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Cuando Yoongi, conocido en ciertos círculos como Agust D, escuchó los rumores sobre el reciente enfrentamiento de Jimin en el campus, no pudo evitar sonreír con una mezcla de satisfacción y orgullo. Sabía mejor que nadie lo que Jimin había pasado, cómo había tenido que reconstruirse desde cero, enfrentando sus miedos y superando las sombras del pasado. La transformación de Jimin no era solo una cuestión de apariencia; era un reflejo del renacimiento de alguien que había tocado fondo y resurgido como un cisne imponente.
—El cisne blanco ya resurgió. —murmuró Yoongi, casi para sí mismo, mientras se recostaba en su silla con una sonrisa en los labios. —y ahora es un hermoso cisne negro.
A su alrededor, sus más cercanos colaboradores asintieron con respeto. Sabían que cuando Yoongi hablaba con ese tono, había una mezcla de admiración y un sutil recordatorio de la fuerza interna que los unía a todos. Pero no había tiempo para dejarse llevar por las emociones; la situación requería acción.
—Ahora, asegúrense de que la policía no atrape a la pareja del gran Agust D. —continuó Yoongi, volviendo al tono frío y calculador que lo caracterizaba en el mundo subterráneo.
Los ojos de sus colaboradores se agudizaron al recibir la orden. Entendían lo que estaba en juego. Yoongi y su pareja habían logrado burlar a las autoridades durante mucho tiempo, moviéndose con cautela en la oscuridad. Sin embargo, con la reciente atención en el campus, cualquier movimiento en falso podría atraer una atención no deseada, y eso era un riesgo que no podían permitirse.
Mientras sus hombres comenzaban a moverse para asegurar que todo estuviera bajo control, Yoongi se permitió un momento de reflexión. Había algo poético en el hecho de que mientras él operaba desde las sombras, Jimin resurgió a la luz. Ambos habían cambiado, pero sus caminos, aunque diferentes, estaban más entrelazados que nunca. Yoongi sabía que la transformación de Jimin era clave para lo que estaba por venir. Su fortaleza y nuevo sentido de propósito no solo lo protegían a él, sino también a quienes estaban a su alrededor, incluyendo a Yoongi mismo.
El tiempo de actuar había llegado, y mientras Jimin brillaba en su propio mundo, Yoongi se preparaba para continuar jugando en el suyo, asegurándose de que nada ni nadie pusiera en peligro lo que había construido. La sonrisa de Yoongi se desvaneció, reemplazada por la determinación. Había mucho en juego, y él no dejaría que nada saliera mal.
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