21
Al amanecer Jimin abrió los ojos y vio que estaba en la habitación solo, se levantó con cuidado y se bañó y cambió de ropa. Al bajar vio al pálido desayunando y este se sentó, los empleados le sirvieron la comida y luego los dejaron solos.
—¿Dormiste bien? —le preguntó.
—Sí señor Min. —respondió.
—Come y luego prepara tu mochila con las cosas que llevaremos a la isla Jeju. —le dijo.
Jimin asintió y comió despacio para su viaje, alistó lo que el pálido le dijo y luego miró el espejo con el que hablaba con Kitty y Mochy. Él lo tomó y lo vio para guardarlo en un cajón y salir con la mochila, al bajar vio al pálido esperándolo con una suave sonrisa.
—¿Qué haremos en la isla Jeju? —le pregunto.
—Lo que quieras. —le sonrió. —En este viaje tú mandas.
El menor no dijo nada solo asintió y la pareja subió al auto para ir al lugar, ambos iban en silencio; Jimin iba escuchando su música para relajarse mientras que Yoongi miraba su tablet los lugares a los que podría ir junto con Jimin.
—Aquí nos bajaremos. —ordenó.
Jimin y Yoongi se bajaron para caminar un poco y ver algunos locales que había ahí. Llegaron a un puesto de joyas y Jimin las miraba con sumo cuidado, Yoongi tomó un anillo de jade y se lo puso en la mano con delicadeza.
—Te queda muy bien. —sonrió mientras sacaba dinero y lo pagaba.
Una mujer que pasaba por ahí se detuvo al ver a la pareja de hombres, ella miró al chico el cual sonreía al hombre el cual lo llevaba de la mano para seguir viendo los lugares.
—Jimin. —murmuró.
La pareja seguía viendo las tiendas y la mujer aprovechó al ver que el hombre se había alejado se acercó y lo tomó del brazo haciendo que Jimin se girara y la viera.
—Si eres tú. —sonrió. —Jimin.
—Perdón, pero no la conozco. —se soltó. —se equivoca de persona.
—Sé que eres tú. —lo volvió a tomar del brazo. —¿Crees que olvidaría a mi hijo?
—No sé quién es usted. —se volvió a soltar. —no se me acerque o tendrá problemas.
La mujer vio cómo el chico se iba y tomaba de la mano al pálido hombre para salir de ahí. La mujer sacó rápidamente su celular y sonrió con maldad.
—Ya encontré a nuestra mina de oro. —hablo. —y está mejor que nunca.
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