cinco || quitadas
*SEGUNDA PARTE*
Deslizó sus dedos entre los míos, regalándome una pequeña sonrisa, mientras me dirigía a través de los pasillos. Corrí junto a él al cruzar la puerta principal del instituto hasta su coche. Al terminar de colocarme el cinturón de seguridad, me crucé de brazos. Harry me informó de que sabía dónde estaba Zayn, y que no tenía de qué preocuparme.
—Harry, ¿debería temerte? —pregunté en voz baja después de unos minutos. Escrutó mi rostro y examinó mis ojos. Parecía otra persona sin esa sonrisa arrogante y maliciosa. Atractivo: era demasiado atractivo.
Se pasó el pulgar por su ceja.
—Eso lo decides tú. —Sus labios me ofrecieron una débil y gentil sonrisa—. ¿Me tienes miedo, Fall?
No, me mentí mentalmente.
—Sí —respondí en voz alta. Harry me miró ceñudo, pero continuó conduciendo. Había una extraña tensión en el ambiente que me inquietaba. Después de unos minutos, pregunté—: ¿A qué se dedican tus padres? —Harry se puso en tensión y vi cómo contrajo la mandíbula—. No pasa nada, no tienes por qué hablar de eso. Mi madre murió cuando era pequeña, nunca tuve la oportunidad de conocerla. Ni siquiera sé cuál era su aspecto. Mi padre me contó que un día se enfadó tanto que acabó quemando todas las fotografías en las que ella aparecía, y no hemos vuelto a sacar ese tema desde entonces.
»Tampoco sé a qué se dedica mi padre. Nunca habla sobre su trabajo. Aunque no ha regresado a casa desde el lunes, así que intuyo que está en otro viaje de negocios —finalicé, sonrojándome ante mis precipitadas palabras. Él no quería hablar de los suyos, y me sentí bastante avergonzada.
El resto del trayecto fue algo incómodo.
Al instante en el que la estructura de un viejo edificio apareció ante nosotros, Harry comenzó a maldecir entre dientes, insultando a su supuesto amigo. Rápidamente empezó a caminar hacia la entrada del edificio, dejándome unos pasos más atrasada.
En el ascensor, una chica que vestía con una camiseta ancha y unos leggings muy descarados, no apartó su mirada de Harry, desde su ceño fruncido pasando por su largo cuerpo hasta sus botas marrones. Se me hacía muy familiar la camiseta que llevaba. Y no me di cuenta de que era la que se había puesto Zayn en la fogata hasta que salimos del ascensor. Harry agarró mi mano y me guió hasta el final del pasillo. Fijé mi mirada en la moqueta manchada de cigarrilos a medida que caminábamos.
La chica también se dirigía hacia la misma puerta que nosotros. Cuando Harry golpeó la superficie de madera, la chica nos miró de forma extraña.
—¡Zayn Malik! ¡Mueve tu perezoso, oloroso y horripilante culo hasta aquí! —gritó. Un sonriente Zayn hizo su aparición, sin camiseta y claramente con resaca, unos minutos después. Enarcó una ceja a la chica, la cual sacó un llavero del bolsillo de su camiseta y se la devolvió, para después alejarse de allí no sin antes haberle guiñado el ojo.
—Mierda, estoy perdiendo demasiadas camisetas este año —bostezó—. ¿Qué es lo que necesitas, Harry?
Harry estaba que echaba humo ante la despreocupación en las palabras del moreno.
—Sabes jodidamente bien lo que necesito. ¡Sabes lo que hiciste!
Me escondí detrás del cuerpo del rizado. Zayn ya intimidaba demasiado sin que Harry le levantara el tono de voz. No quería hacer de esto un enorme drama.
Al final, Zayn suspiró y nos permitió entrar a su apartamento.
—Quítaselas —gruñó Harry—. ¡Te dije que era mía!
—¿Por qué no has ido tras Louis? Él también la tocó —Zayn lo miró ceñudo.
Harry se cruzó de brazos.
—¿Ves alguna marca? Louis es un buen tío y sabe respetar las propiedades de la gente —Harry lo fulminó con la mirada. Propiedad. Era propiedad de Harry.
—Está bien, tranquilo —murmuró Zayn.
Harry se relajó un poco, pero observó con atención cómo Zayn volvía a conectar sus dedos con la piel de mis caderas. El hielo comenzó a recorrer mi cuerpo y me privó de mi respiración de una forma que no me gustó en absoluto. No podía respirar, y pronto se me erizó todo el vello a medida que Zayn continuaba inmerso en lo que hacía. El dolor en la zona donde sus dedos apretaban mi piel era insoportable, como si alguien tuviese un pie sobre mi pecho mientras me golpeaba en las caderas sin parar.
Cuando por fin se alejó de mí, estuve a punto de desplomarme. Por suerte, Harry me agarró de la mano con su sorprendente tacto y compró que si el fuego azul había desaparecido de mis caderas. Dejé escapar un suspiro, aliviada, al comprobar que ya no estaban.
Ambos nos dirigimos hacia la puerta.
