Capítulo seis: "Amistad".
TW: Mención de escenas violentas explícitas.
»I can't help but repeat myself
"I know it's not your fault"
Still lately, I begin to shake
For no reason at all«
I can't handle change. Roar.
Pasaron dos semanas, Aemond solo lo molestó una vez y Luke estaba feliz por eso.
El día en la cafetería había sido lo suficientemente agotador como para que su madre lo llamase en plena tarde en busca de ayuda. Siendo su turno de cuidar a Joffrey tuvo que llevarlo con él. Daemon lo recibió con una sonrisa que dejó en evidencia su alivio.
Se pasó corriendo de la cocina a las mesas, ayudando a Laenor y a Daemon al igual que su madre. Solo cuando las cosas lograron calmarse un poco ella le regaló una sonrisa cansada y le dijo que podía irse antes. Joffrey se quedó con ella.
Y entonces estaba él. No le gustaba llegar a su casa cuando aún no había nadie, por lo que se distrajo dando una vuelta por la ciudad.
Salió de Harlesden directamente hacia el norte de Londres, donde los faros eran más brillantes y las calles menos peligrosas. No es que a Luke no le gustase su distrito, era su lugar desde siempre, sin embargo no era de los mejores sitios para buscar un poco de paz mental.
Algo así como White City y North Acton. Luke prefería pasear por Mayfair. ¿Por qué? Quizás era un poco masoquista.
Descubrió que le hacía falta eso. Un momento de libertad en medio de la autopista, con las luces reflejándose en su ropa y el viento azotando su rostro. El tiempo se detenía a su alrededor, los sonidos se relentizaban y solo existía él. Un sujeto sin nombre ni peso, solo algo más en el basto panorama. Una pequeña cosa fugaz e irrelevante.
Su mente estaba llena del camino delante. Ni Larys, ni Aemond o su deuda lo molestaban ahí, y eso estaba bien.
Luke disminuyó de a poco cuando las calles se tornaron más iluminadas y los aparadores costosos.
Objetivamente hablando nadie pensaría al verlo que él era de un barrio considerablemente pobre. Su vehículo era costoso como el demonio y lujoso como el mismo. Pero era lo único de valor monetario que poseía, y había sido un regalo de su padre después de morir.
No le explicaron a Luke la situación o el por qué un día llegó su abuelo con un cheque a nombre de Jace destinado a simplificar considerablemente su vida en la universidad, y con una Ninja Kawasaki H2R para él cuando cumplió los diecisiete.
Luke no entendía por qué el bastardo en vez de regalar una renta estable o una moto lo suficientemente cara, no pagaba directamente la deuda sin justificativo e injustamente alta con la que su hijo los atormentaba.
Si su madre sabía, jamás le diría. Ella no quería involucrarlo más de lo necesario en temas monetarios. Luke se involucraba solo porque quedarse quieto le era imposible. Había salido hacía poco de la escuela, por lo que empleaba todo su tiempo libre en ayudar a su madre en la cafetería.
Cuando no estaba allí, salía con sus amigos.
Mentira, no salía con sus amigos, Luke no tenía amigos, pero prefería decirle a su madre eso. Si ella se enteraba que se la pasaba en carreras ilegales ganando un poco de dinero extra, definitivamente le daría un infarto.
Luke estaba jodido en tantos sentidos que solo podía llorar o reír. Prefería reír ya que él no lloraba.
Se estacionó al costado de la vereda cercano a un callejón y se sentó de costado tras poner el apoyo. Eran las ocho, el viento helaba y las calles no lucían particularmente concurridas, por lo que fue algo llamativo escuchar los pasos apresurados de una persona que ingresó en el callejón. Cuarenta segundos después un grupo de al menos cinco sujetos se apareció. Luke se tensó cuando se le acercaron.
—¿Hace cuánto estás acá?
—¿Cinco minutos?
—¿Viste a un niño pasar corriendo?
Luke observó a los dos que le hablaban. Eran idénticos salvo que uno llevaba algo parecido a una curita cubriendo su nariz.
—Nos robó —agregó el tipo.
Luke pensó que la gente rica tenía una severa obsesión con los robos. En donde vivía era algo más habitual, por lo que se tomaban las medidas. Estos tipos seguramente dejaban su casa sin pestillo y lloriqueaban si alguien entraba.
—¿Roban en este sector? —preguntó Luke alzando las cejas.
—¿Lo viste o no?
Ah, un bastardo prepotente. A Luke no le gustaban de esos, por lo que señaló una dirección calle arriba tras alzarse de hombros.
—Un tipo pasó corriendo por allá y después dobló a la izquierda —dijo, como el buen mentiroso que a veces podía ser—. ¿Qué les robó?
—Métete en tus asuntos.
Y sin más corrieron en la dirección que señaló. Luke se permitió una sonrisa sutil que permaneció hasta que una cabeza se asomó por el borde de la pared del callejón y lo miró. Luke le devolvió la mirada en silencio, tomándose un par de segundos para asociar los ojos lilas que de pronto se expandieron con sorpresa.
Un tipo de su edad salió del callejón y extendió los brazos como si fuesen viejos amigos.
—¡Lucerys! —soltó, esfumando cualquier interés por parte de Luke en entablar una conversación.
El tipo trotó en su dirección. Cabello negro, sonrisa pícara e iris pálidos y lilas. No recordaba su nombre, pero recordaba a sus hermanos.
»Te arrancaré el corazón.«
»Huerfano a medias.«
A Luke solo le caía bien un Targaryen, y definitivamente no era él.
—Tú —dijo en su lugar—. Deoran.
—Daeron —corrigió.
—Me da igual —presionó ligeramente los labios antes de tomar el casco y enderezarse—. Me largo.
—¡Espera!
