Fragmentos I: Lucerys Velaryon.
»Did you get enough love, my little dove
Why do you cry?
And I'm sorry I left, but it was for the best
Though it never felt right.«
Fourth of July. Sufjan Stevens.
Su padre solía decirle:
—Luke —con un tono bonachón y los ojos brillantes. Siempre decía—. Luke, Luke, Luke. Te adoro, hijo.
Luke sonreía porque él se llamaba Lucerys pero no podía pronunciarlo bien cuando era pequeño, por lo que era Luke. Y Jacerys era Jace. Y Joffrey era Joffrey porque a su padre le provocaba gracia escucharlo pronunciar mal las erres.
Y todos eran felices.
Y a Jace solía decirle que era la luz en su vida. Y Luke entendía que de alguna forma el lazo entre Jace y su padre era distinto, más profundo y estrecho, y que eso no estaba mal porque no significaba que su padre lo quisiese menos a él o a Joffrey.
Luke lo entendía porque él y su madre tenían esa misma conexión. Porque ella era la que sin palabras le hacía entender que era la luz en su vida. Y que para ambos Joffrey era el bebé más hermoso y la cúspide de su felicidad.
Su padre sonreía. Siempre sonreía. Sus ojos se achicaban y su boca se curvaba en una sonrisa tan amplia que sus hoyuelos casi desaparecían. Pero estaban ahí. A Luke le gustaban porque él también los tenía, y Jace solía presionarse la zona de sus mejillas cuando eran pequeños intentando tenerlos él también.
Joffrey gorgojeaba de alegría cuando sus dos hermanos terminaban soltando algunas risitas.
Y eran felices.
Su padre tenía una moto en la que Luke solía subirse. Un modelo algo antiguo que hacía ruido y a su madre no le terminaba de gustar. Aún así jamás lo detuvo, y cuando sus pies rozaron las zonas bajas de la moto su padre consideró prudente enseñarle algunas cosas. Él también quería enseñarle a Jace, pero descubrieron que al chico no le llamaba tanto la atención manipular una motocicleta, por lo que fue Luke quien dio saltitos emocionados en el asiento acolchado.
Su padre se sentaba justo detrás de él, y con toda la paciencia explicaba para qué funcionaba cada cosa. Luke tenía diez, y cuando hizo que el aparato se moviese sintió una alegría calentando su pecho porque su madre y Jace miraban a pocos metros. Joffrey tenía algunos meses, los observaba desde los brazos de su madre con sus grandes ojos marrones abiertos y curiosos.
Y eran felices.
Su padre le decía:
—Tendré un poco más de dinero un día, y entonces te regalaré la moto más rápida que exista.
Luke era feliz con esa moto ruidosa. Con Jace parloteándole sobre algo que leyó. Con Joffrey tironeando de su cabello. Con su madre besando su frente. Y con su padre regalándole amplias sonrisas.
Él siempre sonreía. Vivió con una sonrisa, y cuando debió irse, lo hizo sonriente. Porque él era el hombre más valiente en la tierra.
Luke solo escuchó a los médicos a medias. O recordaba a medias. "La ambulancia tardó mucho". "Perdió mucha sangre". "No es probable que lo logre."
Luke solo tenía ojos para su padre, pálido y ojeroso postrado en una camilla. Jace a su costado sollozaba. Él mismo veía borroso por las lágrimas.
Veía los hoyuelos de su papá, marcados y profundos. Sus ojos brillaban como nunca.
Le dijo:
—Luke —y con su tono bonachón debilitado agregó—. Luke, Luke, Luke. Te adoro, hijo.
Luke no entendía por qué, si tanto lo quería, no podía quedarse con él más tiempo.
Jace tampoco lo entendía. Joffrey tenía cuatro, ignoraba la situación. Él tenía catorce y pasó de ser uno de los mejores en la escuela a apenas aprobar. Jace había ganado una beca ese año para estudiar al otro lado del país. Cuando su padre se enteró, había rodeado a su hermano en un abrazo apretado y feliz que duró mucho y abarcó a toda la pequeña familia.
Jace se fue a la universidad. Pero no se fue feliz.
Su madre se sumió en una tristeza silenciosa desde que su padre se fue. Ella solo se permitió derramar lágrimas cuando la mano de su esposo estuvo ahí para enjuagarlas, y cuando esta cayó, ya no volvió a llorar.
Su dolor era algo interno y solitario, similar al de Luke.
Llorar solo era una forma de expresión, Luke no necesitaba hacerlo. El no podía hacerlo. El dolor era desgarrador en su garganta y quemaba su pecho, pero no podía exponerlo en palabras o gestos. Las lágrimas no le salían aunque sus ojos quemaban.
A Luke le dolía. Cada día. Cada hora. Cada minuto en que no era recibido por la voz grave de su padre y su gran sonrisa lo lastimaba. Físicamente era insoportable.
Luke observaba la vieja moto, fea y llena de polvo escondida en el garaje del edificio, ni su madre ni él habían sido capaces de moverla o tocarla. El casco negro aún colgaba del manubrio donde su padre lo había dejado. Su chaqueta de cuero y guantes estaban allí, justo encima de ella. Luke la había tomado en un silencio sepulcral y se la había puesto.
Las mangas cubrían sus dedos y los bordes rozaban sus rodillas. Sus manos nadaban en los guantes.
—El día en que te queden te los voy a regalar.
Luke subió a la moto. Sus pies apenas alcanzaban el suelo.
No la encendió. Él simplemente permaneció ahí, en silencio y roto. Con los guantes y la chaqueta enormes para su cuerpo porque él aún tenía catorce años y vivir sin su padre le quedaba demasiado grande.
Luke solo cruzó los brazos sobre el manubrio y escondió la cabeza entre ellos, se dejó envolver por la sensación de la pesada prenda sobre su cuerpo.
En su mente, la sombra de su padre aún estaba detrás de él, sonriente y bonachón. Con su cabello salvaje y lleno de rizos que su madre tanto adoraba.
—Te extraño —le diría Luke—. Te extraño tanto. . .
Y su padre pondría una mano grande y amable sobre su espalda y solo respondería:
—Luke, Luke, Luke —y con sus hoyuelos marcándose agregaría—. Te adoro, hijo. Jamás lo olvides.
Luke jamás lo haría.
Leí por ahí que las palabras más simples a veces son las útiles al momento de escribir algo triste. Creo que tenían razón. Si soy sincera sí me dolió un poco escribir este fragmento. Al inicio iba a ser un capítulo dedicado a la vida de Luke, pero después me di cuenta que estaba siendo demasiado triste como para intentar agregarle un trasfondo y más personas. Así que quedará solo como un fragmento de Lucerys Velaryon.
Habrán otros a medida que avance la historia. No sé si todos sean así de cortos, pero abarcarán algún momento profundo o importante en la vida de algunos personajes.
Me gusta la idea de un apartado breve con un único punto de vista. El siguiente probablemente será Daemon. Les prometo lágrimas.(?)
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