Capítulo once: "Té y arrepentimientos junto a Caraxes segundo".
No hay TW, les traigo un capítulo tranquilo porque los siguientes se vienen pesados.
Perdón la demora, lxs tqm a todos, besitos.
»You'll be visited by sleep
I promise you that soon the autumn comes
To steal away each dream you keep
Breathe, breathe, breathe«
Rises the moon. Liana Flores.
Si Daeron debía definirse en una palabra, él no podría. Optaba por sustantivos abstractos, oraciones cortas que habitualmente ni siquiera empleaban su nombre: "el hermano menor de Aemond", "Daemon en miniatura", "el Targaryen inútil" y el que Daeron odiaba por excelencia "la desgracia de los Targaryen".
¿Por qué era la desgracia? Probablemente porque por su culpa su madre terminó yéndose, incapaz de tolerar el estrés, y por su culpa su padre recayó, demasiado triste y débil.
Sí, Daeron en realidad podría definirse como un desgraciado.
No era tan fuerte como Aemond, no se llevaba tan bien con la gente como Aegon, ni era tan inteligente como Helaena. Solo era él, una mezcla incompleta de los tres. Incapaz de mantener amistades, considerablemente el más débil de los cuatro y demasiado hiperactivo para quedarse sentado por dos horas completas.
Pero Daeron al menos podía decir que sabía aceptar cuando la había cagado. Y hace dos semanas, mientras recogía piezas medio destrozadas de la moto de un amigo, él supo que lo había hecho todo mal.
La culpa era una perra. Le quitaba el sueño y hundía su estómago en un costante revoltijo desagradable e inusual. ¿Cuándo él se había sentido malditamente culpable de algo? Jamás. Era un bastardo sin corazón, algunos dirían que un poco superficial.
Tal vez cuando mezcló el shampoo de Aemond con los restos de su tintura negra y a Aemond casi le dio un paro cardíaco al verse el cabello gris. En su defensa fue cuando Aemond consideró buena idea unir a Cole a la banda pisoteando su opinión en el proceso.
Mentira, Daeron no se sentía culpable por eso. Lo haría veinte veces más y las veinte las disfrutaría por igual.
Ni cuando se metió a la casa de los Lannister fingiendo ser su amigo, o cuando le rompió la nariz a uno de ellos.
Él ni siquiera se sentía culpable por lo que sucedió con Daemon porque jamás le habían dado la maldita oportunidad de enterarse de qué sucedió. Le avergonzaba, lo enojaba, quería golpear a sus hermanos cada vez que Daemon lo miraba con frialdad. Porque, maldita sea, Daemon era su padre y ellos se lo habían arrebatado.
Así como Aemond llegó y le arrebató también a su único amigo.
Daeron no sentía culpa. No hasta ese instante, hace unos días, en que sus ojos procesaron el objeto más preciado de una persona que había confiado en él destruído en el suelo. Reducido a chatarra y humo. Y a esa misma persona lastimada. Daeron podía recordar su cuerpo tirado en el suelo, la agonía en sus facciones cuando observaba su moto. Daeron podía recordar su propia voz suplicando a la ambulancia que se apresurase, que su amigo estaba herido. Podía escuchar a Luke aferrándose a su hermano.
»—No quiero morir. No me dejes morir.«
Una sensación corrosiva e intoxicante quemaba sus intestinos cada vez que reproducía esas palabras una y otra vez en su cerebro.
Daeron no tenía una motivación lógica para acercarse a él más allá de esa curiosa tranquilidad que Luke poseía. De ese particular honor, su implacable orgullo, su moral corrupta. Luke era la clase de persona que Daeron había buscado por mucho tiempo. Ese tipo al que podía contarle abiertamente que le había robado los cuatro relojes de colección al padre de los Lannister sabiendo que no lo delataría.
Luke había demostrado su miedo latente a Aemond ese día en la comisaría. Daeron lo había visto pálido ante la realización, había notado sus dedos temblando, incluso había considerado la idea de escapar, y aún así cuando Luke se vio amenazado directamente, él no huyó, él fue y en la cara de su hermano le dijo:
»—Te emparejaré los ojos, tuerto de mierda.«
Luke era un demente, y Daeron quería morir porque no tenía idea de cómo lidiar con la culpa abrasiva y bastarda que se pegaba a su piel y lo inquietaba cada día un poco más. Era nauseabunda, le picaba en la garganta.
Aemond aparentemente pasaba por lo mismo, más silencioso y huraño, a simple vista él pensaría que a su hermano no le importaba. Pero Aemond tenía otras maneras de afrontar sus demonios. Él se pasaba horas enteras encerrado en la mecánica, dejó de lado todos los planes, todos los futuros robos y cada vez que lo escuchaba hablar por teléfono era para encargar piezas tan rebuscadas y específicas que ni Daeron, sabiendo de vehículos, tenía una idea de lo que eran.
Aemond también había golpeado a Cole. No ese día, porque ese día todo lo que Aemond hizo fue hacerlo irse antes de que, con sus propias palabras, lo matase. Porque Cole encima de todo le había gritado que se callase, y eso a Aemond no le gustó en absoluto.
Era esa cosa de familia, solo entre hermanos podían tratarse de esa forma.
Fue casi una semana después, cuando Cole apareció en la casa alegando que la policía lo buscaba y Aemond lo estampó contra la pared exigiendo explicaciones. Lo golpeó una y otra vez, lo amenazó con romperle el triple de huesos que Lucerys se había roto por su imbecilidad y luego lo echó.
Aegon a tres metros de él, recto, simplemente observaba a Cole como un depredador listo para lanzarse a su mínimo intento de defenderse de lo que sea que Aemond hiciese. La sobriedad lo volvía lúcido, al parecer. Él mismo contenía su ira creciente por cada palabra estúpida que el bastardo decía. Helaena permaneció junto a Aegon, sus ojos mostraban una frialdad poco piadosa. Helaena se había encargado de trámitar todos los pagos correspondientes. Helaena también había advertido a Aemond sobre Cole.
Daeron sabía que Aemond se culpaba a si mismo más de lo que culpaba a Cole. Porque Aemond lo había llevado. Aemond lo había dejado conducir. Aemond había confiado en él.
Helaena era la única en esa retorcida familia que lo había escuchado, y aún así Cole había tenido que casi matar a alguien para que el par de imbéciles le hicieran caso.
