O4: Firsts
Ver aquellas dos joyas juntas, diferentes tonos, pero juntas, de distintos tamaños, pero juntas.
Sólo le recordaba a él y MinHo.
—Estas— dijo—. Lo sé. Las quiero.
—Wow, aguarda Superman, son muy costosas— YeJi se acercó.
—... ¿No voy a asustarlo, verdad?
—¿Por qué? No se cumplen cuatro meses con tanto amor— rió—. Y aparte, los anillos de pareja son demasiado comunes, Ter, tranquilo.
Asintió, mientras sacaba la tarjeta de su billetera.
Evitó a toda costa que YeJi vea el nombre y su documento, hasta que se lo pasó al hombre de la caja.
Pasó un tiempo desde el lío de 42, y la conmoción por “Han JiSung” se detuvo otra vez.
Quería pasar un buen día con MinHo, a pesar de que todavía no era lo suficientemente valiente de quitarse la mascarilla.
—Es un buen regalo— dijo YeJi, mientras salían de la tienda—. Y no por el precio, sino... el gesto, ¿entiendes?
—Totalmente— asintió—. Honnie es muy romántico, le gustan estas cosas.
—Lo sé, ¿no? Lo llevarás a cenar en tu Supermovil y dejarás que vea la Superseñal.
Rió—. Admiro que sigas llamándome así.
—Lo sé... Te odiaré cuando veamos tu rostro.
Peter bajó su mirada, sabía que era una broma que iba mejor con la intensión, pero no pudo evitar sentir un estrujó en su corazón.
La palabra “odio” le generaba desprecio.
La escuchó tantas veces en su contra, que no la soportaba, ni en su peor enemigo.
—Lo siento, en serio— se disculpaba por enésima vez, MinHo—. Hoy es nuestro cumple mes, y lo estoy arruinando.
—Hermoso, tranquilizate, nos veremos mañana— respondió Peter del otro lado de la línea—. Entiendo que estás ocupado.
—Pero es que dejé todo para verte, y el profesor JaeBeom... Uhg.
—Oye, gracias a él estamos juntos— rió.
—... ¿He dicho que adoro oírte reír? Cada día me enamoras más, Pet, lo digo en serio.
—Y tú a mí, hyung, me traes loco.
—Dime que te veré mañana y podré besarte hasta que no sienta los labios.
Pasó una mano por su cabello, sonriente—. Me verás mañana, y podrás besarme hasta no sentir tus labios, Lee MinHo.
Honnie suspiró, controlándose.
—Si no cuelgo... Vas a oír cosas raras.
—Nos vemos, cuídate, ¿sí?
—Sí, Pet. Adiós. Y lo siento, de nuevo.
—Deja de disculparte. Te quiero.
MinHo cortó la llamada, arrepintiéndose demasiado.
Últimamente tenía pensamientos muy diferentes con respecto a Peter, quería... sentirlo.
Sentirlo de otra manera, llegar a otros niveles.
Su corazón disparaba con sólo pensarlo, era increíble cómo lo ponía, sin tener un rostro que halagar.
Pero tenía otras cosas, sobre todo de su forma de ser.
Peter era una persona completa para él, y nadie podía decirle lo contrario.
Comenzó a corregir las copias de corcheas, semicorcheas, entre otras, que JaeBeom le había dado.
Teoría musical era su materia menos querida, no es que la odiaba, sino que no le gustaba los dolores de cabeza que sentía al tenerla.
Y sacarse a Peter de su mente costaba horrores.
—Joder, MinHo— habló para sí mismo—. No puedes excitarte aquí, pervertido idiota— bufó.
Pensaba en música, sólo en música.
Si terminaba rápido, tal vez pueda ver a su hermoso movió antes que acabe su cumple mes.
Como un chico de diecinueve que jamás tuvo algo serio, mucho menos una relación física, era muy nuevo esto.
Sobretodo por no verle el rostro, pero eso era lo de menos.
A través de sus camisetas, se veía un gran cuerpo; sus brazos, piernas.
Solía notar una mandíbula bien marcada; joder, eso de no excitarse no estaba funcionando.
El tiempo pasó rápido, estaba seguro que hizo todas las actividades bien.
No había comido desde el almuerzo, y ya eran las malditas diez de la noche.
