treinta y nueve
Noticias.
—Dios, ¿yo he hecho eso? —se quedó boquiabierta Autumn, dándole golpecitos al moratón de color marrón-púrpura que había en mi cuello.
—Sí, y éste también —sonreí con malicia, bajándome un poco la camiseta para recordarle el chupetón que me había hecho en la clavícula.
Inhaló una bocanada de aire.
—Lo siento, no fue mi intención —murmuró.
—No, me gusta —le guiñé un ojo.
Autumn tragó saliva.
—¿Cuánto tiempo te van a durar?
—Bueno, hoy es lunes, y ya vi que no fuiste tímida conmigo, así que... ¿cuánto te duraron a ti los tuyos?
Se sonrojó. Me encantaba ver cómo todavía podía hacerle sonrojar.
—Una semana —murmuró, acomodándose aún más en mi cuerpo.
—Mm, podría haberlo hecho mejor, si no me hubiese estado conteniendo. No quería espantarte. Al menos los míos deberían durarte una semana. Dios, mira esto —sonreí ampliamente, tocando ambos mordiscos como muestra de amor. Apartó de un manotazo mi mano y besé la parte superior de su cabeza. Autumn se sentía orgullosa de sus marcas. Sabía que lo estaba.
—Oh, y... —murmuró, dándose la vuelta hasta sentarse a horcajadas sobre mí.
Sonreí y la agarré por las caderas.
—¿Qué estás... Oh, esto me gusta —la provoqué, cuando ésta colocó sus manos en mi cabello. Me dio un beso en la cabeza y la echó hacia abajo haciéndome clavar la mirada en mi regazo, aún sonriendo.
—¿Esto de aquí lo he hecho yo? —preguntó, pasando sus dedos a lo largo de la parte trasera de mi cuello. Todas las marcas que su aura había dejado en mi cuerpo ardían y palpitaban ante su tacto. Por lo que suponía que sí que me había marcado, hará unos días.
Mi respuesta fue un simple asentimiento y alcé la mirada y besé sus labios dulcemente, rápidamente.
—Estoy feliz —le dije.
—¿Por qué? Tienes que encontrar a Liam ya que desapareció y yo tengo que tranquilizar a Hayley cada vez que pierde los nervios. —Me estremecí. Tenía razón. El día que todos nos reunimos, Hayley se puso como una loca con todos nosotros y comenzó a decir locuras sobre que deberíamos dejar de intentarlo, porque de todos modos íbamos a morir. Cuando le dije que se tranquilizara, me lanzó un cuchillo a la cabeza y le dio un puñetazo a Brock en la cara cuando éste intentó abrazarla. Y después se marchó.
Autumn se acurrucó junto a mí. Ambos estábamos en su sillón preferido de mi casa, con una manta sobre su regazo y el mío porque según ella era más cómodo y así podíamos abrazarnos mejor. Le di un beso en la frente.
—Me has perdonado, ¿verdad? ¿Por comportarme contigo como un completo idiota cuando nos conocimos por primera vez? Como aquella vez que te dejé en el Q-Spot. Dios, Autumn, me sentí horrible, estaba destrozado. Sé que no pudo haberlo parecido, pero apenas me disculpé. Era un gilipollas. Lo siento, amor —murmuré, rodeando su torso con mis brazos.
—H, eso fue hace semanas. Hace un mes. Ya lo he superado, incluso me curaste. Y sé que ambos pensamos que Claire es una zorra y sé que estás arrepentido. No pasa nada, cariño —respondió, regalándome una pequeña sonrisa, besando mi cuello.
Asentí, relajándome.
—Vale, estupendo.
—Espera. ¿Qué día es hoy? —cuestionó.
—Lunes —dije. Autumn desvió la mirada a su reloj digital, que también mostraba la fecha. Después, volvió a clavar su mirada en mí, con los ojos y la boca abiertos de par en par. La miré ceñudo, golpeándole la nariz—. ¿Qué pasa?
—¡Tu cumpleaños fue hace dos días! —exclamó.
—Mierda, y la competición nacional también —maldije.
—¿En serio? ¿Eso es lo que te preocupa? De todas formas la aplazaron para el jueves, por una tormenta de nieve —musitó, desviando la mirada. Al parecer sí que quería ir, había estado atenta a todo lo relacionado con la competición.
—Es sólo un cumpleaños —fruncí el ceño.