Algo en la situación con Luke le había pegado fuerte a Aemond, y Daeron agradecía eso. Aemond no tenía muchos nervios sensibles, hasta ahora Daeron solo sabía su tema con la oscuridad y Daemon como gatillantes de malas reacciones. Y no era secreto que a él no le agradaba Luke, pero no esperaba que realmente pudiese provocarle esa clase de explosión contra un sujeto por el que alguna vez sintió algo.
Aemond, quien prefería encerrarse en su habitación a leer y conversaba más con Vaghar que con ellos, prohibió a Cole acercarse otra vez a Lucerys bajo una amenaza de muerte.
Daeron seguía sin hablarle, porque él no dejaría pasar la facilidad con la que su propio puto hermano jugó con sus relaciones. Daba igual si conocía a Luke desde hace un mes o dieciocho años, Aemond ya le había pasado por encima las suficientes veces como para hartarlo.
Él se consideraba por su cuenta en ese instante, y quizás sí se arrepentía un poco de eso porque cuando miró a sus nudillos impactando contra la madera tres veces, de pronto cualquier frase coherente se le escapó a la mierda.
Daeron frotaba sus manos húmedas por el sudor en la tela de su pantalón. Daba igual cuantas veces lo hiciera, la piel volvía a calentarse y evidenciarlo. No estaba seguro de cuantos minutos llevaba fuera del departamento. Había repasado en su cabeza lo que diría cuando Luke abriese la puerta. Empezaría por explicarlo todo, pero probablemente Luke le cerrase la puera en la cara así que tendría que improvisar y quizás llorar. No sería difícil, tenía ganas de hacerlo desde que observó su cuerpo inmóvil en la calle.
Vamos, mierda, la vida no es para cobardes.
Sus nudillos golpearon otra vez la puerta. Nadie abrió. Daeron se balanceó y volvió a tocar. Observó a sus espaldas de forma compulsiva y tragó saliva cuando la manilla se giró y Luke estuvo frente a él.
Solo que no era Luke, sino una versión en miniatura de él. Todo rizos y ojos castaños. Incluso había un deje astuto y ceñudo en su mirada, como si el mocoso estuviese listo para enviarlo a volar con palabras inteligentes y brutales.
—¡Hola!
—¿Quién eres? —Ah, un niño frío, Daeron apretó los labios.
—Un, eh, amigo de tu hermano —le crecería la nariz—. ¿Está él?
—¿Cómo te llamas?
—Daeron.
Sus ojos castaños se agrandaron cuando escuchó su nombre. Él observó hacia adentro cuando una voz femenina preguntó algo, el niño respondió y entonces la puerta se abrió más y otra persona se hizo notar.
Delante suyo había una mujer albina, muy albina, tan albina como Daeron si él se dejase su cabello natural, con ojos muy azules y muy bonita. Daeron sintió que su garganta se secaba. Su saliva era arena y polvo y tamizaba su tráquea impidiéndole conjugar palabras coherentes.
—¿Hola? —ella dijo. Era mayor, Daeron no tenía que adivinar para saber que se trataba de la mamá de Luke.
—Luke —balbuceó, recibiendo una mirada extraña. Su rostro se calentó—. Eh, vine a ver a Luke. Soy un amigo. . .
Ella lo observó, Daeron sintió que esos iris azules escanearon hasta los rincones más profundos de su alma antes de que unas pequeñas arrugas se hicieran presentes a los costados de sus ojos cuando amplió una sonrisa leve.
—Eres el sobrino de Daemon, ¿no? El pequeño.
Daeron tenía demasiadas preguntas como para realizar solo una en ese instante. Desde el por qué esa mujer sabía que Daemon tenía sobrinos, hasta el cómo directamente podía relacionarlo a él con uno de ellos. Y si existiría alguna pequeña posibilidad de que Luke le hablase sobre él a ella. Asintió, tragándose las ganas de escapar.
—Sí, sí, Daeron Targaryen.
Entonces sus ojos se abrieron. Daeron notó que sus mejillas dejaban en evidencia unos pequeños hoyuelos cuando ella esbozó una sonrisita amable. Daeron también notó que su corazón se apretó porque era muy bonita. Muy, muy bonita. Muy amable. Daeron podría ganarle por algunos centímetros, pero ella definitivamente se sentía más alta.
—Luke está durmiendo ahora, si tienes tiempo puedes pasar y esperarlo.
Ella se hizo hacia un lado cuando asintió y de pronto Daeron ya no estaba de pie en la puerta sino que sentado en una pequeña mesa de cuatro lados justo delante del niño. Habían cuatro tazas puestas en la mesa, Daeron se preguntó de quién sería la cuarta; hasta donde había leído solo vivían tres en esa casa.
—¿Quieres un poco de té? —Daeron volvió a asentir.
—Sí, muchas gracias, señora Velaryon —ella hizo un ademán con una mano y le regaló una sonrisa breve.
Hoyuelos, otra vez, como los de Luke. Dos pequeños hundimientos a los costados de sus mejillas que iluminaban todo su rostro.
—Dime Rhaenyra —dijo, y Daeron se descubrió diciendo nuevamente que sí mediante gestos—. Luke despertará pronto, sus siestas no duran más de veinte minutos.
—¿Lo puedo ir ver? —se descubrió preguntando. Ella ojeó hacia un pasillo pequeño, pareció dudarlo bastante antes de asentir una sola vez.
—Intenta no despertarlo, no ha dormido muy bien desde el accidente. Le recetaron analgésicos pero no los ha estado tomando porque son bastante fuertes y le provocan mareos.
Daeron tuvo que presionar los labios con fuerza y entregar un único y breve asentimiento antes de dirigirse hacia las habitaciones. Rhaenyra dijo "la última a la derecha" y Daeron abrió la puerta con tanto sigilo como sus muchos años aprendiendo a robar le permitieron.
Lo primero que vio fue un par de ojos ambarinos, brillantes y afilados. Un gato. Era gris y estaba recostado justo junto a una cabeza llena de rizos despeinados. El gato lo miró, lento y tendido, era un ovillo que parecía estar perfectamente ubicado en un lugar donde pudiese permanecer junto a Luke sin estar directamente encima de él. Había otro más junto a sus piernas, pero ese ni siquiera se tomó el tiempo de mirarlo.
Luego se fijó en Luke.
Dormía boca arriba, una mano sobre su pecho parecía estar sosteniendo algo, la otra estaba sobre la almohada casi rozando a su gato. Su boca estaba apretada y su ceño fruncido, Daeron podría apostar todo a que el cuerpo le dolía aún entre sueños. Aemond le había dicho que Luke se había fracturado una costilla y que tenía un pie esguinzado. Después de eso Aemond no le dijo nada más, probablemente porque lo mandó a la mierda de una forma muy florida y descriptiva.
