26

Jimin estaba acostado en la cama, Yoongi le había dicho que dormiría en otra habitación para no hacerlo sentir incómodo. Él miró el lugar, ya era de noche; con cuidado se levantó y se dirigió a la habitación del pálido, se acercó sigilosamente a la puerta de la habitación de Yoongi.

Había estado intentando dormir en su propia habitación, pero no podía soportar estar solo en la oscuridad, con la esperanza de que Yoongi no se molestara, se deslizó hacia el pasillo, asegurándose de que nadie lo viera.

La puerta de la habitación de Yoongi estaba ligeramente entreabierta, y Jimin aprovechó para entrar con suavidad. Cada paso que daba estaba cuidadosamente medido, para no hacer ruido. Se detuvo frente a la cama de Yoongi, quien ya estaba dormido. La luz tenue de una lámpara de noche arrojaba un resplandor cálido sobre el rostro del pálido, suavizando su expresión en un sueño tranquilo.

Jimin se acercó a la cama, y una mezcla de nervios y alivio lo invadió. Con cuidado, se deslizó bajo las sábanas, acercándose a Yoongi. El calor del cuerpo del mayor era reconfortante, y Jimin sintió que estaba en paz, sin hacer ningún movimiento brusco, se acurrucó contra Yoongi, buscando la seguridad de su cercanía.

A medida que se acomodaba, Yoongi se movió ligeramente, abriendo los ojos con lentitud al sentir el peso adicional a su lado. Sus ojos se encontraron con los de Jimin, y aunque al principio se notó un atisbo de sorpresa, pronto se reemplazó con una expresión de comprensión y ternura.

—Pequeño, ¿Qué haces aquí? —preguntó Yoongi en un susurro, su voz aún adormilada.

—Lo siento, señor Min —respondió Jimin. —No pude dormir solo, hay una tormenta, y… tengo miedo de que los monstruos vengan.

—Está bien, no tienes que disculparte. —Yoongi suspiró suavemente, y en lugar de regañar a Jimin, lo rodeó con un brazo protector, atrayéndolo más cerca. —Estás seguro aquí.

Jimin se acurrucó aún más cerca, sintiendo el latido calmado del corazón de Yoongi. Cerró los ojos, dejando que el calor y la seguridad que emanaba de él lo envolvieron. La tormenta afuera parecía un lejano murmullo, y pronto se desvaneció en el abrazo de Yoongi.

Mientras se sumía en el sueño, Jimin se sintió agradecido por el refugio y el consuelo que Yoongi le ofrecía, sabiendo que en esos momentos de vulnerabilidad, había encontrado un lugar en el que realmente podía sentirse en casa.

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