cuarenta y uno | parte II

Autumn se detuvo frente al Mustang con una mochila sobre sus hombros, sosteniendo el estuche de su arco con la mano. Salí del coche y eché el asiento hacia delante para que pudiera dejar sus cosas junto a mí, después le abrí la puerta y regresé a mi asiento.

—Estás... Dios. Estás preciosa —dije. Me sonrió. Era cierto; con pantalones ajustados negros y botas militares, una camiseta blanca de cuello de pico y mi chaqueta, la marrón desgastada de cuero. Esa fue la primera cosa que tuve, la que había comprado con dinero de verdad. También se había puesto un poco de maquillaje, algo de delineador de ojos, y se había trenzado el pelo. Dios, era tan preciosa.

Estuvimos hablando durante todo el trayecto. Estuvo bien. Bastante genial.

—¿Cuál es tu libro favorito? —me preguntó.

—Tengo muchísimos —dije, mirándola durante un instante. No me gustaba verla sentada tan incómodamente. Me había dicho que no pasaba nada, que estaba bien, pero se encontraba dolorida, seguía doliéndole. Al menos un poco.

Autumn suspiró.

—Elige uno.

—La Ladrona de Libros.

Se mantuvo en silencio durante un minuto.

—Sí. ¿Por lo de los colores?

—Sí. Me sentí muy identificado con ellos y disfruté bastante con las descripciones. También tiene un buen punto de vista —dije, sonriéndole. Me alegraba que ella pudiera entenderme.

—A mí me encantó —dijo, y sonrió—. ¿Cuál es tu color favorito?

—El rojo —respondí—, tu rojo.

—Oh.

—¿A qué se debe el repentino interés?

—Te quiero y quiero saber más sobre ti —confesó. Sonreí y coloqué mi mano sobre su muslo.

—Adelante.

—¿Cómo era tu vida? Antes, en Inglaterra —preguntó.

Me estremecí.

—Sí, sabía que esto ocurriría tarde o temprano. Está bien, ponte cómoda, pequeña. Es una larga historia —le conté.  Así que ella cruzó las piernas y me agarró la mano libre. Me aclaré la garganta, sintiendo cómo las palmas de mis manos comenzaban a sudarme.

»Era un chico bueno, Autumn, lo era. Fui un gran chaval hasta que cumplí los catorce. Era inteligente, y me llevaba bien con el resto de niños. Era bueno con todo el mundo.

—Entonces, ¿qué sucedió? —preguntó.

Tragué saliva.

—Intenté ignorar las voces. Intenté ignorar a la gente que me llamaba monstruo. Dios, odio esa palabra con pasión. Intenté ignorar lo estricta y grosera que era mi Quareci conmigo y cómo sentía que no me quería. Fue duro, amor. Pero ahí estaba esa chica.

»Esta niña, Fall. Era la cosa más dulce del mundo. Era el toque de luz en mi día, en mi día a día. Se llamaba Grace, y tenía diez años y yo doce, y padecía Síndrome de Down. La quería, Autumn. Tanto como un niño de doce años, viviendo en un dificultoso vecindario, podía querer a esa niña. Yo lo hice.

»Todos los días la acompañaba en el camino de regreso a casa y hablábamos. Hablábamos sobre cómo había estado su día. A ella le gustaba tocar las cosas, le gustaban las texturas. Le gustaban muchísimo las cosas suaves, Autumn, le gustaba mi pelo. Oh, le encantaba. Era la cosa más bonita de todas. Me tocaba el pelo, soltaba una risita y después se tocaba el suyo.

»Y por aquel entonces yo sabía hacer estas pulseras que se hacen con hilo, ¿sabes? Y tenía una, pero no sabía cómo acabarla, así que llevaba un montón de hilos colgando. Grace jugaba con éstos mientras caminábamos. Una vez me quedé despierto toda la noche hasta que tuve que irme al colegio a la mañana siguiente. Acabé haciéndome doce pulseras, con un montón de hilos colgando de mis brazos, fue graciosísimo. Pero a ella le encantó. Le encantaba jugar con ellos, reorganizándolos según el color. Todos los días la acompañaba en el camino de la escuela a casa.

»También era capaz de llamarme por las noches y sólo decirme, “¿Hola? ¿Huz?”, y entonces yo le decía, “Hola, Grace.” Después la escuchaba reírse, y me decía, “¿Mañana me acompañarás?”, “Sí, por la mañana estaré de nuevo en tu casa”, le respondía. “Vale, ahora me voy a la cama, Huz. Buenas noches, te quiero.” Y yo le respondía con un buenas noches y un te quiero. Y después me acostaba.