Luke no esperó, encendió la moto y se dispuso a partir. El sujeto, ni tonto ni perezoso, se apresuró a situarse delante de esta, entorpeciendo su camino. Frunció el ceño, pero no se movió. Atropellar a alguien que no fuese Aemond Targaryen no estaba en sus planes.
—Quítate —gruñó en su lugar.
—¿Cómo está Daemon?
La pregunta lo descolocó, pero no lo hizo ver ya que llevaba el vidrio abajo. En su lugar solo detuvo momentáneamente su intento por retroceder y así irse.
—Lo viste hace una semana, ¿por qué no le preguntas?
Daeron hizo una mueca. Bien, la pregunta le dolió. Luke no podía decir que se sentía mal por él, su encontrón seguía fresco en su memoria y no era un tipo de perdón fácil cuando se trataba de temas sensibles. Además de que lo habían investigado; el sujeto era un acosador.
—Bloqueó mi número.
—No es mi problema.
Luke retrocedió, Daeron volvió a situarse delante. Luke no tenía paciencia para eso.
—Tú trabajas con él, lo ves a diario —insistió—. ¿Se ve bien?
Involucrarse en problemas familiares que no le correspondían en definitiva no estaba dentro de su lista de intereses. Había llevado a Daemon como favor a buscarlos y terminó con él casi yéndose a golpes con dos de los tres.
—Escucha, realmente no es algo en lo que yo deb–. . .
—Por favor —Daeron le interrumpió, su tono volviéndose algo suplicante—. Es lo más cercano que tengo a un padre y no he sabido nada de él en años.
Si eso apretó un punto débil en Luke, no lo dejó en evidencia.
—Solo necesito saber si está bien, ¿tiene un lugar donde vivir?
—Rentó un departamento, parece bastante a gusto.
Daeron asintió.
—¿Se ve feliz?
Luke observó momentáneamente a sus espaldas y terminó por suspirar, quitándose el casco para poder observar de frente al sujeto.
No pensaba decirle que el tipo tenía interés en su madre. Daemon le había dicho que le parecía bonita y hasta le preguntó si le molestaba si algún día la invitaba a salir.
Luke no diría que le aterraba la idea de que Daemon fuese alguna clase de reemplazo para su padre, que por llevarse bien con él de alguna manera insultase su memoria. Luke ya tenía un padre, estuviese vivo o no. Al mismo tiempo no podía ser egoísta y negarle a su madre la posibilidad de ser feliz. Por eso él lo único que dijo fue que mientras ella quisiese a él no le afectaba.
—No se ve infeliz.
Daeron se conformó con eso.
—¿Crees que él nos. . . —se detuvo a la mitad, carraspeó y lo volvió a intentar—. No sé cuánto sabes sobre nosotros o lo que sucedió.
—Creo que tú sabes más sobre mí en este punto —observó Luke de manera aún recelosa.
—Sí, eh, mi hermano me envió a investigar tu patente y después de eso doxear es bastante sencillo.
Luke quiso preguntar de dónde mierda había sacado Aemond su patente, dudaba que frecuentasen los mismos lugares, y él había mantenido especial cuidado de no acercarse demasiado a donde vivía el tipo al que había noqueado para conseguir el dinero.
—Ya veo.
Daeron se balanceó con cierta incomodidad, parecía querer decir algo más pero no se atrevía o las palabras no le salían. Observó a sus espaldas de forma breve antes de volver a hablar.
—Abandonamos a Daemon.
—¿Qué?
—Él. . . La verdad es que no sé bien la historia, yo tenía trece, Aemond y Aegon no hablan sobre eso y Haelena no se quiso involucrar en sus problemas. Solo sé que Daemon fue a prisión para cubrirlos de algo y ellos lo abandonaron ahí.
Luke pensó que eso estaba bastante jodido. También pensó en lo horrible que debió ser eso para Daemon, y lo fuerte que era para seguir siendo alguien tan templado y bien situado.
Agregó otro punto más a su lista de cosas que no le gustaban de los Targaryen. La número uno era Aemond porque por él inició esa lista.
—¿Por qué me cuentas eso? No es algo que me competa.
Daeron hizo algo, como una mueca ligera que no dejaba en evide una incomodidad sino más bien su dificultad por expresarse correctamente. Quizás hablar no le era difícil, sino más bien hacerlo con alguna clase de filtro. Luke ya había presenciado la facilidad que tenía para expresarse sobre cuatro temas al mismo tiempo.
—No lo es —él convino—. Pero de cierta forma mis hermanos te involucraron cuando se metieron con tu familia. Es mi responsabilidad porque yo les di esa información y no creo que sea correcto que la usaran contra ti de esa manera. Creo que es justo que sepas algo de nosotros también. Solo no le digas a Daemon que lo sabes, es capaz de ir a buscarme para cortarme la lengua por hablador. Pero si quieres joder a Aemond yo te apoyo, seguro va a dolerle si sacas el tema. Hablando sobre Aemond, ¿cómo supiste que le falta un ojo? ¿La cicatriz? Eres la primera persona que he escuchado insultarlo directamente, por cierto, fue genial.
Daeron hablaba demasiado. Luke aún siendo alguien que prefería el silencio, no podía negar que era casi admirable la forma veloz e hilada que tenía el chico para abarcar tantos temas en tan poco tiempo. Él aún procesaba el hecho de que Daemon fue a prisión para cubrirles la espalda, y ellos lo habían abandonado ahí.
—¿Lucerys?
—Sí.
—¿Sí?
—No sé qué esperas que responda, tus monólogos son peores que los de Hamlet —se quejó acomodándose sobre su moto de forma incómoda—. No me interesan tú o tú familia y sus problemas, ya tengo suficientes. Déjame afuera, ve a ver a Daemon si te preocupa, él sujeto aún los quiere, si es lo que te preguntas, pero está enojado.
El silencio los absorbió antes de que el chico emitiese una carcajada sonora y genuina.
—Me agradas, ¿tienes Instagram?
Luke parpadeó sin creerlo.
