O12

CAPÍTULO DOCE

Mentiría al decir que no estaba cagada hasta las patas de miedo, desde que JungKook demostró ser capaz de levantarle la mano y encerradla durante casi todo un día, cada una de sus acciones debía ser medida con mucha atención. Pero también, quiere ser libre, saber quien es, poder hablar con otras personas antes de volverse loca en esa jodida cabaña del diablo, donde el la retiene como una prisionera. Tomó aire en sus pulmones mientras entraba a kakao talk, una aplicación donde había muchos chats, aunque el principal, era uno donde estaba escrito su nombre al lado de un corazón. Por la foto, sin dudas era ella.

La última conversación se muestra fácil de leer.

JUNGKOOK
¿ya se fueron todos?
estoy en tu recamara. te espero aquí.

HAE-E NOONA ♡
¿qué? ¿en serio, kook?
por favor, deberías calmarte un poco, actúas como un loco.
como si estuvieras celoso.

JUNGKOOK
ven ahora.
de verdad, es muy importante.

HAE-E NOONA ♡
estoy despidiendo a dongsuk, ya voy.

JUNGKOOK
solo déjalo, ¿por qué le das tanta atención?
¿es tu novio, eh?

¿Es tu novio? Esa pregunta, ¿Significa que ellos dos no están casados? La respuesta se volvía más clara, él no es quien le quiso creer que era, está loco, es un enfermo. Siguiendo con su búsqueda, JungKook tiene llamadas perdidas de números no registrados. Se dio cuenta de algo, ella era el único contacto con nombre. Aún así, ve su oportunidad de llamar a cualquier persona para ser ayudada, a punto de marcar el número de emergencias, golpes en la puerta la hacen soltar el móvil, cae en seco.

—¡Hae-e! —escucha— ¿Qué sucedió? ¿Te sientes mal otra vez? —el picaporte es movido con fuerza ante su silencio. Solloza desesperada, y guarda el móvil dentro del cajón del baño cuando la puerta se abre. JungKook tiene un aire taimado— ¿Qué haces?

—M-Mi estómago duele.

—Es por tu periodo —bostezó— Levántate del piso, y ve a la cama ya. Las pastillas están en el segundo cajón.

—B-Bien. —no para de observar atento hasta que se pone de pie y camina de vuelta a la cama— Buenas noches.

( … )

En la mañana, JungKook va a su habitación luego de bañarse, cambia su pijama por ropa común para ir al pueblo a buscar víveres, planeaba cocinar algún postre para su amada, a ella solían gustarle muchos los pasteles de fresa estando en su periodo. Secando su cabello con una toalla más pequeña busca en el cajón de su ropa interior un bóxer, sin embargo, su sangre se congela al darse cuenta que, el objeto que descuidadamente guardo allí por el momento, ya no estaba. Lo había dejado en ese lugar por la prisa, e iba a cambiarlo ese día, aunque ya era tarde. Chasqueando la lengua, sonríe.

Una vez cambiado, baja las escaleras, como rara ocasión Hae-e estaba allí en la cocina, dándole la espalda. Ahora lo nota, está nerviosa, no sabe en qué momento actuar.

Se acerca tomándola por la cintura, lo más cerca que puede. El dulce olor de su cabello lo hace flotar hasta las nubes.

—J-JungKook…

—Me gusta tu aroma.

—Gracias.

—¿Sabes que más me gusta? La honestidad. —toma sus mejillas con una mano, las aprieta— Debes tener algo que me pertenece, bombom.

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