Devolvió su atención a Luke. Él era convencionalmente atractivo, y Daeron dudaba que siquiera lo notase. Todos sus rasgos eran armónicos, y mientras dormía su nariz arqueada era aún más notoria. A Daeron le parecía curiosa porque todos en su familia tenían el tabique tan recto como una regla. Probablemente esa fuese la primera vez que Daeron veía a Luke usando una camiseta de manga corta, su tono de piel era blancuzco, pero no alcanzaba a igualar su propio pseudo albinismo.
Luke siempre se veía un poco gruñón y retraído, hasta las últimas semanas en las que demostró que en realidad tenía un particular sentido del humor y bastante más que decir. No tanto como Daeron, si debía ser sincero.
Daeron apretó los labios cuando pudo notar un pequeño moretón pintando una de sus mejillas, y con el mismo silencio que empleó para entrar, salió dejando cerrada la puerta.
Rhaenyra estaba sentada en la mesa junto al niño. Se llamaba Joffrey, estaba en el registro que leyó cuando investigó a Luke. Pero Joffrey no le había dicho su nombre, y Daeron no quería parecer un psicópata, así que cuando volvió a sentarse solo le regaló una sonrisita. Había una taza con té humeante delante suyo, ella le indicó con la mano cuál era el azúcar y el endulzante.
—Debes ser el hermanito de Luke —observó—. Él me habló sobre ti. ¿Eres Jace?
—No, Jace es nuestro hermano mayor —él dijo—. Yo soy Joffrey.
—Es un placer, Joffrey —Daeron alzó las cejas—. Yo también soy el menor en mi familia.
Joffrey sorbió de su taza, él lo imitó y tomó un poco de su té. Daeron no se perdió los segundos que se tomó el niño para volver a hablar, Rhaenyra también estaba curiosamente atenta a sus palabras.
—¿También puedes abrir las puertas sin llaves?
Daeron se atoró y tosió.
—¿Cómo?
—Daemon nos ayudó una vez a abrir la puerta cuando se me quedaron las llaves —Rhaenyra explicó—. Usó unas ganzuas.
La curiosidad se instaló en su sistema ante esa breve historia, principalmente porque no esperaba que Daemon tuviese aún esas herramientas a su disposición, y porque era aún más sorprendente que las hubiera usado para ayudar a esa familia. ¿Qué estaría haciendo Daemon tan cerca de ese departamento?
—Oh —su rostro adquirió una sutil malicia—. Yo también puedo, y lo hago más rápido que él.
Si Daeron palmeaba el bolsillo interno de su chaqueta, encontraría un juego de ganzuas muy similar al que su tío poseía si es que no se había comprado uno nuevo aún. Rhaenyra lo observó, Daeron de pronto se sintió pequeño en su asiento.
—¿Es una cosa de familia saber forzar cerraduras? —ella preguntó, bebiendo sin prisa de su taza.
Daeron negó quizás un poco demasiado rápido.
—En absoluto, Daemon me enseñó cuando era pequeño porque. . . Eh, le insistí demasiado.
No era mentira, pero Daeron no tenía por qué agregar que le habrían enseñado igual cuando creciera porque esa era la primera regla de un buen ladrón:
»Siempre ser capaz de crearse una entrada y una vía de escape.«
Daeron pasó los siguientes diez minutos parloteando con Rhaenyra y Joffrey sobre Daemon y Luke. Ella le contó sobre la vez que Luke se perdió en el supermercado cuando era pequeño, y Daeron habló de cuando él y su hermano mayor, Aemond, sin querer casi incendian la cocina al intentar cocinarle el desayuno a Daemon en el día del padre.
En su defensa Daeron tenía siete –y una particular fijación con el fuego– y Aemond once.
Los tres guardaron silencio cuando un par de pasos se hicieron escuchar desde el pasillo. Y Daeron de pronto sintió el sudor frío perlando su frente porque Luke estaba delante de él tenebrosamente enojado, haciendo un increíble trabajo al disimularlo. Le regaló una sonrisa débil.
—¡Luke! —saludó, ignorando el revoltijo en su estómago —. Hola, tu madre me dijo que esperara acá hasta que despertaras.
Luke paseó su mirada desde Rhaenyra hasta él un par de veces. Sus ojos parecían capaces de clavarle un agujero en la frente, eran fríos y si Daeron los observaba bien, podría apostar a que se arremolinaban con furia contenida.
Llevaba una camiseta holgada blanca y unos pantalones de chandal con estampados de colores lo suficientemente largos como para cubrir hasta los dedos de sus pies. La mitad de su cabello estaba amarrado y despejaba su rostro carente de la tranquilidad que poseía mientras dormía.
—¿Qué haces aquí? —terminó por preguntar.
—Daeron vino a verte, quería saber como estabas —su madre intervino, regalándole una sonrisa tan cálida como el sol en verano—. ¿No es considerado de su parte?
—Demasiado.
Un escalofrío correteó por su columna y erizó los bellos de sus brazos ante el helado tono de voz. Daeron se removió en su silla y depositó la taza otra vez sobre la mesa.
—¿Me acompañas a mi habitación un minuto? —él preguntó, dirigiéndose expresamente a Daeron.
Daeron se puso de pie con rapidez, golpeando sus piernas con el borde de la mesa en el proceso. Las tazas y platos produjeron ruido y tanto Rhaenyra como Joffrey parpadearon ante el exabrupto. Daeron debió hacer un esfuerzo enorme por no maldecir a los cuatro vientos el dolor que hormigueó en la zona.
—Fue encantador conocerlos —anunció agitando la mano para seguir a Luke. Él ya se había perdido otra vez por el pasillo.
Con la luz encendida Daeron pudo apreciar mucho mejor la habitación de Luke. Habían muchas fotografías esparcidas por toda la pieza, y algunas de las paredes tenían dibujos que definitivamente habían sido hechos a mano. Un escritorio pequeño en donde reposaban los dos cascos y un único guante, su cama a medio hacer y un espacio donde el par de gatos devoraban activamente su comida.
—Aemond está reparando tu moto —se adelantó cuando notó que Luke abría la boca—. Creo que es la vez que más dinero ha gastado en toda su vida, y tiene mucho, ya te lo digo. Creo que hasta mandó a pedir recambios exclusivos a otros países, va a estar lista antes de que te des cuenta. Él. . . Él en realidad está arrepentido, él fue al hospital–. . .
