cincuenta y dos || organización

—Mañana, joder. Mañana llevaremos a cabo el mayor crimen de la historia y triunfaremos —gritó Hayley, alzando la botella al aire.

—No, dentro de dos días —murmuré.

—Cállate, Styles. Dos días. Me da igual. Ya casi es media noche... son... —Estuvimos esperándola mientras ella miraba la hora—, ¡son las 12:01! ¡Mira quién tiene razón ahora, Rizos! —volvió a gritar, riéndose.

Sonreí y sacudí la cabeza, mientras mis ojos se encontraban con la anatomía de Autumn: estaba hablando con Louis, relajada, con una cerveza en sus manos. Se reía por algo que Louis le había dicho, y sonreí por inercia.

Habíamos entrado en la madrugada del sábado. Nuestros nervios habían disminuido gracias a las cervezas que habíamos estado compartiendo —salvo que fuerais como Hayley, porque entonces le estaríais dando tragos a la botella de whiskey, sin compartir— agrupados alrededor del fuego en mitad de la noche.

Hacía frío, aunque no había nevado mucho. Permanecí sentado solo en el suelo, observando al resto. Observaba a Hayley, a la espera de que tuviera que levantarme y decirle que ya había bebido bastante, que la acompañaría a casa. Observaba a Louis, veía cómo cada tres por cuatro se ponía en tensión. Y por supuesto, observaba a mi Autumn, porque eso era lo que más me gustaba hacer.

Su cumpleaños era en menos de una semana, y ya estaba preparada. Preparada para saberlo todo, para ser consciente de lo desconocido hasta el momento. Y mentiría si dijese que no estaba nervioso. No sabía el porqué, pero tenía el presentimiento de que algo iba a suceder. Quizás a causa de su marca. Dios, me estaba volviendo paranoico.

De repente me pilló mirándola, y me guiñó el ojo. Sonreí ampliamente y todos mis nervios desaparecieron. Ella también me sonrió y me lanzó un beso, antes de volver a su conversación. Sinceramente, me sentía un poco aliviado, pues temía que hubiésemos cambiado. Hacía tiempo que no hablábamos. Ni de nosotros, ni como solíamos hacerlo. Ni siquiera como una pareja normal, sino como dos Erktanae que tenían una misión en común. La extrañaba.

Sin esperármelo, Hayley se sentó a mi lado.

—Haz, estoy muy borracha —murmuró.

—Lo sé, Hales —sonreí—. ¿Cuántas más te vas a beber?

Hayley se encogió de hombros.

—Pensaba acabarme ésta —murmulló, moviendo la botella de un lado a otro.

Me reí y rodeé su cuerpo con mi brazo, aprovechando la oportunidad para quitarle la botella.

—Está casi vacía, boba —dije, estirándole del pelo. Examiné sus mechones rojos—. Se te empieza a ver la raíz.

—Raíz, qué gracioso. Lo pillo. Porque, porque naciste de la tierra —soltó una risita.

—Madre mía —murmuré, empujándola con cuidado.

Hayley se cayó hacia atrás en un ataque de risa, hasta que empezó a atragantarse y se calmó.

—Voy a vomitar —gimió.

Zayn puso los ojos en blanco y la agarró por el hombro, levantándola de mala manera.

—Espabílate. Pronto comenzaremos a prepararnos y no tenemos tiempo para lidiar con tus mierdas.

—Eso no tiene sentido.

—Siempre haces lo mismo, maldita sea —gruñó Zayn, agarrándola con más fuerza.

Hayley se puso en tensión y apretó la mandíbula. Todos vimos cómo se enderezó, con la espalda recta. Zayn también contrajo la mandíbula y vi cómo su aura se volvía más delgada, revoloteando con los latidos de su corazón, a medida que Hayley giraba rápidamente la muñeca.

—Intenta hacer algo —susurró ella.

—Déjalo ya, Zayn. Se pondrá bien mañana —dije, sin molestarme en levantarme. Zayn sabía que tenía razón, así que asintió y la soltó. Todos vimos cómo se alejaba por el camino nevado, retirándose de la fogata alrededor de la cual había estado sentado junto a Jo toda la noche.

Autumn volvió a conectar su mirada con la mía. Enarcó una ceja.

«¿Qué pasa, H?»