»No íbamos a una buena escuela y ella era dos años menor que yo, pero la gente seguía comportándose horrible con ella. No cuando estaba conmigo, pero durante dos años, siempre estaba triste por algo que alguien le había dicho. Eran malvados. Espantosos.

Me dolía la garganta y me temblaba la voz. No había hablado sobre Grace con nadie. Nunca. Autumn no había abierto la boca, pero tampoco había dejado de agarrarme la mano, acariciándome la superficie de esta. Tragué saliva y una profunda bocanada de aire, y después solté una risita silenciosa.

—Siempre se estaba metiendo en problemas. Le decía a la gente que su Huz les iba moler a palos si ellos continuaban siendo malos con ella, y después éstos iban a los profesores a decirles que ella les había amenazado. Y tenía un bolsito pequeño en el que llevaba de todo, ponía todas las cosas que le gustaban. Una vez intentó meter mi cabeza —me reí.

»Pero algunas veces también se metió en problemas por hurto. No era algo gordo, porque lo devolvíamos todo, y la mayoría de las personas dejaba que se quedara con las cosas porque Grace se abatía al ver que no podía quedarse con lo que fuera que fuese. Y nadie quería ver triste a esa dulce y pequeñita niña rubia con grandes gafas.

»Fui el único en ir a su undécimo cumpleaños, y a su duodécimo. Pero no pasa nada. Nos divertimos. Ella no se creía que no tuviera suficientes dedos para enseñarle a la gente cuántos años tenía. Autumn, quise muchísimo a esa niñita. Era el rayo de luz más bonito y dulce. Todavía no sabía leer, así que yo lo hacía. Y tampoco sabía hablar muy bien, pero se las arreglaba.

»Sus padres también eran amables. Me querían, más que la mía. Intentaron comunicarse conmigo años más tarde, pero me dolía muchísimo responderles. Unas personas muy agradables. La clase de padres que me hubiese gustado tener. Como la madre de Shay para ti, supongo —dije. Autumn me apretó la mano.

»Un día, le dejé que caminara sola el resto del camino. Había solamente una casa entre la mía y la suya, y ella me estaba rogando que la dejara caminar hacia su casa, porque primero iba la mía. Así que la vi desde mi porche, y alcé la mano para despedirme cuando entró en su casa.

»Al día siguiente me dijo que se sentía muy mayor, y que quería volver a hacerlo. La misma rutina, ella caminaba y yo la observaba. Después me despedía y entraba en casa. Eso fue lo que hicimos durante una semana. Y después, um, un día, estaban... estos chicos, nos habían seguido hasta casa.

»Mi Quareci tenía una regla: una vez en casa, te quedas dentro durante el resto de la noche. A menos que ella te diera permiso, cosa que apenas hacía. Entonces me metí en casa sin mirarla, solamente de pasada. Y cuando eché un vistazo por la ventaba, los... los chicos estaban... haciéndole daño, Autumn. E-ellos estaban pegándole y dándole patadas y...

Me tomé un minuto. No podía respirar. Me ardía la garganta y tanto las manos como las piernas me temblaban, los ojos me ardían. Autumn también se mantuvo callada. Todo estaba en silencio salvo el sonido de los neumáticos sobre la carretera y nuestras propias respiraciones. Cuando me hube calmado un poco, proseguí.

—Mi Quareci  estaba en el salón. Y yo intenté salir para ayudar a Grace, pero ella no me dejó, me retuvo con fuerza. Al final conseguí zafarme de su agarre. Podía escuchar a Grace gritar —gruñí, mientras las lágrimas se deslizaban por mis mejillas. Agarré con fuerza el volante y la mano de Autumn.

»Conseguí salir de mi casa y apartar a los tres tíos de ella. Éstos acabaron huyendo, dejándola tan destrozada. Y sus padres salieron a los pocos segundos, cuando yo sostenía su cabeza sobre mi regazo y todos nos pusimos a llorar. No quería abrazarla. Tenía miedo de que pudiera hacerle daño.

» ”¿Por qué no has venido a salvarme, Huz? ¿Por qué no has venido a salvarme?”, me preguntaba. Sus padres llamaron a una ambulancia y me la arrebataron, pero Autumn, esos tíos eran más mayores que nosotros. Fueron espantosos. Eran fuertes y malvados y la llamaban retrasada y le decían que tenía que morirse.

Me quedé callado. Durante bastante tiempo.

—No lo logró. Le rompieron la espina, varios huesos. Estaba tan destrozada —le conté, todavía llorando. Autumn también estaba llorando—. Y todo porque ella era diferente.

Ambos permanecimos en silencio.

Y permanecimos en silencio.

Y permanecimos en silencio.

Después, volví a hablar.

