Capítulo cinco: "Amor."
»All of my past, I tried to erase it
But now I see, would I even change it?
Might share a face and share a last name, but
(We are not the same)«
Family Line. Conan Gray.
A
Aemond le dolía todo, pero principalmente la nariz. Se consolaba pensando en que la cara de Jason Lannister definitivamente había quedado peor en comparación. Los dos habían tenido que interferir, con bastante alegría si le preguntaban, cuando a Daeron se le ocurrió iniciar una pelea.
Las cosas se complicaron cuando alguien llamó a la policía, y Daeron, en un arrebato descontrolado, erró un puñetazo hacia Tyland y le dio directo al sujeto.
Pronto los cinco estuvieron esposados contra la patrulla. Los Lannister también estaban allí, en una celda continua a la suya.
Volviendo al tema, a Aemond le dolía la nariz. No la tenía rota, pero sí rojiza. Aegon a su lado tenía una mejilla inflamada y probablemente su ojo terminaría con un moretón al día siguiente. Les habían pasado unas compresas congeladas para disminuir el dolor, pero ya se habían derretido.
Daeron estaba en la celda de en frente porque era menor de edad. Y porque el policía seguía enojado con él. Era el más entretenido en esa situación, probablemente los restos de alcohol en su sistema aún hacían de las suyas.
—¡Lannister! —el grito hizo eco en el espacio vacío—. ¡Laannisteer!
—¡Cállate la puta boca!
—¿Qué tal la nariz? —curoseó—. Mira el lado positivo, hombre, las rinoplastias son caras. Esta te salió gratis.
—Voy a cortarte la puta lengua cuando salga de acá —la voz de Tyland era gangosa y adolorida.
—Parece que no entendiste la parte de las amenazas —Aegon habló. Estaba ebrio como ninguno.
—¡Lannister! —volvió a llamar Daeron cuando se vio ignorado—. ¿Son dos y ninguno responde? Dime algo, eh, Jason, ¿hasta qué punto son idénticos? O sea, ahora ya no lo serán porque Tyland tiene el tabique desviado, pero tú me entiendes, ¿sí me entiendes?
—Jesús maldito —Aemond escuchó a Jason lamentarse, casi sintió pena por el hombre. Daeron podía llegar a ser la pequeña mierda más desagradable si se lo proponía.
—¡Lannister, no has respondido! Estoy de buen humor, Jason, hasta podría hacerte el favor de dejarte la nariz como la de tu hermano, así serán igualitos otra vez. Dos pedazos de mierda idénticos. Horribles, por lo demás.
—Targaryen —Jason se dirigió hacia él—. Ponle un bozal a tu puto hermano.
—Ignóralo, se aburrirá cuando le dé sueño —Aemond respondió.
—¡Lannister! ¡Laannisteer!
Aegon estaba sonriendo, él mismo tampoco encontraba una verdadera molestia la cantidad de palabrerías que emitía Daeron. Ya estaban acostumbrados. Y si molestaba a los gemelos, entonces a ellos no.
—¿Llamaste a Haelena? —preguntó por encima del intercambio burla-amenaza entre Daeron y Tyland.
—Sabes que apaga el teléfono cuando duerme. Y a Daeron no lo puede sacar ella.
Aemond se tumbó sobre el camastro y exhaló un suspiro cansado. Les tocaría dormir ahí hasta que Haelena despertase, y después tendría que encontrar una forma de sacar a Daeron sin que le pidiesen la firma de su tutor legal.
La cabeza le dolía de solo pensarlo.
—No se preocupen, hermanos, ya hice valer mi derecho a una llamada, saldremos de acá pronto. Más pronto que Jason y Tyland, al parecer.
Su ceño se frunció incluso antes de voltear hacia la celda en la que estaba Daeron. Él estaba acostado con un pie balanceándose. Su cabello negruzco revuelto. Aemond no quería mirarse al espejo porque sabía que no lucía mejor, simplemente agarró todo su cabello y lo amarró en una coleta suelta.
—¿Sí? ¿A quién llamaste? ¿A Alicent?
—A Daemon —Daeron lo dijo como si fuese algo obvio.
Aemond se sentó de golpe. Aegon también. Los dos igual de tensos ni siquiera compartieron una mirada antes volver otra vez hacia su hermano. Daeron no se inmutó. Él seguía más entretenido mirando el techo de la celda.
—¿Tenías su número?
—¿Y te respondió?
—Sí. . . Colgó un par de veces, pero sabe que estamos acá —Daeron sonaba demasiado feliz para alguien que había sido amenazado con quedarse sin lengua por esa misma persona.
—Eso no significa nada. Él no vendrá —el tono de Aegon era agrio. Había vuelto a recostarse en su celda.
—Él vendrá —contradijo Daeron.
No había dudas en la voz de Daeron. Aemond no tenía el corazón para contradecir aquella envidiable resolución, pero le dolía su propia mente saboteandolo.
Él tampoco creía que Daemon los fuese a buscar.
—Vendrá por ti.
—Y me alegro por eso, quizás tú deberías cuestionarte qué hiciste mal si tu primer pensamiento es que él no te vendría a buscar.