—¿Viniste hasta acá para hablarme de tu hermano? —Luke le interrumpió, sonaba un poco incrédulo—. Porque en realidad no tengo interés en escuchar sobre él.
Daeron quiso golpearse contra algo.
—No, no, en realidad venía a hablar contigo.
—Tampoco me interesa.
—Solo. . . —tuvo que tragarse el nudo que agudizó sutilmente su voz—. Necesitaba decirte en persona que lo siento. No fue mi intención exponerte así, no sabía que mi hermano llevaría a Cole, ni siquiera sabía que él había intentado eso contigo, yo solo te invité porque se suponía que él no iría. Yo jodidamente lo amenacé. . . —Daeron sintió una risa nerviosa mezclándose con esa última palabra—. Lo que–. . . Lo que quiero decir es que abusé de tu confianza sin mediar en las consecuencias. Se suponía que Aemond solo iba a hablar contigo, él me dijo que pensaba hacer un trato. Y estoy hablando demasiado, Jesús. . . Discúlpame, necesito que sepas que no encuentro la forma de decirte correctamente que realmente lo siento mucho. Nunca tuve la intención de jugar así contigo ni de hacerte esto.
Luke no dijo nada.
El silencio se extendió, y Daeron pudo observar manteniéndose callado como Luke frotaba el puente de su nariz. Finalmente Daeron se vio nuevamente bajo el escrutinio de esos ojos castaños, pero cuando Luke habló, lo único que dijo fue un simple:
—Quiero que te vayas.
Daeron habría preferido un golpe en el estómago.
—¿No me escuchaste?
—Lo hice —Luke asintió—. Estás arrepentido y lo sientes.
Ese fue un resumen bastante acertado, Daeron extendió las manos como si pudiese hablar mejor con ellas.
—No te pido que me perdones —balbuceó—. Yo solo espero que. . . Que entiendas que no fue mi intención. . . Y–. . .
—¿Seguir como si nada? ¿Volver a juntarnos mañana como si no hubieses tenido una maldita idea de lo mucho que tu hermano me odia cuando me hiciste ir para "hablar"?
—Luke–. . .
—No soy capaz de amarrar mis propias zapatillas porque me duele demasiado agacharme —gruñó—. Tengo que quedarme sentado mientras mi familia trabaja, porque si me muevo demasiado tardaré más en recuperarme, y terminaré con el doble de dolor al día siguiente. Cuando te veo, lo único que deseo es golpearte, y no puedo porque tengo una puta costilla rota y si lo hago me dolerá más a mí que a ti, y eso–
Luke hizo una pausa y pareció obligarse a respirar profundo, sus manos estaban comprimidas en puños que blanqueaban sus nudillos. Daeron podría apostar a que el solo hecho de levantar la voz le producía dolor.
—¿Qué importa si lo entiendo? No significa que estaré menos jodidamente enojado contigo. Te escuché, y ahora quiero que te vayas, dile a mi madre que tuviste algo que hacer y vete a la mierda, Daeron, no te quiero ver.
Daeron salió de la casa con el corazón en la mano y los puños apretados. Su mente estaba en blanco y le dolía la cara por haberse obligado a sonreírle a Rhaenyra al decirle que su hermano mayor necesitaba ayuda con una urgencia. Ella lo lamentó pero no insistió, lo último que Daeron vio cuando cerró la puerta fueron los ojos castaños de Luke, brillantes y ceñudos.
Un suspiro tembloroso se le escapó, y recién entonces se dio cuenta del esfuerzo que estaba haciendo por ignorar el dolor en su garganta.
Escuchó un sonidito delante suyo, Daeron levantó la mirada sin ganas y de pronto enfrentarse a Luke le pareció más entrañable cuando descubrió a Daemon mirándolo con una sorpresa genuina delante de él.
Parpadeó, ojeó la puerta a sus espaldas y luego a su tío. Él llevaba una caja bastante grande entre sus brazos, su cabello quizás estuviese un poco más largo que el día que lo encontró cerca de esa cafetería, pero seguía siendo corto. Sus cejas estabar arqueadas y tardó algunos segundos cuando parpadeó, como si no creyese que pudiese estar delante suyo.
—¿Vives acá? —preguntó, esforzándose por no sonar algo más que sorprendido e ignorando las peligrosas vueltas que daba su estómago.
—Creí que ya lo sabrías —él dijo—. No te costó mucho dar conmigo la última vez.
—No te busqué —Daemon parpadeó ante su confesión, Daeron se estaba esforzando por sonar como siempre—. La última vez que revisé ya no estabas en esa habitación que rentabas, supuse que sería mejor dejarte tu espacio. Si no sabía donde estabas no tendría ganas de venir a verte.
Él asintió, Daeron supuso que de acuerdo con sus palabras. Observó la puerta a sus espaldas, la puerta del departamento de los Velaryon, y después otra vez a él. Cambió el peso de un pie a otro con genuina incomodidad.
—Supongo que no viniste a verme a mí —Daemon no preguntó eso, él señaló con la nariz la puerta a sus espaldas—. Aparentemente lo atropellaron, robaron su moto y después lo dejaron en la ambulancia. También pagaron todas sus cuentas. Un tipo medio raro con una cicatriz, ¿lo sabías?
Daeron estaba seguro de que pudo sentir su sangre enfriándose, los latidos detrás de sus costillas se tornaron demasiado acelerados para ser considerados saludables. Había algo tenebroso en los iris de Daemon cuando se atrevió a mirarlo otra vez, una cosa helada y molesta, pero Daeron no era capaz de sentirse avergonzado en ese instante, porque él no podía ver correctamente el rostro de su tío a través de la nebulosa que cubrió sus ojos.
Llevó las dos manos hasta su cara y escondió su rostro antes de que las lágrimas cayeran.
—Fui yo —susurró, su labio inferior tembló con furia—. Fui yo, fui yo, yo lo llevé y él podría haber muerto por mi culpa. Le supliqué a Cole que fuera más lento, que parara el auto, yo no quería subir a ese puto auto, yo solo quería que Aemond dejara a Luke en paz para que estuviera más cómodo en mi casa —sollozó—. Me está matando esta mierda, Daemon, ya no quiero sentirme así.