—Me voy.
Daeron está vez no lo impidió, se hizo hacia un costado y le permitió ponerse en marcha. Luke así lo hizo. Du vehículo ronroneó, pero a mitad de la cuadra pudo visualizar por uno de los espejos como los cinco sujetos salían del callejón en el que Daeron se había escondido y lo acorralaban.
Luke se obligó a pensar en que ese no era su problema y siguió delante.
—¡Esto es genial!
Luke odiaba su vida.
—No lo es, vas sin casco.
Él malditamente no había vuelto por el hermano menor del sujeto que llevaba jodiédole la vida hace más de un mes.
No tenía una excusa, Luke solo fue incapaz de seguir sabiendo que al tipo seguramente lo golpearían hasta el cansancio entre cinco. Eso era injusto y vergonzoso.
Decidió que la gente con dinero era rara.
—Una vuelta más.
—No, si te caes o chocamos te partirías la cabeza y sería mi culpa.
Salvar el trasero de Daeron había sido bastante fácil, en realidad. El tipo ya estaba corriendo con varios metros de ventaja cuando Luke lo alcanzó. Le hizo un movimiento con la cabeza y disminuyó la velocidad para que subiese. Cuando este estuvo arriba volvió a acelerar.
No se perdió como Daeron gritaba algo en otro idioma y levantaba ambos dedos de enmedio al grupo. Luke negó sin paciencia.
—Para tener mi edad eres bastante amargado.
—Vas sin casco y estamos en un sitio donde los policías sí se toman en serio su trabajo, ¿pagarás la multa tú?
—Lo haría mi hermano, pero claro.
Luke disminuyó la velocidad hasta detenerse. Ya se habían alejado del grupo lo suficiente. Daeron a sus espaldas dio saltitos inquietos, seguía abrazado a su cintura.
—No te llevaré sin casco.
—Venga, no es necesario.
—Lo es —contradijo—. Bájate.
Daeron emitió un sonidito, pero lo hizo sin alegar.
—¿No me vas a acompañar?
—¿Por qué debería?
—Podrían volver, y estoy cansado, no lograría escapar de ellos. Si muero quedará en tu consciencia y te podrían llevar a prisión.
Luke seguía con el casco puesto, pero de pronto las ganas de atinarle un cabezazo o masajear sus sienes se hicieron bastante palpables.
—Eso no tiene sentido.
—Por favor, es de noche y me da miedo caminar solo —no estaba completamente seguro de que eso fuese cierto.
Luke en realidad no tenía un afán o cercanía con las reglas. Él bien podría robar a alguien –lo había hecho– o meterse en peleas con cualquiera que lo molestase, la policía no le generaba ningún respeto o interés. Pero no pensaba arriesgarse si se trataba de su moto. Él no podía perderla. Si era necesario caminar entonces caminaría.
—¿Qué tan lejos vives?
—A unas calles.
Chasqueó la lengua y bajó de la moto quitándose el casco. Pudo ver la sonrisa radiante que Daeron le regaló. Él no se la devolvió.
Luke odiaba caminar.
Asintió sin decir algo más e inició una caminata silenciosa. Daeron a su lado avanzaba con las manos en sus bolsillos, Luke se descubrió apostando consigo mismo cuánto tiempo podía el chico pasar sin comenzar a hablar. Una parte de él dijo que tres minutos, la otra solo le dio un par de segundos.
—Gracias —dijo—. Creo que no habría salido bien de ahí.
Cinco segundos. Pero Luke no podía quejarse, en realidad sí tenía curiosidad.
—¿Por qué te perseguían?
—Porque son unos cabrones con mucho tiempo libre —Luke lo observó sin entender, consideraba que Daeron definitivamente también tenía mucho tiempo libre—. Quizás les haya robado.
—¿Quizás? ¿Cuánto?
—Una colección Meteoris de Luis Moinet* —cuando Daeron notó que Luke seguía sin entender, él lo simplificó alzándose de hombros—. Relojes, podría decirse que eran algo caros.
—¿Por qué los robaste?
—No me caían bien, son unos bastardos prepotentes.
Luke se cuestionó muchas cosas con esa pequeña frase, sin embargo decidió no ahondar en las motivaciones del hermano menor de una familia de criminales. Se preguntó si Daeron, teniendo recién diecisiete, ya había robado joyería pesada, ¿cuál sería el robo más grande de Aemond?
—¿Cómo es que no estás preso? —curoseó.
Los ojos de Daeron brillaron con picardía. Luke no sabía cómo era posible eso, que fuese capaz de transmitir tan bien esa maliciosa actitud con una simple mirada. Él se encogió de hombros.
—Porque no hay pruebas, mi coartada es implacable y ellos estaban demasiado drogados como para poder atestiguar que vieron a alguien.
—¿Entonces te perseguían por eso? Tiene algo de sentido.
—Oh, no, fue porque le rompí la nariz a uno de ellos.
—¿Tú qué?
—Sí, de un cabezazo. El tipo se lo merecía.
Luke lo miró con algo parecido al recelo.
—Tú no eres normal.
Daeron rió, Luke consideró la idea de fingir una llamada e irse antes de ser el próximo con un hueso roto. Los tres estaban definitivamente mal de la cabeza.
Al final no se fue, y caminó junto al menor de los Targaryen siendo el receptor de sus impresionantes conversaciones. Daeron le habló un poco más sobre los Lannister, le contó que había golpeado al policía, que tenía dos hermanos y una hermana. Ella se llamaba Haelena y era probablemente la más tranquila de la familia. Le contó que Aemond en realidad no era un mal tipo, sino que simplemente le costaba relacionarse. Luke lo cuestionó. No habló mucho de Aegon, de alguna manera Luke pudo suponer que en realidad no se llevaba tan bien con él.