Aemond pensó que hicieron todo mal.
Los tres pudieron escuchar la risa de Jason, a ninguno le importó. Aemond frotó su nariz con impaciencia. Escucharlos pelear definitivamente volvía todo aún más lento.
—Eso, sé valiente con unas rejas de por medio —gruñó Aegon.
—Vete a la mierda.
—Ve a llorarle a Daemon cuando venga por ti. Si es que lo hace.
—Sé que lo hará porque Daemon no es un bastardo desleal, ¿tú puedes decir lo mismo?
—¿Y tú?
Daeron golpeó la reja.
Aemond no quería seguir escuchando, porque cualquier insulto hacia Aegon le calzaba estrictamente a él. Y saber que compartía ese crimen –haber abandonado a Daemon– con Aegon, lo volvía aún más doloroso. Daeron tenía un motivo para estar enojado y un punto válido para refregar a su hermano su deslealtad.
Ellos no le permitieron ir a verlo.
Daeron tenía trece, su padre estaba agonizando y Alicent se había ido a Alemania. Aegon había optado por el camino de desligarse y por al menos un año todo lo que hizo fue beber hasta la inconsciencia. Aemond tuvo que encargarse de Daeron y Aegon con diecinueve años junto a Haelena, evadir a la policía que les respiraba en la nuca buscando evidencia para incriminarlos por robo y cuidar de su padre.
Y todo con la constante vergüenza de no ser capaz de responder las llamadas de Daemon. En primera instancia por servicios sociales, luego por la policía pinchando sus llamadas, y finalmente porque Viserys murió. Aemond no podía disculparse. No podía hablarle. Él solo había optado por ignorar el peso de sus acciones hasta que fue demasiado tarde.
Aemond podía recordar la carta que recibió de Daemon, quien desesperado por respuestas solo pudo recurrir a un método tan arcaico. Su letra siempre era pulcra, en ese pequeño papel doblado lucía temblorosa y habían varias líneas borradas arriba de un:
»No les perdonaré esto.«
Pero en realidad lo que más le dolió a Aemond no fue esa línea, sino unas que habían sido tachadas bajo varios rayones que alcanzó a leer a contra luz:
»¿Qué hice mal?«
»No merezco esto.«
»Ustedes no son mi familia.«
Aemond se sentía carcomido constantemente por la vergüenza.
—No lo metas en el saco, Daemon puede o no venir, no somos nadie para juzgarlo —dijo, sin quitar su mirada del techo.
—No se abandona a la familia —gruñó Aegon.
—Yo sí los abandonaría si fuera Daemon —comentó Jason desde la otra celda, los tres voltearon hacia donde él estaba. Aemond podía imaginar el brillo casi desquiciado en los ojos de Daeron ante la oportunidad de seguir molestándolos—. Son una desgracia. Me avergonzaría de solo compartir su apellido.
Aemond sintió el conocido calor de la ira apoderándose de su sistema, sin embargo Daeron se le adelantó. Cuando se trataba de insultar a los Lannister, Daeron siempre tendría una lengua creativa.
—Es gracioso que lo menciones, Lannister, ¿no fue a ti a quien robaron cuando tu papi había salido? ¿O fue a Tyland? ¿O a ambos? ¿Qué tan vergonzoso puede ser eso?
—Ten cuidado, perro.
Daeron soltó una carcajada.
—Debe ser horrible, ¿no? Que te roben en tu propia casa. ¿Tu papi se enojó mucho? ¿Te dejó sin paseos en yate? Métete en tus asuntos o el próximo hueso que te quiebre no se sanará tan fácilmente.
—¿Nunca has oído sobre los perros que ladran?
—Yo no muerdo, Lannister, yo rompo narices. Pregúntale a tu hermano.
—Vete a la mierda —gruñó Tyland. Aemond no debía ser muy inteligente para saber que el tipo debía estar ardiendo en coraje, pero hablar en su situación solo le provocaría dolor, y eso gatillaría aún mas rabia.
—¿Qué pasa, Tyland? ¿Te duele hablar? ¿Puedes deletrear "desheredado"? Empiezas con la De, de—. . .
—¡Targaryen!
Aemond, Aegon y Daeron voltearon al mismo tiempo cuando un policía entró en el sitio donde estaban retenidos y gritó, interrumpiendo al último. Se dirigió directamente hacia la celda de Daeron y la abrió; Aemond no se perdió el ceño fruncido del sujeto, y el rastro rojizo en su mejilla. El golpe no se notaba mucho porque su piel estaba enmarcada en una barba incipiente.
—Pagaron tu fianza.
—Malditamente lo hicieron —celebró, poniéndose de pie.
Pasó delante de Aegon alzandole el dedo de enmedio y después regaló golpecitos a la celda de los Lannister.
—Besos a tu hermana, Lannister, y no te preocupes por la nariz. Ya eras feo desde antes.
Aemond sentía el frío aliento de la realidad respirándole en la nuca cuando cayó en la cuenta de que quien había ido por Daeron no podía ser Alicent ni Haelena. Y eso solo dejaba a una persona.
