cuarenta y seis

Mente.

—¿Dejáis el instituto? —Nos miró ceñuda la secretaria—. ¿Ambos?

Autumn se puso a mi lado y asintió.

—Me voy a mudar, y no habrá institutos buenos por la zona en la que viviré. Tendré que empezar a trabajar —dijo. Algunos chavales fisgoneaban por las ventanas de la oficina, reconociendo a Autumn.

La señora volvió a fruncir el ceño, pero asintió. Sacó algunos papeles, nos hizo firmarlos, y le dijo a Autumn dónde tenían que firmar sus padres ya que era menor de edad. Estuve a punto de obligar a la señora a que los firmara ella misma, pero al ver cómo el aura de Autumn comenzaba a menguar, me detuve. Le agarré del brazo.

No lo hagas, aún estás débil.

Todo tuyo, respondió, deteniéndose.

La señora parecía confundida a medida que mi aura crecía; marcó algunas cosas y nos dijo que técnicamente ya no formábamos parte de este instituto. Después, nos largamos.

Pero Niall nos pilló por sorpresa a la salida. Agarró el brazo de Autumn y ella se dio la vuelta, encontrándose con su figura. La sentí ponerse en tensión.

—Autumn, te perdiste su funeral —la miró ceñudo—. Se suponía que tenías que haber hablado, y estuve a punto de marcharme porque no llegabas.

Autumn se quedó estática. Ella no lo había olvidado. Me había dicho que no quería ir. El día que se suponía que tendría que haber ido, habíamos estado hablando sobre eso. Había llorado en algunos momentos, pero no mucho. Tampoco fuimos a algún sitio ese día. Hayley había querido hablar con nosotros, pero no fuimos.

—No pude hacerlo, Niall —murmuró, con los ojos aguados. Intenté cogerle la mano, pero se cruzó de brazos—. Lo intenté. —Niall musitó algo y sacudió la cabeza, desviando la mirada.

—Entonces, ¿dejas el instituto?

—Sí —murmuró ésta—. Me estoy volviendo loca, Ni.

Niall suspiró.

—Estás bien. Oye, ven aquí —dijo, y ella se aproximó a su cuerpo. Niall la abrazó, sujetándola con fuerza contra su pecho, suspirando. Yo simplemente permanecí ahí, parado. Después, Niall deshizo el abrazo y le dijo a Autumn que se pasara pronto por su casa. Luego se marchó.

Estábamos a punto de marcharnos nosotros también cuando volvieron a llamarla.

—¡Oye, Autumn! —Era la voz de un tío, pero no podía reconocerla. Nos dimos la vuelta, topándonos con un tipo corriendo hacia ella, con el pelo y los ojos castaños, y esa estúpida y engreída sonrisa. No era Greyson, sino el otro chaval. ¿N... Nate? Nelson...

—Nick —masculló Autumn. Ah. Nick.

Éste sonrió.

—¿Qué haces por aquí, nena?

—Acabo de dejar el instituto —dijo, cruzándose de brazos—. Y ahora me largo.

—Wow, no hace falta que seas tan puta —musitó.

Al segundo Autumn alzó ambas cejas. Ella no sabía que este crío era un gilipollas.

—¿Perdona?

—Sí. Sólo porque te haya dejado plantada no significa que tengas que tomarla conmigo —resopló.

Ella enarcó una ceja.

—Yo fui la que te dejó plantado, y ni siquiera estábamos saliendo.

—Ya veo que estás con el Rizos —volvió a resoplar. Asentí en su dirección, agarrándole suavemente el brazo a Autumn. Aunque se zafó de mi agarré.

—Lo estoy —dijo ésta—, ¿algún problema?

—En absoluto, ahora yo estoy con ella —sonrió Nick. Se dio la vuelta y le silbó a alguien. Como si fuese un puto perro.

Nick colocó un brazo alrededor de Claire. Ambos nos sonrieron.

—Vale, me voy —masculló Autumn.

