cuarenta y dos
Explotar.
—El primer tramo lo harán Greyson, Laura, Joseph... —Autumn permanecía de pie en el vestíbulo del hotel enfrente del equipo, enunciando los nombres y explicando las posiciones y otras cosas que yo no entendía. Los tramos correspondían a los momentos en los que dispararían.
Ella se puso en el último tramo porque antes quería observar bien al resto del equipo. Dios, sí que se estaba comportando como una auténtica capitana. Todo el mundo la escuchaba, incluso Claire. Aunque no parecía contenta, lo hacía.
Después todos se pusieron en pie y le dieron palmaditas en la espalda. Greyson le dio un beso en la mejilla y no me importó porque sabía que él estaba saliendo con la chica bajita y callada, y hacían buena pareja. El entrenador Green le dio a Autumn una camiseta que llevaba el nombre del instituto y el dibujo de una diana con la palabra CAPITANA en negrita escrita en la espalda.
Quedaban tres horas para que comenzara la competición. Louisville era muchísimo más grande que su pueblo, y a ella le gustaba bastante. Tendré que llevarla algún día a una verdadera ciudad. Quizá a Nueva York.
Ambos nos sorprendimos al escuchar el tono de llamada de su móvil. Era Niall. Autumn me cogió del brazo y me arrastró hasta tomar asiento a su lado en el banco de un parque, donde ambos paseábamos a pesar del frío. Pero nosotros no teníamos frío.
Después, respondió.
—¿Niall? —preguntó en voz baja.
—Te echo de menos. Te echo muchísimo de menos. ¿Dónde estás? No estás en tu casa, ¿estás con Harry? —Pude escucharle decir, pues estábamos sentados muy pegados el uno del otro.
Autumn hizo un gesto de dolor.
—Niall, estoy en Kentucky por lo de tiro con arco. Me dejan participar —respondió lentamente. Se sentía mal por no estar allí con su amigo.
—Oh. Me habría gustado que me lo hubieras dicho —dijo Niall.
—Lo siento, lo sé. Pero lo hemos decido esta mañana —le respondió, rascándose las sienes.
—¿Hemos? ¿Harry? Se está portando bien contigo, ¿verdad, Auttie? —preguntó Niall. El aura de Autumn creció y casi pude ser capaz de sentir su nostalgia.
Ésta asintió, aunque él no podía verla.
—Sí. Sí, Niall, es muy bueno, es el mejor. Yo soy la que ha sido más cabrona —sonrió Autumn.
—Oh. Por favor, ven a verme tan pronto como regreses.
—Lo juro —dijo Autumn—. Incluso puedes reunirte con nosotros en el aeropuerto.
—Uh, ¿habéis cogido el avión?
Autumn se puso en tensión.
—Fue en el último minuto. No podíamos coger el coche.
—Simplemente vuelve.
—Está bien, lo prometo —aseguró Autumn. Después se dijeron una vez más que se echaban de menos y colgaron. Ella recostó la cabeza sobre mi brazo, y yo enrollé mi brazo alrededor de su espalda y la abracé.
—No es tu culpa. Oye, no pasa nada. ¿Qué vais a conseguir cuando ganéis? —pregunté.
—Si ganamos. Es un trofeo, uno enorme, y creo que también nos dan dinero —musitó.
—Bueno, lo haréis muy bien. Te quiero.
—Gracias, H. Yo también te quiero. —Le sonreí y besé su cabeza. Permanecimos así durante un par de minutos más, y después tuvimos que regresar al hotel para que ella pudiese prepararse para la competición.
¿Alguna vez habéis visto a alguien estar sexy con una camiseta y unos vaqueros? Probablemente. Hay algunas personas por ahí. Pero os digo, que Autumn estaba increíblemente sexy. Se rehízo la trenza y se puso la camiseta negra, por encima de su sujetador negro, el cual había tenido que ver porque se había cambiado junto enfrente de mí. Se aplicó más delineador de ojos y se colocó mi chaqueta. Dios, parecía una malota.