—Al poco tiempo me rapé la cabeza. A ella le encantaba mi pelo y eso me dolía. Me dejé el instituto. Comencé a beber, a fumar, a hacer cosas que no debería haber hecho, haciéndole daño a la gente, haciéndome daño a mí. No autolesionándome, sólo que... bueno, ya sabes. Fue algo malo. Yo era malo.

»Maté a uno de los tíos, Autumn. Y nunca me pillaron. No dejé que me cogieran. Ni siquiera me importaba que haciendo todo eso me convertía en uno de ellos. Me di por vencido, en todo. En seguir con vida. No valía la pena —musité—. No pude salvarla y lo intenté.

Después, volvimos a permanecer en silencio. Durante bastante tiempo. Autumn nunca había dejado de agarrarme la mano. Nunca aflojó o deshizo el agarre. Y se lo agradecía, muchísimo.

Esta vez, fue ella quien habló.

—¿Por qué no me lo has contado, amor? —susurró. Me dolió el corazón al escuchar cómo me había llamado. Le eché un vistazo y vi cómo las lágrimas bañaban sus mejillas.

—No me gusta la persona que fui. Odio a esa persona, muchísimo. Lo odio —dije. Autumn me besó la mano y mantuvo su frente entre nuestros dedos entrelazados.

—Pero tú ya no eres así. Ahora eres diferente. Eres una persona maravillosa —me dijo Autumn.

—Soy diferente —asentí—. Y lo estoy intentando. Me gusto mucho más de lo que me gusta quién fui, y mucho más de lo que me gustaba antes de conocerte.

—Y te quiero.

—Yo también te quiero —dije, con el corazón palpitándome y la garganta doliéndome. Autumn me acarició el revés de la mano y volvió a depositar otro beso. Me sentía mejor. De verdad. Necesitaba contarle todo esto a alguien—. Sabes, después de lo de Grace, no quise a nadie más hasta que apareciste en mi vida.

—Harry —murmuró, apretándome la mano.

—En serio. Era como una pelota gigante llena de odio por todas las cosas que había hecho, dejé de querer a mi Quareci porque dejé de importarle —le dije. Autumn se quedó callada, y yo también. No volvimos a hablar.

••

—Dios, odio la seguridad del aeropuerto —musité mientras me sentaba al lado de ella en nuestra terminal.

—No pasa nada —dijo—. Pero como me jodan el arco voy a incendiar el aeropuerto —añadió, muy seria. Autumn se mostraba reacia a tener que dejar su arco en la bodega del avión.

Le sonreí y rodeé sus hombros con mi brazo, mientras esperábamos a embarcar. Para cuando nos avisaron, yo estaba a punto de cometer un homicidio. Había demasiadas personas en este maldito aeropuerto. La mano de Autumn se separó de la mía a medida que caminábamos por la terminal. Era muy pequeño y los dos éramos claustrofóbicos. Comenzamos a andar rápido.

Le señalé nuestros asientos.

Ésta observó el lugar con una sonrisa de suficiencia.

—¿Primera clase?

—No era mi tarjeta de crédito —musité en voz baja, guiñándole un ojo, dejándole que escogiera su asiento. Después, me senté en el asiento del lado del pasillo.

El vuelo en sí fue lo suficientemente agradable. Cuando llegamos, a las 12:15, nos hicimos con un coche de alquiler. Me negaba a que algún extraño me llevara. Tenía algunas llamadas perdidas de Hayley y una de Louis; así que les dije a ambos que iba a estar en Kentucky hasta nuevo aviso y que me dejaran jodidamente solo.

Y Autumn también llamó a uno de sus amigos del equipo.

—¿Greyson? ¿Dónde estás? —le preguntó.

—Estoy en Kentucky. Autumn, ¿dónde has estado? Escuché lo de Shay... Lo siento muchísimo, y lo de su madre, y lo de tu padre. Es horroroso —dijo el chico.

—Estoy bien, en serio. Es duro, pero estoy bien. Gracias. No tienes que preocuparte. Aunque me voy a mudar a vivir con algunos familiares, al sur. Uh, ¿dónde estás? —volvió a preguntarle.

—¿Qué? Autumn, el equipo entero se encuentra en estos momentos comiendo, en este restaurante de carretera especializado en carnes. Se llama Vern’s —le dijo Greyson.

—Vale. Gracias. Adiós —colgó Autumn, y me miró.

—Él piensa que estás loca —le dije.

—Sí. Lo que sea, cállate, necesitamos ir allí y conseguir el papeleo del entrenador. ¿Por favor?

—Sí, por supuesto, tenemos tiempo. Lo encontraré —dije, y busqué el sitio en mi móvil.