La única persona.
Su corazón latía demasiado rápido como para ser considerado saludable. ¿Daemon estaba ahí? ¿Había ido por Daeron? ¿Los sacaría? ¿Les hablaría? ¿Seguiría enojado? Seguramente sí. Aemond tragó y buscó en su cabeza las mejores palabras para explicar todo a su tío. Y para disculparse. Nunca sería suficiente con una disculpa, pero necesitaba intentarlo, necesitaba que Daemon supiese todo.
—Deja de pensar, él no nos sacará.
—Cállate, Aegon.
Aegon emitió un sonidito de puro desdén e hizo un gesto con una mano.
La parte egoísta de Aemond quería que Daemon los dejase ahí, así podría al menos darle la razón a Aegon y pensar un poco mal de su tío por su rencor. Pero Aemond sabía mejor que nadie cómo funcionaba la lealtad de ese hombre.
Daemon Targaryen no los dejaría ahí.
Aegon tarareaba algo a su lado, sin embargo guardó silencio cuando un policía volvió a ingresar. Pasó la celda de los Lannister y abrió la de ellos. Los dos salieron en un silencio sepulcral.
Aemond notó que Aegon estaba peligrosamente pálido. Él mismo se sentía igual de enfermo, pero nada le impidió observar a Tyland Lannister con una malvada satisfacción cuando pasó a su lado.
Sentía las piernas pesadas cuando pasaron a través de los pasillos, cada segundo más cercanos a la puerta que daba con la oficina, y la entrada, a su vez. Aemond genuinamente pensó en golpear al sujeto para que volviesen a encerrarlo, pero eso solo dejaría en evidencia su cobardía delante de Daemon y no podía permitirlo.
Los recibió un secretario que no los miró dos veces.
Delante de él, al final del pasillo, se encontraba Daemon. Imponente como siempre e inclinado firmando los últimos papeles. A Aemond le faltó el aire cuando volteó hacia ellos.
Daemon los observó por un breve segundo, Aemond sabía que por encima de esa mirada estoica, su tío se estaba asegurando de que ellos estuviesen bien. Su cabello estaba cortado a ras en al nuca, algo similar al de Daeron, pero lucía exactamente igual que la última vez que lo vio. Salvo que nada era igual.
Daemon deslizó los papeles y volteó sin volver a mirarlos. Aegon y él lo siguieron, manteniendo una distancia segura entre el hombre y ellos.
Aemond solo podía pensar en qué decir. Pasó desde saludar hasta directamente disculparse. Pensó en soltar toda su verdad en un monólogo, en abrazarlo, en decirle que lo había extrañado. Sus manos dentro de sus bolsillos se sintieron heladas, por lo que las sacó y movió buscando generar un poco de calor en sus articulaciones.
Pero cualquier intento por iniciar una conversación se quedó en él tragando sus palabras cuando el helado reconocimiento azotó su cuerpo. La sangre en su venas pareció detener su correcto flujo, al menos por el segundo que se tomó en aceptar que lo que tenía delante suyo no era una alucinación por el alcohol.
Delante de él, apoyado en una bonita Ninja Kawasaki, con una chaqueta negra, rulos salvajes y ojos astutos se encontraba el bastardo que había buscado atrapar el último mes.
Lucerys Velaryon, a pocos metros, lo miraba con algo más que sorpresa.
Llevar a Daemon Targaryen como copiloto era una experiencia ciertamente surrealista. En primer lugar porque el tipo le sacaba más de dos cabezas en altura, y era como dos veces él en complexión. Si llegaban a caer, era más probable que Luke se viese arrastrado por el peso de Daemon, en vez de servir como ancla para el sujeto.
Luke recordó momentáneamente al tipo de las ochenta libras que ahora había encontrado un hobbie en hacerlo infeliz. Ese también había sido bastante alto en comparación. Lo recordaba únicamente porque le provocaba escalofríos pensar que había paseado a un tipo que aparentemente lo buscaba para golpearlo.
—¿Cuál comisaría? —preguntó, alzando la voz para ser escuchado.
Daemon le dio las indicaciones pertinentes. Luke pensó que sonaba tenebrosamente tranquilo para alguien cuyo tono oscilaba siempre entre la burla y lo sardónico. Luke no entendía la situación entre Daemon y sus sobrinos, tampoco le importaba en realidad, él solo se había ofrecido a llevarlo después de que Daemon se resignara a ir.
Algo sobre que uno de ellos era menor y él era su tutor.
Luke manejó en silencio, se estacionó al frente de la comisaría y recibió el casco blanco con estampados. Daemon solo había visto el aparato por algunos segundos antes de sonreír y colocárselo sin quejas. Lo colgó del manubrio mientras bajaba para acomodarse apoyado en el vehículo.
—¿Necesitas que te espere? Ya es un poco tarde para los buses.
El hombre lo miró con una sutil sorpresa.
—¿Puedes?
—Sí, claro. Es lo mínimo, nos has ayudado mucho en la cafetería, antes de ti nadie se quedaba mucho tiempo —confesó, jugueteando con la punta de uno de sus guantes—. Tarda lo que necesites, estaré acá.