Y estaba nerviosa. Su aura era más delgada y algo oscura, pero no dejó que nadie pudiese darse cuenta de su nerviosismo. Le cogí la mano.
—¿Lista, amor?
Asintió, e inspiró profundamente.
—No me puedo creer que vaya a disparar —murmuró.
—Yo sí. Eres asombrosa —sonreí, y le toqué la mejilla. Autumn sonrió y me empujó juguetonamente. Planté un beso en su mejilla y coloqué algunos mechones de cabello detrás de su oreja.
Cuando llegamos, aún faltaba una hora y el equipo no había llegado. Cuando lo hicieron, Autumn se acercó e hizo una revisión, después le dijeron que tenía que ir a cierta habitación para una reunión de capitanes. También había una reunión de entrenadores.
Yo permanecí de pie y esperé, a unos metros de distancia del equipo. De repente sentí cómo alguien me daba una palmadita en el hombro y me encontré mirando directamente a un trol. Cambié de mirar desde la Segunda Realidad, sorprendido, al ver a Claire. Ésta me sonreía e intenté no dejar escapar ningún quejido.
—Tú y Autumn parecéis bastante... unidos. ¿Pasa algo? —revoloteó sus pestañas en mi dirección. No sabía cómo responder—. Entre vosotros dos, digo. No estás saliendo de verdad con ella, ¿verdad? Un chico tan cañón como tú, puedes hacerlo mejor —ronroneó Claire—. Estoy segura de que sólo es un lío.
Apreté los dientes.
—Pero más de lo que tenemos tú y yo —musité.
—Si recuerdo perfectamente, fuiste tú quién me besó —sonrió con superioridad.
—Y después me largué con Autumn. No quiero que nos molestes más —musité—. Simplemente no estoy interesado en ti, pero no es nada personal, estoy con ella.
Claire alzó ambas cejas, mientras sus ojos azules centellaban, divertida.
—¿Estás con ella? Pero sólo la quieres porque es una niña buena, ¿mm?
—Cállate —le advertí.
—Tengo razón, no lo estás negando. Sé que me deseas. Ella nunca te hará nada, nada que tú quieras hacer —dijo Claire—. Pero yo sí. —Enroscó sus dedos en mi bícep y su otra mano descendió por mi abdomen.
Me quedé congelado. No me gustaba su tacto. Y éste se encontraba sobre las marcas que me había hecho Autumn. No me gustaba. Claire me observaba, hasta que sus ojos se desviaron hacia algo que había detrás de mí. Entonces fue cuando se me llenó la boca de vainilla, y me tranquilicé. Pero Claire continuó sonriéndome con malicia.
—Como si ella tuviese las agallas de intentar... —Pero no pudo terminar de hablar porque la mano de Autumn se posó sobre mi hombro y me obligó a darme la vuelta, para después colocar su otra mano en mi rostro y estampar sus labios contra los míos dulcemente.
¿Puedo matarla ya?
Pensó Autumn, y sonreí contra sus labios.
No en público, nena.
Autumn también sonrió y plantó un último beso en mi mejilla. Después, enarcó una ceja.
—Oh, hola, Claire. No te había visto —sonrió. Claire la agarró con fuerza del brazo y le susurró algo que le hizo reír. Ésta le respondió con—: Qué pena que estés intentándolo durante un mes entero y él continúe eligiéndome a mí.
Entonces Claire la amenazó con matarla, pero rápidamente agarré la mano de Autumn mientras ésta le decía “que te den por culo” a Claire, a lo que ésta respondió, “O puedo conseguir que tu novio lo haga por mí”, pero entonces Autumn le dijo que yo no estaba interesado en la zoofilia. Y nos marchamos de allí.
Comencé a reírme. No pude evitarlo. Era divertidísima.
A los pocos segundos volvió a besarme, mientras pasaba sus dedos por mi pelo.