Daeron también le preguntó sobre su vida, algo le decía que en realidad ya sabía bastante sobre él y solo estaba siendo educado. Luke le habló un poco sobre sus hermanos, sus gatos y su moto. Le mostró una foto de Arrax y Vermax, Daeron se lamentó porque ellos no podían tener gatos ya que Aemond era demasiado alérgico.
En lugar de animales con pelo, ellos tenían una iguana verde extremadamente vieja y algo fea llamada Vaghar. Daeron le contó que estaba con ellos desde antes de su nacimiento; un regalo de Daemon a Aemond ya que siempre quiso tener una mascota.
¿De dónde había salido? La robó a un traficante de especies exóticas.
Después de escucharlo parlotear sobre sus robos, a Luke ya no le sorprendía nada. Y Daeron lo conversaba abiertamente porque Luke ya sabía de primera mano que a eso se dedicaban. Después de todo él les robó. Y Aemond había terminado de admitirlo el día en que lo confrontó.
Las casas se volvían más grandes y aparatosas a medida que subían por la calle. Luke lentamente se fue dando cuenta que en realidad eran más simples ladrones cuando se percató de eso, los patios eran amplios y con pasto; habían perros en algunos, sin embargo eran de razas notables y reconocidas. Luke se sintió más pobre que de costumbre.
—¿Tú hermano no va a enloquecer si me ve cerca de su casa? —preguntó cuando Daeron anunció que ya estaban llegando.
—No te preocupes, salió.
Asintió y siguió mirando las casas .
Luke no era un tipo particularmente expresivo con gente que no conocía, pero él definitivamente no podía ocultar la sutil admiración hacia las estructuras. Era consciente de que ni siquiera eran las más grandes o lujosas de ese lugar, pero él vivía en un departamento y hasta hacía poco compartía su habitación con Joffrey. Era una diferencia abismal. Aún cuando su madre se había asegurado de que jamás les hiciese falta nada, él pudo verlo en pequeños detalles.
Como las veces en que la luz se cortaba misteriosamente, o en como ella solía saltarse algunos almuerzos argumentando no tener hambre. Luke pensaba hacer la diferencia, él podía pagar una parte a Larys si eso significaba quitarle peso a su madre. Estaría en tantas carreras y robaría a tantos ladrones como le fuese posible.
—Mi casa —anunció Daeron.
Una bonita casa de dos pisos completamente blanca se impuso frente a él. El patio sin cerca o rejas, tapizado de verde, con flores y arbustos, y una regadera automática. Habían dos autos estacionados, uno negro con vidrios polarizados, brillante y bien cuidado, y otro blanco un poco más pequeño adelante.
Luke se balanceó con disimulada incomodidad. Sus zapatos gastados y viejos de pronto se sentía demasiado llamativos.
—Me voy, entonces —no alcanzó a colocarse su casco cuando Daeron volvió a detenerlo.
—Espera —sacó su celular de uno de sus bolsillos tecleó algunas cosas y se lo extendió. El buscador de Instagram estaba abierto.
Luke paseó su mirada desde el teléfono hasta el chico.
—No tengo.
—Sí tienes.
—¿Por qué me lo pides si ya lo sabes?
—Así lo tendré de forma legítima y no me sentiré mal si te envío memes.
Luke emitió un suspiro agotado, tomó el celular y buscó su usuario. Una vez se encontró, comenzó a seguirse y se lo tendió otra vez.
—No me envíes memes, no los veré.
—No seas así, serán de animalitos —Daeron guardó su teléfono y amplió una sonrisa. El brillo pícaro seguía ahí—. Adiós, Lucerys, gracias por salvarme el trasero.
Luke asintió colocándose el casco, sin embargo antes de acomodarse sobre la moto volteó hacia él.
—Dime Luke.
Daeron parpadeó, su sonrisa aún no se borraba, pero al escucharlo definitivamente se expandió varios centímetros. Luke pensó en el gato de Alicia en el país de las maravillas.
—Ya es un avance, pronto seremos mejores amigos.
—No tengo mejores amigos.
—Aún.
Luke pensó que discutir con Daeron sobre eso habría sido infantil e innecesario. Él no tenía interés en mejores amigos. Daeron Targaryen no cambiaría eso, era demasiado diferente y con demasiado dinero como para poder encontrar gustos en común.
—Me voy —volvió a decir. Luke no decía adiós.
—No vemos por ahí, Lu–. . .
—¡Daeron!
Los dos pegaron un pequeño brinco cuando el grito lo interrumpió. El rostro de Daeron pasó del repentino susto a volverse aún más pálido de lo que ya era. Él volteó, Luke se asomó por uno de sus costados e hizo una mueca cuando notó de quien se trataba.
Luke pensó que de todos los hermanos Targaryen, Aemond era definitivamente al que menos deseaba encontrarse.
Su cabello permanecía amarrado en una cola de caballo alta, llevaba una camisa blanca con dos botones abiertos y las mangas dobladas hasta los antebrazos; se alcanzaban a notar algunas líneas negruzcas de lo que, Luke supuso, sería un tatuaje. La piel blanquecina resaltaba incluso contra la prenda pálida.
Luke notó que el tipo tuvo que verlo dos veces antes de creerse que realmente estaba delante de su casa.
—Joder. . . —murmuró Daeron—. Lo siento, creí que había salido.
—¿Creíste?
—¿Qué mierda hace él acá? —Aemond habló, y luego se dirigió a él—. ¿Ahora también robas casas? ¿No te basta con dinero y familia?
—¡Aemond!
—Robaría la tuya —respondió, haciéndole un gesto con la cabeza ya que sus expresiones no debían verse bien por el casco—, únicamente para joderte.
Aemond se adelantó un par de pasos; Luke no demoró en enderezarse listo para confrontarlo. Daeron se interpuso en el camino de su hermano, deteniéndolo.
—Jodido Jesús, déjalo. Luke, te puedes ir.