A veces recordaba a Aemond, él solía hacer eso de contar hasta diez y apartar su dolor, debía ser efectivo, porque Daeron jamás había visto a su hermano quebrándose. Cuando él lo intentó, descubrió que era un ejercicio inútil y todo lo que hacía era volverlo aún más consciente del dolor en su garganta y las ganas incontenibles que tenía de llorar.
Sus dedos temblaban contra su rostro y los ojos le ardían, lo acusaban y evidenciaban. Débil, débil, débil. Todo lo que podía hacer era llorar y lamentarse. Era débil y desgraciado. Y otra vez estaba solo y sin amigos.
Daeron no escuchó los pasos o sus movimientos cuando su tío dejó la caja en el suelo, él solo cayó en la cuenta al verse envuelto por una mano conciliadora que se enredó en su nuca y lo acercó hasta cubrirlo con su propio cuerpo. Daeron apoyó la frente en su hombro y apretó su abrigo, escuchando a Daemon suspirar.
De pronto tenía siete años otra vez y su tío estaba regañándolo después de haberle dicho textualmente que se caería si no tenía cuidado mientras corría por la plaza. Daeron había raspado su rodilla y estuvo lloriqueando hasta que Daemon lo cargó. Después de eso tomaron un helado con Aemond ya que solo habían salido los tres esa vez.
—Es bueno saber que no terminaste siendo el psicópata de la familia —él murmuró, sacándole una sonrisa entre sollozos.
Los dedos de Daemon repartieron algunas caricias que parecían más como palmaditas en su cabello, y se sintió curioso después de tantos años. El solo recuerdo comprimió su corazón y llenó sus ojos otra vez con lágrimas que humedecieron la tela del abrigo. Si a Luke se le ocurría salir a pasear en ese instante, se encontraría con él llorando como un niño pequeño en el hombro de su tío. Que vergüenza.
Se apartó un poco, solo lo suficiente como para enjuagar las lágrimas y observar a su tío y su rostro ligeramente ceñudo.
—¿Me veo muy feo? —preguntó, frotando su nariz. La voz le salió gangosa y lamentable.
—Horrible.
Daeron quiso llorar otra vez, porque no tenía idea de que era capaz de sentirse tanto mejor únicamente estando junto a Daemon de esa manera.
—¿Puedo quedarme contigo? —murmuró—. Peleé con Aemond, no tengo ganas de verlo.
Daemon pareció pensarlo por algunos segundos, avivando el temor creciente a una negativa que podría recibir. En teoría podía perfectamente ignorar a su hermano, pero era más notable su ausencia que su presencia, y él era un bastardo vengativo.
—Dormirás en el sillón —él finalizó, emitiendo un suspiro rendido—. Solo tengo una cama, y es mía.
Estuvo de acuerdo, y entonces Daemon se volteó hacia la caja en el suelo. La tomó después de abrir la puerta y los dos entraron en el departamento. Estaba bastante más vacío que el de Rhaenyra, pero las dimensiones eran similares. Había un sillón, algunas plantas en el balcón y la puerta que daba a la cocina permanecía cerrada. Su propia casa debía ser tres o cuatro veces de ese tamaño, pero Daeron no pensaba ponerse a comparar, porque ciertamente ese sitio siendo pequeño se notaba más tibio y familiar.
Sus ojos se sentían hinchados, aún le hormigueaba el pecho y estaba seguro de que si recordaba su reciente conversación con Luke terminaría llorando otra vez, en su lugar decidió centrar su atención en Daemon. Él dejó la caja en el suelo, algo dentro de ella se movía, y cuando Daeron levantó una de las alas para husmear, se encontró al animal más feo que había visto en su vida. Y él vivía con Vhagar.
—¿Qué es eso?
—No es eso —Daemon dijo—. Es un perro.
—No, no lo es.
Era un ratón. Un ratón que creció demasiado y tenía las patas largas, con unos ojos saltones preocupantes y algunas zonas de su pelaje que no eran más que pelones. El animal lo miró y movió la cola, Daeron hizo una mueca y juntó otra vez las alas de la caja.
—Es un perro, ladra y todo —Daemon se inclinó y tomó al animalito, dejándolo fuera de la caja. Este volvió a mover la cola.
—Déjalo donde estaba, Daemon, seguro a alguien más va a gustarle.
Daemon se puso en cuclillas y le hizo cariño al perro-no-perro. El animal agitó aún más rápido la cola, parecía nervioso, temblaba y estaba flaco. Daeron no sintió pena. No lo hizo. Él definitivamente no sentiría pena por animales feos.
—Estaba en la calle cuando venía para acá —contó, tomándolo en brazos—. Habría muerto de frío, así que lo traje. De todas formas tenía pensado adoptar a un perro.
—Los años te están ablandando.
—Cállate o terminarás tú en la calle.
Levantó las manos en su gesto pacífico. El perro le lamía la mejilla a Daemon y lloraba, y movía la cola y parecía ser incapaz de demostrar toda la emoción que su pequeño cuerpo contenía.
—Es un buen chico —él comentó, haciéndole cariño—. Se llamará Caraxes segundo.
Daeron jadeó. Llevó una mano hasta su propio pecho mientras veía como Daemon dejaba al feliz animalito en el suelo y se movía por la casa, directo a la cocina. Lo siguió, gesticulando con las manos.
—No le puedes poner Caraxes, es un insulto a su memoria —alegó—. Caraxes era grande e imponente y se habría comido a cualquiera que se metiera en la casa, esa cosita se mearía del susto si entra un ladrón, ¡míralo! Probablemente se mee solo por hablarle feo.
—Se parece a ti, entonces.
—No eres chistoso —Daeron señaló un té cuando Daemon lo ofreció, después siguió alegando—. Ponle otro nombre, Perrito, Ratón, yo que sé, ¿qué tal Tessarion? Ese un buen nombre.
—Caraxes segundo —llamó.
El perro movió la cola y Daemon le regaló una sonrisita triunfal que Daeron no devolvió.
Caraxes segundo permaneció junto a Daemon mientras él servía carne y agua en un par de platitos. El hervidor burbujeaba, la lluvia golpeaba el suelo fuera del departamento. Daeron consideró surreal esa situación, pero no pensaba quejarse, porque Daemon sonreía mientras le hablaba al perro, y Daeron había olvidado la última vez que vio a su tío sonreír con tanta soltura.
Los dos tomaron té con galletas sentados en una pequeña mesa individual. Daeron por algunos segundos se descubrió deseando que Aemond estuviese con ellos. Y Aegon y Helaena. Principalmente Aemond, porque él podría apostar todo a que era el que más extrañaba a Daemon de los cuatro.