«Ven aquí, te necesito», le respondí.

«Lo siento. Estamos hablando sobre el gerundio»

Sus ojos no estaban en mí, porque hablaba con Louis mientras se comunicaba mentalmente conmigo, pero la vi sonreír con malicia.

«Ahora, Autumn». Había estado a punto de añadir un por favor.

«Sabes que no puedes tenerme aquí. Al menos no de esa forma»

«Autumn»

«Vale, vale. Deja que me deshaga de esto»

Así que me senté, y esperé. La vi reírse, mientras hablaba y sonreía con su peculiar encanto. Después, Louis le dio un apretón en el hombro y me saludó. No os podéis imaginar lo ansioso que me puse al ver cómo Autumn caminaba en mi dirección.

Su intención era sentarse a mi lado, pero aproveché y tiré de su brazo para que lo hiciera en mi regazo. Autumn sonrió y escondió su cabeza en mi cuello.

—¿Qué necesitas, amor? —tarareó.

Me mantuve en silencio por unos segundos.

—¿Estás enfadada conmigo?

—¿Por qué lo estaría? —respondió Autumn.

—No sé. ¿Está todo bien entre nosotros? ¿Estamos peleados?

—No que yo recuerde. Oye, amor, ¿quieres hablar? Sabes que puedes decirme cualquier cosa, estoy aquí —dijo. No supe por qué se me había encogido el pecho ante sus palabras. Está aquí. Siempre lo ha estado.

—Tengo miedo... por lo de mañana —confesé—. Me aterra pensar que pueda pasarte algo malo.

—No me va a pasar nada —dijo—. Pero, si sucediese, sé que te las arreglarás, ¿verdad?

—Haré todo lo que esté a mi alcance. Siempre lo haré. —Me ardía la garganta e intensifiqué nuestro agarre. Sentí cómo sus labios liberaban finas capas de humo blanco cada vez que hablaba.

—Eso es todo lo que pido. Sé que te preocupas por mí y sabes cuidarme —susurró.

—Hago todo lo que está a mi alcance —repetí.

—Nunca nadie me ha tratado tan bien como tú, Harry. Y, sí, está todo bien entre nosotros. Al menos, eso espero. Te quiero, lo sabes, ¿verdad? Siempre te querré.

Me empezó a doler el pecho. Al igual que la garganta y la cabeza.

—Lo sé. Sí, yo también te quiero —respondí.

—Bien —asintió—. ¿Podemos irnos a casa?

Asentí, y me puse en pie, con mis brazos aún alrededor de su cuerpo. Ella aprovechó para golpearme el brazo hasta que la solté, pero entonces me agarró de la mano mientras enroscaba el brazo alrededor de mi cintura.

También sujeté a Hayley. Durante el trayecto a su casa no dejó de cantar canciones de la película de Disney «La Sirenita». Incluso en el porche. Y de camino a su habitación. Así que cuando al fin pude quitarle los malditos zapatos y meterla en la cama, ya había interpretado todo el repertorio de canciones; al menos las que se sabía. Autumn me veía forcejear con Hayley desde el pasillo, sonriendo con malicia e imitándome.

—Buenas noches, Hales —murmuré, dándome la vuelta.

—Hasta luego, Haz. ¡Adiós, Autumn! Tened sexo o lo que hagan las parejas de hoy en día —refunfuñó, girándose.

Puse los ojos en blanco y cerré la puerta.

—No es mala idea —susurró Autumn, entrelazando sus dedos con los míos. Dejé escapar una pequeña sonrisa, sintiendo mis mejillas arder. Me incliné y deposité un beso en su cabeza. Cerré la puerta principal, caminando de regreso al coche.

Cuando llegamos a casa, me quité el suéter gris que llevaba encima de la camiseta blanca de manga corta, dejándolo en el suelo de mi habitación. Autumn se quitó la sudadera y los pantalones, quedándose en ropa interior y en camisola. Me cambié y me puse unos pantalones de chándal bajo su atenta mirada.

—Me gustan tus hombros, H —dijo en voz baja. Me giré, sonriendo. Ella asintió al verme enarcar una ceja—. Son... anchos.

Me reí con ternura, acercándola a mí.

—Que alguien le haga un altar a tu singular corazoncito —murmuré, besándole el pelo.