—Ven acá y repítelo —retó. Luke se vio tentado a hacerlo, él definitivamente se sentiría mejor después de un par de golpes al tipo que llevaba molestándolo por semanas.
—No, estoy bien acá —dijo—. Pero si vienes tú quizás termines con dos ojos azules.
No se perdió el cuadro exacto en que el rostro del sujeto palidecia en coraje. Daeron a su lado tuvo que apretar los labios para esconder una aparente carcajada. Luke le hizo un gesto de despedida justo cuando pasaba delante de él a una velocidad peligrosamente lenta.
—Será mejor que duermas con un ojo abierto esta noche, ladrón —Aemond amenazó. Luke no se perdió el tono apretado en su voz. No necesitaba sonreír ya que su casco cubría su rostro, por lo que levantó el visor y le regaló una ceja arqueada.
—No quisiera presumirte mis privilegios.
Hizo rugir el vehículo al partir, observando a Aemond hacer el ademán por perseguirlo. Al final el tipo solo le levantó el dedo de enmedio, Luke hizo lo mismo sin voltear.
Luke enfrentó el camino solo y esta vez no se detuvo hasta llegar otra vez a Harlesden. Él, eso sí, frenó antes de llegar a su casa. Se detuvo bajo la luz amarillenta y parpadeante de un farol desgastado y tomó su teléfono justo para ver como se iluminaba con un nuevo mensaje.
»dae_bae_ ha comenzado seguirte.«
Luke ingresó en el perfil para observar las fotos de Daeron y seguirlo de vuelta. La mayoría eran imágenes bastante difuminadas y algo graciosas de él. La única que llamó su atención era la de una iguana verde. La presionó y ojeó la breve frase que había escrito debajo.
Fea como su dueño
Luke no pudo negar que el animal era definitivamente horrible. Los años le pesaban, tornaban su piel escamosa de un tono oscuro sucio y definitivamente parecía capaz de morder a cualquiera que se acercase demasiado.
Etiquetado en la imagen estaba "_aemoond_trgrn_".
A Luke le ganó la curiosidad y se descubrió ingresando en el perfil de Aemond.
No llegó muy lejos ya que su cuenta era privada y él no pensaba seguirlo para satisfacer la duda de si alguien como él subiría alguna foto a sus redes. Luke lo había visto un par de veces, pero podía apostar todo a que apenas y tenía una o dos fotos.
Volvió al perfil de Daeron y después salió de la aplicación, bloqueó el teléfono, lo guardó en su bolsillo y se puso en movimiento otra vez.
Había sido una noche curiosa. Probablemente lo seguiría siendo.
Daemon Targaryen llevaba viendo a Rhaenyra trabajar desde hacía un par de minutos. Ella terminaba de limpiar la última mesa. Él estaba secando algunas tazas, pero se había distraído cuando ella se había detenido para despejar su rostro de algunos mechones albinos. Laenor ya se había ido.
Los envolvía un silencio ameno. Daemon no tenía como explicar la entrañable sensación de tranquilidad que lo envolvía. Estar dentro de esa cafetería, ajeno al frío de la estación porque el ambiente era tibio y con el aroma a café recién molido adhiriéndose en su ropa era algo curioso que decidió que le gustaba.
Sentía un agotamiento distinto en sus extremidades. No había tensión o estrés. No estaba la constante sensación de alarma o la necesidad habitual de mirar sobre su hombro. Él simplemente estaba cansado porque había sido un día largo, y la idea de llegar a su pequeño departamento y dormir después de comer algo sonaba increíblemente bien.
Joffrey estaba a un lado suyo, él guardaba las tazas que le iba entregando a medida que las secaba.
—Daemon —escuchó, el volteó hacia el niño. Él tenía la mano extendida esperando nuevo recipiente. Solo entonces Daemon notó que se había distraído. Apartó su mirada de Rhaenyra y retomó su labor.
—Se acerca navidad —comentó Rhaenyra tras ojear el calendario de aves que tenían colgado en una pared—. ¿La pasarás con tu familia, Daemon?
—Dios quiera que no.
Rhaenyra le lanzó una mirada extrañada, Joffrey tampoco pareció entender. Decidió que era mejor así. Ellos dos estaban bien sin saber sobre sus sobrinos y todos los problemas que significaban. Daemon se sintió un poco mal por no poder incluir a Luke, y consideraba aquello directamente su responsabilidad. Él lo había llevado como un favor y terminó casi al borde del colapso porque Aegon solo sabía ser un bastardo egoísta sin tacto.
Debería haberlo golpeado más fuerte.
Daemon recordó a Haelena al presenciar ese breve lapsus de Luke. Hubo un tiempo cuando era más joven en que ella había sido propensa a los ataques de pánico, Daemon sabía de primera mano cómo se veían. Lo de ese día había estado a un pequeño empujón de serlo.
Pero Daemon no podía comparar a Luke con alguien diagnósticado y en tratamiento. Lo de Luke era más peligroso porque él no tenía herramientas, ni la edad o los medios para lidiar con la cantidad de estrés a la que estaba sometido. Era demasiado joven para soportar a Larys, la deuda de su madre y a Aemond él solo. Él tendría que estar pensando en qué hacer el fin de semana con sus amigos.
Consideraría la idea de intervenir. Su sobrino podía llegar a ser un dolor de muelas cuando se lo proponía.
—¿No te llevas bien con tu familia? —Joffrey curoseó.
—No en este momento, hicieron algo que me molestó.
—¿Qué cosa?
—Joffrey —Rhaenyra habló desde su lugar—. Estás siendo impertinente.
Daemon se permitió una sonrisa leve.
—No lo soy.
—Ibas a preguntarle algo —dijo ella, ganándose de paso la atención de Daemon—. Deberías hacerlo ahora que no hay clientes.
El rostro de Joffrey pasó de una mueca a una expresión algo perseguida. Rhaenyra había dejado su labor para observarlo también.