Hablaron por un rato. Daeron le contó sobre su gran robo a los Lannister, por qué había peleado con ellos en el bar, cómo se hizo amigo de Luke gracias a ellos. La mención de Luke abrió la puerta a una nueva pregunta, y entonces Daeron se descubrió jugando con la cuchara dentro de su taza para evadir los ojos lila de su tío.
—Me odia —murmuró sin ganas—. Yo también lo haría, fue mi culpa que su moto se destruyera.
—La policía dijo que no estaba cuando llegaron, ¿quién la tiene?
—Aemond —Daemon no pareció sorprendido—. La está reparando. Luke ya lo sabe, él fue a verlo cuando estaba en el hospital.
Eso sí lo sorprendió, porque sus cejas se alzaron de manera genuina. Él se inclinó un poco más sobre la mesa, Daeron quiso alejarse porque no le gustaba ser interrogado.
—¿Solo fue por eso? —Daeron maldijo a sus abuelos por haber tenido a un hijo tan jodidamente observador y minucioso.
—La policía nos está haciendo la vida infeliz —masculló—. El reporte del paramédicos coincidía en gran medida con el de Aemond, y están intentando encontrar cualquier cosa para abrir otra investigación en nuestra contra. Aemond fue a verlo para acordar que no hablase con ellos.
—Se tomó muchas molestias considerando lo fácil que podría haberte sido solo manipular algunos archivos y sobornar a las personas correctas —Daemon se acomodó en su asiento.
—Luke sabe demasiado.
—Él no dirá nada, odia a los soplones.
—¿Desde cuando lo conoces tan bien? —Daeron no escondió su curiosidad, pero Daemon no le respondió—. Destruimos su moto y le hicimos daño, él le habría dicho todo a la policía y no lo podríamos haber culpado.
—Ustedes son perfectamente capaces de salir de esa situación, definitivamente han estado en peor–. . .
—¿Qué hay de ti? —interrumpió, Daemon parpadeó—. Luke habría dicho todo, desde cuantos somos hasta la cantidad de dinero y joyas que hay en esa bodega. ¿Cuántos robos ahí te pertenecen? Más de la mitad, millones y millones que has robado junto a mi padre durante toda tu vida. Si Luke dice algo nosotros estaremos bien, pero tú estás formando una vida lejos de todo eso, y esto te habría jodido cualquier oportunidad. Quizás a Luke le dé igual, ¿pero qué hay de tu trabajo? ¿Del tipo al que le arriendas? Nadie confiaría en ti. Aemond no quiso arriesgarte, no otra vez.
Daemon no dijo nada por un minuto completo. Él se mantuvo en un silencio contemplativo, hizo el ademán por hablar un par de veces antes de emitir un suspiro rendido y negar, sin palabras. Frotó su nuca, sus ojos y al final suspiró otra vez. Daeron se removió en su asiento cuando se vio bajo su escrutinio. Ya no le quedaba té.
—¿Qué vas a hacer con Luke? —terminó preguntando, dando por terminado el tema de la policía.
Daeron lo agradeció, los transfondos legales no eran lo suyo. Apenas le había entendido a Aemond cuando le explicó por qué debían impedir que Luke hablase con la policía.
—No tengo nada que hacer, me odia —repitió. Daemon chasqueó la lengua.
—Él no te odia —su corazón dio una voltereta—. Pero está enojado. Tú debes saber tan bien como yo que él atesora su libertad tanto como su moto, y ahora no tiene ninguna a de las dos. Cualquier insulto que te dedique te lo tienes más que ganado.
Su labio inferior tembló, pero Daeron no podía negar nada de eso. Luke escapaba cuando se veía sobrepasado, él mismo se lo había dicho una vez. Todo era más fácil cuando iba a doscientos cincuenta por hora en alguna carretera vacía. Cuando solo eran él y el rugido de su moto. Luke solo le dijo que era una herencia de su padre y Daeron prefirió no meterse más a fondo. Sabía lo que necesitaba saber, ese vehículo debía ser la posesión más preciada.
—Podrías tomar su lugar en la cafetería hasta que mejore.
Daeron parpadeó ante la sugerencia.
—No soy el mejor calificado cuando se trata de atención al cliente, Daemon, apenas y logré caerle bien a Luke —y eso le había tomado tiempo y demasiados comentarios que se tragó antes de decirlos.
—Por ahora no se estamos atendiendo —él dijo—. Se están haciendo reparaciones y Luke está de malhumor porque no puede ayudar. Toma su lugar hasta que él pueda retomar sus labores, eventualmente te perdonará si realmente estás arrepentido.
—¿Y si no lo hace?
Daemon lo miró.
—Entonces quedará en tu consciencia, y te servirá para aprender que las personas no son juguetes.
Daeron pasó todo el día siguiente cuidando a Caraxes segundo. Le fue a comprar comida, lo sacó a pasear –fue vergonzoso escuchar algunas risitas– y finalmente volvió al departamento. También pasó por su propia casa a buscar algo de ropa. Aemond estaba en la mecánica cuando llegó, Aegon al parecer le hacía compañía. Helaena lo dejó en la casa, esperó a qje recogiese ropa y su cepillo de dientes, y después lo dejó otra vez en el edificio. Ella no lo cuestionó, solo le hizo saber que estaba ahí cuando la necesitase.
Era todo lo que Daeron necesitaba escuchar, así que asintió y se despidió con un beso ruidoso en la mejilla.
Daemon llegó a la noche. Él habló con Luke, y después con Rhaenyra. Le contó que Luke puso algunos peros antes de aceptar; Daeron realmente necesitaba saber en qué momento su tío y Luke se hicieron tan amigos.
Él iría con Daemon al día siguiente a la cafetería y comenzaría a trabajar con los Velaryon hasta que Luke se mejorase, o lo perdonase.
Daeron salió junto con su tío y se encontró con los Velaryon en la entrada del edificio. Luke solo le lanzó una mirada rápida, Rhaenyra, por otro lado, le regaló una sonrisa pequeña y lo excusó diciendo que era de los que se despertaban de malhumor. Joffrey estaba a su lado, era el más enérgico y por eso descubrió que pronto se llevarían bien ya que Daeron también estaba repleto de energía. Se fueron parloteando todo el camino, que no fue mucho porque la cafetería quedaba bastante cerca del edificio.
Luke era el último, unas pequeñas ojeras decoraban su rostro y caminaba más lento. Cuando Daeron hizo el ademán por situarse a su lado, recibió una mirada lo suficientemente mortal como para devolverlo al lado de Joffrey y Daemon.