—Harry, quería haber hecho algo —lloriqueó—. ¿Qué hubieses querido?
—A ti —respondí, sonriéndole y besándole la mejilla.
Autumn puso los ojos en blanco pero se sonrojó y me cogió la mano.
—¿Ninguna cena lujosa o algo por estilo?
—Dios, no. Ni siquiera como —dije, besando su otra mejilla. Intenté besarle la nariz pero me dio un empujón con un puchero adorable—. Oye, ven aquí —dije, y le agarré la mano.
El corazón me martilleaba descontroladamente a medida que la conducía fuera del salón, a través del pasillo, hasta la puerta que había al final del todo.
—Nadie excepto yo ha entrado aquí —le dije despacio.
—Dios, ¿no habrás matado a alguien, verdad? Si es eso, vale, haz lo que tengas que hacer pero no me digas que lo tienes ahí dentro —dijo, muy seria. Pero sus ojos centelleaban y su aura había aumentado de tamaño.
—Nena, esto es muy importante para mí.
Me apretó la mano y me sonrió.
—Lo siento. Vale, enséñamelo, antes de que te golpee la cara.
—Nunca lo harías —dije. Y mis palabras hicieron que Autumn me diese suavemente un golpe en la mandíbula. Fingí que me había hecho daño, así que me dio un beso en la zona en cuestión, para después regalarle una sonrisa y apretarle la mano.
—Nunca lo haría. No si estoy enfadada contigo, como me encuentro a menudo, o si nos estamos peleando y las cosas se vuelven intensas, o por cualquier otra razón. Es una mierda, ver cómo las cosas funcionan así. Si le das un guantazo a una chica, eres Hitler; y si le pegas a un tío, se considera como una-cosa-del-momento. Odio eso. Ni siquiera podría abofetearte, Harry —dijo Autumn. Dios, la quiero tanto.
—Dios, eres perfecta —dije en su lugar. Después me preparé mentalmente para enseñarle la habitación—. Vale. Uh, cierra los ojos. No, ábrelos. No, no, ciérralos. Sí. Mierda, no sé —musité.
Autumn levantó el brazo y acarició suavemente mi mejilla, mientras besaba mi mano.
—Tranquilo, soy yo —sonrió. ¿Cómo era posible que Autumn estuviera mejor? Hace una semana que su amiga había muerto y el otro la estaba rechazando, excluyendo. Además nos habían hablado mierdas sobre Jo y Zayn; resultaba que Liam les había hecho alguna clase de encantamiento, a través del cual se cambiarían las auras y, por lo tanto, los poderes también, haciendo que ella pareciera que poseía la marca y él no. Y después otro para hacérnoslos ver de forma normal. Era mucho para asimilar.
Pensemos en todo eso.
Bien. Vale.
Autumn era una persona muy fuerte. Y la quería muchísimo por ello. En estos instantes, ella era feliz; y también la quería muchísimo por ello.
Sentí cómo besaba mi mandíbula y cerraba los ojos. Inspiré una profunda bocanada y besé su mano y abrí la puerta y la conduje hasta su interior. Eché un rápido vistazo a todos los lienzos, caballetes y papeles que había por todavía la habitación.
Después, planté un beso en la parte trasera de su oreja y susurré:
—Ábrelos.
Estaba nervioso. Muy nervioso. Había algunos dibujos oscuros. No eran sangrientos ni espantosos, sino oscuros. Y luego estaba el de ella, que pude acabar anoche. Había comenzado a hacerlo a los cinco días después de conocerla y cada día que podía me ponía manos a la obra con él. Una vez estuve a punto de arruinarlo, a punto de arrojarle pintura por todas partes y de largarme de ahí como si no hubiera pasado nada, todo porque no podía dibujarle los labios. Y después de besarla, los conseguí.
Desvié la mirada a Autumn, con los dedos de nuestras manos aún entrelazados, mientras veía cómo abría su boca de par en par. Echó un vistazo a la habitación, en estado de shock, hasta que sus ojos dieron con el retrato de sí misma. Soltó mi mano.
Comencé a sentir el pánico en mí y mi ritmo cardíaco se aceleró, impidiéndome respirar. Tuve que alzar mi aura para conseguir que se hiciese más ancha y así no parecer que estaba tan asustado. Quería que a ella le gustase. Pero había roto la unión de nuestras manos.