—¿Qué harás para navidad? —él preguntó.
Daemon se encogió de hombros.
—No creo que haga algo, estaré en mi casa y dormiré hasta tarde.
—Si no harás nada puedes pasarla con nosotros, mi hermano mayor vendrá por unas semanas.
De pronto Daemon ya no tenía algo coherente que decir. Observó a Joffrey por algunos segundos, luego a Rhaenyra. Las palabras se volvieron un tumulto enredado y difícil de pronunciar que se atoró en su garganta de una forma algo dolorosa.
No pudo no pensar en que la última vez que pasó navidad con alguien, Daeron tenía doce y Viserys seguía vivo. Y ese conocimiento rompió algo en su sistema que consideraba ya bastante deshecho.
Daemon estaba tan acostumbrado a la solitaria violencia de la cárcel que la idea de ser invitado a una cena navideña con esa pequeña familia sonaba irreal y lo hacía sentir sucio. Ellos no sabían por qué había estado allí, ellos simplemente le creyeron una historia falsa y agujereada y ahora lo estaban dejando entrar en su diminuto círculo como si no tuviese antecedentes.
Llegado a ese punto no sabía si le dolía más agria sensación de libertad, o el que él realmente hasta ese instante ni siquiera había caído en la cuenta de que habría pasado solo navidad si Joffrey no hubiese sacado el tema.
—¿Luke está de acuerdo? —no pudo evitar preguntar. Joffrey no entendió la pregunta, Rhaenyra un par de metros detrás asintió.
—Él tuvo la idea de invitarte.
—Yo también, solo que él lo dijo primero.
Rhaenyra sonrió a su hijo, este no estaba tan contento, pero era un niño paciente y su sutil molestia por no haber sido incluido se difuminó cuando Daemon carraspeó para aclarar la repentina sequedad en su garganta.
—No debes responder ahora —agregó Rhaenyra—. Aún faltan algunas semanas, si te surge otra invitación o–. . .
—No, me encantaría pasar la navidad con ustedes.
Joffrey sonrió con más apertura, Rhaenyra detrás también esbozó algo sutil. Daemon no se arrepintió de su elección, pero sí lo dudó. Principalmente porque Rhaenyra tenía un historial; su esposo había muerto hace poco y aparentemente su cuñado los atormentaba por algo. Si él intentaba acercarse un poco, tendría que partir por la sinceridad, y eso era algo que no podía permitirse.
Daemon no debía ser un genio para saber que lo que Rhaenyra necesitaba era estabilidad, y no estaba seguro de ser capaz de entregarle tal cosa.
Después de sobrepensar demasiado la situación convino consigo mismo en que se estaba situando en una posición extremadamente pesimista y algo acelerada. Él solo se había reunido un par de veces con Rhaenyra, se llevaban bien y tenía todas las facilidades para ir tan de a poco como les hiciese falta; nada le impedía en ese instante aceptar otra de las muchachas oportunidades que el universo le entregaba y disfrutarla salvo su propio autosabojate.
Con ello en mente Daemon pudo pensar que eso solo le sucedía porque, por primera vez en bastante tiempo, estaba haciendo las cosas bien.
—Estupendo —Rhaenyra dijo—. Mañana podemos hablar sobre la comida, por hoy solo pienso en terminar acá y descansar.
Daemon pensaba en lo mismo. Y en otras muchas cosas más.
Los tres pronto retomaron sus labores. El silencio volvió a envolverlos, y Daemon supo que esa sensación de curiosa tranquilidad no era cosa de una sola vez. Se preguntó si podría considerar ese particular sentimiento como algo remotamente cercano a la felicidad. Joffrey en algún momento volvió junto a su madre para ayudarla a acomodar sillas.
De todas formas no pudo cuestionárselo mucho porque la campanilla llamó su atención y lo hizo voltear justo cuando cuatro sujetos ingresaban en la cafetería. Daemon se tensó, no porque ya hubiesen cerrado, sino que por el bate de madera que llevaba uno de ellos.
Rhaenyra habló antes que él, pero no anunciando el cierre del establecimiento, sino dirigiéndose al que estaba liderando al grupo.
—Gyles.
—Rhaenyra, tan hermosa como siempre.
—¿Y tu dueño?
Daemon hizo una mueca sutil para esconder la sonrisa naciente en sus facciones. El tipo no pareció encontrarlo igual de gracioso, porque la observó con un puro y pleno desdén.
—Larys se disculpa por no venir él mismo —Daemon conocía vagamente al tipo por lo que ella le había contado. Su nombre solo signifcaba problemas—. Está ocupado, ya sabes, ¿el dinero?
Rhaenyra no se movió. Joffrey estaba justo detrás de ella, se notaba incómodo, por no decir asustado.
—No le daré nada a alguien que no sea Larys, puedes ir y decirle.
Gyles no parecía muy de acuerdo con esa idea, porque no se movió de su lugar.
—No funciona así, bonita. Tú acatas, no cuestionas.
—No tengo dinero para ti.
—Respuesta incorrecta.
Daemon estaba haciendo un ejercicio de paciencia. Su asistente social había sido textual cuando le dijo que cualquier pelea podría afectar su libertad condicional y otra vez llevarlo directo y sin miramientos tras las rejas.
Rhaenyra seguía confrontando al Gyles. Daemon se adelantó manteniendo un perfil bajo solo hasta situarse junto a Joffrey. Dos de los sujetos lo miraron, pero a ninguno le interesó mayormente. El niño parecía al borde del llanto.
—¿Tú canción favorita? —curoseó acuclillandose delante.
—¿Qué?
—Dime tu canción favorita.
—Here Comes The Sun, mi mamá me la canta para dormir.
Daemon quiso sonreír porque la imagen era algo bastante adorable. No lo hizo.
—Nos gusta el mismo álbum —observó—. La mía es Octopu's Garden.