—¡De nada! —gritó Zayn, sarcástico. Harry le enseñó el dedo y cerró la puerta con un sonoro golpe tras nosotros. Pero al avanzar por el pasillo Harry me detuvo, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuerpo, abrumándome ante su repentino abrazo. Pero no me quejé. Pronto comencé a sentir mi cuerpo temblar y el dolor se hizo paso a través de mis pulmones.
—Lo siento, amor. Se me olvidó lo mucho que puede llegar a doler —murmuró. Ni siquiera me importó su repentino abrazo o que volviese a llamarme de esa forma. Tampoco le di importancia al hecho de que me estaba aferrando a él con todas mis fuerzas—. Lo siento. No pasa nada, amor, estoy aquí.
—No quiero volver a hacerlo —susurré con voz débil. Harry movió sus rizos en señal de negación, frunciendo el ceño con preocupación. Había sido espantoso—. ¿Puedes quitar también las tuyas? —pregunté. Sus ojos no se apartaron de mi rostro, estudiándolo, hasta que al final asintió lentamente.
—Aunque es peor. El dolor es muchísimo mayor y a veces la gente no es capaz de superarlo.
—¿A veces? ¿Esto... te había pasado antes?
Asintió. El corazón me ascendió rápidamente hacia la garganta, a punto de escapárseme.
—No quiero que pases por eso. Eres más fuerte que la mayoría, serías capaz de vivir. Pero te dolería más que cualquier dolor que hayas experimentado hasta el momento —se explicó con sinceridad.
Sacudí la cabeza.
—No me importa, Harry. Quiero que desaparezcan —susurré. Me miró ceñudo, casi como si sintiese dolor—. Por favor —supliqué. Volvió a escrutar mi rostro, negando con la cabeza lentamente e intentando convencerme de lo contrario con tan sólo su expresión. Casi funcionó, pues por un instante me puse a pensar que podría seguir ocultándolas ya que de todas formas nadie podía verlas.
—No, no. Quiero que desaparezcan—volví a decir. Harry suspiró.
—Mira qué eres cabezota. Eres más fuerte que el resto. Te lo juro, puedo oler tu perfume a metros de distancia —dijo. Me puse en tensión; nunca me echaba perfume.
Ignorando ese pequeño detalle, volví a negar con la cabeza.
—Harry, no sé qué demonios está pasando. No sé qué eres y tampoco sé qué es lo que me estás haciendo. Pero quiero que desaparezcan y que todo vuelva a la normalidad, como estaba antes de que aparecieras. —Intentó interrumpirme—. No, Harry, no. No digas nada. Estoy aterrorizada. Estoy paralizada de pies a cabeza, y no quiero tener nada que ver con todo esto. Harry, por favor, ayúdame con todo esto —le rogué.
—Autumn —habló suavemente—. Pequeña, no quieras hacerme esto. Es diez veces peor que lo que sentiste cuando te lo hizo Zayn. No podría soportar el hecho de hacerte daño. —Harry removió algunos mechones desordenados de mi rostro, agarrando mis manos entre las suyas, y recorrió mi rostro con sus ojos como tantas veces había hecho.
—¿Por qué no? Ni siquiera me conoces, Harry —susurré. Sus manos se deslizaron más arriba, hasta llegar a mis muñecas. Caminó hacia atrás unos cuantos pasos, arrinconándome contra la pared del pasillo. Mi cuerpo se paralizó al sentir sus labios recorrer la piel de mi oreja, plantando un cálido beso tras ésta, descendiendo hacia mi cuello. A pesar de todo, seguía siendo tan amable y tierno que casi dejé escapar un gemido. Le permití a mi cuerpo el placer de relajarse, disfrutando de la proximidad del suyo.
—Tú tampoco me conoces, amor —gruñó, su voz más lenta y ronca. Se me aceleró el corazón. Su voz desprendía tanto calor como lo hacía su tacto. La respiración se me convirtió en algo superficial. De entre mis labios escapaban temblorosos suspiros a medida que sus dedos tocaban zonas de mi cuerpo hasta entonces desconocidas.
Me encantaba, hasta tal punto de asustarme.
—Tal vez podamos conocernos, nena —murmuró, su aliento chocando contra mi cabello. Como el viento, ardiente y fiero.
—O tal vez puedas llevarme de nuevo al instituto —susurré con la respiración totalmente entrecortada.
Harry sonrió con malicia contra mi piel.
—Si quieres ser una aguafiestas —habló—, no te preocupes. Todavía me gustas, nena.
| Antes que nada quería agradeceros por todos los comentarios que recibí ayer en el aviso que publiqué. Ya me encuentro muchísimo mejor :)
Espero que disfrutéis de este nuevo capítulo, y también que os vaya gustando la fic hasta el momento (aunque yo sé que sí xd).
No sabéis lo feliz que me hace leer comentarios que aseguran que la fic está muy bien traducida y que parece que esté escrita en español. A esto es a lo que me quiero dedicar en un futuro. No solamente a la traducción, claramente, pero entra dentro de mis sueños. Y el saber que ya estoy consiguiendo esas cosas, me mantiene animada y con muchas ganas de subir más y más capítulos.
Nos leemos pronto, bbys♥
Todos los créditos para WhoaLarry, escritora de la novela. |
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