Autumn estaba nerviosa de presentarse y enfrentarse al equipo. Me había dado cuenta. Mientras caminábamos por la acera hasta la entrada, se dio la vuelta para mirarme, nerviosa. Le peiné el flequillo y besé su mejilla.

—Tan sólo entra de una vez por todas. Pareces una malota con ese atuendo, actúa como tal —sonreí ampliamente. Autumn me regaló una tímida sonrisa y me besó rápidamente, para después entrar en el local. Tanto ella como yo nos quedamos congelados al entrar. La primera persona que nos vio fue Claire.

Después Autumn parpadeó y caminó hacia la mesa. Yo me mantuve parado detrás de ella, observando, y todo el mundo en la mesa estaba en silencio y confundido.

Entonces Greyson y una chica bajita y callada se levantaron y gritaron su nombre, abrazándola. Después de una breve reunión y de que todo el mundo se hubiera sentado, Autumn expuso una explicación.

—Me voy a dejar el instituto y voy a mudarme a... a Nuevo México con mi tía para graduarme —dijo—, pero quería participar hoy en el concurso así que necesito unos papeles para poder registrarme en la categoria de individual porque las reglas del instituto dicen que no puedo disparar junto al equipo.

Todo el mundo permaneció en silencio.

—Oh —dijo su entrenador, mientras una mujer embarazada se hallaba junto a él—. Bueno, Autumn, estoy seguro de que podríamos hacer una excepción. —Enarqué una ceja y Autumn se puso rígida.

—¿Qué? —susurró.

—El instituto no tiene que saberlo, Capitana —le guiñó un ojo el entrenador. ¿Capitana? Wow. Autumn era malditamente buena.

—¿Lo dices en serio? —preguntó, mientras su aura aumentaba de tamaño. Como él le esté engañando, juro que perderé los papeles.

Pero asintió.

—Por supuesto. Si vas a participar, quiero que participes con nosotros —dijo—. Ahora ve a registrar tu arco. Te conseguiré una camiseta y entonces ya podrás tener asignados tus tramos. ¿Vale?

—Sí, oh Dios mío, gracias —sonrió con fuerza.

—Genial, reúnete con nosotros en nuestro hotel y danos todas las instrucciones —le dijo, y nos dio la dirección del hotel y el número—. Me alegra ver que has regresado, Capitana —le sonrió.

—Me alegro de estar de vuelta —respondió, y después les dio un último abrazo a todos sus amigos.

No dejó de sonreír durante todo el trayecto hasta el lugar donde iban a participar.

| ¡Hola! ¿Qué tal?

Espero que bien, aunque después de haber leído el capítulo... Ay, casi me puse a llorar mientras lo estaba traduciendo—me refiero a la parte del pasado de Harry y el tema de Grace. La verdad es que hay que tener poco corazón para hacer ese tipo de cosas. Y la cuestión es que no sólo sucede aquí, en algo que no es real, sino en el mundo de hoy. Qué asco le tengo a esas personas, por dios. Bueno, para que tengáis más información y conozcáis más a Mary, la autora original, os pongo traducido un trozo de la nota final que puso en este capítulo:

"Mi hermana pequeña Elizabeth (Elizabeth Grace) tiene Síndrome de Down. Tiene cuatro años, pero aún no ha empezado el colegio. Pero cuando vaya, irá a uno público. Yo estuve allí durante un tiempo y todos son unos cabrones. Todo el mundo. Especialmente si padeces alguna discapacidad mental o física. Estoy asustadísima de que vaya a ese colegio y esta parte fue muy dura de escribir pero era importante."

Así que, sí, el personaje de Grace está inspirado en su hermana. Y COMO VEA QUE ALGÚN INCOMPETENTE DICE ALGÚN COMENTARIO ESTÚPIDO O PEYORATIVO SOBRE GRACE (TANTO EL PERSONAJE COMO EL REAL) ME LO CARGO.

Y, bueno, os quería preguntar si quereis que traduzca también las preguntas que le hacen a la autora en la fic original y que ella pone las respuestas en algunos capítulos. ¿Qué me decís?

Y TAMBIÉN MILLONES Y BILLONES Y TRILLONES DE GRACIAS POR HACER QUE WICKED LLEGUÉ A MÁS DE UN MILLÓN DE VISITAS Y POR TODOS LOS VOTOS Y COMENTARIOS Y POR TODAS LAS LECTORAS QUE ME HACEN FELIZ Y PORQUE SIGUEN AQUÍ APESAR DE MI TARDANZA.

¡¡¡OS QUIERO!!!

Capítulo dedicado a @Victoria-01, ¡espero que lo hayas disfrutado!

Todos los créditos para WhoaLarry, escritora de la novela. |

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