Dejó la hoja en el escritorio del profesor, maldiciendo.
Peter estaba a punto de terminar sus clases, y él debía terminar con la última cosa que JaeBeom le pidió.
Una lista de canciones.
Podría hacerlo, pero estaba exhausto, no cansado, sino sin fuerzas.
En la caminata hasta su habitación, se le antojaba una bebida energética, si tan sólo tuviera dinero...
Al llegar, vió una nota de Felix que decía que se quedaría con Chan, para estudiar.
Los exámenes estaban cerca, pero no le creyó nada.
Miró algo de televisión, disfrutando un poco del lugar para él.
Tomó su teléfono y marcó a Peter.
—Hola lindo, ¿ya terminaste tus clases, cierto?
—Cierto— dijo—. ¿Y tú? ¿Tus cosas?
—Fue horrible, pero sí. ¿Quieres... venir?
—Nada me haría más feliz— sintió una sonrisa.
—Pero tendrás que ayudarme con una absurda lista de canciones.
—Nada que bebidas energéticas, muchos dulces y besos de por medio no puedan arreglar. Estaré ahí en diez minutos.
Al colgar, el alma volvió a su cuerpo.
—Kang Peter— sonrió, sabiendo que ese chico perfecto era su novio.
Detuvo cualquier pensamiento que le genere una erección, y decidió arreglar un poco el lugar.
También buscó su laptop, pues seguía siendo una tarea que debía presentar, y le daría puntos a favor en las siguientes evaluaciones.
Veía el reloj emocionado, hasta le temblaban las manos.
¿En serio merecía algo tan perfecto?
De algo sirvió estar solo toda su maldita vida.
La puerta sonó, y su corazón comenzaba a descontrolarse en su pecho.
Al abrirla, se encontró a Peter usando una mascarilla blanca, lo cual pasaba por primera vez; tenía una bandana negra en su cabello, una camiseta negra y jeans no del todo ajustados, pero tampoco holgados.
Era un dios griego.
—Mírate...
Peter hizo caso, viéndose—. ¿Qué?
—Te ves genial— sonrió—. Pasa.
MinHo volteó para ir a su laptop, y bueno, comenzar con aquella tarea.
Pero Peter sujetó su cintura, dejando la bolsa llena de aperitivos a un lado, susurrando.
—Cierra tus ojos.
Haciendo caso omiso, no tardó mucho en sentir sus labios impactar con los suyos.
Cerró la puerta, para luego enrollar sus brazos en la nuca de su novio.
Quería olvidarse de la estúpida lista, y ver dónde terminaba ese beso.
Pero debió romperlo.
—No me hagas caer, aún.
Riendo, Peter lo siguió hasta su había, donde tomaron asiento en su cama.
MinHo tenía su computador en las piernas, en el medio estaban los aperitivos, y al otro lado su querido novio.
—¿Qué tipo de canciones debes poner?_ preguntó, abriendo una lata de Monster.
—Que tengan rangos vocales similares, y podamos cantarlas sin lastimarnos; o sea nada de notas altas y tal.
—Oh, entiendo. ¿Y cuántas debes poner?
—Diez es el mínimo— suspiró—. Será difícil encontrar diez canciones que sean del mismo rango.
—Mmm... ¿Y si comienzas con It's you de Henry Lau? Es calmada, y las notas altas son agudos, y sólo una high note, para nada tienes que esforzar tu voz.
—... Eres un genio.
Así continuaron, honestamente, parecía fácil hacer una lista de canciones.
Pero si estudias música, sabes bien que no es lo mismo.
Teniendo en cuenta las distintas pautas que debió seguir.
Aunque... No se notó agotador con Peter a su lado, aconsejando, riéndole y dándole besos para que no deje todo debido al estrés.
—Hey, tengo algo para ti— volteó a tomar su bolso, de él sacó una pequeña caja—. Felices cuatro meses, gracias por seguir aquí.
—... Peter, no debiste, Dios— sonrió dejando su laptop a un lado—. ¿Qué es?
—Ábrelo— la dejo en sus manos—. Sé que dijimos que la cena sería nuestro regalo, pero no pude evitarlo.
Al abrir la caja, MinHo se encontró con aquellos dos anillos.