Rhaenyra había ladeado ligeramente la cabeza para verlo, pero pronto volvió su atención hacia Gyles. El hombre seguía parloteando sobre dinero y Larys. Parecía que tenía todo el tiempo del mundo.
—Hazme un favor —murmuró, ganándose la atención del niño—. Quiero que te escondas debajo del mostrador, te tapes los oídos y cantes Here Comes The Sun hasta que ella o yo vayamos a buscarte.
Joffrey palideció.
—¿Por qué? —cuestionó en el mismo tono bajito.
—Porque quizás deba golpearlos, y eso tú no lo debes ver porque eres pequeño —el mentón de Joffrey tembló, pero asintió—. Hazlo ahora, no pasará nada.
Joffrey obedeció y no demoró en precipitarse hasta el lugar indicado. El cuarto sujeto hizo el ademán por adelantarse para buscarlo, pero Daemon no dudó en interponerse. Recibió una mirada sucia.
—Quieto ahí —indicó con un aire desdeñoso.
—¿Tienes una mascota nueva? —Gyles preguntó, cayendo recién en su presencia—. ¿El último ya se fue? ¿Tan pronto?
—Le rompiste una pierna.
—Él manda y yo obedezco —Gyles se encogió de hombros—. Ya sabes cómo es Larys
—¿Envidioso? —Daemon no puso evitar preguntar.
El hombre desvió la mirada hacia él. Daemon no se perdió como uno de sus seguidores hacía un ademán para esconder una fugaz sonrisa.
Sí, Daemon era un tipo muy gracioso.
—¿Tu nombre?
—Déjalo fuera —Rhaenyra habló—. Él no tiene nada que ver.
Daemon pensó momentáneamente en que Luke había hecho algo parecido cuando Larys los visitó en su primer día. Sabiendo lo que sabía actualmente, consideró al chico alguien realmente valiente.
Él seguía entorpeciendo el paso del tipo que había querido ir con Joffrey. Este mismo lo miró de arriba a abajo, Daemon no se inmutó, era más alto y ciertamente demasiado arrogante como para considerarse inferior a un matón de cara cebosa.
—Yo creo que sí —contradijo el que tenía delante, esbozando una sonrisa venenosa—. ¿Eres el nuevo papi del niño? ¿No sabes qué le pasó al último?
Rhaenyra emitió un sonidito, algo sorprendido, bajo y doloroso que provocó choques en su sistema.
Daemon no la conocía lo suficientemente bien, pero tenía interés en hacerlo. Y a él no le gustaban las faltas de respeto hacia gente que no se las merecía. Especialmente Rhaenyra y su familia. Ellos lo habían invitado a cenar para navidad.
—Te vas a tragar esas palabras —susurró acortando la distancia—. Las devolveré una por una dentro de tu garganta hasta que te ahogues con ellas.
Recibió una carcajada; todos lo que Daemon hizo fue echar hacia atrás su cabeza.
Joffrey seguía cantando "Here Comes The Sun" para cuando Daemon terminó.
—Daemon es un ninja —dijo Joffrey.
—¿Qué? —Luke sonó tan confundido como se veía. Dejó sus llaves sobre la mesa y lo observó.
—Daemon no es un ninja —negó Daemon.
—Lo es. Derrotó a cuatro tipos él solo.
—¿Qué?
Luke paseó la mirada desde Rhaenyra hasta él, ella asintió, Daemon se mantuvo inperturbable. Luke se inclinó y levantó a un gato gris que maullaba contra su pierna. Daemon adivinó que ese era Arrax. El otro anaranjado estaba sentado a un metro era Vermax.
—Lo hizo —dijo Rhaenyra—. Le rompió la nariz a Perkin y dejó inconsciente a Gyles, y a otros dos que fueron con ellos.
—A mí aún no me enseñas eso.
—Porque primero aprenderás a esquivar golpes. Y no podré enseñarte nada hasta que se sane esto —Daemon levantó la mano que Rhaenyra acababa de vendar. Sus nudillos palpitaban y le dolía la mejilla, pero eran heridas menores.
Luke asintió.
—¿En verdad les ganaste? ¿A los cuatro?
Daemon no se perdió como la expresión de sorpresa de Luke pasaba a algo menos entendible cuando asintió. Más que sorprendido después de escuchar eso, parecía incrédulo. Algo curioso bailoteó en su mirada cuando volvió a mirarlo.
—¿Cómo le rompiste la nariz?
—Un cabezazo.
Él levantó las manos como si se estuviese rindiendo con algún tema.
—Me iré a dormir. Joffrey, ven también. Es tarde —Rhaenyra asintió y le deseó las buenas noches—. Mañana saldré con unos amigos —agregó.
El gato naranja lo siguió de cerca. El niño también después de recibir un beso en la frente por parte de Rhaenyra. Luke emitió un "buenas noches" y desapareció por el pasillo.
—Buenas noches, Daemon —dijo también Joffrey antes de irse.
Los inundó un silencio pesado, similar al que se formó una vez Gyles estuvo tirado en el suelo de la cafetería sosteniendo su mano. Curiosamente Rhaenyra no había dicho nada sobre eso. Ellos simplemente habían arrastrado a los tipos inconscientes hasta afuera. Daemon se había encargado de dejarle claro a Gyles lo que le pasaría si intentaba algo contra la cafetería cuando Rhaenyra había vuelto por Joffrey.
—Abre y cierra la mano —indicó. Daemon lo hizo, manteniendo cierto cuidado cuando la piel herida dolió como reclamo—. ¿Necesitas que la vende también?
—No es necesario.
Ella asintió, pero no guardó las cosas aún. Estaba sentada delante de él, su cabello permanecía trenzado y ella aún llevaba la ropa del trabajo. Un botiquín de primeros auxilios permanecía sobre sus piernas. Una de sus manos también estaba ahí.