—¿Estás bien? —me preguntó.
—Estoy bien —fruncí el ceño, a la defensiva.
Suspiró.
—Venga, cariño, no hagas esto —farfulló.
Fruncí las cejas y me crucé de brazos, por lo que Autumn acabó suspirando. Parecía estar muy decepcionada conmigo. Y eso dolía. Pero a ella también le pasaba lo mismo; no le importaba si la gente estaba enfadada con ella, sino si estaban decepcionados. Eso sí que le dolía. A ambos nos dolía.
—¿Qué? ¿Qué estoy haciendo?
—Estás de morros. Te crees que eres un macho y que no necesitas a nadie, pero sé que no te ha gustado que ella te tocara de esa forma y que te sentías incómodo —dijo Autumn. Mierda, tenía razón.
—¿Lo estaba? ¿Te he contado una historia y ahora te crees que lo sabes todo sobre mí? Dios santo. ¿Necesito recordarte que antes de ti, quizá no hubiese tenido sexo, pero sí que he hecho todo lo demás? —solté. Mis palabras la dejaron de piedra y me arrepentí de haberlas dicho, pero no me disculpé. Podía cuidar de mí mismo, ella no tenía la necesidad de hacerme sentir tan débil y vulnerable.
—Sí que has hecho todo lo demás, excepto amar. Eso es todo lo que no has hecho —habló en voz baja. Oh.
—¿Y por qué amar es algo tan importante? —quise saber. Me dolía la garganta, y Autumn retenía las lágrimas. No había querido decir eso. No quería. Pero era un capullo, así que tampoco me disculpé.
Autumn inspiró una profunda bocanada de aire y pestañeó un par de veces. Le había dolido. Yo era el causante de sus lágrimas.
—Me voy a ir —dijo—. Voy a irme con mi equipo, y tú te vas largar al área de espectadores y vas a observar, y no vas a causar ningún problema, y no vas a intentar encontrarme durante la competición porque...
—Porque no quieres ninguna distracción, ¿verdad? Eso es lo que soy, una distracción. Lo que sea, me largo. Que te den, Autumn —le escupí en la cara, para después darme la vuelta y marcharme. Pero el dolor que vi en sus ojos antes de irme fue lo suficiente para hacer que dejara la competición y fuera a comprarme un paquete de tabaco.
Cuando regresé, tras haber apurado tres cigarrillos, se encontraban en el penúltimo tramo. Apenas llegué a escuchar los pitidos de los silbatos y me acordé de lo que Autumn me había enseñado acerca de éstos. Intenté buscarla, pero no pude. Vi a algunos de sus compañeros de equipo en la línea e intenté mirar mejor para ver si estaba con alguno de ellos. Por fin pude encontrarla detrás de un chico, bastante angustiada. Su aura llegaba a envolver el cuerpo de éste, pero no estaba seguro de si se le permitía hablar. Mierda, era preciosa.
Y entonces le tocó su turno. Observé atentamente. Vi cómo agarraba su arco negro y rojo, hasta colocarse de espaldas pegada al otro chico. Éste era alto, y sonreía mucho, y parecía que hacía feliz a Autumn. No sabía cómo sentirme, porque él la hacía sonreír y yo quería que ella se encontrara feliz. Eso era todo lo que quería, a pesar de que quería ser el único que le hiciese eso. No ese tipejo de Robin Hood.
Autumn estaban muy nerviosa. Me había dado cuenta por la forma en la que menguaba su aura. Autumn conectó su mirada con la mía durante un segundo e intenté mostrarme apático, pero lo único que de verdad quería era disculparme y acunarla entre mis brazos y besarla.
Justo cuando se oyó el pitido de un silbato, desvió la mirada. Clavó su mirada en la línea que llegaba hasta la diana, mientras el otro chico disparaba. Había otros dos más de su equipo pero todo el mundo tenía puesta su atención en ella. Ésta alzó su arco. Os juro que me dieron escalofríos.
