XXIV. Cobarde.
⚠️⚠️⚠️⚠️NOTA ACLARATORIA;⚠️⚠️⚠️⚠️
Primero que nada, una GIGANTESCA disculpa por mi desaparición, han pasado tantas cosas últimamente y he leído todos sus comentarios y quejas sobre mi desaparición. Realmente lo lamento, espero puedan perdonarme.
Segundo, gracias por esperar en caso de que aún quieras seguir leyendo la historia. 🥺 Soy consciente de que quizás ya han olvidado la trama, lo sé, me ha pasado con otras historias que dejan de actualizar por largos periodos de tiempo. Gracias por permanecer y siento mucho haber desaparecido, tenía que tomar un respiro.
Tercero, las actualizaciones serán algo largas, pero en cuanto me sienta capaz mentalmente y creativamente sobre todo, voy a escribir. Lo prometo.
Las quiere, Love4Holland.
Golpeé desesperada la puerta con la palma de mi mano. El día estaba increíblemente soleado, jamás estaba así, irónicamente hoy parecía un buen día pero no para mi. Mi pecho subía y bajaba por mi acelerada respiración, mi cerebro palpitaba dentro de mi cabeza y estaba segura que tendría que ir al baño a vomitar el maldito alcohol de la noche anterior.
La puerta se abrió con un Nick bastante adormilado, sin camisa y con una cara no tan amigable. Me importó muy poco puesto que entré como alma que lleva el diablo al interior de la casa, era suya, pero necesitaba con urgencia de la única persona que me podría escuchar en este momento.
—Hey Addison ¿Qué sucede? —Preguntó el detrás de mi. No conteste corriendo rápidamente a las escaleras para subir a la segunda planta de la casa. Abrí la puerta de la habitación y Nadia estaba completamente dormida en su cama.
—Nads, Nads despierta —La sacudí, estaba siendo muy poco considerada con la resaca que tendría mi amiga pero la necesitaba con urgencia. Ella se quejó por mis movimientos finalmente abriendo los ojos, me miró bastante desconcertada.
—¿Addison? ¿Qué haces aquí? —Se giró a ver el reloj digital en la mesa de noche a su lado el cual indicaba que eran casi las doce del medio día. Al ver mi rostro con las emociones mezcladas y mis ojos llorosos se incorporó rápidamente. —¿Qué pasó Addison?
—Nads, estoy en problemas —Las lágrimas abandonaron mis ojos. Era una completa estúpida. Me tiré a sus brazos y ella inmediatamente me recibió peinando mi desastroso cabello.
—¿Qué pasó? Dime —La puerta de la habitación se escuchó pero ni siquiera quise alejarme de ella. Nick le preguntó si todo estaba bien y ella no respondió, supongo hizo alguna expresión para que él supiera que nada estaba bien, segundos más tarde abandonó la habitación. —Addy, háblame, dime.
—Nadia —Me alejé de ella. —Amanecí con Tom y Harrison en la misma cama, desnuda.
—Wow —Sus cejas se alzaron en sorpresa, después hizo una mueca. —¿Eso es bueno o es malo?
—¿Me estás jodiendo? —Pregunto algo alterada. —Nadia, desperté hace apenas veinte minutos y lo primero que hice fue huir de ahí, no puedo regresar, no puedo con esto.
—Tranquila, tranquila —Frotó mis brazos, realmente me sentía un poco histérica. —Los tres estaban ebrios, quizás sea un poco comprensible.
—No, Nadia, no —Quité sus manos de mis brazos. —Ellos lo saben, saben todo.
—¿Qué? ¿Les dijiste?
—No, ellos ya lo sabían Nadia —Su rostro lleno de confusión me hace rodar los ojos con desesperación. —Me lo dijeron, estaba muy ebria pero lo recuerdo perfectamente.
—Pero... ¿Aún así tuvieron sexo? —Llevé las manos a mi rostro desesperada y tratando de ocultarme. Solamente asentí. ¿Por qué era tan estúpida? Claro. Estaba demasiado caliente como para negarme.
—No se que hacer, no los puedo ver a la cara —Dije ahogada en mis propias manos. El dolor de mi cabeza seguía en aumento.
—Mi deber como tu amiga es decirte las cosas como son no importa si te molestan o no y lo sabes, ¿cierto? —Mencionó ella, levanté la vista hacia ella. —Y desde un principio sabías que todo esto estaba mal y aún así seguiste con las mentiras. Eres una gran chica Addison, pero con las personas no se juega y creo que lo que has hecho te está cobrando factura.
—Mierda, te odio, siempre tienes razón —Volví a esconder mi rostro entre mis manos, sus manos peinaron de nuevo mi cabello. —¿Qué hago ahora?
