética sonrisa.
Sacudió su cabeza.
—¿Puedes?
Oh. Vale.
En realidad no estaba seguro de si podría. A ver, podría soportar un guantazo o un puñetazo o una patada o cualquier cosa que ella hiciese para lastimarme. Bien. Pero no sabía si podría soportar su rechazo, apartarme tanto de ella. No sabía que podía soportar el hecho de que estuviera tan herida que incluso llegara a hacerle daño a una de las únicas personas que estaban aquí apoyándola, la única que la quería. Era un cobarde emocional. Necesitaba parar de pensar.
—Seguiremos con esta conversación más tarde, ¿vale? —dije en voz baja. Ella asintió—. Bien. Oye, ¿a qué ha venido eso de que ella nos ha hecho pensar que tenía la marca?
Autumn me miró ceñuda.
—¿No te has dado cuenta? La mía es una rosa, tú hueles a rosas; la de Hayley es una nube, el aura de Brock huele como a lluvia. Pero Tyson no huele como a rayo, ¿a qué mierdas huele un rayo? ¿Y la Repas de Zayn? Su aura huele a menta, ¿no? Pues tenía un copo de nieve. Están haciendo algo. En aquel momento no supe el qué, y supuse que tú habrías llegado al menos a la misma conclusión que yo porque, Dios, Harry, eres una persona inteligente —se explicó. No sabía cómo responderle a eso.
—Dios Santo —musité. Me rasqué la mandíbula y caminé de un lado para otro durante un minuto—. ¡Mierda, Autumn! ¡Todo esto es demasiada información para mi cerebro! ¿Jo no está marcada y Zayn sí? Joder —musité—. ¡Tienes que contarme todas estas cosas!
—Lo siento —resopló, herida. Pero ahora no podía confortarla. Caminé de nuevo hacia el interior del lugar sin comprobar si Autumn me estaba siguiendo o no.
—Él quiere a todos los que están marcados y a algunos que no lo están —me dijo Jo—. Nos está haciendo cosas, consumiéndonos las auras, poniendo a prueba nuestros poderes, los míos y los de Zayn —musitó.
—¿Y qué consigues con todo eso? —frunció el ceño Hayley.
—Dijo que nos convertiría en humanos —farfulló Jo, descendiendo la mirada.
—¡Mentira! —espetó Max. Y por una vez, estuve de acuerdo con él. Aunque Liam ya me había propuesto el mismo trato hace un tiempo. Y, en secreto, estuvimos discutiéndolo un par de veces. Era algo imposible para él. También me dijo que podía convertirme en Breesaem, que yo no encajaba como ser humano o como Erktanae, según él. Y esa era la razón por la cual quería el libro. Él pensaba que podía ayudarlo. Ayudarlo a destruirlo todo, a pesar de que no lo sabía.
—¿Y qué hay de él? —Pregunté, señalando con la cabeza a Tyson—. ¿Qué es lo que quiere de él?
—Lo mismo que para lo que quiere a Zayn. Para más pruebas. Pero no sé nada más porque no me lo he follado —respondió Jo, exhausta, dando lástima.
—Vale —musité—. Me voy. No quiero tratar con toda esta mierda por mi cuenta. Mañana hablaremos en mi casa, todos nosotros. Tráetelo —señalé a Tyson—. Y vosotros dos, traeros a los vuestros. —Señalé a Hayley y a Max y me di la vuelta. No me molesté en preguntarle a Louis si nos estaba ocultando algo porque sabía que no lo hacía. Tan sólo se encontraba confundido como la mayoría de nosotros.
Autumn conectó su mirada con la mía a medida que me iba acercando a la puerta. Después se giró y comenzó a caminar delante de mí hasta llegar a mi coche. No dijo nada mientras abría la puerta, ni cuando puse en marcha el coche, ni durante todo el trayecto.
Finalmente, rompí el silencio.
—Siento haberte gritado —dije, con calma.
—No pasa nada —habló bruscamente.
Apreté los dientes.
