XXI. La coleta de la suerte.



★Mini Maratón 2/3★



En mi interior sentía que algo iba mal. No era nada más el comportamiento de Harrison cuando llegaron Tom y Harry con él, sino el día en general. Era una especie de sensación extraña que no me dejaba tranquila. 

No sabía si era el hecho de que mañana rompería mi propio corazón de manera intencional y probablemente rompería el de alguien más. O quizás era el hecho de que todo lo que hacía estaba mal, desde cualquier puta perspectiva. 

Una parte de mi estaba emocionada, cumpliría un año más de vida, por supuesto, a veces quería que todo se detuviera y no seguir creciendo, de hecho, quería regresar el tiempo y ser una pequeña niña de al menos diez años y no tener preocupación alguna más que entregar mis deberes escolares y pensar que caricatura ver el resto de la tarde. Pero no. 

Ser adulto apesta. 

Pude comprobar esa conversación en el grupo de WhatsApp donde efectivamente, el plan se había concretado al parecer bastante tarde el día de ayer. Por un momento me cuestioné a que hora fue en la que terminé en la cama con Harrison, por que si, a pesar de que no tenía muy presentes los recuerdos, el dolor en mis piernas y espalda me avisaba que al menos fue lo suficientemente intenso como para dejarme adolorida. 

Acomodé mi cabello en una alta coleta, solía estar todo el tiempo con el cabello suelto que ahora se me antojaba por llevarlo atado para que no me estorbara y el viento no lo hiciera mierda. Por que sí, el viento estaba tomando fuerza cada minuto al exterior, son las desventajas de este clima. Era una comida entre amigos, así que el look no era tan producido. Unos jeans de mezclilla azul, negra con la portada del Unknown Pleasures de Joy Division y una chaqueta igualmente de mezclilla oscura para cubrirme del viento. Eso era todo, nada más. 

Los chicos recién habían llegado de dónde sea que hayan ido, lo sé porque escuché el auto estacionarse y la puerta de la casa abrirse y cerrarse. No quise salir de la habitación para evitar a ambos chicos, cosa que era extremadamente ridícula pues era algo muy inevitable. Y más justo ahora. La puerta sonó con tres toques en un ritmo que me dejaba saber quien era. 

—Adelante —Elevé la voz, un segundo más tarde, la rubia cabellera de Harrison se asomó después de abrir la puerta y me dio una breve sonrisa. Solamente para finalmente entrar por completo a la habitación. 

Se le veía diferente. Aquella expresión seria de su rostro de hace un par de horas había desaparecido por completo, lo que me hizo cuestionarme aún más el por qué había estado así hace rato. ¿Habría sido por la manera en que Tom y yo nos abrazamos? Ni puta idea. 

—¿Estás lista? —Preguntó, subí un poco más mis jeans que tendían a resbalarse un poco en mi cintura. Harrison se posicionó frente a mi. 

—Si, estoy lista —Afirmé, su mano subió a mi mejilla donde esa pequeña caricia hizo que estas se tiñeran de un rosado intenso. 

—Te ves hermosa con el cabello atado —Murmuró, casi tan bajo que mis oídos tuvieron que prestar demasiada atención. Tragué pesado, mordí mi labio. Su mano y vista se deslizaron a mi coleta, acarició mi cabello desde el nudo hasta la punta dejándolo caer en mi hombro. 

—Gracias, quería un cambio —Confesé, tratando de sonar lo menos nerviosa posible. Sus ojos de nuevo aterrizaron en los míos hasta que se desviaron a mis labios, que en este momento ya aclamaban por los suyos. 

Su mano de nuevo tomó mi coleta, esta vez con cierta agresividad provocando que ladeara mi cabeza hacia la derecha. Mis labios entre abiertos eran observados por esos magníficos ojos claros. ¿Qué rayos pretender Harrison?

Cerré los ojos en cuanto él por fin se dignó a besarme, ejerciendo cierta fuerza en mi coleta que me impedía moverme. Mis manos tomaron su camisa, como si me fuera a desvanecer en cualquier momento. Mordió mis labios y un jadeos se me escapó, mi cabeza dio vueltas unos segundos antes de que él se alejara de mi tirando de nuevo de mi labio inferior, por un momento pensé que lo arrancaría por la fuerza que ejercía. Sin dudas, había sido un beso demasiado rudo. Podía sentir una ligera palpitación en mis labios, que al momento en que abrí los ojos para observarlo pasé la lengua por estos, tratando de alejar esa sensación de ellos. 