Un sujeto los encontró a medio camino y para sorpresa de Daeron lo primero que hizo fue molestar a Luke. Chocó sus hombros en un gesto cuidadoso, frotó sus cabezas y lo despeinó ganándose un bufido.
—Hey —el tipo lo saludó, Daeron se lo devolvió con un gesto de cabeza—. Daemon no me dijo que tenía un hijo, ¿cómo te llamas?
—No es mi hijo.
—No es mi papá.
Los dos hablaron al mismo tiempo, logrando que incluso Luke esbozara una pequeña sonrisa a sus espaldas.
—Seguro —él dijo, y Daemon carraspeó—. Soy Laenor.
—Daeron —se presentó—. Es mi tío.
Laenor los miró a ambos con las cejas arqueadas y terminó por encogerse de hombros. Saludó a Joffrey chocando las palmas. Laenor también era de los que amanecían de buen humor, al parecer.
Los seis llegaron a la cafetería aún siendo rodeados por un silencioso amanecer. No debían ser más de las nueve y media, pero Daeron se había dormido temprano, inundado por un agotamiento insospechado.
El sitio era bonito, aunque cualquier posible belleza estaba opacada por las grandes palabras en rojo que brillaban en las paredes blancas. Cuando entraron el panorama no era mucho más favorecedor; muchas de las superficies estaban rayadas con insultos que se notaban difíciles de borrar, el mostrador estaba vacío y la vitrina donde deberían exponerse los postres permanecía impecable y solitaria.
—¿Qué demonios pasó acá? —no pudo evitar preguntar.
Un brillo triste opacó momentáneamente los ojos de Rhaenyra cuando pasó a su costado. Ella había recogido su cabello en una trenza simple y se veía muy bonita. Daeron se sintió inmediatamente mal por haber husmeado.
—Unos imbéciles con mucho tiempo libre —masculló Luke, avanzando hasta pasar por su lado. La bota quirúrgica lucía aparatosa y grande en comparación a su otro pie.
—Descuida —Rhaenyra habló—. Nos dio la oportunidad para ampliar un poco y hacer remodelaciones. Todo lo que nos falta es pintar y reabastecer algunas cosas.
Daeron desvió su atención hacia Luke, él se había movido hasta el sitio a uno de los costados del mostrador, donde una cafetera grande y brillante estaba instalada.
—¿Alguien quiere café?
—¡Yo!
Luke miró a Joffrey, el niño le regaló una sonrisa dientuda. Daeron notó que le faltaba un colmillo.
—Dos te voy a hacer.
Joffrey le sacó la lengua.
Daeron de alguna forma encontró un sitio junto a Daemon y Laenor cuando los seis se sentaron a beber café –y leche con chocolate–. El frío invernal que los había atormentado mientras hacían su caminata ya no era más que un soplo olvidable cuando Daeron dio el primer sorbo al suyo.
Cuando volteó hacia Luke, descubrió que este lo miraba. Él apartó la mirada y se enojó otra vez. Daeron no pudo evitar sonreír. Pasitos de bebé, algunos decían, pasitos de bebé.
El resto del día fue un borrón de movimiento. Empapeló el suelo junto a Rhaenyra mientras Daemon y Laenor fueron a comprar pintura, y cuando volvieron les tocó una amplia jornada de pintura que solo se detuvo para el momento del almuerzo. Luke y Laenor cocinaron para los seis, aparentemente era como se distribuían diariamente las tareas, y Daeron se descubrió disfrutando cada bocado porque estaba todo delicioso.
Después retomaron el trabajo, y Daeron pudo notar como Luke dormitaba apoyado en una pared al otro lado de la habitación. Permanecía justo en la esquina, por lo que su cabeza estaba recostada en el otro muro, y estaba envuelto en un abrigo negro que lo hacía lucir particularmente pequeño. No pensaba juzgar su agotamiento, él debería estar en cama descansando, después de todo.
Daeron dudaba que lo que motivase a Luke a permanecer allí con ellos fuese solo su interés por ayudar, pero no lo cuestionó.
Él pasó lo que quedó de la tarde pintando y moviendo mesas. Cuando se hizo de noche todo el grupo cerró la cafetería y entonces los seis se devolvieron de la misma manera. En un pequeño grupo parlanchín que Daeron consideró simplemente entrañable.
Los siguientes cuatro días los pasó de una manera similar. Se levantaba temprano junto a Daemon e iba con los Velaryon a la cafetería para ayudar en las reparaciones. Luke no le hablaba, no aún, pero descubrió que cada día lucía un poquito menos enojado con él, y eso era un avance. Probablemente porque con su ayuda avanzaban mucho más rápido.
Luke ayudaba en lo que podía y terminaba rendido cerca del medio día, lucía bastante agotado. Daeron no sabía cómo preguntarle el porqué no permanecía mejor en casa hasta que la fractura se recuperase un poco más. Estaba seguro que de hacerlo, Luke lo enviaría directo y sin miramientos a la mierda.
Laenor no había ido ese día porque estaba ocupado, Luke y Rhaenyra estaban en la cocina junto con Daemon mientras Daeron terminaba de ordenar una mesa para que comieran cuando una figura dio tres toquecitos en la puerta.
Daeron señaló el letrero de "cerrado" que estaba colgado fuera de esta y siguió. El tio golpeó otra vez. Daeron blanqueó los ojos y dejó las cosas para ir a abrir.
—No estamos atendiendo —indicó, haciendo un nuevo gesto hacia el letrero.
—Así lo veo, ¿puedo pasar?
—No —Daeron sostuvo la puerta y repitió—, porque no estamos atendiendo.
—No vengo a que me atiendan.
Sus ojos se pasearon por el cabello ligeramente ondulado del sujeto hasta sus ojos castaños, era más alto que él, pero eso no era sorpresa porque mucha gente era más alta que él ya que seguía en crecimiento. Si el sujeto antes sonreía, en ese instante lo miraba con una frialdad peligrosa que a Daeron no le agradó. Rhaenyra le dijo que no le abriera a nadie, él no le abriría a nadie.
Mientras antes se fuera el tipo, mejor, no tenía buena pinta.
—Entonces puede ir a otro lado para que no lo atiendan —sugirió.
Hizo el ademán por cerrar cuando un bastón de madera se situó justo entre él y la puerta, bloqueándole la acción. Daeron frunció el ceño.