Me di cuenta de que Autumn también estaba aguantándose la respiración. Y se había llevado las manos a su boca, mientras caminaba lentamente hacia el dibujo a lápiz de sí misma. Me mantuve detrás de ella, con las palmas de las manos sudorosas, esperando su verdadera reacción. Ambos nos habíamos quedado capturados por el dibujo.
Lo había hecho con lápices negros, grises y blancos. El lienzo no era muy grande, porque sino hubiese sido... raro. La había dibujado con el cabello hacia un lado, en algunos puntos rizado y en otros liso. Sus ojos miraban hacia el frente, y sus labios se hallaban ligeramente abiertos. Tanto sus pómulos como su mandíbula estaban sombreados, a diferencia de sus pestañas.
Había dibujado pecas en sus mejillas, justo las pocas que ella tenía y no me atreví a dibujarla con maquillaje. Sus cejas se encontraban ligeramente arqueadas y en la comisura de sus labios, en la parte izquierda, estaba el hoyuelo que aparecía cada vez que sonreía, antes de que sus mejillas se alzaran. Así que estaba sonriendo, un poco.
Intenté que sus grisáceos ojos transmitieran alguna emoción. La manera en la que a veces ella me miraba; mi favorita. Entretenida, un poco enfadada y graciosa, y me halagué a mí mismo añadiendo un poco de adoración. Justo cómo ellos centelleaban, cómo se curvaban sus cejas, cada vez que lo hacía. No estaba seguro de si Autumn podía fijarse en todos esos detalles, pero yo me sentía muy orgulloso.
Dios, todavía no había abierto la boca. Probablemente pensaba que era un acosador con algún tipo de problema.
Empecé a perder los papeles.
—Oye, F-Fall, ¿te gu...
—¿Así soy yo? —habló con voz chillona, sin darse la vuelta. ¿Estaba... llorando? Porque parecía que sí.
—Sí —me sequé las manos en mi camiseta, cambiando el peso de mi cuerpo de una pierna a otra.
Entonces se giró, con los ojos aguados.
—¿En serio? —asentí—. Soy...
—Eres preciosa —finalicé, caminando hacia ella, agarrándole las manos—. Entiendo si no te gusta, es...
—Eso es una tontería. ¿Por qué mierdas no iría a gustarme? —me miró ceñuda.
Me encogí de hombros, con el rostro ardiendo.
—Porque es algo raro, supongo —murmuré, sin mirarle fijamente a los ojos.
—Eres alucinante. Tan asombroso. Probablemente éste sea el dibujo más maravilloso que he visto que alguien haya podido hacer en la historia.
Tragué saliva.
—No, sólo son lápices de colores, pero he tardado mucho —confesé.
—No. Algunos de los mejores artistas pasan años en sus dibujos y... ¿cuándo empezaste?
—Hace un mes.
—¡Dios! Es alucinante. Me encanta y eres asombroso —Autumn sonrió con amplitud, aún con los ojos cristalizados. Yo también sonreí y pronto comencé a sentirme abrumado por el alivio. Le di un abrazo. Autumn rodeó mi torso con sus brazos y correspondió mi abrazo, y me besó el pecho en varias ocasiones. No pude parar de sonreír. Había salido mejor de lo que esperaba.
Autumn me pidió que le explicara el resto de dibujos, pero mientras tanto seguía echándole miradas furtivas al suyo mientras sonreía por lo bajini. No os podéis imaginar lo feliz que eso me hacía.
Debería contárselo.
Debería contarle que me había dicho te quiero. Y también debería contarle que yo también la quería. Un montón. Dios, ¿podíais enamoraros de alguien en tan sólo un mes y una semana? ¿Era eso acaso posible? Oh, bueno, yo lo había hecho.
—Autumn —comencé a decir, sintiendo la boca seca. Ella alzó la mirada, sonriéndome a malas penas—. Yo... tú... creo que tenemos que irnos, ahora —murmuré. Y la confianza en mí mismo se largó. Hoy no se lo iba a decir.
Autumn cogió su mochila y yo me calcé mis botas, le di un beso de despedida y ambos nos fuimos. Ella iba a intentar tranquilizar a Hayley porque Autumn era su favorita, además de mí. Aunque me hubiese matado si yo hubiese intentado aconsejarla, por eso decidimos dejarla en manos de Autumn.
