«13»


—¡Salud!—gritó la rubia empinándose la botella de aquavit.

—¡Dios, Robin!—se quejó Oliver quitándole esa botella de las manos—¿Podrías ir más despacio? No son ni las once.

Estaba deprimida.

Esa era la conclusión a la que había llegado después de pasar toda la noche y parte del día encerrada en su habitación sin haber comido absolutamente nada. Estaba cansada de establecer límites, asumir responsabilidades, pedir disculpas, de sanar heridas y sostener conversaciones incómodas o vivir el duelo de personas queridas.

Había bebido ya bastante por esa noche y ni siquiera era mayor de edad, el dueño del lugar conocía a su padre así que prácticamente lo tenía comiendo de la palma de sus manos. La fiesta de cumpleaños que Oliver tanto se había esforzado en planear, parecía divertida pero era una farsa. Aquella rubia se preguntaba: ¿Por qué intentaba encajar? ¿Por qué, cuando lo único que quería era irse a casa? Sabía que no era así, pero quería agradarle a la gente para mantener una reputación, así que...tenía su copa en el aire mientras actuaba como si nada le importara, y toma un poco más aunque sabe que no debería, y dice cosas que ella en realidad no diría volviéndose parte de una multitud.

—¡Me estoy divirtiendo, Oliver! Así que...—grito la chica para que el peli negro pudiese escucharla aún con la música demasiado fuerte—Sigan reproduciendo esa canción que no me gusta, voy a sentirme normal por esta noche.

—Ey, ¿Te encuentras bien?—le cuestionó su mejor amigo con una ya notable preocupación en su rostro.

—¿De que hablas? ¡Me siento de maravilla, joder!

—Robin, habló enserio. Estás completamente incontrolable hoy, debes decirme qué pasó—le pidió el chico tomándola de los hombros para obligarle a mirarlo—¿Fue tu madre otra vez?

Pregunto enmudeciendo a la rubia al instante. Sin embargo, la presencia de un joven de pálida tes interrumpió lo que pudo llegar a ser una conversación incómoda.

—¡Park! Qué bueno que decidiste venir—expresó Oliver con una gran sonrisa adornando su rostro.

—Me alegra haber llegado—murmuró apenado, acomodando el estuche de guitarra que cargaba consigo esa noche.

—¿Y eso es...?

—Sólo practicaba un poco—dijo apenado.

—¡Chicos, escuchen! Él es Park, amigo mío, así que quiero que lo traten bien ¿De acuerdo?

—De acuerdo—le respondió un risueño joven al fondo—Vamos, siéntate y bebe lo quieras ¡Oliver invita esta noche!—fue lo último que dijo antes de ir con un par de chicos en la mesa de la esquina.

Ericksson se sentó sintiéndose un poco cohibido.

—Ey, viniste—le dijo Robin acercándose un poco a él—Creí que no lo harías, llegaste un poco tarde.

—Lo siento, no sabía dónde dejar a mi hermanita—explicó tomando su cuello algo avergonzado.

—Te vestiste con propiedad—se burló la chica al ver su elegante forma de vestir—Y trajiste contigo una...¿Guitarra?

—Oh si, practicaba antes de venir. Oliver no mencionó que el lugar tenia un karaoke, de haberlo sabido no me hubiese arreglado tanto.

—Te ves bien, Ericksson. Enserio—le dijo la joven, sin percatarse del rojo carmesí que ahora asonaba las mejillas del rubio—Tal vez...Si, espera.

—¿Q-qué haces?—cuestionó observando cómo la chica le revolvía el cabello y le desfajaba la camisa.

—Mucho mejor—dijo perdiéndose por completo en los orbes que ahora le miraban atentamente.

—¡Muy bien!—grito Oliver indicando que apagaran la música, todo quedó en silencio automáticamente—¡Es la hora del karaoke!

—¡Wu!—exclamó la rubia ignorando completamente el nerviosismo que invadía a su joven discípulo—Ya era hora, comenzaba a aburrirme. Ven conmigo Ericksson, sentémonos en primera fila.

Repentinamente Robin envolvió su mano en la muñeca del rubio, acto que le dejo completamente enmudecido, y simplemente se dejó guiar por ella entre la gran multitud hasta dar con los asientos del frente y así tener una mejor vista.