—Eres un maldito sol, niño.
Después de eso desapareció en el interior de la comisaría.
Luke pasó de apoyarse en la moto a sentarse en esta misma tras poner el apoyo. Ojeó historias de Instagram sin demasiado interés. Jace había subido una de una pila de libros y anotaciones con un pequeño: »Ayuda!!« y varios emojis. Le dejó un "me gusta".
Él mismo tomó una foto de sus zapatos junto a las ruedas traseras y la subió a su historia sin ninguna mención o frase.
No era particularmente cercano a las redes sociales, pero a veces disfrutaba lucir un poco su moto. Y a sus gatos. Una parte importante de sus publicaciones eran sobre Arrax y Vermax.
Unos pasos en su dirección lo hicieron elevar la mirada.
Daemon venía caminando sin demasiado interés. Justo detrás de él venía un chico de su misma edad. Caminaba casi trotando porque el adulto avanzaba rápido.
—Aegon y Aemond siguen adentro —le dijo sin detenerse.
—Me importa una mierda.
Luke esperaba jamás ganarse la ira de Daemon, parecía un tipo capaz de cualquier cosa cuando la situación lo sonrepasaba. Quien lo seguía atrapó su antebrazo, obligándolo a detenerse. Daemon solo tuvo que mirar la zona sujeta para ser inmediatamente soltado.
—Por favor —murmuró, no parecía un allegado a los buenos modales—. Yo inicié la pelea, ellos solo me defendieron.
—¿Y?
—Haelena está durmiendo, no vendrá hasta mañana después de sus clases. Eres el único que los puede sacar.
Daemon guardó silencio, este se extendió por varios segundos antes de que Luke pudiese verlo emitiendo algo similar a un suspiro rendido. Sorpresivamente se volteó en su dirección.
—¿Te molesta? —preguntó—. Estaré un rato, es bastante papeleo.
Solo entonces el tipo que lo acompañaba pareció recaer en él. Luke no se perdió como sus cejas se levantaban con una genuina sorpresa.
—Te espero, no importa.
Daemon asintió y entonces desapareció otra vez dentro de la comisaría. Luke se quedó solo con el tipo de cabello negro.
Notó la nariz recta y mandíbula perfilada; le recordaban a Daemon, salvo que ese tipo era realmente atractivo. Desde sus ojos lila hasta la forma de sus labios lucían armoniosas y bonitas. Poseía una piel libre de granos o cicatrices, y sus pestañas eran largas y curvadas.
Debía ser uno de los chicos más guapos que había visto hasta la fecha. Era la clase de persona a la que seguías con la mirada cuando vas por la calle. El par de moretones en su rostro solo le daban un aire salvaje que combinaba con su cabello revuelto.
—¿Cómo conoces a Daemon? —curoseó.
—Trabajo con él.
—Ah.
El tipo lo observaba demasiado. Luke se dio cuenta que uno de sus pómulos estaba rojizo y su labio inferior hinchado. Como Daemon no daba indicios de salir y el sujeto parecía capaz de perforar un agujero en su piel con esa mirada, no se contuvo y carraspeó.
—¿Quieres un antiinflamatorio?
—¿Qué?
—Para eso —señaló su mejilla—. Luce un poco doloroso.
Él tocó la zona y reaccionó de inmediato haciendo una mueca. Asintió y se acercó con las manos en los bolsillos.
Luke solo volteó y sacó del pequeño bolso que solía llevar una tableta de pastillas comprimidas y una botella con agua. También tenía curitas con formas de animalitos para Joffrey y bloqueador solar. Era una persona preparada. Especialmente cuando siempre terminaba con alguna herida o moretón después de una carrera.
—¿Me das dos más? —preguntó tras tragar la pastilla. Luke presionó ligeramente los labios.
—Lo recomendado es un comprimido por persona. . .
El chico emitió una risa leve y negó. Luke notó que las raíces de su cabello eran tan blancas como las de Daemon, y que ese tono azabache lograba realzar aún más su piel pálida.
—Son para mis hermanos, también se llevaron unos golpes.
Luke asintió y le entregó dos más. También le hizo un gesto para que se quedara con la botella. El tipo sonrió, otra vez. Había una sombra pícara en la comisura de su boca, no algo actual sino un micro gesto que aparentemente era usual en su persona.
—Soy Daeron —dijo—. Daeron Targaryen. Tú eres Lucerys ¿no? Lucerys Velaryon.
Luke sintió su nombre como una bofetada. Cualquier atisbo de amabilidad se perdió en la desconfianza cuando volvió a observar a Daeron Targaryen.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—Sí, eh. . . Sobre eso —Daeron observó a sus espaldas, aún no venía nadie—. Quizás quieras alejarte un poco de la entrada, mi hermano está de un humor de perros y no le caes bien.
—No conozco a tu hermano —masculló—. Otra vez, ¿cómo sabes mi nombre?