Autumn se inclinó y me besó. Sentí cómo sus dedos se avivaban mientras el fuego se hacía paso a través mis brazos. Era más reconfortante y satisfactorio de lo que podía imaginar.

Ambos nos sentamos; ella sobre mi regazo con ambas piernas rodeando mi cintura. Mis dedos dibujaban pequeños círculos en la piel de sus hombros. Autumn comenzó a descender sus besos de mis labios a mi cuello, chupando y mordisqueando con suavidad. Me enamoraban sus besos. Eran únicos.

A pesar de que aún se sentía inexperta y nerviosa, seguía siendo lo más seductor y pecaminoso que había sentido en mi vida. Como siempre se ponía bálsamo labial de sabor a vainilla, cada vez que la besaba sabía a eso.

Las luces estaban apagadas, aunque sus dedos continuaban centelleando con débiles llamas amarillas. Le quité la coleta y acaricié sus oscuros rizos con mis dedos.

—Eres preciosa, cariño. Preciosa —susurré.

A la larga, nos tumbamos. Autumn plantó un casto beso en mi nariz y se incorporó un poco, con sus ojos grises abiertos de par en par y sus pálidas mejillas sonrojadas. Apenas podía apreciar las pocas pecas que tenía a causa del sonrojo y de la falta de luz en la habitación.

—¿Te apetece? —preguntó.

Me mantuve callado un instante, acariciando sus brazos con mis manos.

—Autumn, la verdad es que... no estoy de humor para eso —dije.

—Oh —respondió. Y el corazón me empezó a latir con rapidez, asustado, al ver cómo se quitaba de encima de mí y se ponía en pie. Comencé a preocuparme.

—M-me refería a que... podemos hacerlo, si es lo que quieres. No pasa nada —tartamudeé. Vi cómo frunció el ceño y cogió mi suéter. Se lo puso y volvió a subirse encima de mí.

—Tranquilo —susurró—. No voy a largarme, Harry. Además, no mientas. Si no quieres que tengamos sexo, pues entonces no tendremos. Y si por el caso lo hiciésemos y tú no tuvieses ganas, a pesar de que estuvieses dispuesto, sería igual que una violación. Y eso no está bien.

—No sería ninguna violación porque conseguirías que lo disfrutara —sonreí—. Siempre lo haces.

Autumn me rodeó con sus brazos y me abrazó.

—Pero tú no quieres, y yo te he forzado. Harry, nunca te abandonaría porque no quisieras acostarte conmigo. Ahora quiero acurrucarme. Por cierto, me encanta este suéter, es tan calentito. Deberías llevarlo más —comentó.

—Me gusta más que lo lleves tú —sonreí, colocando mi barbilla encima de su cabeza—. Eres preciosa.

—Tú también, H —sonrió.

—¿Por qué te has peleado con Niall? —pregunté.

Ella se encogió de hombros.

—Le he dicho que es probable que no viva más aquí, que ya no voy a ir con él a la universidad. Entonces se ha enfadado y me ha echado en cara que todo el mundo lo está abandonado. He intentado asegurarle que siempre voy a estar ahí para él, pero es que no puedo hacer nada al respecto —murmuró, y sin darse cuenta se inclinó sobre mí.

—¿Le has contado lo de la mañana? —me puse en tensión.

—No —me miró ceñuda—. ¿Es eso lo que te preocupa? Los estoy perdiendo a todos, a todos mis amigos.

—Yo soy tu amigo —fruncí el ceño.

—Lo sé, lo sé —suspiró—. Pero es que quiero a Niall y ya sabes que no soporto ver a la gente que quiero enfadada conmigo.

—Lo sé —respondí. A mí me pasaba lo mismo.

Permanecimos en la misma posición, hablando durante un par de horas, hasta que sobre las 4:00 recibimos una llamada de teléfono desconcertante.

Era Max. Y parecía que tenía prisas.

—Chicos, Harry, tenéis que venir ya. Llama a todos..., o no, m-me da igual. Por favor v-venid lo antes posible.

| Mmm. Esa llamada es sospechosa, ¿no? ¿Qué pensáis que habrá podido suceder? Venga, espero vuestros comentarios y votos, plz!!!

Capítulo dedicado a Darrylik :)

La próxima actualización será domingo <3 |

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