Capítulo 19

Esa misma mañana, Park Jimin había presenciado un aura extraña cuando había llegado de la calle.

Todos se encontraban alegremente en el salón charlando sobre diversos temas, pero evidentemente lo raro no fue eso.

Jeongguk y Taehyung se encontraban sentados uno al lado del otro y, al contrario de como estaban siempre, ambos se hallaban callados y tímidos.

Quizás aquello sólo fue producto de su imaginación, la cual últimamente divagaba más de lo que solía permitirse normalmente. Pero de no ser así, algo tendría que haber sucedido entre esos dos, y esperaba con todas sus fuerzas que ese alien no hubiera vuelto a intentar sobrepasarse con el menor. Porque si así era el caso, ya no podría volver a contener su ira. No cuando se llevaba las veinticuatro horas con el miedo de que ese llegase a confundir la limpia mente del pequeño y consiguiese llevárselo a su terreno.

Todo aquello estaba desbordándose en la mente del peli-naranja. Y, en cierto modo, esa era la causa de lo que Park Jimin estaba a punto de hacer.

Ni siquiera en ese momento fue capaz de ver completamente claro lo que estaba haciendo. Por una gran y razonable parte; su cabeza le rogaba que abandonase ahora la loca idea que se llevaba entre manos, pero por otra aún más fuerte y más difícil de controlar; su corazón, rebosando de celos, le gritaba furioso que hiciera lo que sus oscuros impulsos deseaban en exceso.

Probablemente podría decirse que no era demasiado tarde para echarse atrás.

Tan solo acababa de esparcir esa sustancia en polvo dentro de la bebida y todavía estaba a tiempo de retractarse, volcar el recipiente en el fregadero y actuar como si nada hubiese estado a punto de ocurrir.

Pero lo cierto era que en la mente de Jimin ya era demasiado tarde para volverse atrás.

Sólo de pensar en la idea de volver a dormir junto al menor y que encima éste estuviese bajo el influjo de unos somníferos, lo había motivado lo suficiente como para seguir adelante con el plan.

Sus pies ya habían comenzado a moverse a paso decidido a lo largo del pasillo, llegando con cierta urgencia hasta su objetivo.

Había estado malditamente desesperado por llegar, y en el momento en que lo hizo pudo ver a aquel pequeño de tez blanca esperándolo sobre su cama.

Sus grandes y oscuros ojos se iluminaron al visualizar el largo vaso de cristal mostrando lo que había dentro.

— ¡Oh, gracias, hyung! —Exclamó el menor levantándose de golpe para tomar en sus manos el recipiente.

Jimin se sintió mal al segundo de escuchar las palabras y el dulce tono de voz que utilizó al pronunciarlas.

Pero ese sentimiento negativo desapareció en el momento que vio cómo los labios de Jeonggukie atraparon las finas paredes de cristal y dio un trago al batido de plátano que le había preparado su mayor.

El peli-naranja no se perdió ningún detalle. Ni siquiera el cómo se relamió los labios borrando todo rastro del líquido en su boca.

Los dientes del mayor mordieron con fuerza su labio inferior. De nuevo no se arrepentía en absoluto.

— ¡Está tan bueno como siempre! —Gguk sonrió a su hyung y fue de vuelta hacia su cama.

— Me alegra que así sea —habló por fin el de mayor edad. Su cabeza no parecía pensar con la claridad y rapidez que debía, pero eso no le importó demasiado—. Y no tienes nada que agradecerme.

Ambos se miraron y al instante esa conexión volvió a romperse por parte del menor.

— Ggukie... ¿te vienes a mi cama y jugamos a algo?

— ¿A qué jugaríamos? —El maknae lo observaba con interés esperando oír algo que le pareciese interesante.

— Podemos poner algún videojuego que sea de dos jugadores y me enseñas un poco.

Park Jimin era consciente de que Jeon Jeongguk nunca se negaría a una partida de cualquiera de sus preciados videojuegos. Era una de sus debilidades y él se aprovecharía de ello.

— ¡Me parece una gran idea, Jimin-ssi!

El peli-naranja rodó los ojos por la manera en que lo había llamado pero esa vez no dijo nada. Simplemente se limitó a sonreír a su menor mientras éste encendía y preparaba la consola para empezar a jugar.

«❦ ❦ ❦»

El de menor estatura no podía evitar mirar a Gguk de vez en cuando. Y es que, a pesar de que el menor era hermoso y le costaba resistirse a fijarse en él, se había dado cuenta de cierta cosa.

— Jeonggukie~ —lo llamó con una vocecilla adorable— ¿Quieres que apaguemos la consola y vayamos a dormir? Se te ve cansado...

Gguk, quien se había bebido todo el batido, se sentía adormilado. De repente todo su cuerpo estaba increíblemente cansado y lo único que le pedía a gritos era un buen descanso.