—Hay que esperar a Tom —Su mano finalmente soltó mi coleta, apreté mis labios aún sensibles. —Iré por Liam de una vez para no dar muchas vueltas. 

—Oh, okey, vale —Miró mis labios de nuevo pasando el pulgar por estos, me dio última mirada antes de alejarse a la puerta y salir. 

Solté el aire retenido. Digamos que Harrison no era tan propenso a hacer ese tipo de cosas, o sea sí, tenía sus momentos pero nunca uno como estos. Siempre había catalogado a Harrison como un chico muy soft, al contrario de Tom. Pero esta vez se había salido de su zona de confort supongo, no lo sé. Era increíble como un simple beso me había dejado confundida, aturdida, pero sobre todo, necesitada

Se escuchó el auto salir de la cochera y alejarse, suspiré. Me observé de nuevo en el espejo comprobando la irritación en mi labio inferior, abrí el primer cajón donde tenía algunos labiales, entre ellos un bálsamo de cereza, me lo apliqué. Miré los ojos de la chica en mi reflejo. Inseguridad, eso veía. 

Salí de la habitación para perder el tiempo acostada en el sofá, probablemente con las piernas en el respaldo y la cabeza colgando. Lástima, la puerta de la habitación de Tom estaba abierta de par en par y era imposible no verlo al fondo con su armario abierto tratando de buscar algo que vestir. Sin duda, esos jeans negros le quedaban de maravilla y prefería mil veces que se quedara sin camisa, justo como en ese momento. 

—Toc, toc —Dije al mismo tiempo que golpeaba la puerta con mis nudillos. Tom se giró sobre el lugar donde se encontraba, regalándome una sonrisa coqueta, casi de inmediato miró por encima de mi y apuntó. 

—Wow, wow, ¿De cuando acá llevas el cabello recogido? —Preguntó, comenzando a caminar hacia a mi, cosa que imité entrando a la habitación. 

—Desde que me he dado cuenta que ya lo tengo demasiado largo —Respondo encogiendo mis hombros, sonriente por su expresión de asombro. Tampoco es para tanto, recojo mi cabello cuando se necesita. 

—Te vez muy bien, aunque me das muchas ideas —Mordió su labio y supe a que se refería. Mis mejillas se encendieron. 

—¿Qué tipo de ideas? —Pregunté, dispuesta a comprobar mis teorías. Levantó una ceja en respuesta y llevó su mano hasta mi coleta, justo como Harrison lo había hecho hace rato. 

—Pues... —Susurró, al mismo tiempo que le daba vuelta a mi cabello al rededor de su mano, obligándome a inclinarme ligeramente hacia atrás. — Si estás dispuesta, puedo mostrarte la idea. 

—Mmmm, vale, pero sólo porque tengo curiosidad —Respondí, Tom no dijo absolutamente nada, simplemente cortó distancia besando mis labios. 

Casi inmediatamente quise alejarlo, pues mi labio inferior dolía, sin embargo, parecía que sabía, pues era un beso extremadamente suave. En el que capturaba mi labio superior y dejaba ciertas caricias con la punta de su lengua, casi tan suave que por un momento lo desconocí. Sin mucho tiempo que perder, besó la comisura de mis labios, mi mejilla, la línea de mi mandíbula y finalmente mi cuello, tirando se mi coleta cada vez más para darle más acceso. Cerré los ojos al mismo tiempo que llevaba mis manos a su torso, tocando su piel caliente y suave. 

Podría jurar que había dejado una marca en ese último beso en mi cuello antes de separarse, aún así no dije nada. 

—Lo que sigue es demasiado sencillo —Habló, a pesar de que su voz siempre es suave, esta vez era más profunda de lo normal. Paseo la lengua por sus labios y tragué duro. —Tus rodillas van al suelo y tu boca abierta. 

Por supuesto que sí, lo que tu ordenes. Pensé. 

Mis rodillas casi de inmediato chocaron contra el suelo. Su mano seguía envuelta en el cabello de mi coleta y casi por inercia dejé mis labios entre abiertos. Tenía que admitir que esta vista era demasiado para mi. Era demasiado excitante. A este punto, podía sentir que las bragas se me inundaban y no habíamos hecho mucho. 