—Lo conoces —inistió, ignorando su pregunta—. ¿Aemond Targaryen? ¿Uno punto ochenta y siete? Su cabello parece sacado de un anuncio de shampoo y tiene una cicatriz en el ojo. Al parecer nos robaste y el tipo está obsesionado con que lo devuelvas. Yo creo que deberías trabajar con nosotros, ¿alguna vez has robados bancos? Con esa moto debes ser el terror de la policía, ¿sí es una H2R? ¿Crees que puedas darme una vuelta?
Luke sentía sus dedos helados dentro de los guantes. La voz de Daeron se volvió un ruido más en el ambiente cuando cayó en la cuenta de que no le robó a un tipo con suerte sino a toda una maldita familia de mafiosos. O ladrones. O lo que mierda fueran.
Jesús, y Daemon era su tío, ¿qué le haría si se enteraba de que les robó? El tipo no tenía una buena relación con ellos, pero Luke no se perdía el cariño que aún les guardaba. Tampoco miraba en menos lo feliz que estaba su madre desde que el hombre trabajaba con ellos. Había olvidado la última vez que la vio sonreír tanto desde que su padre se fue. Incluso se arreglaba un poco más.
A Luke no le gustaba la idea de un reemplazo, pero le gustaba ver a su madre sonreír.
Si ellos le decían él probablemente se pondría de su lado y entonces Luke estaría lidiando con Aemond, el loco que lo llevaba molestando desde hace semanas, y Daemon, el tipo que estuvo en la cárcel por haber matado a alguien. Y entremedio dos tipos más que debían estar igual de dementes que ellos.
De pronto sus pulmones ya no estaban recibiendo tanto oxígeno.
—¿Estás bien?
Daeron lo miraba. Luke apretó el manubrio y asintió.
Lo más prudente era irse ahora y quizás hablar con Daemon después. O esperar a ver si Daemon intentaba algo en su contra.
Algo se comprimió en su pecho ante la idea. Veía a un amigo en Daemon, era un sujeto agradable.
—¿Le dirías a Daemon que tuve que irme antes? —preguntó tras algunos segundos. Daeron asintió poco convencido.
—Sí, claro —él dijo—. En realidad no te debes preocupar mucho, el único que tiene algo contra ti es Aemond. Yo creo que eres genial, y Cole se merecía ese golpe.
Luke no sabía cómo sentirse respecto a eso, no tenía idea de quién mierda era Cole. En ese instante las únicas palabras que tenían peso eran "Daemon" y "ladrón".
Cuando estaba por encender la moto, tres figuras aparecieron en la puerta de la comisaría.
Daemon avanzaba con las manos en los bolsillos y la vista fija en cualquier lugar que no fuesen los dos chicos que lo seguían, uno a cada lado. Luke no sabía cuál de los dos estaba más pálido, si el que lucía una pinta algo enfermiza o el sujeto que se había encargado de joderle las últimas tres semanas.
Pero Aemond no se percató de él de inmediato, sino que observó por algunos segundos a su tío. Había algo triste en sus facciones. Abría y cerraba las palmas como si de alguna forma se estuviese preparando para hablar. Pero no decía nada, y tampoco lo haría, porque cuando volteó en su dirección y sus ojos se encontraron , cualquier posible emoción se vio pronto escondida bajo capas y capas de sorpresa genuina y desprevenida.
Era la primera vez que apreciaba algo más que una malicia textual en sus pupilas, lo consideró algo un poco gracioso.
Cuando Aemond lo observó, Luke pudo ver como su rostro pasaba de la incredulidad a la ira en una fracción de segundo. Su nariz estaba roja y tenía un corte en la ceja; llevaba todo su cabello amarrado en un moño desordenado que dejaba su rostro libre y limpio. Miró a su tío, como buscando una explicación, pero Daemon iba más entretenido ignorándolos que fijándose en la explosión interna de su sobrino.
—¿Qué haces con él? —cuestionó, su voz salió una octava más aguda y veinte veces más amargada.
La respuesta de Daemon fue incluso más austera e infantil.
—¿Qué te importa?
Luke apretó los labios porque, pese a todo, la relación complicada de esos cuatro era casi un poco cómica. A Aemond no le hizo gracia su reacción. El chico que estaba a su lado emitió un silbido cuando lo miró.
—Pero que malditamente pequeño es el mundo —tarareó, frotando sus manos. Luke no lo conocía, el tipo, al contrario, parecía conocerlo a él, lucía peligrosamente desequilibrado, y no se refería solo a su aspecto notablemente ebrio—. Solo falta que llegue Cole y esta sería una verdadera reunión de ladrones.
Daemon lo observó sin entender el comentario. A unos metros Daeron repartía las dos pastillas y la botella con agua.
—Nos vamos.
Luke estuvo contento de encender la moto otra vez e ignorar la pesada mirada de Aemond sobre él. Si se iban lo suficientemente rápido quizás alcanzaba a explicarle a Daemon la situación antes de que ese sujeto loco lo hiciese.
Aemond lucía sepulcralmente callado, Luke no tuvo reparos en pensar que el tipo definitivamente estaba planeando su asesinato.
—¿Nos vas a dejar? ¿De verdad? —el tipo volvió a hablar. Su cabello era más corto que el de Aemond, rozando sus orejas. Daeron era el único de los tres que resaltaba al tener el pelo negro y corto.