El castaño negó con la cabeza aun notando cómo sus ojos se cerraban sin su permiso todo el tiempo.

— Oh, vamos, Ggukie... No seas cabezota —dijo sin apartar la vista del más pequeño—. Te estás quedando dormido.

— Que no... hyung —habló con dificultad—. Quiero seguir jugando...

— Eres como un niño, ¿lo sabías? —Fue a quitarle el mando de control, pero éste resbaló de sus manos unos segundos antes de hacerlo— ¿Ggukie?

No hubo respuesta por parte del menor.
Jimin no pudo evitar morderse el labio inferior.

¿Realmente se había quedado dormido?

¿Había llegado finalmente el momento que tanto había estado ansiando?

— ¿Ggukie? —Volvió a pronunciar su nombre al mismo tiempo acercaba su rostro al del menor para asegurarse de que no estaba despierto.

Su corazón lo traicionó comenzando a latir frenéticamente al tener frente a él a quien le hacía perder toda cordura.

Sus instintos no pudieron ser controlados y terminó uniendo sus carnosos labios con los del maknae, disfrutando los escasos segundos que duró éste.

Park Jimin se lamió los labios y sonrió con dulzura.

— A pesar de no ser el primer beso que te robo, me sigue impresionando lo adictivos que son tus labios.

El mayor lo observaba embobado. Incluso se atrevió a llevar su dedo índice hasta la boca ajena y acariciar la zona que había besado hacía tan solo unos segundos.

De nuevo se sintió tentado y pensó que su poco autocontrol se iría al traste al instante.

Su cuerpo se levantó con prisa de su cama, apartando los mandos de la consola y apagando ésta para rápidamente apagar la luz y acostarse de nuevo junto a Jeongguk.

Acomodó el maravilloso cuerpo del maknae para que estuviese a la altura de la almohada y se cubrió a él y al menor con las sábanas.

Quien nació en 1995 se hallaba tumbado de lado mirando en dirección al más pequeño. Incluso en la oscuridad podía apreciar algunos rasgos del contrario.

Jeongguk se encontraba dormido profundamente con la boca ligeramente abierta. Se podía escuchar con claridad la serena respiración del chico.

Park Jimin estaba ansioso. Todo de aquel pequeño lo provocaba sobremanera y no creía poder durar mucho sin tocarlo.

Los latidos de su corazón seguían su alocado ritmo mientras que en su cabeza intentaba poner orden a todos sus atrevidos pensamientos.

Necesitaba calmarse un poco. Quería que ese momento fuera disfrutado al máximo por él, por lo que si iba rápido todo terminaría demasiado deprisa.

Tomó aire y, sin dejar de mirar al menor, pasó un brazo por encima de su cuerpo, tirando de él para acercarlo. No fue mucho lo que consiguió por lo que decidió moverse él también hasta estar totalmente pegados.

Jeon Jeongguk estaba ahora levemente girado en su dirección, por lo que podría besar, sin problemas, esa boca que lo volvía loco.

Pero antes de caer en la tentación, sus manos fueron más rápidas y se colaron bajo la camiseta que llevaba puesta el menor. Sus dedos traviesos vagaban, con cierta calma, por el esculpido abdomen del más joven como queriendo memorizar cada detalle de éste.

Su movimiento se detuvo en el momento en que su mano derecha llegó hasta uno de los rosados pezones de Jeongguk.

El de cabellos anaranjados no pudo oprimir un casi insonoro gemido.

Era una completa locura lo que estaba haciendo, lo sabía. Pero entonces, ¿por qué no se sentía para nada así? De hecho, lo único que quería era continuar.

Atrapó el pezón de Gguk entre sus dedos y lo apretó mientras se mordía el labio procurando mantenerse en silencio.

Notó cómo su entrepierna ya estaba despierta y su auto-control había disminuido de nuevo.

Apresó sus labios, moviendo su boca con desesperación, devorando al castaño tanto como lo había estado deseando.

Se contuvo unos segundos y contempló el bello rostro pacífico del menor.

¿Cómo podía ser alguien tan hermoso y cautivador? ¿Cómo podría él resistirse a semejante belleza?

Con su mano libre agarró a Gguk del mentón, percatándose de que aún tenía los labios separados el uno del otro, solo que esta vez la diferencia era más notoria.

Sin dudarlo un instante, volvió a acercarse y adentró su lengua en aquella húmeda cavidad. No quiso ir demasiado lejos ya que no sabía cómo podría reaccionar el cuerpo relajado del castaño al tener un intruso dentro de su boca. Así que le bastó el haber encontrado allí la lengua del contrario y haberla unido con la suya, saboreando de ésta durante un rato aunque se mantuviese inmóvil allí dentro.

— Eres todo un pecado, Jeon Jeongguk... —susurró sin dejar de admirarlo— Tanto que no puedo resistirme a tus encantos...

