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CAPÍTULO DIEZ

«¡Noona, despierta! Oh, no, no mierda. ¡Hae-e abre los ojos!» Llena de desesperación sus ojos se deslizan, siendo molestados con la luz de la Luna que se filtraba desde la abertura de la ventana, recuerda haber estado viendo por esta hace unas horas antes de quedarse dormida, le era imposible saltar por los barrotes que la protegen. Suspiró tocando su cabeza adolorida, tuvo un sueño extraño, no podía ver nada más que la cara de JungKook cerca de la suya, se sentía débil y la imagen era borrosa a medida que los segundos pasaban, como si estuviera perdiendo la conciencia. Los gritos que daban eran para ella, tratando de hacerla reaccionar. ¿Era un recuerdo, acaso? Se convenció de que sí, no era casualidad.

Al levantarse de la cama, escuchó la puerta del cuarto siendo abierta. Una bolsa cayó al suelo, no dijo ni una palabra mientras se alejaba escaleras abajo, sin volver a encerrarla.

( … )

El agua de la bañera le llegaba hasta por arriba de las mejillas sonrojadas con el calor del vapor, su mente divaga entre los pocos recuerdos que ha estado obteniendo. Cuando despertó, se sintió abrumada de estar en los brazos de su supuesto esposo, pese a que eventualmente mientras los días pasaban aprendió a estar cómoda con su presencia, dentro suyo había una vocecita que le rogaba alejarse de él. Ahora lo entiende, aquel individuo no es bueno, es un sádico, teniéndola alejada de la sociedad, encerrada y sumisa, la trata como a una muñeca que desea ocultar del resto por mero egoísmo. No siente tal cosa como odio, es parecido a… lástima, de una extraña forma su corazón teme de él, al mismo tiempo que se compadece de sus pensamientos.

Cuando la puerta es tocada, se sumerge en el agua caliente al punto que ya no oye nada, su cuerpo entero es reconfortado con esa deliciosa tranquilidad.

—Hae-e. —y todo fue perturbado cuando él entró, al volver a la superficie lo vio de pie a un lado de la bañera.

—Pensé que tendría privacidad. —murmuró cubriendo su pecho, aunque él no estuviera viendo.

—Me preocupé por ti cuando no respondias. —fue lo que dijo— La cena está lista, baja por favor.

No tuvo más opción que esperar a que se vaya para salir de su relajante baño. Se vistió con el pijama, y uso los tampones que le trajo, al menos, era consciente de que los necesitaba.  Bajando las escaleras la cabezaba le estaba por estallar del dolor, pero el delicioso aroma a la cena hizo que se olvidara de ello, con una leve mueca parecida a una sonrisa está por bajar los últimos dos escalones hasta que, como si fuera oleando por el destino, su cuerpo entero se debilita.

La imagen de JungKook estando en la cocina de espaldas la hace cerrar los ojos con fuerza. Tenía el sentimiento de que esa escena ya la vivió antes, no exactamente de esa misma forma, aunque similar, voces hacen eco en su mente.

' A JungKook no le gustan los amigos de su noona, cuando lo invitó a una cena para celebrar su ascenso imagino que sería algo íntimo entre ellos dos, sin embargo, halló a tres personas más en el hogar de la mujer. Dos hombres y una chica de su edad, decían ser compañeros de trabajo, por supuesto no le cayeron nada bien, mucho menos esos muchachos que miraban a su querida noona como si fuera un pedazo de carne.

—JungKook, son mis amigos, debes ser más amable. —le recordó, acercándose. Él siguió sirviéndose cerveza en su vaso, dándole la espalda— No puedes enojarte por algo así.

—¡Claro que puedo! —el solo oírlos reír juntos le era una tortura, bebió de una sentada la cerveza— ¿Por qué tienen que estar tan cerca, eh?

—Ya te dije que somos amigos, ¿o acaso no eres cercano a tus amigas? —le sonrió.

—Tch. —sus puños se apretaron— Noona, después de que se vayan, necesito hablar contigo. '

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