Ambos nos dimos la vuelta y comenzamos a alejarnos, y luego os juro que estuve a punto de matar a alguien. Porque Nick le había pegado un manotazo en el culo a Autumn. Al segundo me di la vuelta, cogiéndolo de la pechera, estampándolo contra la pared más cercana. Claramente mis acciones lo habían dejado impactado. Se había quedado rígido, al igual que Claire. Por el contrario, Autumn, con la cara roja, nos observaba, mientras se rascaba el culo. El golpe había sido de todo menos suave.

Incrusté aún más mis nudillos en su clavícula.

—No lo hagas —advertí, y éste hizo una mueca de dolor—. No lo vuelvas a hacer. Ella no te quiere. No vuelvas a tocar a ninguna mujer de esa manera a no ser que tengas permiso. No digas cosas despectivas, no vuelvas a silbarle a una mujer como si fuese tu maldita mascota, y jamás vuelvas a tocarla a menos que ella te diga que puedes hacerlo. Éstas no son mis reglas. Son las de ella. Es su cuerpo y estoy jodidamente harto de ti —escupí—. ¿Entendido?

—Sí —masculló, tragando saliva. El chaval había sido popular y atleta toda su vida. Nunca había tenido un problema como éste. Por lo que deshice mi agarre. Y le di un empujón. Agarré la mano de Autumn y ella se aproximó, para así poder agarrar con su otra mano mi antebrazo, y nos largamos del edificio.

Autumn sonrió, junto a mí, y plantó un beso en mi brazo.

Cuando estuvimos cerca del coche, me di la vuelta y recorrí su rostro con mis dedos.

—Eres preciosa. ¿Estás bien? Lo siento.

—Gracias, tú también, y sí, ¿y por qué? —respondió, alzando su mano hasta que sus dedos empezaron a jugar con mi cabello.

Me encogí de hombros, para después cogerle la mano y besársela.

—No debería de haber explotado de esa manera —dije.

—No has explotado. Ni siquiera le has pegado, aunque no le habrías hecho mucho daño, pero sí los has asustado. Y me alegro que hayas dicho esas cosas, porque no ha sido: "SOY HOMBRE. ELLA MUJER. MUJER MÍA. TÚ NO TENER MUJER. MUJER MÍA. AAAGGHHHH. FÚTBOL. CERVEZA", como si fueses un maldito cavernícola. Me alegra saber que has actuado de forma caballerosa. Te quiero —murmuró. Sonreí. Dios, era tan bonita.

Me incliné y la besé, con mi mano apoyada en la parte trasera de su cuello.

—Yo también te quiero, amor. Oh, nena —sonreí ampliamente, volviendo a conectar mis labios con los de ella—, no digas palabrotas —susurré, agarrándole un moflete.

Y volví a ganarme un calbote.

—Desearía tener de nuevo frío —murmuró, golpeando un trozo de nieve del suelo.

La miré ceñudo.

—Puedes, tan sólo deja de intentar estar caliente —dije. Por lo que lo intentó, y yo hice lo mismo. Vi cómo comenzó a temblar, pues ahora tenía frío ya que sólo vestía con una camiseta de manga larga y unos vaqueros—. ¿Por qué quieres tener frío?

Autumn cogió mi abrigo y me hizo extender el brazo, después se acercó y se colocó debajo de éste en el interior del abrigo. El corazón me latía contra el pecho a medida que introducía ambas manos en los bolsillos, formando dos puños con éstas, para poder envolver a Autumn contra mi cuerpo.

—Estás tan calentito —susurró. Sonreí, y descendí la mirada para mirarla. Ella también sonrió y alzó la mirada. Se puso de puntillas y besó mis labios con suavidad. La sostuve durante un minuto, sintiendo cómo sus labios descendían lentamente por mi cuello. Después, besé por última vez su frente y ambos nos metimos en el Mustang, de camino a casa.

••

Más tarde, esa misma noche, ambos nos encontrábamos en mi sala de arte; yo pintando y ella sentada en el suelo observándome. Le había ofrecido papel y diferentes instrumentos para dibujar, pero ella me había asegurado que lo único que quería hacer era observarme. Así que la dejé. Y comencé a dibujar algunos árboles, bajo su atenta mirada. Cuando terminé, me di la vuelta y le ofrecí mi mano.