La mano que había estado anteriormente acariciando el abdomen del maknae fue descendiendo su recorrido hasta encontrarse con el borde del elástico de sus pantalones holgados de chándal.

Fue ahí cuando unas palabras de frustración salieron de la boca de Jimin.

— Mmgh... mierda —Park no estaba siendo consciente de lo mucho que estaba torturando a sus propios labios de tanto clavar sus dientes en ellos—. Voy a ir al infierno después de esto...

Y sin más dilación, su mano se introdujo por debajo de la tela de la primera prenda y a continuación de la segunda, la cual fue ligeramente bajada para poder tener más acceso.

Su movimiento se detuvo, quedando su mano donde comenzaba el sendero de vello púbico del más pequeño.

Park creía que se moriría allí mismo por tantas explosiones de sensaciones.

Su pecho subía y bajaba velozmente debido a su entrecortada respiración.

— Me encantas... —Volvió a hablar en voz baja.

Y entonces atrapó el miembro flácido del pequeño aprisionándolo entre sus dedos.

— Dios... —Soltó casi al mismo tiempo que gimió.

"¿Qué estoy haciendo?" Oía en lo más profundo de sus pensamientos. "¿Es que acaso me estoy volviendo loco?"

Pero ninguna de las palabras que acaparaban su mente eran lo suficientemente fuertes como para lograr que Jimin acabase con lo que estaba haciendo.

Comenzó a acariciar la hombría del menor, mientras que con su otra mano se tocaba por encima de la ropa.

Grata fue la sorpresa al notar cómo el cuerpo no tan dormido de Jungkook reaccionaba a sus sucios toques.

Con bastante urgencia, bajó sus prendas inferiores para luego hacer lo mismo con el más joven, lo cual no le llevó demasiado tiempo.

Supuso que la necesidad que tenía de continuar le dio la fuerza necesaria para llevar a cabo lo que se proponía.

Acercó sus caderas a las contrarias y juntó ambos penes erectos, haciéndolo gemir de nuevo. Sólo que esta vez sí pudo escucharse en la habitación.

Dio gracias a que no fue tan escandaloso y de nuevo mordió su labio para callar sus jadeos.

— Necesito tu boca para callarme, Jeon Jeongguk —Atacó los labios ajenos y siguió masturbando ambos miembros juntos que requerían atención.

La respiración de Park Jimin iba acelerándose cada vez más, y con ella la de Jeon Jeongguk a quien le resbalaban gotas de sudor desde su frente.

— Jeon... Ggukie ... No te despiertes por lo que más... quieras... —rogó el mayor hablando con cierta dificultad— No puedo detenerme ahora...

Y en cuestión de varios minutos ambos se corrieron al mismo tiempo, mientras los dientes de Jimin se aferraban a los labios del maknae, mordiéndolos con cierta fuerza para no gemir escandalosamente.

Gguk y el mayor se hallaban ahora manchados de semen. El peli-naranja había sido levemente salpicado por lo que optó por limpiarse con las sábanas y encender la luz de la pequeña lámpara que se encontraba sobre la mesita de noche, y asegurarse de que el menor no estuviese muy manchado. Lo cual no fue en absoluto así.

El castaño estaba increíblemente manchado y no solamente su cara, sino también la camiseta que llevaba puesta.

Park se deleitó con la imagen que tenía frente a él. De hecho no pudo evitar quedarse embobado mirándolo.

Era hermoso lo que había hecho.

Oscuro pero hermoso.

Sonrió satisfecho con su hazaña y se levantó para alcanzar un paquete de clínex que tenía en uno de sus cajones.

Limpió el rostro del menor y parte de sus cabellos que habían sido ensuciados.

Por instinto su nariz se acercó a éstos y respiró de su exquisito aroma.

— No sé si me gusta o me desagrada ser tan adicto a ti... —dijo.

Y continuó limpiando los restos de semen en Jeongguk y en la cama.

Apartó las sábanas del chico durmiente y lo vio allí indefenso y desnudo de cintura para abajo.

Se quedó un momento contemplándolo, deseando poder revivir aquello todas las veces que fuesen posibles. Y si no era mucho pedir, que Jeongguk estuviera despierto y correspondiese a sus caricias y sus sucios toques.

— Será mejor que tape ese cuerpo tuyo —Volvió a hablar—. Eres demasiado tentador para mí.

El de menor estatura le subió ambas prendas inferiores y le quitó la camiseta manchada. Le dio la vuelta para que no se viesen a simple vista las manchas y la echó al bombo de la ropa sucia.
Cuando llegó de nuevo a la habitación, sonrió en dirección al maknae, quien seguía plácidamente dormido y cogió una camiseta limpia de pijama para ponérsela.

— Y ahora sí, buenas noches, Jeonggukie —dijo con una enorme sonrisa—. Tú ya me diste la mía.

Y la bombilla dejó de emitir luz en el cuarto, hasta que los rayos de sol se colaron de nuevo tras las ventanas.

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