—¿Vas a volver a fingir que nada puede herirte? ¿Qué nada puede tocarte? —musité. Ella ni se inmutó, apenas se movió. Tenía la barbilla en alto, con la mandíbula apretada. Era preciosa, endiabladamente cabezota y terriblemente preciosa. Dios, estaba muy enamorado de ella. Normalmente, cuando Autumn reaccionaba así, me enfadaba con ella, llamándola mojigata y cabezona. Pero yo era como ella, y no me importaba si actuaba de esa manera, porque eso era lo que amaba de ella. Siendo sincero, amaba todo de ella.
Autumn se aclaró la garganta.
—¿Quién está fingiendo?
Puse los ojos en blanco, pero tomé una respiración profunda. No reaccionó cuando coloqué mi mano sobre su rodilla. Enarqué una ceja, y moví la mano hasta su muslo. Tampoco reaccionó. Así que estacioné el maldito coche en el arcén. Giró su cabeza en mi dirección, sin expresión alguna en su rostro, aunque en sus ojos podía ver reflejado el desafío. A duras penas, tragué saliva.
—¿Qué pasa? —ronroneó, cruzándose de brazos. Una de sus cejas se alzó y de repente, dejé de respirar.
—¡Pásate al puto asiento trasero! —vociferé.
Autumn me sonrió con picardía, saltó por encima de la caja de cambios y la seguí. Coloqué una de mis piernas a cada lado de la caja de cambios, con ambos pies por debajo de los asientos. Era algo incómodo; acabar arrodillándome de esta forma en la parte trasera de mi coche, pero me importaba una mierda.
Le agarré los muslos e hice que sus piernas rodeasen mi cintura.
Con los labios pegados a su cuello, susurré:
—Ni se te ocurra volver a decirme que mi puto tacto no te afecta. Puedes fingir todo lo que quieras, pero siempre acabaré dándome cuenta. Puedes esconder todas tus otras emociones, pero sé lo que te hago, amor. —Mi aliento era húmedo y caliente sobre su piel. Autumn dejó escapar un suspiro tembloroso antes de enrollar sus brazos alrededor de mi cuello.
Sus ojos nunca se despegaron de los míos. Besé su cuello, su clavícula, vi cómo se iba viniendo abajo. Aumenté mi agarré en sus muslos, pegué mi cara a su cuello mientras sus dedos se enredaban en mis rizos. Su cuello y mandíbula se hallaban bañados en besos húmedos, descuidados... hasta que fui ascendiendo hacia la comisura de su boca. Autumn suspiró y dejó caer la cabeza hacia atrás, contra el asiento.
—¿Frustrada? —sonreí con superioridad.
—Arrogante gilipollas —suspiró.
—Dímelo —sonreí con amplitud, besando su mejilla y su sien—. Dímelo —volví a decir, mordiendo suavemente el lóbulo de su oreja.
—Dios, ¿seguro que eres virgen? —suspiró Autumn. Volví a sonreír, besando su mandíbula. Ésta suspiró y colocó una mano en mi pecho. Después de un segundo o dos, me di cuenta de lo que estaba haciendo; sentir los latidos de mi corazón. Era una locura. Podía sentirlo. Autumn me volvía loco. Y ella lo sabía.
—Dím...
—Me vuelves loca y nunca llego a tener suficiente de ti. Y tu tacto me afecta en todas las formas posibles, gilipollas arrogante y narcisista —sonrió. Yo también sonreí, y pegué mis labios a los suyos. Jadeó en mi boca y juntó su cuerpo más al mío. Era algo alucinante, ella era alucinante, ambos éramos alucinantes. La parte más memorable de esta noche fue sentirla gemir en mi boca sin disculparse, para después comenzar a darme besitos en los labios hasta acabar besándome con fiereza el cuello. Con tanta fuerza que acabó dejándome otra marca. Y en esta ocasión, no lo hizo con su aura.
| Jejejejejejejejejejeje.
:)))))))))))))))
Capítulo dedicado a @LaraxHemmings, que llevaba mucho tiempo pediéndomelo. Espero que hayas muerto con la última parte, omfg.
No olvidéis votad y cometad.
Todos los créditos para WhoaLarry, escritora de la novela.
Pd: El siguiente estará para el viernes. |
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top