Daemon deslizó su lengua por encima de la herida abierta en su labio inferior. Vio a Rhaenyra seguir el movimiento y observar la zona.
—Agradezco lo que hiciste ahí —inició, deslizaba con delizadeza un poco de pomada antiséptica por encima de sus nudillos. Daemon notó que las manos de Rhaenyra eran considerablemente más pequeñas y tibias—. Pero no quisiera que salieses lastimado por involucrarte.
—Creo que el que salió lastimado no fui yo.
—Daemon.
—¿Por qué no quisiste pagarle a él? —no pudo evitar preguntar. Recordó que Luke no había dudado en pagarle al cojo, Larys, cuando había ido.
Rhaenyra deslizó su pulgar por encima de la piel magullada, generando un ligero hormigueo punzante. No fue doloroso.
—Me robó una vez —contó, no lo miraba, sus ojos permanecían su mano—. Fue hace un año, dijo que iba en nombre de Larys y le pagué tres meses de ahorros. Al día siguiente llegó Larys a exigir el dinero.
—¿No le dijiste que se lo llevó Gyles?
—No me creyó —Daemon lo supuso—. Tuve que pedir dinero a mi familia para pagar las cuentas y comida. Fueron unos meses complicados.
—¿No te llevas bien con tu familia?
Rhaenyra acunó su mano, demoró algunos segundos en responder. Daemon pensó en que debía ser un tema delicado. Estaba en lo cierto.
—Tengo una buena relación con ellos, en realidad —ella dijo—. Es algo complicado —Daemon se mantuvo en silencio—. Los Velaryon me adoptaron a los dieciséis.
Daemon no tenía algo productivo que agregar a eso por lo que asintió. Aunque tenía muchas preguntas, demasiadas preguntas, se conformó con ese pequeño fragmento de su vida y se obligó a no querer más por el momento.
Pensó en cuánto había pasado Rhaenyra; en que probablemente había vivido sola una parte importante de su vida, en que tenía tres hijos a los que cuidaba sola, en que su esposo había muerto y no debía ser muy observador para saber que lo había adorado como nadie, en que tenía una deuda de dudosa procedencia que absorbía todos sus ingresos y le impedía avanzar, en que soportaba todo sin un apoyo.
Daemon consideró en ese instante a Rhaenyra como la mujer más fuerte que había conocido. Pero no se lo dijo, porque dudaba que ella quisiese oír algo así. En su lugar rozó el dorso de su mano con dos dedos y carraspeó por lo bajo.
—Quizás necesite algo aquí —murmuró señalando su pómulo.
Ella asintió y levantó una mano. Debió acercarse para eso, Daemon se descubrió aguantando inconscientemente la respiración antes de exhalarla en un suspiro cuando los dedos entraron en contacto con la zona magullada. Rhaenyra esparcía la crema con una delicadeza admirable, y cuando estuvo lista no apartó su mano de inmediato, sino que cubrió su mejilla y dejó una breve caricia.
Daemon se deshizo internamente.
—¿También sabes primeros auxilios? —curoseó cuando ella comenzó a guardar las cosas.
—Tengo tres hijos idénticos a su padre, si no están con alguna herida es porque aún no han salido de casa —comentó, sacándole una sonrisa porque definitivamente sus sobrinos eran iguales—. Ya viste a Luke, prefiere irse a los golpes que ser insultado por alguien.
—¿Su padre también se metía en problemas?
—¿Harwin? Definitivamente —había un toque gracioso en su voz. También algo triste—. Pero era de los que jamás perdían una pelea.
Daemon asintió. La lengua le picaba por preguntar qué le había sucedido entonces. Optó por guardar silencio. Fue la misma Rhaenyra quien volvió a hablar.
—Puedes preguntarlo —ella dijo. Había dejado el botiquín a un lado, su espalda tocó el borde de la silla cuando se sentó derecha.
—¿Cómo fue que. . .?
—Se metió en una pelea que no pudo ganar —murmuró—. La policía dijo que fue un asalto, pero yo sé que no.
Daemon no se perdió como el tono de Rhaenyra se tornaba algo tembloroso y apretado.
—Lo golpearon —ella dijo, generando un frío en sus propios huesos—. Lo golpearon tanto que el sangrado interno era intratable cuando lo encontraron. Su billetera seguía en su bolsillo, al igual que su teléfono. ¿Cómo pudo haber sido un asalto?
—No tiene sentido —convino Daemon—. ¿Qué crees tú que pasó?
Rhaenyra observó sus dedos por algunos segundos, luego los contrajo, volviendo puños sus manos.
—Larys —siseó—. Larys Strong lo mató.
*Meteoris Collection de Luis Moinet son un conjunto de cuatro relojes en los que podemos encontrar fragmentos de meteoritos de Marte, la Luna, Mercurio y un asteroide. Su valor se fijó en 5.6 millones de dólares. Fueron el primer robo de Daeron.
TENEMOS PLAYLIST.
Me tomé el tiempo de recopilar las canciones que creo que encajan mejor en la historia, ya sea por el ritmo, la letra o que directamente algún personaje la escuche, en una playlist en Spotify. Pueden encontrarla como Wicked Game (lcmd) y la primera canción es Wicked Game de Chris Isaak, la cual sirvió como inspiración para el fic. Probablemente reconozcan varias de allí, es bastante variada y si se fijan en la letra de algunas hasta podrían encontrar spoilers.
Les comparto por acá también un fanart del capítulo tres hecho por @aboutalex0 en tik tok. Debo presumirlo porque está precioso, nada más.
Andaba viendo también cuánto llevo de los capítulos, probablemente las actualizaciones queden como una a la semana ya que me gusta editar bien los capítulos antes de subirlos.
No tengo mucho que comentar, les mando cariñitos y una preciosa noche o día. <3
No tengo preguntas esta vez. Usen este apartado para putear a los Lannister como si fueran Daeron, los mejores insultos se irán directo a la historia.
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