—Quiero hablar con Rhaenyra —él dijo, con una voz tan tenebrosamente suave que Daeron no pudo evitar un escalofrío—. Tráela ahora o me aseguraré de que no vuelvas a recibir un salario.
Daeron se vio tentado a patear el bastón para que el imbécil se cayera, en su lugar solo se permitió una sonrisa sardónica.
—Estoy de voluntario, caballero —tarareó—. Mejore su tono conmigo o el próximo café que reciba acá será agua de la acera con leche cortada.
Decidió que la atención al cliente no era su fuerte. Daeron no tenía paciencia para bastardos prepotentes, con Aemond le bastaba y sobraba, y a él lo soportaba únicamente porque era su hermano y en el fondo de su oscuro corazón quizás lo quisiese un poco. Un poquito. Una partícula minúscula de cariño.
El rostro del tipo se tornó de un rojizo furioso, sin embargo antes de que pudiese decir algo su boca se curvó en una sonrisa y observó a alguien a sus espaldas.
—Luke.
Daeron volteó y descubrió a Luke en la puerta que daba a la cocina. Él lo miró y después pasó al sujeto aún afuera de la cafetería, su piel perdió varios tonos de color en esa fracción de segundo.
—Tío —él dijo, adelantándose cuando Daeron no se movió—. Daeron, déjalo pasar.
Si eso le pareció extraño, no lo hizo ver. Le permitió la entrada al sujeto recibiendo una mirada sucia que él perfectamente podría haber borrado de un golpe. Si se ponía a mirarlo con detenimiento, ciertamente compartían algunos rasgos, principalmente las ondas en el cabello y los ojos. Aunque los de Luke eran brillantes y astutos, mientras los de su tío estaban opacos y reflejaban una maldad cruel.
Rhaenyra y Daemon se asomaron por la cocina, todo en sus posturas se tensó cuando se encontraron con el tío de Luke. Daeron no terminaba de entender lo tenebroso del sujeto, solo era un cojo prepotente al que probablemente jamás se lo habían hecho notar. Él no pudo abrir la boca porque la mirada de Daemon se situó en un persona y lo fulminó con una advertencia silenciosa que lo mantuvo callado.
Bien, no joder al cojo.
—Larys —dijo Rhaenyra, ella podría perfectamente haber escupido el nombre cuando lo pronunció.
—No sabía que tenían tantos nuevos empleados —comentó, paseando su mirada desde Daemon hasta él, Luke en algún punto se había situado a su lado.
—Él no trabaja acá, solo nos está ayudando a pintar —Luke se adelantó, ganándose la atención de Larys en el proceso.
—Escuché lo de tu accidente —él dijo en su lugar, no se perdió como el rostro de Luke se tornaba de un grisáceo enfermizo. Ni siquiera cuando se enfrentaba a Aemond lucía tan asustado—. Si lo deseas, mi gente puede buscar a los causantes. Gyles estaría feliz, al parecer les hizo una visita hace poco.
Daeron sintió su propio cuerpo perdiendo calor. Vio a Daemon se adelantándose un paso, y a Rhaenyra haciendo un ademán por detenerlo. ¿Desde cuando ellos dos eran tan cercanos? Tenía sentido, después de todo ella no dudó en dejarlo pasar a su casa cuando le dijo quien era.
—Mantén a tu gente lejos —ella pronunció, era curioso el contraste. Su voz era una daga de hielo que podría perfectamente perforar estructuras blindadas—. Ya está todo resuelto.
—¿Lo está? —Larys no apartó la mirada de Luke, Luke movió la cabeza—. Es una suerte, entonces. Ya sabes por lo que vengo.
Rhaenyra se adelantó algunos pasos y le tendió un sobre. Daeron no entendía nada, pero con solo apreciar el rostro de Luke sabía que no era bueno. Larys no dio las gracias, solo se lo guardó en un bolsillo y se volteó. Daeron lo seguía mirando cuando el tipo recayó en él.
—¿Cómo te llamas? —curoseó Larys.
Luke a su lado no dijo nada, pero Daeron sintió un apretón sutil en su antebrazo. Como si de alguna forma él le estuviese diciendo algo. Una sonrisa austera curvó su boca, algo malicioso pero inocente. Se encogió de hombros y dijo con toda la tranquilidad que poseía un buen mentiroso.
—Daniel Thompson —se presentó—. Mis amigos me dicen Dan, usted dígame Daniel.
Larys asintió, regalándole un último gesto desdeñoso antes de desaparecer, dejando el eco de la campanilla como único recordatorio de su presencia.
Luke suspiró a su costado, Joffrey asomó la cabeza por la cocina. Rhaenyra masajeó su nariz, Daemon junto a ella situó una mano sobre su hombro, como si intentase drenar un poco de su cansancio. El solo le gesto le pareció sorpresivo porque a su tío solo lo había visto así de cariñoso con una mujer –una que a él jamás terminó de agradarle–, y fue bastante tiempo antes de que la cárcel se lo llevase.
—Algo se le metió por el culo y murió allí —comentó, ojeando por donde Larys se fue—. ¿Quién era?
—El hermano de mi padre —Luke murmuró, soltando su brazo. La zona palpitó, Daeron no se había dado cuenta de la fuerza con la que Luke le había apretado—. Le debemos dinero.
—¿Cuánto?
Luke lo miró, después apartó la mirada. Las ojeras se le habían pronunciado bastante más. Rhaenyra y Daemon se perdieron otra vez en la cocina, pero Luke en vez de seguirlos se sentó en una de las muchas sillas que poseía la cafetería.
—Demasiado.
No dijo más. Seguía igual de pálido, quizás un poco más.
D
Ni yo me esperaba un capítulo desde el punto de vista de Daeron, pero creo que era necesario para conocerlo un poquito más fondo.
Les dejo un capítulo tranquilo porque los dos que se vienen están más potentes. El próximo capítulo será desde el punto de vista de Aemond, y el subsiguiente creo que está dentro de mis favoritos JAJAJAJA.
Les prometo que pronto habrán más interacciones entre Aemond y Lucerys, pero como puse en las aclaraciones, es un slow burns y prefiero que se vayan desarrollando bien algunos escenarios en vez de forzarlos.
Para terminar, ganó el What If (que sorpresa) ya lo estoy escribiendo así que estará en mi perfil pronto como un one-shot. Si me da el tiempo quizás hasta también haga el de Daemon.
¿Por qué creen que Luke prefiere estar en la cafetería y no en su casa?
Les deseo una preciosa noche.<3
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