Autumn sacó una flecha y se concentró lo máximo posible, mientras el otro chico ya tenía tres flechas clavadas en la diana. Disparó, hasta clavarla en la zona amarilla. Diez puntos, creo. Continuó disparando, relajándose cada vez más con cada ronda, y me alegraba que no me hubiera mirado en ningún momento. No quería distraerla.
Lo había hecho bien. Muy bien. Y parecía más relajada cuando anunciaron que la competición había finalizado. La gente comenzó descender de las gradas para felicitar a hijos/amigos/familiares/novios/novias o lo que sea. Y yo los imité, caminando lentamente hacia donde se encontraba Autumn. Estaba con todo el equipo, dando saltos de alegría y sonriendo a más no poder. A los pocos minutos se anunció por megafonía que los resultados iban a ser revelados en dos horas, con una ceremonia de premios.
Vi cómo educadamente se disculpaba y se alejaba un par de metros de ellos. Me estaba esperando, me estaba buscando. Y yo quería agarrarla y besarla y decirle lo malditamente orgulloso que estaba de ella, pero por alguna razón, no podía moverme. Aunque ella no me veía. Por lo que me alejé serpenteando entre la multitud de gente y volví a fumarme más cigarrillos.
Veinte minutos después, recibí un mensaje suyo. Decía: “Voy a salir con el equipo.”
No le respondí.
••
—¡EN DÉCIMA POSICIÓN, CON UNA PUNTUACIÓN COLECTIVA DE 3.210 PUNTOS, EL INSTITUTO ADA, DE ADA, OKLAHOMA! —gritó un hombre. La gente comenzó a gritar y a aplaudir. Pero a mí me importaba una mierda.
Los ganadores se acercaron a la línea, todavía con gritos y aplausos. Y a mí continuaba importándome una mierda. Hasta que...
—¡EN SEGUNDA POSICIÓN, CON UNA PUNTUACIÓN COLECTIVA DE 3.204 PUNTOS, EL INSTITUTO ROSEBUD, DE ROSEBUD, MONTANA! —¿Segunda posición? ¿En serio? ¡Qué locura! ¡Era alucinante!
Me puse en pie y comencé a aplaudir y a sonreír, incluso dejé escapar algún grito que otro, mientras veía cómo mi amor sostenía ese enorme trofeo.
A continuación comenzaron a repartir los premios a los que habían participado en la categoría de individuales.
¿Y sabéis qué?
Autumn era una de ellos. Necesitaba verla.
Eché a correr junto al resto de personas entusiasmadas para intentar encontrarla con esos dos trofeos y esa medalla.
Pero no pude. Estaba con su equipo, y yo no podía estar junto a ella. Aunque volví a recibir otro mensaje. Con las mismas palabras. Y me sentí como un gilipollas. Porque había salido pitando en busca de ella. Pero me lo merecía. Así que me largué con ese estúpido y extravagante coche que había alquilado hasta el bar más cercano, y me pedí una bebida. Pasé el resto de la noche fuera, deambulando por ahí hasta las 11:00/12:00. Luego regresé a nuestra habitación vacía del hotel.
Pero no estaba vacía.
Ella estaba allí, llorando. Descontroladamente. Intuía que había estado llorando durante bastante tiempo. Estaba hecha un desastre. Y cuando me acerqué, continuó llorando y llorando hasta apartarse de mí.
Tomé asiento en la silla que había enfrente de ella y comencé a llorar. Me rasqué la mandíbula, cerré los ojos y dejé que las lágrimas rodasen por mis mejillas, agarrándome de vez en cuando el pelo, maldiciéndome por haberle hecho esto.
—Háblame —dije con la voz rota, aparentemente años más tarde. Vi cómo tomaba varias bocanadas de aire con el objetivo de tranquilizarse—. Háblame. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—D-desde d-después de l-los p-premios —sollozaba.