Cuando ya estaba en pie, enroscó sus brazos alrededor de mi cuello. Conecté mis labios con la piel de su frente y permanecimos así durante un par de minutos.

Autumn aprovechó para despeinarme, y sonrió. Sentí su nariz rozar mi pecho.

—Mierda, te quiero tantísimo —dijo—. Me encanta todo lo relativo a ti. Me encanta cómo me cobijas, cómo me miras, cómo te preocupas por mí, cómo me tratas y en general al resto de mujeres, cómo proteges a tus amigos, de esa forma tan dulce en la que amparaste a Hayley. Me encanta sentirme hermosa cuando estoy junto a ti y me encanta saber que decir eso no me hace quedar como una creída —me contó.

Sonreí.

—No debería. Todas las mujeres deberían sentirse hermosas.

—¿Tú te sientes hermoso, H?

Me lo pensé.

—Lo hago cuando estoy contigo, pero cuando estoy solo... pienso demasiado.

—Aunque no soy una distracción, ¿verdad? —inquirió, tensándose un poco.

—No, no no no no no —me apresuré en decir, depositando un beso en su cabeza—. No.

—Lo sé. Me alegra saber que ya no volvemos a pelearnos. Como siempre solíamos hacer. No molaba —murmuró. Asentí, recorriendo su rostro con mis dedos. Besó mi cuello, y yo la agarré de la cintura.

—Yo también te quiero. Te quiero más que a cualquier otra cosa de este maldito planeta, ¿sabes? —dije—. Lo sabías, ¿no?

—Tal vez, pero no me siento contenta con eso —dijo, deslizando sus brazos por mi cuerpo hasta rodear con ellos mi torso.

—¿Quieres a algo más que a mí? —pregunté, esperando que dijese la verdad. A lo mejor tenía razón. No pasa nada. Sabía que ella me quería tanto como yo la quería a ella. No esperaba ser su vida entera, su existencia.

Pero negó con la cabeza, y me abrazó. Sonreí y correspondí su abrazo, hasta que habló.

—Aunque quizás sí que quiera más a la sopa de fideos con pollo de la señora Duncan. Esa mujer sí que sabe cocinar, H. Madre mía. Siempre me hacía sopa. —Puse los ojos en blanco y le di una suave palmadita en el culo, tomando su mano entre la mía.

Cuando dejamos atrás la habitación, me quedé rígido en medio del pasillo.

—Autumn. Autumn, necesito que me lleves hasta la casa de aquel tío Gary, ahora mismo —dije. Ella me miró ceñuda, después se lo pensó, hasta acabar asintiendo.

—¿Puedo conducir? —sonrió ampliamente. Vacilé, haciendo una mueca. Aunque acabé suspirando, sacando las llaves del bolsillo y dándoselas a ella. Para mi deleite, Autumn dejó escapar un chillido y plantó un beso en mi mejilla, arrastrándome hasta mi coche.

••

—Éste no es como el Prius —sonrió, aparcando junto a la casa de Gary. Puse los ojos en blanco, aunque le lancé un guiño. Después salimos del coche y nos apresuramos en llegar hasta la puerta de entrada. Había una notificación de desalojo pegada en ésta.

Llamamos a la puerta y, como no obtuvimos respuesta alguna, decidimos entrar.

No había señal de Gary. De nada. Era como si nunca hubiese vivido aquí.

—¿Dónde están todos los patos? —murmuró Autumn, echando un vistazo alrededor, frunciendo el ceño.

—Mierda. Venga, vayamos a tu casa —dije.

—En realidad ya no es mi casa —dijo a medida que nos dábamos la vuelta y salíamos de la casa—. Nunca estoy allí. Hace semanas que no me paso por ésta.

Asentí. Tenía la mayor parte de su ropa en mi casa, aunque en verdad usaba bastante mis camisetas. Cada uno se encargaba de hacer la colada del otro. También guardaba su arco y todo su kit de maquillaje, el cual casi nunca usaba. Yo la prefería sin maquillaje. Pero no era decisión mía. Quería hacerle saber que no tenía que ponerse guapa para mí, pues en sí su presencia ya era imponente.

—Entonces, ¿te vas a mudar conmigo? —pregunté.