Uno dorado, otro plateado; debido al tamaño, supuso que el último era el suyo.
Por pues casualidad, se lo colocó en el dedo anular de su mano derecha; entregándole el otro directamente a Peter, en el mismo dedo.
—¿Te gusta?
—¿Que si me gusta?— lo miró—. Podría saltar encima tuyo y demostrar todo lo que me gusta.
—... Hazlo.
Sintiéndose retado, MinHo de colocó sobre el regazo de su novio, quien tenía su espalda contra el respaldo de la cama.
Sintió sus brazos en su cintura rápidamente, pero claro, no habría contacto hasta que cierre sus ojos.
Y eso no tardó.
Siendo sincero, mientras disfrutaba de ese beso lento, el cual tenía un aspecto muy íntimo para ambos; MinHo pensaba.
Pensaba en todas las veces que pudo separarse abruptamente para verle la cara a su novio, y no lo hizo.
Tal vez porque besaba demasiado bien, o porque comenzaba a entenderlo.
Entender que no estaba listo, tenía sus razones, y que no era nada que ver con él.
Peter siempre insistía con decirle “gracias”, siempre que encontraba el momento. Entonces notaba desde lejos sus inseguridades, que le hacían incapaz de creer que sigan siendo novios.
No volvieron a hablar de esos traumas, de su familia, nada; sólo sabía que era muy susceptible, y que lo que sea que se refiera eso, lo volvía sensible.
Obvio quería conocerlo, pero le bastaba con lo que sabía.
De tanto pensar, no notaba lo caliente que se tornó el ambiente en minutos.
Las manos de Peter ya no sabián dónde posarse, y MinHo moría de ganas por hacer “el movimiento”.
Darle a entender qué es lo que quería hacer.
Pero su novio entendió a la perfección, tumbando su cuerpo al medio de la cama, y colocándose encima suyo.
Aquella camiseta negra era muy bonita, pero terminó en el suelo debido a la tensión.
MinHo también se quitó la suya, para luego seguir con la ronda de besos.
—Espera— Peter detuvo todo, colocándose su mascarilla de nuevo—. ¿De verdad quieres hacer esto?
—... ¿Por qué no?
—No lo sé... ¿Tú por qué?
—Porque me pones tan... Peter, me siento seguro contigo— tomó su mano—. Pero si no quieres-
—Por supuesto que quiero— sonrió—. Pero, ¿no te incomoda tener los ojos cerrados?
—Dejan volar mi imaginación... Pero, si me dejas tocar.
Estirándose, Peter tomó la bandana que se había quitado ya hace un tiempo.
Lo levantó, a los ojos de su novio, dejando todo muy claro.
MinHo tomó asiento, acercándose.
Entonces, prosiguió a venderlo, cubrió sus ojos por completo y lo ató suave, pero firmemente por detrás de su cabeza.
—Rayos... No es transparente.
Rió quitándose la mascarilla, respirando mejor—. Mejor guarda silencio y toca todo lo que quieras.
Siguieron con los besos, pronto, Peter bajaba a su cuello y le hacía ver las estrellas.
Mientras sus manos paseaban por su cuello, su rostro, su hermoso cuerpo.
Su mente no le falló en teorías, sentía unos pectorales fuertes, un paquete de seis abdominales bien marcados y estaba en el cielo.
Por primera vez su atracción estaba ligada a los físico, ya que el amor que tenía por Peter, iba más allá, muchísimo más allá.
Cuando besaba el comienzo de su pecho, logró sacarle un pequeño gemido, que vino acompañado con el rojo en su rostro y tape rápidamente su boca.
—Tranquilo— dijo—. Deberás acostumbrarte...
—Lo sé— mordió su labio inferior.
Tras más caricias, y las manos de su novio llegando a lugares que no prefería decir.
MinHo... Estaba listo.
—Peter... Es mí primera vez— tomó sus mejillas, imaginándose sus lindos ojos.
—... Y la mía.
—¿Qué? ¿Qué dijiste?
—También es mí primera vez— lo besó—. ¿No parece?
—... ¿Qué se supone que deba contestar?
—Nada— suspiró—. Te quiero, MinHo.
—Y yo a ti, Peter.
Y en su mente se escuchó “—Y yo a ti, JiSung”.
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