—Vamos Robin, haznos el honor de abrir—le dijo Oliver extendiendo un micrófono, a lo que la chica por supuesto, no se negó,

La pista dio inicio y unos segundos después su dulce voz entró como melodía a los oídos del joven. Esta vez no era un espectáculo tan exótico como el que había presenciado con anterioridad, no, se trataba de una canción más lenta, un poco romántica quizá, algo que se el rubio estaba disfrutando serenamente hasta que...

—Así que, Park—le interrumpieron a un costado, y al girar notó a un chico de cabello castaño sentarse a su lado—¿Estudias en el mismo colegio? Nunca antes te había visto.

—No, creo que me confundes con alguien más—respondió tímidamente y dirigió la mirada nuevamente hacia Robin cantando, quien le sonreía de vez en cuando.

—Entonces...¿Cómo conoces a Robin?—indago dándole un gran sorbo a su bebida.

—Bueno...—pensó un segundo en si era correcto continuar la plática, luego se giró a mirarle de nuevo—Yo tomo clases en la misma academia de la que su abuelo es dueño.

—Oh. Así que eres músico.

—Podría decirse que...

—Wow, como dijiste, debí haberme confundido entonces—rió causando confusión en el rubio—Me sentí amenazado por un momento, no se porque me preocupe tanto por nada.

—¿Perdón?

—Es decir, mírate. Con esa ropa de segunda mano, esos zapatos viejos camuflados con una buena voleada, y ese porte de vagabundo—le espetó con escarnio—Sin mencionar las deudas que tienes detrás de ti debido a tu drogadicta madre.

—¡Hey! ¡¿Cómo sabes de...

—¿Cómo pensé tan siquiera en la posibilidad de compartir el mismo ambiente?—murmuró para sí mismo causando que la sangre de Jimin hirviera de enojo— ¿Desde cuando la academia de los Byqvist se volvió tan caritativa?

—¿Los Byqvist?—cuestiono el chico con el entrecejo fruncido, y de pronto esa ira acumulada hasta el momento se desvaneció convirtiéndose en estupor—Estas diciendo que, ¿El padre de Robin es jefe de las franquicias H&H?

—Bueno, es un hombre billonario que heredó su fortuna—continuó—Su riqueza total estimada es de 16.2 mil millones USD. Aunque su fortuna no se centra tanto en la moda, sólo es parte de su ingreso. Sus intereses comerciales se centran principalmente en la industria financiera y de inversiones, siendo las inversiones la fuente principal de su riqueza. ¿No lo sabías?

—No tenía idea—murmuró para sí mismo.

—Ey, Emil—interrumpió repentinamente esa chica bajando del escenario—No estes molestando a mi invitado, ya estás ebrio.

—Oh, vamos preciosa, sólo estoy tratando de que la pase bien—menciono acercándose a él para abrazarle—Ella está fuera de tu liga, campeón—le susurró sacándole de sus pensamientos, palmeando su espalda—Tú y ella...no va a pasar, así que más te vale ni siquiera intentarlo.

En cuanto el castaño se alejó, Ericksson quedo completamente enmudecido y petrificado. ¿Quien rayos era ese castaño? ¿Cómo es que ese chico sabía tanto de él? ¿Por qué Robin se había esmerado tanto en ocultarle su apellido? En ese momento su cabeza era un mar de dudas y el sentimiento que estas causaban le perforaban el pecho.

—¡Ericksson!—escuchó ese grito, el cual le obligó a salir de sus pensamientos—¡Hey! ¿Te encuentras bien? ¿Qué fue lo que Emil te dijo que te dejo pensando tanto?

—Eh...

Jimin lo pensó. Pensó en decirle todo lo recién ocurrido con ese joven a Robin, desde lo de su madre, su familia, y la advertencia recibida hacia sus sentimientos, pero al final...

—No pasa nada, me encuentro bien—dijo obligándose a sonreír—El solo quiso saber que tal la estaba pasando, ya sabes, soy nuevo en esto entonces...

—¡Genial!—le respondió ella sin creer mucho en sus palabras, pero decidió no indagar más al respecto—Porqué es tu turno—espetó entregándole el micrófono.

—Mi...¡¿Mi qué!?—clamó siendo obligado a levantarse—¡No Robin! No puedo hacerlo.

—¡Vamos!

—Yo, no lo s...

—¡¿Por mi?!—insistió.

Quería negarse, hacerse el difícil y no subir a ese diminuto escenario a toda costa. Se sentía incómodo y observado, no tenía cabeza para concentrarse realmente en lo que cantaría allí arriba, sin embargo...

—Bien, lo haré—soltó levantándose abruptamente de su lugar—Por ti.

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