—¿Te parece correcto?

—Por supuesto, me gusta más así.

—Entonces sí, supongo.

—Vale.

—Vale. —Y después se rió, colocándose en el asiento del conductor.

Sonreí.

—¿Qué?

—Los humanos hacen una montaña de un grano de arena —dijo.

••

Ya en el interior de su... de la casa de Miles, me dirigí hacia el antiguo estudio de éste y di con su carpeta. Con seguridad, la única página seguía allí, toda escrita en Erktanae. Me sentía increíblemente afortunado por tenerla, así que decidí no arruinar el momento leyendo lo que ponía ya que no quería descubrir que era algo inútil para nosotros.

—¿Quieres coger algunas cosas mientras estamos aquí, Fall? —pregunté. Asintió y estuvo pensando durante unos minutos, después corrió subiendo las escaleras. La seguí, viendo cómo introducía en la mochila más ropa y cera para las cuerdas de su arco.

Entró en el cuarto de baño. ¿Qué podría necesitar de allí? Ya tenía en mi casa su champú, su gel, su cepillo y pasta de dientes, incluso su maquinilla de depilar.

—Oye, Fall.

—¿Sí, Harry?

—¿Tienes el periodo?

—¿El periodo?

—Sí, Autumn, si sangras por la vagina —puse los ojos en blanco.

—Harry, sé lo que es —se rió—. Pero, uh, no. Miles me llevó al médico porque yo nunca dejaba de hablar de ese tema, y el médico me dijo que era algo extraño pero que solía suceder. No sé. Hayley tampoco lo tiene, así que es probable que las chicas Erktanis no lo tengamos —dijo Autumn. Se había sonrojado un poco, pude apreciarlo, aunque yo también.

—Oh. Entonces, ¿tampoco os podéis quedar embarazadas? —pregunté. Autumn sacó la cabeza por la puerta, encogiéndose de hombros, aunque acabó diciendo 'no'. ¿Me sentía... decepcionado? No. No podía estarlo. No me hubiese gustado criar niños en este mundo, no con Liam en él. Pero Autumn hubiese sido una fantástica mamá.

Pero entonces ellos no hubiesen sido Erktanae, no hubiesen nacido directamente de la tierra como nosotros habíamos hecho. Hubiesen nacido como niños humanos. Y eso era algo que iba contrasentido.

Autumn metió más mierda en su mochila y después cogió cosas que quería mantener con ella; sus dibujos y fotos de ella con sus mejores amigos. Cuando ya lo tuvo todo ordenado, nos largamos de allí, mientras Autumn le decía su último adiós a la casa que la había visto crecer.

| ¡¡Hola a todos!! ¡¡Cuánto tiempo!!

No os podéis imaginar lo mucho que he echado de menos traducir y publicar capítulos para todos vosotros, en serio. Por si alguno no lo sabía, he estado estudiando para los exámenes finales y para la prueba de acceso a la universidad (que si a alguien le interesa saber, me ha ido bastante bien xd, pero aún no tengo los resultados). En fin, lo importante es que aquí doña María lo primero que ha hecho es traducir lo que le quedaba de capítulo e ir corriendo a publicarlo. Porque quiero que lo disfrutéis muuuuuuucho, después de haber estado más de un mes sin saber nada de Wicked. Quiero que os emocionéis (aunque sea un poquito) con los pensamientos que tiene Harry de tener hijos junto a Autumn. ¡¡Son tan bonitos!! Aw. ¿Os imagináis a Harry como papá? Ay, me muero.

En segundo lugar, quiero dar las gracias a todas esas personas que han esperado pacientes mi regreso y que continuarán leyendo la novela y que son unos amores de personas y a las que yo tanto quiero :') Y OH DIOS MÍO AHORA MISMO WICKED VA A ALCANZAR LOS 2 MILLONES DE LEÍDOS Y ESTOY QUE ME PUTO MUERO PORQUE ESTO ES IRREAL, JODER. GRACIAS.

Siento que la nota haya sido algo larga lol.

Capítulo dedicado a Stephy199 :)

Todos los créditos para WhoaLarry, escritora de la novela. |

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top