O11
CAPÍTULO ONCE
—¡Hae-e! ¿Estás bien, cariño? —apenas abrió los ojos, lo que se encontró fueron sus ojos que desesperados buscan que ella conteste. Escapó un suspiro cuando reaccionó— Mierda, me preocupaste.
—E-Estoy bien. —dijo, con un amargo sabor en su boca, lo que soñó en su desmayo fue un recuerdo importante, lo tenía claro. ¿Qué pasó después de esa pequeña discusión que tuvieron? ¿Por qué él parecía tan tenso al decir esas palabras?
Ayudándola a sentarse en la mesa, le dejo su plato de comida en silencio. Se sentó en frente, comenzando a comer sin decir ni una palabra de más, hasta que notó que ella no había tocado el pescado que con tanto esfuerzo le preparó.
—Lamento haberte gritado ayer, actúe mal. ¿Podrías perdonarme? —la vió con su mejor mirada de inocencia, tratando de ganarla.
Hae-e desvió su vista a las paredes de la no tan pequeña cabaña. Debía decírselo, tenía tantas dudas que no le importaba ser castigada por su curiosidad, necesita saber quién es o quién fue, quiénes eran ellos dos. No dejó que tomara su mano por encima de la mesa, la apartó con disgusto mientras se preparaba para hablar.
—Nosotros…¿Tuvimos problemas antes de llegar aquí?
—Eso ya no importa, bebé. —arrastrando la silla hacia atrás se pone de pie para rodear la mesa y acercarse, sus manos la toman por los hombros, corriendo el cabello de éste para olfatearlo. Tiembla aterrada— Lo que pasó ya no importa, estando aquí puedo cuidarte para que nadie sea capaz de herirte jamás, te tendré protegida.
Le da miedo cada una de sus palabras, ¿Y si el accidente no es real? ¿Y si JungKook le hizo daño?
Esa noche prefirió no decir nada, cenaron en lo que fingía ser un ambiente armonioso, y él se acostó a su lado en la cama. La abrazó tan fuerte que pensó que, tal vez, sin darse cuenta, podría evaporarse y por eso temía tanto. No le agradó tener que mentirle al decir que quería recostarse a su lado, fue una mentira piadosa para tomar ventaja de la ocasión. Cuando se quedó dormido, ella se zafó de sus brazos. Vio la habitación de enfrente, era la suya, a la que nunca pudo entrar, hasta el momento nunca lo hizo por terror pero trato de hacerlo, debía hacerlo. Abrió la puerta, rechinó levemente.
Asustada entró, no había mucho ahí. En el armario hay ropa limpia y bien doblada, se acercó revolviendo con delicadeza los abrigos, sus bolsillos e interiores, no halló nada hasta revisar los cajones. En el último, entre la ropa interior, había un teléfono móvil. Escondiendo su pantalla, se dio cuenta que necesitaba del rostro de su raptor para poder desbloquearlo. «Mierda, era demasiado bueno» maldijo para sus adentros. ¡Que se vaya al carajo! Lo haría.
De puntillas se arrastró a su cuarto, minimizando cara ruido acercó la pantalla del teléfono al castaño. ¡Funcionó! ¿Era Dios ayudándola? Probablemente.
Volvió a salir directo al baño donde está vez se encerró con la luz iluminando. Su pecho latió con nervios ante el fondo de pantalla del aparato, era ella besando la mejilla de JungKook, parecían tan tranquilos…
Ambos ojos brillaban con la misma intensidad, y prestando mayor detalle, se dio cuenta lo parecido de sus rostros. En la galería sólo había fotos de ella, y de un perro negro.
Nada que le diera mucha información.
¡Hola! Gracias por su apoyo. ♡
— ¿Qué les está pareciendo la historia?
— ¿Alguna teoría de qué sucedió?
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