—Enfrentarlos.
—Tengo que salir de esa casa, no puedo seguir viviendo ahí, lo más seguro es que me odien y dejen de hablarme —Las lágrimas se acumularon en mis ojos, ella negó.
—Conozco a Tom y Harrison desde hace mucho, no creo que sean tan mierdas como para sacarte de la casa, quizás el ambiente se ponga extraño pero primero tienes que hablar bien con ellos —Yo asentí.
—Vale, pero no quiero ahora, no puedo, lo único que quiero es desaparecer de la faz de la tierra quizás unos días —Nadia soltó una risilla.
—Quédate aquí el resto del día, le diré a Nick un poco de lo que pasa y estoy segura no tendrá problema ¿Si? —Yo asentí lanzándome a sus brazos.
—Te amo Nadia, no se que haría sin ti.
—Probablemente te habría dado un derrame por tanto drama querida —Hice un puchero asintiendo.
—Probablemente.
Nadia me obligó a darme una ducha y me prestó un cambio de ropa, según ella olía a alcohol y sexo, la maldita se burlaba de mi pero aún así logró sacarme una sonrisa. El agua tibia me mojaba por completo logrando relajarme aunque sea un poco.
Vertí un poco de jabón líquido en mis manos para rápidamente hacer espuma y frotar mi cuerpo. Los malditos recuerdos de sus manos en mi cuerpo y sus besos en mi piel me hicieron estremecer. Cerré los ojos visualizando lo que había pasado hace apenas unas horas.
Besar a Harrison siempre había sido una de las cosas más especiales, se sentía como besar a un ángel, siempre tan tierno y suave. Sus labios se movían con los míos de una manera tan sensual que costaba creer que él siempre fuera así de tierno. Y después estaba Tom, mierda, hacia vibrar mi cuerpo con cada pequeño roce de su lengua en mi labio inferior y la manera en que sus manos estrujaban mis caderas, el simplemente elevaba mi temperatura corporal a niveles alarmantemente peligrosos.
Huir había sidonmuy cobarde, pero creo que es bastante obvio lo gallina que soy para enfrentar los problemas que yo misma he creado, así que no me queda más que esperar el torbellino de palabras que puedan venir en las próximas horas, días, semanas, no tengo idea. Solo sé que estoy arruinada. Ambos saben todo, pero aún así, ambos no dieron un paso atrás cuando estábamos juntos.
En este juego ninguno es la víctima a estas alturas, yo jugué con ellos y ellos conmigo. Así de fácil. Así de sencillo.
—¿Quieres comer algo? —Nadia era una chica increíble, pero justo ahora su voz hacia que mi dolor de cabeza aumentará a niveles estratosfericos. Negué mirándola su reflejo en el espejo de la habita, cepillando mi cabello húmedo. —¿Segura?
—Estoy bien Nads, me siento horrible del estómago, no puedo comer nada —Asintió mordiendo su labio inferior, su mirada escudriñando en la mía. Solté un suspiro dejando el cepillo de lado y me gire a verla de frente. —Hazlo.
—¿Qué?
—Se que quieres preguntarme algo... Hazlo.
—No-no yo...no te quiero presionar. —Froto mis manos en mis propios brazos buscando aliviar la sensación de escalofríos de mi piel.
—¿Quieres saber cómo estuvo? —Su ceja se alza apenas un centímetro y yo río por lo obvia que es. —Te conozco muy bien como para saber que quieres que te de todos los detalles.
—Sinceramente es un acontecimiento épico...
—¡Ay por dios! —Me dejo caer sobre su cama mirando al techo.
—Quiero saber una cosa más importante en realidad —Espeta ella entrando en mi campo visual tomando asiento justo al lado de mis piernas. La observó con una ceja alzada esperando la pregunta. —¿Tú estás bien? Quiero decir, estabas ebria... ¿No te forzaron?
—¿Qué? N-no, Nadia, como crees... —Cubro mi rostro, incapaz de imaginar un escenario donde ambos chicos me forzaran a algo que no quisiera.
—Vale, es solo eso, te veo demasiado alterada y no lo sé...
—Hey... —La interrumpí. —Todo ha sido con consentimiento, es solo que, mierda Nadia, ambos me han follado y yo no me quejé ni una sola vez.
Ni una sola objeción salió de mi boca en cuando ambos chicos besaban mi cuello, mientras sus manos se deslizaban por mi cuerpo y sus palabras causaban estragos en mi mente alterada por el alcohol. Estaba consiente que los deseaba tanto a ambos que estaba dispuesta a todo.
Pero... ¿Y ahora qué hago?
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