No sabía si realmente lo haría o solamente jugaba, pero a este punto, era yo la que necesitaba que pasara. Además. No teníamos mucho tiempo, Harrison regresaría solamente a recogernos para irnos y ya. Era ahora o nunca. 

Subí mis manos al botón de sus jeans negros, apretó los labios al momento en que deslicé la bragueta y tiré de los costados para bajar un poco los pantalones. Unos muy lindos boxers negros con las palabras 'Calvin Klein' cubrían lo único que realmente se me antojaba para comer ahora. Le di una última mirada antes de bajarlos, Tom solamente alzó las cejas y metí mis dedos en el elástico para tirar de ellos. 

Con aquello frente a mis ojos no dudé en lamer mis labios. Tom rápidamente y sin titubear lo tomó y yo saqué un poco la lengua, dejando que lo pasara sobre esta. Su mano empujó mi cabeza y dejé mis manos en mis muslos. Al siguiente segundo se encontraba empujando cada vez más mi cabeza contra su erección, haciendo que abriera completamente la boca. 

Temía la hora en que soltara mi cabello, probablemente me dolería de tanto tirón. Y no lo culpo. En la habitación el único sonido que se escuchaba era en que salía de mi boca casi devorarlo, de vez en cuando provocando en mi alguna arcada de tan profundo que entraba. Elevaba la vista de vez en cuando, su mirada concentrada en mi boca al rededor de él mientras mordía con fuerza su labios. Maldición. Lo sacó y jadee cansada. 

Su mano soltó mi coleta y rápidamente tiró de mis brazos alzándome a levantarme, mi respiración agitada hacía que mi pecho subiera y bajara con fuerza, sus manos apretaron mis brazos empujándome a la puerta del armario y me dio la vuelta con cero delicadeza, chocando mi pecho y manos contra esta, al mismo tiempo que deslizaba sus manos al frente para desabotonar mis jeans. Diablos, ya sabía lo que sigue. 

Sus dedos jalaron con desesperación el borde de mis jeans bajándolos hasta mis muslos, pude sentir su aliento en mi nuca y un beso en mi cuello, dejé salir un gemido al mismo tiempo que deslizaba sus manos bajando también mis bragas. No era capaz de hacer nada más si el no me lo pedía. 

—Separa las piernas —Mi interior vibró por el calor de sus palabras en mi oído. Hice lo que me pidió, tan solo un pequeño movimiento de mi pierna hacia un lado y eso fue suficiente para sentirlo frotarse contra mi entrada. 

—Mierda Tom —Jadeé. 

Sentí que el alma se me iba del cuerpo cuando se deslizó dentro de mí, su brazo rodeaba mi abdomen y cintura, su respiración en mi nuca y cuello erizaban mi piel y que decir de mis piernas temblorosas. Maldición. Su cuerpo chocaba con el mío tan fuerte que la puerta del armario también chocaba y hacía ruido. Eché la cabeza hacia atrás y no reparé en soltar los gemidos que me provocaba. 

Eso, hasta que su mano que posaba en mi caber subió por mi pecho dando un apretón para posarla sobre mi cuello apretándolo en el acto. Cerré los ojos y creo que lancé un ligero lloriqueo, pero no porque me doliera, sino por que lo estaba disfrutando tanto que mis ojos se llenaron de lágrimas y sentí el cuerpo ceder por completo, llegando al orgasmo pero por un momento abandonando mi cuerpo. 

Casi al instante, Tom soltó mi cuello y yo pude respirar con necesidad al mismo tiempo que tosí y pegué mi frente a la puerta del armario, con esa terrible necesidad de dejarme caer pues mis piernas no podían más y mucho menos la sensibilidad de mi zona, que seguía siendo atacada por Tom. Hasta que lo sentí salir de mi y correrse en mi espalda baja y parte de mi trasero, ardía. 

Dios. ¿Qué había sido esto? 

—¿Estas bien? —Preguntó con la voz agitada. No era capaz de moverme. Me sentía aturdida. 

—Si —Alcancé a decir. Pude despegar mis manos de la puerta del armario y girarme con tanta delicadez para verlo, con las mejillas rojas y un ligera capa de sudor en la frente. 

—¿Segura? —Asentí sonriendo. ¿Estaba bien después de esto? —Hay que alistarnos, ¿okey?

—Si, si —Parecía que no sabía nada más que decir. 


Seguía procesando todo. Había sido lo mejor en mi puta vida. 


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