—Lo haré —dijo—. La única razón por la que vine es porque necesitaban la firma del tutor legal para liberar a Daeron —indicó, señalándolo. Daeron no se atrevió a mirarlo. Aemond tampoco—. Espero que la próxima vez no sean tan imbéciles, si vuelven a arrestarte le daré tu custodia a Alicent. Estará contenta llevándote a Alemania.
Daeron palideció al percatarse de que le hablaba a él. Aemond se mostró igual de golpeado.
Luke le extendió el casco a Daemon cuando este se acercó.
—Eres un bastardo —el tercer hermano se adelantó un paso, su voz goteaba veneno. Luke sintió su cuerpo tensándose incluso antes de que este volviese a hablar, sabiendo que se venía algo pesado—. ¿Dejas a cuatro huérfanos por uno que lo es a medias? Tu fijación a las familias rotas solo da vergüenza ajena.
—¡Aegon!
Si el repentino silencio no hubiese invadido sus oídos, casi hasta se habría sorprendido de escuchar a Daeron recriminando el comentario.
Tardó algunos segundos en caer en la cuenta de lo que estaba hablando. La sangre en su sistema se detuvo y luego hirvió varios grados cuando entendió que se refería a él, y entonces ni siquiera su temor por Daemon o el recelo hacia Aemond le impidieron enderezarse y apretar los dedos alrededor de su casco. Podía sentir su corazón acelerándose.
—¿Qué dijiste?
—Nada personal —agregó, desligándose del asunto.
Luke no era una persona de peleas, ciertamente las confrontaciones no eran lo suyo. Pero él no iba a permitir que nadie le pasase por arriba, especialmente un tipo al que acababan de sacar de prisión y que parecía a dos tragos del coma etílico. Balanceó el casco y se apartó de su moto, avanzando hacia él.
—Ahora es jodidamente personal —siseó Luke—. Repítelo.
—¿Acaso estás sordo?
Aemond se adelantó, Luke no pudo evitar pensar en lo disonante que era la suavidad de su voz contra toda la violencia que desprendía su mirada. Él mismo se había movido un par de pasos dispuesto a encararlo.
—Lo prefiero a estar medio ciego.
Daeron emitió un sonidito sorprendido. El rostro pálido de Aemond se tornó ligeramente rojizo por la furia, sin embargo cuando habló, lo hizo después de bajar la mirada hacia su ropa y devolverla a sus ojos. Luke sabía que se había percatado del cuello alto de su abrigo. Escondía estratégicamente los cinco dedos aún marcados pero ya no tan notorios como hace algunas semanas.
—Bonita chaqueta —murmuró, esbozando una sonrisa cruel. Solo Luke fue capaz de escucharlo—. No olvides por qué la estás usando.
Luke tuvo que alzar la mirada, porque Aemond había sacado el porte de su tío y a esa distancia el sujeto le sacaba casi una cabeza. Notó que solo los separaban algunos centímetros mezquinos.
—¿Quieres decir eso de nuevo? —agregó.
—Si tú o tu puto hermano dicen otra cosa sobre mi familia, te emparejo los malditos ojos, tuerto de mierda.
Esta vez incluso fue capaz de escuchar a Daemon pronunciar algo similar a una carcajada.
Aemond lo empujó. Daemon lo atrapó antes de que tocase el suelo, y cuando Luke se enderezó, lo hizo con la única y certera intención de lanzar el primer golpe.
No alcanzó a dar ni medio paso en dirección del hijo de perra cuando Daemon situó una mano en su hombro y se le adelantó. Avanzaba con una resolución sorprendente hacia el llamado Aegon.
Aunque cualquiera hubiera querido interferir, el puñetazo llegó tan rápido y tan repentino que incluso sus dos hermanos ahogaron una exclamación.
Aegon cayó al suelo y Daemon sacudió su mano. Miró a Aemond y él retrocedió.
—Eso se sintió bien —dijo, extendiendo y contrayendo los dedos—. Hazle un favor al mundo y cállate la puta boca, no te saqué de ahí para escuchar tu mierda hipócrita, ¿lo entiendes?
Aegon asintió. A Daemon no le gustó esa respuesta.
—Con palabras, no eres malditamente mudo.
—Lo entiendo —escupió.
—Bien —después volteó otra vez y se encaminó hacia él.
Luke solo tenía ojos para Aemond; no se movía del sitio en el que se quedó al retroceder, pero sus iris desiguales no se apartaban de él, helados y repletos de un odio casi mortal.
Escuchó a Daeron murmurar un "te lo merecías" en dirección de su hermano. Aegon no dijo nada. Luke se sintió mejor porque él no habría podido golpearlo más fuerte.
Luke apartó la mirada de Aemond. Quería irse de ahí antes de que dijese algo. Todavía se preguntaba por qué aún no lo había hecho.
No se despidió, sino que simplemente hizo avanzar el vehículo cuando ambos ya tenían el casco puesto y entonces la presión contra su cabeza lo hizo pesadamente consciente de lo difícil que estaba siéndole respirar. Y concentrarse. Y pensar.
