EPÍLOGO
EPÍLOGO
Jeon JungKook no es el hombre más listo del planeta, su plan lo demuestra, fue algo que ideó en la desesperación por huir con ella estando inconsciente, tenía miedo que al despertar su hermana le tuviera repulsión. Tuvo que curar sus heridas siendo inexperto, y estuvo asustado cuando después de una semana ella seguía sin despertar, pensó que había muerto, perdía las esperanzas hasta que una mañana… abrió los ojos. Y no recordaba nada. ¡Magnífico! Los dioses estaban ayudándolo.
Jeon Hae-e es una mujer desesperada, y una mujer desesperada debe pensar rápido. Desde el suelo subió la cabeza a la diminuta ventana casi pegada al techo, por allí apenas podría pasar, pero debía intentarlo. Acercando el escritorio a la pared, se montó en éste y tiró el teléfono roto al vidrio. Sí, la única ventana en toda la cabaña que no contaba con barrotes. Está segura que su padre los colocó hace años para evitar un robo, sin saber que serían la razón del porqué su hija no podía escapar.
Arrastrándose a la salida, su estómago sufre cortes por el vidrio que no llegó a caer. Aun así, ningún dolor sería peor que pasar un mínimo más allí adentro. Incluso las hojas caídas de los árboles en otoño son reconfortantes, la brisa es deliciosa contra su cuerpo lastimado. «Nunca estuve tan feliz en mi vida» pensó, mientras sus pies corrían por el bosque, buscando aquella libertad que en su cautiverio añoraba. Sus lágrimas, la sangre seca en sus piernas o las plantas de sus pies cortadas por las ramas tiradas en el suelo, todo era… no, tenía un sabor hermoso, sabía a victoria.
La carretera acercándose hizo que disminuyera la velocidad, en cualquier momento se desmayaría. Perdió mucha sangre, no comió nada en todo el día y para empeorar, se sentía abrumada. Lentamente sus ojos fueron hallando oscuridad con cada paso, hasta que tocando el frío cemento, la vio.
Una camioneta se detuvo antes de que cayera.
( … )
—¡Mierda, mierda! ¡Por un carajo, Hae-e! —exclamaba rompiendo todo a su paso, fue por unos minutos, diez tal vez, en los que subió a limpiarse la herida y cuando volvió, ella ya no estaba. Pero no podría irse muy lejos, no estando tan débil, así que salió a buscarla.
Veinte minutos en el bosque no fueron de ayuda, mucho menos cuando comenzó a oscurecer y en la carretera no se veía ningún auto. ¿Alguien se la había llevado? Si ese era el caso, estaba jodido, debía irse antes que fueran a por él.
De vuelta en la cabaña comenzó a limpiar el suelo del baño, quitando los rastros de sangre de allí para que, en caso de que su padre vuelva, no lo acuse falsamente. Tenía miedo, mucho. Corrió a la salida de la cabaña con una improvisada maleta y efectivo en su mochila, tenía los contactos para sacar un pasaporte falso que lo ayudará a viajar a algún país cercano, China sería bueno, maneja bien el idioma gracias a las clases extras. «S-Sí, me iré. Nadie me encontrará, podré descansar antes de volver por noona» Hasta en esos momentos, en su mente pasó Hae-e. Podría buscarla después de algún tiempo, volvería por ella en definitiva.
Abriendo la puerta de la salida, la maleta cayó y sus manos subieron por encima de su cabeza.
—¡Jeon JungKook, está rodeado!
Pero aunque tuviera que matar, engañar, y cometer los peores actos vistos en la humanidad, él volvería por Jeon Hae-e una y otra vez.
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