—Cariño, me dijiste que te ibas a ir con ellos —fruncí el ceño, sintiendo el dolor aumentar en mi pecho.
—N-no q-quería verte —lloriqueó, acercándose las piernas al pecho. Agarré con más fuerza algunos de mis rizos—. G-Greyson me ha t-traído —me dijo.
—¿Qué quieres que haga? ¿Qué debería decir? —pregunté, asustado de hacer cualquier cosa.
—No me importa —respondió amargamente—. De todas formas no es algo tan importante. —Joder, eso era justo lo que le había dicho, que amar a las personas no era importante.
—Amor, Fall, yo no...
—¡No ¡No! —me gritó—. ¿Comprendes lo que te di anoche? ¿Lo mucho que tendría que confiar y amar a una persona para hacer eso? ¡Y a-ahora me dices que no es para tanto! ¿Me lo estás diciendo en serio, Harry? —gritó Autumn.
Se me rompió el corazón, pero lo oculté.
—Te estás olvidando de que yo también era virgen, Autumn. Estaba muerto de miedo.
—Sí. Sí. Pero no era para tanto, de todos modos ya habías hecho todo lo demás —chilló. Por lo que me puse en pie, mientras ella continuaba sentada, mostrándose tan pequeña. Y abrí la boca para gritarle, pero no pude. Porque ella estaba encogida de miedo, atemorizada, antes de que yo pudiera hacerle algo.
Tú eres quien hace que te tenga miedo. ¿Contento? Eso es lo que querías, ¿verdad? Bien hecho, gilipollas. Eres tan malo como el resto. Eres tan malo como en su día lo fuiste; largándote, fumando, bebiendo... cuando obviamente ella te necesitaba.
Así que volví a sentarme, clavando la mirada en el suelo.
Momentos después, su voz interrumpió el silencio que se había formado.
—Sabes —dijo en voz baja, y tragó saliva—, sólo quería que estuvieras orgulloso de mí.
No podía decirle lo orgulloso que estaba de ella. No podía decírselo porque no había forma ni número ni frase que pudiera expresarlo, y tampoco podía decírselo porque ahora no iba a aceptar mis palabras.
Por lo que permanecí en silencio, sentado, mirando fijamente mis pies. Y eso hizo que ella se levantara, se calzara los zapatos y se marchara.
| Tal y como he dicho esta mañana por el grupo... ¡¡Aquí tenéis un nuevo capítulo!! Hoy no puedo extenderme a hablar por aquí porque tengo prisas, sólo quiero deciros que muchísimas gracias por ser tan pacientes y que continuéis comentando y votando.
Aquí os dejo algunas preguntas que le hicieron a la autora original.
- De cualquier libro que hayas escrito, ¿a qué persona te pareces más?
- “A Autumn, sinceramente, excepto que no estoy tan buena y no se me da tan bien el tiro con arco. Compartimos el ingenio, el sarcasmo y que ambas tenemos el talento de tocarle las narices a la gente.”
- Si pudieras aprender cualquier idioma con un chasquido de dedos, ¿cuál sería?
- “Bueno, sé bastante la lengua de signos y estoy estudiando Latín porque puede que vaya a estudiar farmacéutica o para ser profesora de inglés o literatura, así que voy a decir gaélico irlandés. No sé, soy rarita, pero me gusta, es precioso.”
- ¿Tienes ya las secuelas preparadas?
- “Tengo claro el final de este libro y el comienzo del siguiente. Aunque para el final no esté muy segura, tengo una idea bastante buena. Y seguro que vendréis a matarme cuando lo sepáis.”
- ¿Por qué escogiste tiro con arco?
- “No sé. Quizá porque sepa mucho sobre eso y esté obsesionada. Creo que incluso voy a hacerme con el mundo entero y empezar a disparar a todo el mundo, pero no se lo digáis al gobierno.”
Todos los créditos para WhoaLarry, escritora de la novela. |
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