Daemon detrás de él iba en silencio, y eso solo lo hacía aún más consciente de que lo único que lo distanciaba de ser el próximo en recibir una paliza era su ignorancia hacia el porqué Aegon y Aemond lo conocían. Las luces pasaban peligrosamente cerca de sus ojos y lo encandilaban, quedándose en su retina como pequeños puntos demasiado brillantes. Daemon dijo algo que no alcanzó a entender, así que asintió.
No tenía demasiadas opciones llegado a ese punto. Era decir la verdad o esperar a ser descubierto cuando alguno de sus sobrinos le dijese. Y no sabía qué molestaría más al adulto. No podía pensar en qué opción era la adecuada. No cuando todo lo que podía ver eran los ojos bicolores de Aemond, jurándole en silencio una venganza. Y en sus oídos solo retumbaban las palabras de Aegon.
Luke era un huérfano a medias. La idea le comprimió el corazón.
—¡Luke!
Su estómago dolió cuando los dedos de Daemon se enterraron allí debido al repentino frenazo que tuvo que dar. Un auto pasó tocando la bocina tan peligrosamente cerca que Luke se hizo involuntariamente hacia atrás y heló su sangre.
Las manos le hormigueaban cuando cambió la ruta y detuvo la moto en la acera junto a un callejón. Bajó tropezando, se quitó los guantes y el casco y con los dedos temblorosos deslizó el cierre de su chaqueta, liberando un poco la presión contra su cuerpo. Terminó por quitársela completamente y tirarla en el suelo.
Daemon estaba de pie a unos metros, Luke alzó una mano cuando se acercó un paso. Daemon frenó.
Se acuclilló contra la pared y apretó el casco entre sus brazos, abrazándolo. La estructura firme permitiéndole un poco de apoyo adicional.
Se sentía enfermo. Luke pensó que vomitaría porque sentía las nauseas arañando su garganta. Cuando pasó una mano por su frente notó las perlas de sudor helado humedeciendo algunas hebras de su propio cabello. Se obligó a respirar, lo hizo tan lento y profundo como le fue posible, y varias veces antes de ser capaz de escuchar a Daemon por encima del ruido de su mente.
—¿Estás bi–. . .
—Les robé —soltó
—¿Les robaste? —repitió. Luke asintió—. A ellos.
—Noventa mil —balbuceó, tragando la bilis que subía por su esófago—, de su escondite. Hace cuatro meses, creí que solo era una persona y robé dos bolsas. Estaba desesperado, nos iban a quitar la casa y la cafetería y Joffrey estaba resfriado. . .
Luke se percató de lo mal que hilaba las frases, pero no le pudo importar menos.
—Y tomaste dos bolsas —siguió, Luke no podía descrifar su tono—, de un escondite en donde se guardan millones. ¿Por qué no sacaste más?
—Solo necesitaba setenta mil.
Daemon emitió una única y corta risa. Luke no entendía lo gracioso, estaba seguro de que le daría un infarto, el corazón le latía con demasiada fuerza.
—Pensaba ahorrar y devolverlo de forma anónima, no sabía que era una familia —murmuró, notando por el rabillo del ojo que Daemon había acortado la distancia hasta acomodarse a su lado, sostenía su chaqueta. Su cuerpo se tensó—. Y hace como un mes descubrió que fui yo. . .
—¿Aegon?
—Aemond —el nombre hacía eco en su boca. Debía ser la segunda vez desde que lo conoció que lo decía en voz alta—. O el otro tipo, no lo sé, todos. Sabía que mi padre. . . que él. . .
No pudo decirlo en voz alta.
Daemon emitió un sonidito leve y asintió. No se movió de su lado, provocando en Luke una constante sensación de alarma. Estuvo cerca de un minuto en silencio antes de que pudiese deshacerse de la sensación de hormigueo en alguna parte de su nuca.
—¿Necesitas que hable con él? —la pregunta sonó irreal, Luke tuvo que voltear para observar con el ceño fruncido al adulto—. Con Aemond, él te hizo eso, ¿no?
Luke bajó la mirada hasta el dedo señalando su cuello, sin la chaqueta los cardenales estaban completamente visibles.
—No.
—No sabes mentir.
—Es mi problema, lo resolveré.
Daemon a su lado sacó una cajetilla con cigarrillos, llevó uno hasta su boca y lo encendió. Cuando notó que lo estaba mirando le ofreció uno. Luke negó; él no fumaba.
—Es bueno recibir ayuda a veces —comentó exhalando una nube de humo—. Eres demasiado joven, deberías estar saliendo con tus amigos y decidiendo qué estudiar, no robándole a gente para pagar deudas.
Un nudo doloroso se instaló en su garganta. Luke no terminaba de entender por qué escuchar a ese sujeto diciendo una verdad que ya sabía le dolía tanto. Era lo que su madre y Laenor le decían constantemente. Incluso Cregan una vez lo había mencionado.
—Eres un niño jugando a ser un adulto. Eventualmente perderás.