••
Al primer lugar que fui en busca de Liam fue a su casa. Y allí estaba él.
—Dijeron que habías desaparecido —dije, frunciendo el ceño.
Liam me ofreció una cerveza, pero se la rechacé. Eso le hizo encogerse de hombros.
—Lo estaba. ¿Quiénes son ellos?
—Jo y Zayn. ¿Qué cojones, experimentas con ellos? —exigí.
—No experimentas si sabes cuál será el resultado —sonrió, tomando otro trago de su cerveza—. ¿Aún no has conseguido mi libro?
—No —musité—. Ni pronto lo tendrás. Todos sospechan.
—Lo quiero —me reprendió Liam, con voz suave y ojos intensos.
Tragué saliva.
—Relaja la raja. ¿Quién dice que te lo daré? ¿Por qué lo quieres de nuevo? —dije.
Liam se rió, mientras se cruzaba de brazos.
—Fácil. Venga, dame otro —sonrió con superioridad.
Apreté mis manos hasta formar dos puños.
—Responde la puta pregunta.
—Me concede la vida eterna, mientras que vosotros, ratas rastreras, conseguís ser humanos a cambio —Liam puso los ojos en blanco.
—¿Entonces por qué somos tan corruptos? ¿Todos nosotros? Todo. Al igual que los humanos. Estamos afectándolos —dije, inclinándome sobre la encimera de su cocina.
Liam suspiró.
—Porque somos gilipollas. Todos nosotros. Breesaem, Quareci, Erktanae. Todos somos unos capullos, al igual que los humanos —dijo. Bajé la mirada, para después encontrarme con la suya, ahora con la mía más dura—. Tú lo estás intentando. De verdad que intentas ser bueno, y lo entiendo, pero no eres quién se supone que tienes que ser. Queremos que seas malo. Te elegimos.
—¡Retíralo! —grité, pisando fuerte con mi pie. Como un maldito mañaco—. ¡No quiero esto!
—Llevas veinte años de retraso. Por cierto, feliz atraso —habló con los ojos brillantes. Quería darle un puñetazo a esa maldita cara suya. Liam sonrió con superioridad y metió sus manos en los bolsillos de su cazadora negra—. No te estoy pidiendo que ahora seas malo, es el año y no puedes matarla porque algo gordo está a punto de suceder. Probablemente un solsticio o un equinoccio o algo por el estilo, pero como me fallases, Harry, podría matarte si así deseara —dijo despacio, entretenido.
—Pero me quieres para algún proyecto de mierda, así que no lo harás.
—Desafortunadamente correcto. Eres más fuerte que la mayoría, Harry. Me encantaría ver lo que eres capaz de hacer.
—Lo siento, colega. Estoy esperando a alguien especial —resoplé.
Los ojos de Liam se endurecieron.
—Me has encontrado. ¿Hemos acabado?
—No. ¿Por qué escondiste la marca de Zayn y nos hiciste creer que Jo sí que tenía? Ellos lo sabían, tú lo sabías antes que nosotros.
Liam suspiró.
—Quería ver si dándole a ella los poderes de él y viceversa podría hacerlos más fuertes —respondió Liam—. Encantamientos antiguos.
—Si los ha hecho más fuertes, ¿entonces qué? —quise saber.
Liam me sonrió con malicia.
—Mantente al tanto. Y ahora, o te largas, o te mato aquí mismo —sentenció Liam. No sólo lo creía, sino que ya le había visto hacerlo... así que me fui.
••
Autumn regresó de la casa de Hayley dos días después. Le había echado de menos, en serio. Se había dejado el móvil. Cuando al fin se presentó en mi casa, inmediatamente salté de la silla y corrí hasta abrazarla.
Me sorprendió cuando enérgicamente me apartó de ella y retrocedió. Su aura era oscura, de un rojo intenso y se extendía al menos una yarda alrededor de ella. Tenía las mejillas ardiendo y el enfado se reflejaba en sus ojos. Estaba muy enfadada. Lo que me dijo a continuación, me heló la sangre.
—¿Has matado a una chica? —preguntó.
| Capítulo dedicado a @isipichichi :) Muchas gracias de todo corazón por leer.
Todavía no sé cuándo subiré el siguiente, pero espero que sea pronto.
No olvidéis votad y comentad, pls.
Todos los créditos para WhoaLarry, escritora de la novela. |
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