A Luke no le agradaba Cregan. El sujeto solo iba de vez en cuando a las carreras a ganar un poco de dinero extra. Siempre quedaba en segundo lugar y se dedicaba a molestarlo.
Luke se descubrió haciendo una comparación tonta con su propio padre, pero Daemon no se parecía a él en nada. La sonrisa de Daemon era pícara, su postura siempre parecía a la defensiva y jamás hablaba de si mismo.
Luke recordó a dos de los tres hermanos en la comisaría. Daeron y su sonrisa astuta y Aemond con esa mirada maliciosa. Eran peligrosamente parecidos a ese hombre.
—Si vas a lidiar solo con Aemond —agregó—, sí deberías tomarte en serio aprender defensa personal, él entrena desde los catorce.
Asintió. Aemond no le daba miedo. Él convivía con gente como Larys y Borros, un niño rico, por más fuerte que fuese, no le provocaba más que rechazo.
—¿Atropellarlo es una opción ahora? —Luke intentó bromear, pero sonó demasiado desganado. Daemon sonrió.
—No te lo recomiendo —dijo, Luke volteó—. Es una moto demasiado bonita.
—¿No vas a golpearme por robarles?
La cara de Daemon reflejó una confusión divertida. Luke no entendía nada. Luke no entendía a Daemon.
—Los golpearía a ellos por dejar que les robaran —comentó elevándose de hombros—. Fueron descuidados y ahora alguien sabe su escondite, cuántos y quiénes son. Podrías arruinarlos y enviarlos a la cárcel, ¿lo sabías?
Luke no lo sabía, porque no tenía interés en arruinar o robar a nadie. Él solo quería pagar los criminales intereses de Larys antes de que mandase a su gente a quemar la cafetería.
—¿Entonces tú no—. . .
—No golpeo niños —Daemon lo interrumpió.
—No soy un niño.
—Apenas tienes dieciocho, lo eres —Luke no tenía como defenderse—. No voy a golpearte, llegado a este punto me interesa más saber cómo lograste todo eso.
—Era un sitio algo obvio, en realidad, fue más difícil descubrir qué día robarían. Creo que de hecho la parte sencilla fue dar con el escondite.
Daemon asintió.
—Yo lo escogí junto a mi hermano —dijo—. En casi treinta años nadie lo había descubierto.
—Joder.
—Eres inteligente —finalizó.
Luke no se sentía inteligente, solo se sentía desesperado. Él en realidad siempre se consideró algo torpe y distraído. Pero los números se le daban bien desde siempre, y su cabeza solía estar en constante movimiento.
—¿Cómo se llamaba? —Daemon lo miró sin entender—. Tu hermano.
—Viserys —murmuró, Luke supo que pronunciar su nombre debió dolerle—. Viserys Targaryen. Era una buena persona.
Luke asintió. Daemon no dijo más, entendió que su hermano era un tema sensible y se recordó no volver a mencionarlo.
—También lo eres —dijo en su lugar.
—¿Qué?
—También eres una buena persona.
Daemon lo observó por algunos segundos, sus iris liláceos dejaron en evidencia una genuina y sutil sorpresa. Apartó la mirada y observó la calle delante de ellos. Luke pensó que no era tan inteligente, ya que fue incapaz de dar un correcto análisis a la curiosa y fugaz expresión que había surcado el rostro del adulto.
También se preguntó si alguien alguna vez se lo habría dicho.
—Vamos a casa —respondió en su lugar, depositándole un ligero golpe en el hombro antes de ponerse de pie—. Necesito tomar una ducha.
Luke lo imitó. Pero antes de avanzar hacia el vehículo una nueva duda lo detuvo.
—Por cierto —inició.
—¿Sí?
—¿Cuáles son tus intenciones con mi madre?
A&L
No hay saludo, adoro a Daeron. En los libros creo que era puesto como el más atractivo entre los cuatro, y pues, yo feliz de hacer honor al canon. Se me ocurrió hacerlo teñido porque iba un poco más acorde a la personalidad que le estoy construyendo.
Cambio de tema otra vez para dejarles un dato triste del capítulo anterior:
Daemon no reaccionó a la llamada porque desde que entró en la cárcel no recibió ninguna, y al salir de ahí tampoco ya que aparte de sus sobrinos no tiene familia ni amigos. Por lo que está tan desacostumbrado a recibirlas que para él solo era un ruido de ambiente hasta que Luke le recordó que lo llamaban a él.
Traigo una pregunta polémica a la que ni yo sé aún la respuesta. O quizás sí.
¿Quién es el "favorito" de Daemon y por qué? No es tan obvio como podría parecer.(?)
Cómo último, quería agradecer acá a todas las personitas que leen, comentan y votan. Son mi motivación para escribir esta historia.
Intento responder la mayoría de los mensajes que suelen dejar al final, pero creo que es necesario decirlo acá para que así si alguna vez se me va responder alguno sepan que lo agradezco y aprecio de todo corazón. Si soy sincera, cuando estoy un poco triste me pongo a releer los comentarios porque son algo que me alegra muchísimo.
Ya me alargué mucho, espero tengan una preciosa noche/día.<3
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